lunes, 17 de febrero de 2025

La realidad de la disidencia cubana.

Por Iván García.

Hace trece años, cada sábado, Ana Torricela, webmaster de Primavera Digital y esposa del periodista independiente Juan González Febles, desde las nueve de la mañana recibía en su reducido apartamento de la barriada habanera de Lawton a un grupo de ruidosos reporteros que ese día entregaban sus notas para el semanario.

La casa del matrimonio Febles estaba lejos de ser una oficina ideal. La sala, demasiado pequeña, era ocupada por una computadora de cuarta generación y un fax anacrónico. Ana, quien además de cocinar y limpiar era fotógrafa, editora y periodista, debía soportar a media docena de adultos hablando alto y discutiendo, pues casi nunca se ponían de acuerdo en temas políticos, económicos o deportivos. Además se bebían hasta dos termos de café y desbordaban los ceniceros de colillas de cigarros.

Pasado el mediodía, cuando los reporteros se marchaban, Ana limpiaba la casa. “Imagínate, la cama donde dormimos era el sofá. Ya perdí la cuenta de las quemaduras de colillas de cigarros en las sabanas”, contaba Torricela.

A pesar de las carencias materiales, y que en la acera de enfrente, a partir de noviembre de 2007, los servicios especiales acosaban a Primavera Digital, realizaron un trabajo informativo sobre la otra Cuba que el régimen pretende ignorar. Sin intermitencias. Y sin fondos desde el verano de 2014. Durante siete años patrocinadores suecos financiaron al primer semanario disidente en papel y digital editado íntegramente en La Habana. Pero en agosto de 2014 su sponsor decidió cerrar el grifo del subsidio utilizando el chantaje como arma de presión.

Febles, su director, y Luis Cino, vice director, no aceptaron la coacción. Desde entonces editaron el semanario por sus propios medios. Llegaron a publicar más de 500 de ediciones. La falta de dinero provocó la marcha de un número importante de periodistas independientes. En su mejor momento el periódico tuvo en la plantilla a más de 25 reporteros. Para 2020 apenas cuatro o cinco reporteros publicaban columnas de opinión política.

Primavera Digital, decano del periodismo independiente en Cuba, tuvo que cerrar. La principal causa no fue la represión, que siempre estuvo presente. La falta de fondos sentenció a muerte el periódico. También el exilio. Del manicomio ideológico castrista cada año escapaban, y continúan escapando, decenas de opositores, activistas y periodistas libres.

Juan González Febles es un patriota a prueba de bombas. Amante del rock y la libertad a partes iguales, le gustaba cerrar sus ojos y visualizar el escenario en una Cuba democrática. “Ya viene llegando, Iván, ten fe. La dictadura no tiene otro camino”, me comentaba en el verano de 2020 cuando fui a visitarlo. Estaba cada vez más demacrado. Comenzó a vender la ropa y los muebles para poder comer. Luego regaló su gato a un vecino. No quería que pasara hambre. En 2022, la mente de Juan González Febles comenzó a apagarse.

Como no reciben pensión -la primera medida activa de la dictadura contra los disidentes es expulsarlo de sus empleos-, cuando llegan a vejez los opodizotrd cubanos tienen que sobrevivir como pueden. Casi siempre del altruismo de sus amigos y allegados que le regalan un poco de comida, algo de dinero o un medicamento. Pero de la caridad no se puede vivir todo el tiempo. No es sostenible.

En 2025 la demencia senil ha consumido a Febles que ya no reconoce a sus antiguos colegas. Sumamente delgado se sienta en silencio durante horas en un desvencijado sillón. Ana, su esposa, también anciana, maltratada por la miseria y la mala alimentación, cuida de él. En un pulóver, sus amigos le mandaron a imprimir, en el dorso, el número telefónico, para que las personas llamen cada vez que Febles se va de la casa.

Héctor Julio Cedeño, 71 años, es un veterano activista que no lo pudo doblegar la feroz represión de la Seguridad del Estado. Para sobrevivir vende caramelos, paquetes de maní o cualquier otra cosa en los alrededores del Parque de la Fraternidad. Come una vez al día, poco y mal. El pasado 5 de febrero, frustrado por la miseria que genera el castrismo, en un trozo de cartón escribió a mano Abajo la dictadura.

En plena calle el anciano fue golpeado y reducido a la fuerza por efectivos policiales. Los transeúntes comenzaron a gritarles sicarios, abusadores y criminales a los agentes del orden. “Héctor prefiere estar preso o muerto antes de tener que sufrir tanta indigencia. No tiene miedo. Me dice que al menos en la prisión tiene garantizado algo para comer. Está muy mal de salud. Sin dinero, comida ni medicamentos vive de la ayuda de sus amigos”, dice un vecino.

