Por Carla Gloria Colomé.
Aquella noche de inicios de año fue un espectáculo ver la esquina entre las calles San Anastasio y Carmen ardiendo en llamas. Los vecinos de Lawton, cansados de quejarse por el enorme basurero que acaparaba ya varios metros de la barriada, y sin respuesta por parte de las autoridades, dieron candela a la basura, y con la basura a la desidia, y con la desidia a la molestia que por tiempo acumularon. Le prendieron candela de tal modo que parecía que estaban quemando un país.
El malestar no acaba ahí. La situación de la basura en La Habana -y también en toda Cuba- se ha vuelto un problema del que todos hablan. En Cuba se habla de hambre, se habla de crisis, se habla de irse, y se habla de la basura. Un informe del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC) asegura que en La Habana, una ciudad donde se producen 23 mil metros cúbicos diarios de basura, las autoridades solo recogen el 68 por ciento de esos desechos. Es decir, unos 7 mil 600 metros cúbicos permanecen en las calles de la capital cubana, colindando con edificios, y siendo un territorio propicio para ratas, mosquitos y para la proliferación de enfermedades.
¿Qué ha sucedido con la basura? Lo mismo que ha sucedido con el país. No se puede pretender que en un país donde todo va mal, la basura vaya bien. Aunque la acumulación de basureros en las calles no es un problema de hoy, es cierto que la situación ha empeorado. Así también lo han reconocido las autoridades del país.
Onelio de Jesús Ojeda, el director provincial de la empresa de servicios Comunales, encargada de los programas de higienización, mantenimiento y limpieza, reconoció en 2023 como una de las causas de la insalubridad los casi 200 equipos de recogida de basura fuera de funcionamiento, además de los bajos sueldos que se paga al sector estatal (el pasado año un trabajador de Comunales ganaba unos 3 mil 500 pesos cubanos como promedio), y por tanto la falta de empleados que quieran dedicarse a este tipo de trabajo. «Entonces, esto nos golpea fuertemente porque, bueno, los trabajadores tienen que tener dinero. Tienen que tener dinero, ¿no? Cobrar por el trabajo que realizan», dijo el año pasado a la prensa estatal Odalis Acosta, la directora de la empresa provincial de Higiene Comunal.
El informe de OCAC asegura que en 2022 se dedicó a la recogida de basura el 0,83 por ciento (6,5 millones de pesos) del total del presupuesto disponible para la capital. Las autoridades también han buscado otras justificaciones. Reynaldo García, presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular de La Habana, dijo en una ocasión que el problema se debía principalmente a la falta de contenedores y camiones recolectores, y a su alto costo en el mercado internacional.
En 2023, el medio oficialista Tribuna de La Habana aseguró que al menos en La Habana del Este, donde la empresa Comunales cuenta con 800 trabajadores y «un parque automotor de nueve camiones recolectores con más de dos décadas de explotación que sufren roturas, falta de piezas, gomas, cajas de velocidad», no se recoge ni el 50 por ciento de la basura que se genera diariamente. La Televisión Nacional también se ha pronunciado sobre este asunto. En un reporte indicaron que «el deterioro de los equipos para realizar la recogida de la basura es el principal talón de Aquiles de las empresas». Los antiguos camiones rusos que recorrían las calles habaneras, por ejemplo, también han dejado de funcionar. «No tenemos las piezas que necesitamos para los camiones Zil, ni para los camiones Kamaz», dijo Acosta.
Pero, tal como sucede en otros sectores, tampoco hay combustible para echar a andar estos camiones. La falta de combustible, que ha afectado el transporte, como mismo deja a las panaderías imposibilitadas de producir el pan y al hogar cubano bajo la oscuridad de las largas horas de apagón, también escasea para recoger la basura que se produce y se tira en cada esquina de La Habana.
El cuadro final es este: basura, escombro, deterioro. A veces son escombros convertidos en basura. A veces no se sabe dónde comienza el deterioro y dónde la basura. A veces todo es basura. Así se aprecia la situación en varias fotos enviadas a El Estornudo por varios lectores habaneros. Las imágenes son principalmente de municipios al oeste de La Habana, como Playa, Marianao y La Lisa. Pero ningún lugar, ni los históricamente más exclusivos como Vedado o Miramar, escapan al deterioro.
El gobierno cubano comenzó a aplicar una serie de multas de hasta cuatro mil pesos a quienes virtieran la basura afuera del contenedor o en horarios no establecidos, pero ni aun así han logrado aliviar la cantidad de desperdicios en las calles cubanas. Este año el gobierno lanzó a nivel nacional la iniciativa «Reciclo mi barrio». Cada miércoles y sábado varios camiones de la Empresa de Materias Primas llegan a unos 15 municipios de La Habana para pagar por las botellas y plásticos que reciclan, en mayor medida, personas de la tercera edad, quienes complementan un retiro ineficiente con pagos que tampoco alcanzan, pero que al menos suman algo más a su bolsillo. Los pagos van desde cinco pesos por botellas de ron hasta 75 pesos por kilogramo de aluminio.
«Se hicieron estudios y análisis que arrojaron que se bota mucha materia prima», dijo a la prensa estatal Rosa María Reyes Santiesteban, directora general de la Empresa de Recuperación de Materias Primas (ERMP) de La Habana. «Eso se ve en los vertederos y a partir de ahí nació esta estrategia de acercar la recuperación a la comunidad».
Aun así los principales parques y esquinas de La Habana devienen vertederos cada vez con más frecuencia, y aunque son muchos los que elevan sus denuncias a las redes sociales, el gobierno aún no dispone de una solución. Hay fotos de la basura dispersa en el Parque de la Fraternidad, o de la youtuber Dina Stars posando en el lugar más «aesthetic» de su barrio, un basurero desbordado de botellas, jabas de nylon, figuras plásticas, y un abandono de quién sabe cuántos metros cúbicos que parece no acabar.