“El terruño es la patria del corazón. De todos los
sentimientos humanos, ninguno es más natural que el
amor por la aldea, el valle o la barriada en que vivimos
los primeros años.”
José Ingenieros, Las fuerzas morales, 1925.
Los orígenes de Luyanó se remontan a mediados de los años 50 del siglo XIX cuando el Capitán General José Gutiérrez de la Concha e Irigoyen[1], un Capitán General más de triste recordación, autorizó el reparto[2] de las tierras ejidales, con ello surgen los Repartos de Iglesias, Caballero, Rodríguez, Pérez, Herrera, y Ojeda que conformaron el territorio básico e histórico de Luyanó; tres de esos poseedores de la tierra convertidos en sus propietarios por decisión del Capitán General, perpetuaron sus apellidos en los nombres de tres calles: Rodríguez; Pérez y Herrera, las cuales ya aparecen registradas en el mapa de La Habana de Esteban Pichardo[3] publicado en 1874, cinco años antes de su muerte.
Los límites de ese conjunto de repartos, a los cuales se le llamó Concha por muy poco tiempo, fueron al norte y este un camino vecinal llamado Camino del Alcoy que después se le denominó Calzada de Concha[4], al sur la Calzada de Luyanó y al oeste la Calzada de Jesús del Monte. El nombre de Luyanó procede del río que originalmente se le conoció con el nombre, posiblemente de origen indígena, Uyanó[5]. Cómo este Uyanó pasó a ser Luyanó, pues simplemente por algún copista, amanuense, escribano y menos probablemente por algún agrimensor ya que estos eran en extremo cuidadosos, que le añadió una L al Uyanó; lo mismo pasó, entre otros ejemplos, con el arroyo Polo que con el correr de los años se convirtió en Arroyo Apolo.
La Calzada de Luyanó era de suma importancia en el siglo XIX ya que se convertía en la continuación de la Calzada de Güines una de las vías de entrada de los azucares a La Habana para su exportación. El encuentro entre esas dos calzadas se producía en el puente Alcoy[6] donde existía un portazgo similar al que se encontraba en el encuentro entre la Calzada del Bejucal, la de Jesús del Monte y la del Batabanó. En ese portazgo no solo se cobraba por los derechos de entrada -el portazgo- sino que se producía el cambio de las carretas tiradas por bueyes a los carretones tirados por mulas, ya que por razones de seguridad los bueyes no podían entrar a la capital.
Tanto en un portazgo como en el otro el ir y venir de viajeros, transeúntes, barriles de azúcar y otras mercancías generaba una concentración de animales, carretas y carretones, y personas, entre las cuales los esclavos no eran minoría, era una zona muy bulliciosa con lugares para comer, tomar un refrigerio o dormir una noche, o una siesta; habían artesanos, carpinteros, herreros, talabarteros para arreglar cualquier desperfecto en los medios de transporte, herrar caballos y mulos, etc., es decir un sinfín de actividades y de negocios.[7]
Es de interés el hecho que varias calles de Luyanó antes de los años 70 del siglo XIX, según el mapa de Pichardo ya mencionado, tenían nombres relacionados con el movimiento reformista y su ideología como: Municipio, Justicia, Acierto, Reforma, Fábrica, Compromiso, Fomento[8], Arango[9] y Villanueva[10], es decir que el pensamiento reformista no lo podemos encasillar en los años 20-30 del siglo XIX ellos tuvieron una trascendencia más allá de esa etapa como indican el bautismo de esas calles, las cuales han mantenido sus nombre hasta el día de hoy.
Otros nombres hacen referencia a accidentes geográficos: Atarés, Ensenada, Guasabacoa, de evidente ascendencia aborigen, son calles que corren de sur a norte apuntando al lugar que le ha prestado su nombre. Casi la mitad de Luyanó aparece en el mapa señalado con sus calles nombradas y trazadas, pero ello no es indicativo de que ya en esa época estuviesen pobladas.
Para 1929, de acuerdo a un mapa de ese año[11], todas las calles de Luyanó estaban trazadas, pero eso tampoco quiere decir que estuviesen pavimentadas, solo unas pocas estaban recubiertas con adoquines como, por ejemplo: Reforma, Fábrica, Villanueva, Rosa Enríquez y Municipio, las tres primeras atraviesen el barrio de norte a sur y la última de este a oeste. Sin embargo, curiosamente, casi todas tenían aceras. Para los años 60’ del siglo XX se completó la pavimentación con asfalto de todas las calles.