Hace unos meses, mientras, caminaba por Primelles y Calzada del Cerro, me encontré al periodista independiente Pablo Marchan, andrajoso y sin dientes, hurgando sobras de comida en un depósito de basura. Nos sentamos en el parque Manila. Le compré comida y le regalé casi todo el dinero que llevaba en la cartera. Me contó que su familia lo botó de la casa después de la muerte de su madre. Al ser de los reporteros menos conocidos se quedó sin un medio donde publicar. Por su activismo político la dictadura no pudo conseguir empleo. La mala alimentación y el desamparo le pasaron factura. Comenzó a vivir en la calle.

Ahora mismo está ingresada en una sala de terapia intensiva del hospital Hermanos Ameijeiras la veterana opositora Martha Beatriz Roque Cabello, de 79 años. Está reportada de grave. En la década de 1990, Martha Beatriz, economista, el abogado René Gómez Manzano, el profesor Félix Bonne Carcassés y el ex ex piloto militar Vladimiro Roca Antúnez, junto a Arnaldo Ramos Lauzerique, apostaron por la democracia y las libertad políticas y económicas en Cuba y crearon el Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna, con repercusión internacional.

En julio de 1997 dieron a conocer La Patria es de Todos. Por ese documento coherente e inclusivo recibieron de parte del gobierno de Fidel Castro violencia verbal y física. Martha, René, Félix y Vladimiro fueron juzgados y encarcelados. En la Primavera Negra de 2003, a prisión iría de nuevo Martha Beatriz, también Arnaldo Ramos. 22 años después, la destacada opositora es una anciana con una salud debilitada.

Vladimiro Roca, hijo del líder comunista Blas Roca, falleció en julio de 2023. Unos años antes, para superar las necesidades, vendió su casa en Nuevo Vedado, se compró un apartamento chapucero y guardó algo de dinero para comer. Roca fue piloto de Mig-15 en la fuerza aérea y trabajó en instituciones del Estado. Fidel Castro fue implacable con sus enemigos. A los que no fusiló, encarceló o desterró, los expulsó de empleos dignos y bien remunerados, negándoles una chequera de jubilación. Bonne, distinguido profesor universitario e intelectual de valía, falleció entre el olvido y las penurias. En un país normal, la asistencia social debería ayudar a todas las personas desamparadas, al margen de su ideología.

Pero en un sistema totalitario como el cubano, las cosas son diferentes. Por venganza y crueldad, les impide trabajar y no reciben pensiones ni ayudas monetarias. ¿Quién debe velar entonces por los opositores y periodistas independiente cuando se enferman o llegan a la vejez? Algunos sobreviven de ayudas enviadas por grupos anticastristas en el exterior. Hace un tiempo, en el exilio había un proyecto que cada dos meses enviaba medicamentos y alimentos a los disidentes más desvalidos. Pero por falta de financiación esa ayuda cerró.

Es penoso ver a destacados disidentes pedirle a un amigo en la diáspora que le recargue el teléfono móvil o le envié 20 dólares para comer o comprar medicinas. La mayoría de los opositores y periodistas sin mordazas que conozco viven en la pobreza. Los periodistas que escriben para sitios financiados por la USAID, la NED y otros programas federales, reciben un pago de 10 a 25 por artículo publicado. En un mes bueno, pueden ganar entre 150 y 200 dólares, una cantidad que a duras penas le sirve para capear la crisis multisistémica y la inflación. Los más conocidos quizás ganen algo más. Como muy pocos pueden publicar en la prensa comercial o tener canales en You Tube que les permita monetizar, deciden marchar al exilio.

La suspensión de la ayuda de USAID provocó una algarabía en la prensa estatal y activó las alarmas en la oposición y la prensa libre. Desde hace tiempo vengo abogando por un cambio de modelo para los que reciben fondos federales en Cuba. Al régimen le gusta vender el relato de que quienes reciben financiación de Estados Unidos, demuestran una supuesta conspiración e injerencia del ‘imperialismo yanqui’.

En el mundo actualm miles de organizaciones de la sociedad civil y la prensa reciben fondos públicos de otros países. La BBC, uno de los medios más respetados del mundo, recibía dinero de la USAID. Lo ideal sería que los medios de prensa independientes puedan trabajar en Cuba y optar por fondos estatales. Pero la dictadura prohíbe recibir fondos foráneos, aunque agencias federales de Estados Unidos han donado dinero para supuestas ONGs de la dictadura.

El problema no es recibir dinero. Es su manejo. Es indiscutible que la USAID era un auténtico monstruo burocrático que despilfarraba una parte de los 60 mil millones de dólares anualmente asignados. En el caso de Cuba, las organizaciones que en el exterior dicen representar la disidencia y la prensa independiente manejan los fondos sin transparencia. Una parte del dinero se gasta en salarios de los empleados y pagar locales de alquier, entre otras facturas. Desde siempre, lo que han recibido los opositores y los periodistas independienten han sido cifras menores.

En el futuro, eso debe cambiar. Para mantener una prensa independiente eficaz y con calidad desde Cuba no se necesitan millones de dólares. Con un presupuesto mínimo para sus gastos de trabajo y un pago decente por cada texto publicado, un periodista puede hace su labor de forma óptima. Sacando cuentas: los gastos de trabajo y los salarios alrededor de 30 reporteros, no superan los 110 mil dólares anuales.

Sin embargo, la USAID y otras agencias desembolsan millones destinados a la oposición y el periodismo independiente. Es legítimo que el gobierno de Estados Unidos quiera saber a dónde ha ido a parar ese dinero. El eslabón más débil de la cadena son los activistas y periodistas dentro de la Isla. La suspensión de esos fondos empobrecerá todavía más a la disidencia cubana. La dura realidad no va frenar el activismo demócrata. La mayoría llegó a la oposición por sus convicciones, no por dinero.


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domingo, 16 de febrero de 2025

¡Ahora sí tendremos soberanía alimentaria y construiremos el Socialismo!

Por Redacción CPEM.


Si hasta parece un viejito cieguito, el descarado este.

El vicepresidente cubano, Salvador Valdés Mesa, ha iluminado el camino hacia el futuro de la revolución tras una serie de revelaciones místicas durante su reciente visita a Pinar del Río. En su periplo por la Empresa Agroindustrial de Granos de Los Palacios, el alto dirigente castrista tuvo la epifanía del siglo: en Cuba se come arroz, señala Diario de Cuba. Y no solo eso, sino que el arroz es lo que manda en el plato, y los alimentos son quienes lo acompañan. ¡Tomen nota, chefs del mundo!

Como si se tratara de un descubrimiento científico que dejaría a Einstein mordiendo el polvo, Valdés Mesa proclamó que la necesidad de arroz debe ser el mayor estímulo para sembrarlo. Los campesinos presentes, curtidos por décadas de promesas incumplidas, apenas lograron disimular su asombro ante tamaña revelación. «¡Ahora sí lo logramos!», pareció escucharse entre las malas hierbas y los baches de los campos semiabandonados.

Pero las iluminaciones no pararon ahí. El dirigente castrista también descubrió que ni con 6.000 pesos se vive en Cuba. Quizá alguna hada madrina le sopló al oído lo que millones de cubanos llevan gritando hace años mientras estiran sus magras pensiones de 1.525 pesos o sus salarios que alcanzan para poco más que dos libras de arroz y un plátano con suerte.

Por supuesto, fiel a la tradición castrista, el vicepresidente evitó mencionar cómo las políticas del Gobierno han llevado al desplome del 90% en la producción de arroz durante la última década. Nada de asumir culpas. Aquí todo es cuestión de meterle corazón (y mucha fe) y esperar que los vietnamitas, a los que ya se les han cedido 308 hectáreas de tierra, logren lo que el socialismo autóctono nunca pudo, pero eso sí, con dignidad y soberanía.

Con la mirada firme en ese futuro de arroceras florecientes que quizás solo verá la generación de nuestros nietos, el pueblo cubano solo puede agradecer a este dirigente castrista por descubrir que el arroz es importante. ¡Ahora sí que se construye el socialismo! Eso sí, mientras llega el milagro vietnamita, la libra de arroz ya se cotiza a 300 pesos. Pero no importa: corazón y consignas es lo que sobra.

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lunes, 10 de febrero de 2025

El castrismo ya no puede ocultar la miseria en Cuba.

Por Orlando freire Santana.

Un hombre hurga en un basurero de La Habana.

Durante mucho tiempo la propaganda oficial cubana se esforzó por ocultar las muestras de indigencia y miseria que soportaban ciertas capas de la población de la Isla. Se decía que Cuba era un país socialista que protegía a todos los ciudadanos, y les ofrecía, al menos, lo necesario para vivir. Incluso hasta hace muy poco el gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez se jactaba de que aquí no se dejaba a nadie abandonado. Sin embargo, la vida diaria se está encargando de que semejante embuste no pueda ser mantenido. 