En 1878 se crea el Señorío con el título de Conde San Rafael de Luyanó que ocupó Adolfo de Quesada y Arango de Horé[12] hasta su muerte en 1881, heredándolo su viuda y a la muerte de la misma quedó vacío, no era más que un título honorífico sin mayores consecuencias ni ventajas, salvo aquello de lucirlo en los encuentros sociales.
Luyanó se inserta en la historia nacional con dos hechos, el primero ocurrió en 1868 y se le conoce como ‘El Grito de Luyanó’, el mismo se produjo el 2 de noviembre de ese año, con el fin de secundar, en el occidente de la Isla, el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes. Desgraciadamente el intento estuvo mal concebido y peor organizado y fracasó. El segundo hecho fue el combate que se originó el 9 de agosto de 1931 entre las fuerzas policiales de Machado y el Capitán del Ejército Libertador Manuel del Pino y su amigo Felipe Cabezas que se atrincheraron en una fábrica de medias, que existía en Luyanó, donde escondían armas para la lucha contra Machado; el combate duró más de tres horas ocasionándole varias bajas a la policía, los revolucionarios fueron masacrados al acabárseles las municiones.
Luyanó recibió y dio cobijo a inmigrantes gallegos tanto en el siglo XIX como en el XX, la presencia gallega en la barriada le va a dar origen a la Casa de Salud La Benéfica que ya aparece en el mapa de Pichardo citado, por lo tanto, resulta anterior a la constitución del Centro Gallego que se produjo en 1879, posteriormente se fundaría la clínica mutualista Hijas de Galicia, a estas dos clínicas nos referiremos más adelante. Lo mismo ocurrió con el Cerro que dio cobijo a los asturianos y a la clínica mutualista de los asturianos La Covadonga y donde mi tío-abuelo vivía y fundó una fábrica de fósforo dándole empleo a vecinos y a sus coterráneos emigrados.
En el territorio de Luyanó se establecieron diversas fábricas, talleres y almacenes, eso determinó la conformación de la población que mayoritariamente era de obreros y empleados, con la presencia minoritaria de miembros de la clase media que podían ser los dueños o encargados de esos negocios, también por los comerciantes que fueron asentando sus negocios en una localidad que resultaba atractiva por el creciente número de residentes que ganaban un jornal o salario.
La planta habitacional de Luyanó era, fundamentalmente de casas de un solo piso[13], de ladrillo, colindantes unas con otras, las casas de dos pisos de inicios del siglo XX tenían en la planta baja un negocio, generalmente una “bodega”, pocas casas de madera y techos de tejas subsisten en particular se encuentran, salvo excepciones, en la zona inicial de desarrollo de la barriada. Las pocas casas de vecindad o “solares” existentes fueron construidas específicamente para esos fines como solución para la población de más bajos ingresos, la otra solución fueron los llamados “pasajes” que generalmente, al fondo de casas de mayor prestancia, brindaban una solución más digna y de menos hacinamiento, con los baños y cocinas individuales. Para los años 50 se construyeron varios edificios de apartamentos, pero ninguno superó las tres plantas y generalmente tenían espacios en la planta baja para establecer diferentes negocios o comercios.
Las características del desarrollo de Luyanó limitaron la presencia de zonas de recreo existiendo solamente dos parques uno, el más concurrido, en la calle Fabrica, por ese nombre se le conoce, con frondosos árboles, asientos de madera y poseyó un bello pabellón que daba a la calle Justicia, hoy desaparecido, sus anchas aceras exteriores e interiores permitían los juegos infantiles. El otro en su límite norte bordeando la Calzada de Concha.
Pero eran las calles sin pavimentar el recurso habitual para los juegos, salvo que fuesen juego de pelota “al duro”, entonces quedan los llamados placeres, que eran espacios sin construir, entre ellos el más utilizados era el “placer de chocolate”, este ocupaba toda una manzana donde solo existía una casa de madera en la esquina de Velázquez y Fábrica, habitada por una familia negra, quizás de ahí el nombre, el único problema era que en los meses de enero a marzo la comparsa El Alacrán ocupaba el lugar para sus ensayos, cercaban casi todo el terreno con paredes de yaguas que evitaban no solo el paso sino la vista de los ensayos, cobraban a los que quisieran entrar a mirar. Otro placer era donde sentaba su carpa de dos palos el circo de barrio Montalvo en el se mantenía por dos semanas, o un mes, según la concurrencia que tuviesen.