El penúltimo día del año pasado, el periódico Tribuna de La Habana publicó el artículo “Niños, adolescentes, jóvenes: prioridad de cada cubano”, sobre dos situaciones que reflejan la terrible situación, dígase miseria, por la que atraviesan los niños cubanos. Se trata de un niño que vendía una bolsa de pan en el reparto Alamar, y de otros niños que, en las inmediaciones del habanero parque Maceo, y bajo un aguacero, les pedían limosnas a los choferes de autos que por allí pasaban.  

Claro, la autora del texto trata de exonerar de culpa a las autoridades, y responsabiliza a los padres de esos niños por la actitud de esos infantes. Ella concluye: “No permitamos que padres inescrupulosos distorsionen la obra de nuestra Revolución”.

En su versión impresa, apenas un día antes, el propio periódico dio cuenta de la celebración a finales de ese mes de un Pleno del Comité Provincial del Partido Comunista en La Habana, en el que, entre otras anomalías, se informa de la apreciable cantidad de jóvenes desvinculados de los estudios, y de las severas medidas aplicables a los padres que no envían a sus hijos a las escuelas, con lo que se da a entender que lo relatado por la periodista citada más arriba no constituye un hecho aislado. 

De igual manera, los comunistas habaneros hicieron un análisis crítico de las personas que se dedican a hurgar en los basureros y contenedores de basura que pululan en todas las esquinas de la ciudad, a los que acusan de ser propagadores de epidemias y enfermedades. También se refirieron a los cientos de mendigos -el régimen los llama “deambulantes”- que duermen en los portales, pidiendo dinero y comida por doquier. Algunos de ellos han sido recogidos luego de ser abandonados por sus familiares, quienes vendieron sus casas para poder emigrar. 

Así las cosas, la situación desesperante que también padecen las personas de más bajos ingresos, esas que el régimen califica como “vulnerables”, pero que en realidad ya están en la miseria, ha provocado que la cúpula del poder se pronuncie al respecto.  

En la reunión del Consejo de Ministros correspondiente al mes de diciembre, Díaz-Canel, al mencionar las prioridades de trabajo para este 2025, se refirió a la atención a los jubilados, y a quienes tienen pensiones y salarios mínimos. En ese sentido el heredero de los Castro apuntó: “Nosotros tenemos que ser capaces, aunque no sea totalmente, de empezar a mejorar la situación de los jubilados, que han entregado la vida por la Revolución, y hoy están en una situación muy compleja, e ir dando pasos que vayan atenuando esas situaciones”.

Sería conveniente saber si esa atención que anuncia el gobernante va a beneficiar a todos los jubilados y receptores de salarios mínimos, o se circunscribirá a los que el poder considera que “han entregado la vida por la Revolución”. 

De ser aplicable solo a los segundos, sería otra muestra del sesgo ideológico que el castrismo aplica en su política de seguridad social, así como la falsedad del discurso filantrópico con que acostumbra a encubrir su actuación. 

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viernes, 7 de febrero de 2025

El Museo de la Ciencia de Londres acusa a las figuras de Lego de ser "intolerantes con la comunidad LGTBI".

Por Laura Galdeano.

El Museo de Ciencias de Londres está en el centro de la polémica después de denunciar que las figuras de Lego son intolerantes con la comunidad LGBTI+. La institución ha creado un recorrido guiado titulado "Seeing Things Queerly" ("Mirando las cosas desde una perspectiva queer") en el que pone el foco en las comunidades, experiencias e identidades queer desde el punto de vista de la cultura y la ciencia. Es ahí donde señala, como recoge el diario británico The Telegraph, que los clásicos bloques perpetúan la idea de que "solo existen dos géneros".

En el documento asociado al citado itinerario, se explica que los bloques con los salientes se consideran "machos", mientras que la parte inferior de los ladrillos que contienen los agujeros para encajar las piezas serían "hembras". El proceso de unirlos se llama "acoplamiento". Estas denominaciones, según el museo, no hacen más que insistir en la existencia del genero masculino y femenino, despreciando cualquier otra opción. Añade que todo lo que quede fuera de este esquema es visto como "inusual" y señala, además, que la heteronormatividad "moldea la manera en que hablamos sobre ciencia, tecnología y el mundo en general".

Ya hay quien se ha pronunciado a este respecto, como Elon Musk, dueño de la red social X, que contestó con un emoticono de payaso a la noticia. The Telegraph recoge las declaraciones de Fiona McAnena, de la asociación Sex Matters que defiende la preservación de espacios basados en el sexo biológico : "A los niños que juegan con Lego no necesitan que les digan que hay gente que piensa que unir dos bloques es acoplarse. La gente espera estar informada cuando visita el Museo de la Ciencia, no que se les impongan afirmaciones dudosas basadas en una ideología de género".

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El mundo feliz de la cancelación.

Por Cristina Losada.

Emilia Pérez, o Karla Sofía Gascón. 

Dos noticias y, sobre todo, el lapso temporal entre ellas, dan cuenta de la estupidez reinante. El 23 de enero, los medios celebraban con vivas la nominación de Karla Sofía Gascón a los Oscar, dada su condición de trans. Hacia el 3 de febrero, los mismos medios que habían festejado que se consagrara lo trans en Hollywood, estaban arrojando a Gascón a las tinieblas exteriores por unos tuits que transgreden la censura imperante. La ovación al reconocimiento de lo trans, artificiosamente amplificada -cumplir con lo que ordena la corrección política excita el servilismo y se aplaude más ruidosamente- dio paso, en nada de tiempo, a la condena y al repudio de quien encarnaba el supuesto gran avance que se había ovacionado. La turba cambió el aplauso por el abucheo y lo hizo sin despeinarse. Como si antes de ponerse a abuchear no hubiera aplaudido hasta despellejarse las manos.

La internacional censora no hace excepciones. Una de las lecciones del episodio es que no te libra de sus garras ni la condición de trans, que es ahora mismo la más homenajeada y agasajada por el rebaño. El rebaño es dócil y no se hace preguntas. Nunca. Preguntas como la de que cómo es que un día estoy diciendo que Gascón es un faro que ilumina el nuevo mundo feliz que estamos haciendo entre todos, todas y todes, y al otro día estoy gritando como un descosido que Gascón peca de islamofobia, de racismo o de nazismo (del equipo de Elon Musk, seguro). La mente del rebaño se ha cerrado mucho y, como en cualquier grupo sectario, no deja que sus creencias se tambaleen. Si creía que un trans, por el hecho de serlo, es uno de los "buenos", uno más del rebaño, provisto de todas las actitudes que hay que tener, seguirá creyendo esa tontería, pese al descubrimiento de que Gascón era de los "malos". Dóciles e impermeables. Pero no dan pena. Es repulsiva la ciega crueldad con la que matan a quien adoraban.

Apenas se puede hablar de cine en los tiempos de la corrección, aunque no sólo por su causa, pero lo que queda, esa industria, es un campo minado que sólo se puede sortear siendo el siervo más siervo de "las pequeñas y malolientes ortodoxias" (Orwell) que exhiben los buenos y adecuados sentimientos. Un paso en falso y vas al infierno. No importa que seas buen actor, es lo de menos. Y en España, los siervos son más serviles. Como malos imitadores, caen en la sobreactuación. Así que a Gascón ya no lo quieren ver ni en los Goya. Sus "compañeros" no le dirigen la palabra. La editorial que le iba a publicar un libro cancela la publicación. Y Pedro Sánchez, que iba a recibirla, le hará la cobra. Siervos y cobardes. Es una suerte no tener nada que ver con gente así. Pero la "cultura de la cancelación" extiende su manto estupidizante más allá de las ciudadelas conquistadas. Cancela el pensamiento, cierra las mentes, proscribe la crítica y sabotea la inteligencia. En el mundo feliz de la cancelación, lo mejor es ser entrañablemente tonto y jubilosamente servil.

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jueves, 6 de febrero de 2025

En Cuba sí hay hambre.

Por Iván García.

Encima del buro de madera carcomida, el jefe de almacén de un restaurante estatal revisa la orden del día. Después, junto al cocinero se dirige a una vieja y oxidada báscula y comprueba el peso de los víveres a entregar. Cuando abre el frigorífico, un olor repugnante inunda la estancia. En un gancho cuelgan dos perniles de cerdo, cuatro cajas de picadillo MDM de pollo y dos bolsas de queso fundido.

Los sacos de arroz están llenos de gorgojos y el aceite para cocinar tiene un color oscuro tras haberse usado varias veces. Llamémosle Daniel, jefe de almacén. Con casi 40 años de experiencia en la empresa gastronómica, asegura que “tanto en los tiempos de vacas de gordas, como ahora de vacas flacas, siempre fue igual. Por falta de mantenimiento y los apagones, los equipos de frío de la mayoría de los establecimientos estatales o están rotos o funcionan con problemas. Supuestamente, los productos en mal estado se deben botar. Pero ningún administrador lo hace, pues tendríamos pérdidas”.