En esos casos quedaba el placer del “blanquizar” que era más pequeño y a inicios de los 50 fue utilizado para construir el Centro Deportivo Pepe Barrientos que constaba con canchas de voleibol, básquet, gimnasio de boxeo, fisicoculturismo, etc., con baños y taquillas, por tanto, se acabó la pelota, pero había otras opciones. Pero si se insistía en jugar pelota entonces había que moverse fuera de Luyanó, hacia el placer de la calle Reyes o, con otros riesgos, al llamado “el arenal” que era colindante con Cayo Cruz, zona ganada a los mangles y a la zona cenagosa en la ensenada de Guasabacoa.
En cuanto a atención social poco aportaba Luyanó, una Casa de Socorro en la Calzada de Luyanó y una crèche que fue construida a inicios de los años 40, era una bella construcción estilo art deco, y le brindó cierto alivio a las madres trabajadoras de la zona, aún existe en la esquina de Villanueva y Arango. La Casa de Socorro no solo brindaba asistencia a emergencias también existían las consultas médicas y ofrecían el servicio de inyecciones y algunas medicinas gratuitamente.
El principal centro de salud en Luyanó era La Benéfica, que ya mencionamos, era una clínica mutualista del ‘Centro Gallego’ para varones, que por $2,85[14] mensuales, lo cual representaba el 4% del salario mínimo, brindaba atención médica, diversos especialistas, dentista, medicinas, cirugía, servicio de diagnóstico como análisis, rayos X, etc., además contaba con un gimnasio in situ con diversos equipos y baños turcos. La clínica estaba rodeada de jardines, fuentes y zonas arboladas. Además, la cuota que mencionamos daba derecho a la escuela primaria Concepción Arenal, a un balneario en las playas de Marianao y a todas las amenidades del Centro Gallego que incluían una biblioteca, los bailes sabatinos y dominicales y unas excelentes mesas de billar. Hijas de Galicia que era para el sexo femenino brindaba similares servicios, excepto el gimnasio.
Además de los centros de salud señalados existían dos clínicas para tratar problemas de las féminas, en las prácticas eran básicamente para realizar legrados que, aunque prohibidos, eran admitidos por las autoridades, uno era más económico y estaba en la esquina de la calle Pérez y Fábrica y el otro menos conspicuo, más elegante y por cierto mucho más caro en la Calzada de Luyanó.
Por el número de iglesias existente podemos poner en duda la religiosidad de los luyanosenses, existía una pequeña capilla católica en una escuela para niñas pobres, una también pequeña iglesia católica, Nuestra Señora de la Guardia, de planta neogótica, tres protestantes y un templo de los Testigos de Jehová. Las iglesias protestantes eran: una bautista en la Calzada de Luyanó, en un local adaptado, la anglicana o episcopal, establecida en los años 20 con una construcción de estilo ecléctico ubicada en Municipio y Ensenada, constaba de una pequeña escuela primaria, y la Presbiteriana, también establecida en los años 20 en la calle Santa Felicia entre Fábrica y Reforma, con una construcción estilo “misión” con elementos bizantinos. Igualmente constaba con una escuela primaria, considerada la mejor del barrio, con su campo deportivo y patrocinaba la única tropa de Boy Scout de la barriada.
Además de las escuelas señaladas existían otras laicas privadas y un kindergarten gratuito sufragado por el Partido Socialista Popular. La Escuela Publica # 24, en la esquina de Guasabacoa y Herrera, no solo brindaba enseñanza primaria, sino que sus clases nocturnas de inglés, mecanografía y secretariado eran muy concurridas por los jóvenes y adultos que buscaban elevar su posición social y por los interesados en las relaciones con el sexo opuesto. También esas clases eran impartidas en varios centros privados, además de algunas casas en que se ofrecían clases de piano.
Si por el número de iglesias no podemos determinar la religiosidad por el número de cines sí podemos afirmar que la población de Luyanó era profundamente cinéfila. Solamente en la Calzada de Luyanó existían cuatro cines: el Norma construido en los años 20 con un edificio con elementos art nouveau y columnas interiores que bloqueaban la pantalla según donde te sentaras, el Luyanó con un frente parcialmente construido de bloques de cristal y una fachada y techo curvilíneo como un hangar; el Atlas; y el Dora especializado en películas mexicanas, argentinas y españolas. Por la Calzada de Jesús del Monte estaban el Moderno y el Florida, ambos con aire acondicionado y proyectaban películas de estreno. Y en el interior del barrio el Ritz en donde los jueves que era el llamado “día de las mujeres” estas solo pagaban cinco centavos para ver dos películas y podían ser víctimas de rascabuchadores y a pocas cuadras el Fénix que originalmente se le llamó Ferroviario porque en su planta alta se encontraba ese sindicato y tenía una característica que lo hacía similar al cine Negrete, en el Paseo del Prado: era largo y carecía de balcony,[15] en este conocí los film noir del cine norteamericano.
Las comunicaciones en Luyanó eran excelentes a pesar de lo que ya señalamos de las calles sin pavimentar, una estación de ferrocarril estaba a dos cuadras de sus límites, y más de diez “rutas de guaguas” la bordeaban o lo atravesaban de norte a sur y de este a oeste utilizando las calles pavimentada, ello permitía enlazar a Luyanó con el resto de La Habana, con el Diezmero, Lawton, Víbora, Puentes Grandes, Vedado, Guanabacoa, San Miguel del Padrón, Jacomino, el Cotorro, etc. Además, existían varias de las llamadas “piqueras de taxis”.
En la cultura popular Luyanó tenía su representación, varias guarachas lo mencionan, la más famosa fue una de los años 40 en la que Daniel Santos con la Sonora Matancera cantaba aquello de: Bigote Gato / es un gran sujeto/ que vive allá por el Luyanó / tiene el pícaro / unos bigotes / que ya es de todos la admiración. Se insertaba también por más de un centro de práctica de la santería y por una fuerte presencia abakuá en el territorio y por ocasionales manifestaciones de congas y comparsas en sus calles.
[1] Gobernador de la Capitanía de Cuba en tres ocasiones 1850-1852; 1854-1859 y 1874-1875, por sus servicios recibió los nombramientos de marqués de La Habana, vizconde de Cuba, grande de España de primera clase.
[2] La palabra “reparto”, en el caso cubano y particularmente habanero, designa un fenómeno económico y social, es el “reparto” en pequeñas parcelas de una finca rústica, con el propósito de urbanizarla. Este término es un cubanismo ya que en España y en la América hispana, a ese mismo fenómeno y sus resultados se le conoce como: colonia, fraccionamiento, urbanización, unidad habitacional, villa, etc., sólo en Nicaragua y El Salvador se utiliza con el mismo significado que en Cuba.
[3] Pichardo y Tapia, Esteban. Plano de la Habana. Ed. José Valdepares 1874.
[4] En los años 50 del siglo XX se intentó rectificar ese nombre llamándosele oficialmente Ramón Pintó en recordación de un anexionista condenado al garrote vil por Concha, en la práctica, como ha ocurrido con decenas de calles habaneras, el pueblo le siguió llamando por su nombre original.
[5] En las Actas Capitulares encontramos que en el cabildo de 21 de agosto de 1551 aparece que el gobernador Pérez de Angulo pide le hagan merced de una caballería de tierra, “en el Ancón de la mar deste puerto”, que queda perfectamente localizada al determinarse que linda esa estancia “con el Uyanó”; ensenada que recibió posteriormente el nombre de Buasabacoa, más tarde a esa ensenada se le llamó Guasabacoa. En un plano de 1750 copiado en 1911 por el agrimensor Arturo Espinosa aún aparece señalado “Río del Uyanó”.
[6] Este Puente tomó su nombre de Federico Roncali (Conde de Alcoy) que precedió a Concha como Capitán General en los años de 1848 a 1850.
[7] Aunque esos portazgos fueron perdiendo su importancia con el desarrollo de los ferrocarriles en los años 50’del siglo XX tanto en La Palma como en la Virgen del Camino se mantenía ese aire de feria, de miles de transeúntes que cruzaban a diario y encontraban un lugar de descanso, para tomar un refrigerio o para cambiar de un medio de transporte a otro.
[8] Por la Junta de Fomento.
[9] Por Francisco María de la Luz de Arango y Parreño.
[10] Por Claudio Martínez de Pinillos y Ceballos II Conde de Villanueva y I Vizconde de Valvanera.
[11] Rojo García, Francisco. Plano General de la Ciudad de La Habana y sus alrededores. Cultural S.A. 1929
[12] Destacado músico criollo que dejó varias obras para piano entre ellas varias contradanzas.
[13] Las necesidades habitacionales no resueltas en los últimos 60 años han generado las construcciones de plantas adicionales muchas de ellas precarias.
[14] Representan unos 25 USD actuales imposibles de pagar en la Cuba de hoy.
[15] De acuerdo a la información que tengo de esos cines nada queda.
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