En una caldera de agua hirviendo colocan la carne de cerdo, le añaden vinagre y así pierde el mal olor. Las partes descompuestas del queso fundido lo separan con un cuchillo. “Cuando usted mete en el horno la pizza el queso se derrite y el mal olor desaparece”, afirma Daniel. El dulce de fruta bomba lo hacen con la cáscara y la masa de la fruta se la llevan a su casa. “Los productos en buen estado se venden por la izquierda o nos los quedamos para consumo propio”. Un dependiente gana 2,800 pesos al mes y un jefe de almacén 3,600 (entre 8 y 11 dólares según la cotización del mercado informal de divisas). Debido a los bajos salarios en el sector gastronómico estatal, los empleados hacen cualquier cosa que les permita obtener más dinero.

El robo es en cadena. “En los almacenes centrales de la empresa ya te entregan la factura con faltantes y los alimentos medio podridos o con fecha de caducidad vencida. Y no se te ocurra protestar. Lo que falta en la pesa es la ganancia de esos directivos. En el establecimiento que administro hago lo mismo. Le entrego menos cantidad al cocinero, lo que a su vez repercute en un menor gramaje que va recibir el cliente en su plato”, detalla Daniel.

La deficiente manipulación y adulteración de los alimentos es un procedimiento habitual en la gastronomía estatal. “Mientras más baja es la escala, peor es el facho (robo). Recomiendo no comer nada en un cafetín de barrio. Ya se han dado muchísimos casos de intoxicación alimentaria. También en restaurantes de lujo y en los hoteles se inventa. Uno nunca sabe que está comiendo o si la cerveza que toma no está mezclada con la que dejaron otros clientes. Mi consejo: vayan a comer a negocios particulares”, dice Daniel.

Con nostalgia recuerda que hace seis años, “mensualmente en gastronomía se ganaban miles de pesos. En un año te podías comprar una moto o un carro. Ahora el panorama es negro. El Estado apenas tiene víveres para entregarte, tenemos que comprarlos en la calle a precios altísimos y el margen de ganancia es ínfimo. Nadie va ir a un restaurante a comer poco, malo y caro. Comer cuatro personas te puede costar ocho mil pesos”.

El sector de la gastronomía estatal es un buen termómetro para medir el colapso alimenticio en el país. A partir de la llegada al poder del dictador Fidel Castro, en enero de 1959, alimentarse comenzó a ser un problema. En marzo de 1962, Castro implementó la libreta de racionamiento. A partir de esa fecham los cubanos comenzaron adquirir a precios subsidiados por el régimen cantidades limitadas de alimentos y artículos de aseo.

Rogelio, 83 años, jubilado, apunta que “la libreta ha ido adelgazando con el paso de los años. El modelo de planificación central ya no funciona. El Estado, que se abrogó el derecho de alimentar, vestir, calzar, educar y curar a todos los cubanos, no puede asumirlo. Y ha optado por el sálvese quien pueda. Los alimentos fueron desapareciendo misteriosamente. Hasta finales de la década de 1980, por la libreta te daban media libra de carne de res cada nueve días, luego se extendió a una cuota mensual y finalmente desapareció. También te daban pescado como merluza, sardina o jurel, congelado o enlatado. Pero con la llegada del Período Especial, Fidel vendió la flota pesquera como chatarra para obtener divisas. Cuando se cayó el campo socialista las cosas empeoraron».

«Con la libreta no ibas a comer todo el mes, pero te garantizaba lo básico para quince o veinte días. El resto se compraba por la calle o en el mercado negro. En los agromercados las viandas no eran tan caras. Y en una cafetería estatal podías comerte un pan con tortilla o una posta de pollo frito. Con la llegada de la revolución, los cubanos no volvimos a tener una alimentación variada y de calidad. Tuvimos que empezar a comer pequeñas raciones para alargar los víveres. Y la carne de res, el pescado y los mariscos se convirtieron en un lujo para la mayoría de las familia. No se comía lo adecuado, pero podías llenarte con pan, viandas hervidas o arroz y frijoles. El huevo era el salvavidas. Cualquiera podía comprar un cartón de 30 huevos. Ahora no, cuesta 3 mil pesos. Ya no hay cafeterís del Estado que oferten comida barata. La calidad era infame, pero los viejos podíamos matar el hambre con un pan con croqueta o una pizza. Ahora los precios han subido tanto que no está al alcance de un jubilado”, concluye Rogelio.

Cuando usted revisa los rubros agrícolas y de producción de alimentos observará que han caído a niveles de una nación en guerra. Todas las cosechas han descendido en los últimos seis años entre el 50 y 90 por ciento. En 2019, el plato nacional, una ración de arroz blanco, frijoles negros, carne de cerdo, ensalada de tomate, lechuga, pepino y col para una familia de cuatro personas te salía en 124 pesos: 4 pesos dos libras de arroz, 10 pesos una libra de frijoles negros, 75 pesos tres libras de carne de cerdo, 12 pesos dos libras de tomates, 5 pesos un mazo de lechuga, 8 pesos dos libras de pepinos y 10 pesos una col.

En estos momentos, almorzar o cenar el plato nacional no baja de 4 mil pesos, en dependencia de donde compres la carne de cerdo. En los agromercados estatales, una carne con exceso de grasa y huesos, la libra fluctúa entre 700 y 900 pesos. Si compras lomo de cerdo o pierna deshuesada importada de Estados Unidos, el kilogramo vale entre 2,200 y 2,500 pesos. De 200 a 300 pesos la libra de arroz; 300 pesos una libra de frijoles negros; entre 400 y 600 pesos dos libras de tomates; 50 pesos una lechuga; 200 o 300 pesos dos libras de pepinos y 250 pesos una col.

Shelly, ingeniera, madre de dos hijos, cuenta que hace seis o siete años, “los fines de semanas comíamos arroz, puerco asado, ensalada de estación, mariquitas o tostones y dulce de coco de postre. Y los días entre semana comíamos pollo dos veces por semana y a veces pescado. Aunque ya la carne de res, la leche y el jugo de naranja se habían convertido en un lujo, con el salario de 2,300 pesos de mi esposo y el mío de 1,500 pesos, teníamos garantizado desayuno, almuerzo y comida para los cuatro. Ahora, con su salario de 8 mil pesos y con los 6 mil pesos míos, solo podemos comer caliente una vez al día y los únicos que desayunan son los muchachos. No miento, mi marido y yo pasamos hambre”.

Carlos, sociólogo, considera que “la mayor parte de los cuatro millones de empleados que trabajan para el Estado devengan salarios mensuales que van desde los 2,100 pesos, el mínimo, 4,500 pesos el salario promedio hasta 18 mil pesos los más altos. Si la gente no roba en sus puestos de trabajo, tienen dos o más empleos o reciben remesas del exterior, se acuestan con hambre, porque para desayunar y comer dos veces al día, un cubano una necesita no menos de 30 mil pesos al mes, casi 100 dólares, y no te garantiza una alimentación balanceada. Si el gobierno quita la libreta de racionamiento, que actualmente solo distribuye 7 libras de arroz, 10 onzas de frijoles, 4 libras de azúcar y un panecit diario de 60 gramos, entre el 70 y el 80 por ciento de la gente tendría aun más difícil poder alimentarse. De acuerdo a estadísticas, el 90 por ciento de la población cubana es vulnerable”.

En julio de 2024, el informe titulado «El estado de los derechos sociales en Cuba», realizado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos revelaba que el 89% de la población en Cuba vivía en extrema pobreza, un incremento de un punto porcentual respecto al año anterior, lo que evidencia un deterioro contíuno en las condiciones de vida de los cubanos. Sin embargo, un estudio de la Organización de las Nacionad Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre el hambre en América Latina y el Caribe, correspondiente al período 2021-2023, indicaba que menos del 2,5% de la población cubana padecía de hambre.

Carlos, sociólogo habanero, opina que ese “informe a todas luces no es correcto. O está manipulado con intenciones políticas o simplemente fueron engañados por las estadísticas que publican las instituciones del gobierno cubano que no suelen reflejar la realidad” . En el estudio de la FAO se dice que los cubanos de la Isla comen mejor que los argentinos, mexicanos y colombianos. Y sitúa el nivel alimenticio de Cuba al mismo nivel de Chile, Uruguay y Costa Rica.

Heriberto, dueño de una finca rural ubicada en el municipio Alquizar, al suroeste de La Habana, afirma que la crisis de alimentos “es por culpa del gobierno. Hay tierra suficiente para producir suficiente comida al pueblo y exportar al extranjero. Solo tienen que quitarle el cepo a los guajiros, cerrar todas esas instituciones parásitas como el Ministerio de Agricultura y Acopio y privatizar la tierra”.

Para el economista Pedro Monreal, en Cuba existe un “serio problema con la propiedad y la gestión de la tierra”. El régimen es dueño del 80% de la tierra en la Isla y solo gestiona el 32% de las mismas. Pese a contar con esas capacidades, tiene menos rendimiento productivo que los campesinos privados quienes solo con el 20 por ciento de la tierra tienen mejores rendimientos agrícolas y producen el 70 por ciento de las hortalizas, granos y frutas.

Nicolás, dueño de una parcela de tierra en Artemisa, al oeste de La Habana, explica que “el déficit en las producciones agrícolas y la elaboración de alimentos es debido a que al gobierno le resulta más rentable importar comida que producirla en el país. GAESA, por ejemplo, invierte mil millones de dólares en comprar comida que luego vende en sus tiendas dolarizadas o se las vende a MIPYMES y otros negocios privados. Y esa inversión la recuperan con ganancias de 240%. Es decir, ganan 240 millones de dólares sin tener que comprar abonos, fertilizantes, regadíos ni tractores para producir alimentos que después por los bajos salarios, tienen que venderlos a precios subsidiados generando pérdidas millonarios que jamás recuperan. Todo lo demás es muela barata”.

Hugo, nutricionista, pone en duda ese informe de la FAO. “El gobierno cubano es experto en tupir a esas instituciones de la ONU. Por eso Trump quiere cortarles las finanzas. Son miles de burócratas que ganan sueldos altísimos y cuando viajan a naciones pobres o gobernadas por dictadores aceptan como verídico cualquier cosa que les digan o les den a leer. El papel aguanta lo que le pongan”.

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miércoles, 5 de febrero de 2025

La criminalidad de los régimenes comunistas.

Por Luis Zuñiga.

Propaganda en Cuba.

Un impresionante artículo, publicado por la BBC de Londres, se refiere a una forma de represión que usa el régimen comunista en China para doblegar a sus opositores y, paralelamente, para causar terror a la población: los abusos psiquiátricos.

Esa pieza periodista tiene como base una investigación que realizó la BBC con ciudadanos chinos que han denunciado que, debido a sus protestas u opiniones adversas al régimen comunista, han sido enviados forzadamente a hospitales psiquiátricos y obligados a tomar medicamentos psicotrópicos o han sido sometidos a descargas eléctricas en el cerebro (electroshocks).

En la investigación destacan varios casos: El de Zhang Junjie, de 17 años, un estudiante que protestó contra el gobierno en las afueras de la universidad. Pocos días después la policía lo llevó a un hospital donde lo amarraron a la cama y lo obligaron a tomar drogas antipsicóticas. Posteriormente le aplicaron electroshocks.

Junjie le relató a la BBC que la droga que le obligaron a tomar era Aripiprazole, usada para tratar la esquizofrenia y los desórdenes bipolares.

Otro caso en la investigación es el activista Jie Lijian que fue arrestado por participar en una protesta donde los trabajadores de una fábrica demandaban mejor salario. Lo interrogaron durante tres días y lo llevaron a un hospital psiquiátrico. Lijian dijo que lo obligaron a tomar medicamentos antipsicóticos y cuando rechazó tomarlos porque le atrofiaban el pensamiento, lo golpearon y le aplicaron electroshocks.

Lijien describió los electroshocks como causantes de un dolor atroz desde la cabeza hasta los pies. Sentía que su cuerpo no era el suyo. Relató que se desmayaba varias veces y sentía como que iba a morir. Lo mantuvieron en ese hospital 52 días.

La Asociación de Doctores en Medicina de China dice que el protocolo (procedimiento) para aplicar electroshocks a pacientes psiquiátricos se debe realizar bajo anestesia general. Los investigadores de la BBC encontraron que ese protocolo no se aplica a los opositores políticos. El registro hospitalario de esos pacientes políticos los identifica como “creadores de problemas”.

Los periodistas de la BBC se comunicaron con un grupo de periodistas independientes en China dedicados a documentar casos de abusos psiquiátricos contra disidentes y el grupo les reveló que, entre 2013 y 2017, ellos encontraron 200 casos de personas internadas a la fuerza en esos hospitales y sometidos a abusos psiquiátricos. El líder del grupo fue arrestado y condenado a prisión en 2017.

La importancia de esta investigación y reportaje periodístico es que trae a la luz pública, documentadamente, una faceta más de la malvada represión que realizan los regímenes comunistas contra quienes se les oponen, aunque sea de forma pacífica.

Un patrón que se repite.

Este tipo de crimen, en realidad una tortura que deja secuelas permanentes ha sido usado en todos los países donde han existido regímenes comunistas. En la extinta Unión Soviética lo denunció el destacado escritor y disidente Vladimir Bukovski que pasó doce años en las cárceles, Gulaq y hospitales psiquiátricos de su país. También lo han documentado numerosas instituciones profesionales y víctimas de esos abusos.

En Cuba, el régimen comunista ha usado los abusos psiquiátricos contra opositores políticos desde la década de 1960. El Dr. Carmelo Mesa Lago publicó, en 1991, una investigación sobre esos abusos: “The Politics of Psychiatry in Revolutionary Cuba” donde documentó por nombre decenas de casos. El Directorio Democrático Cubano también publicó un estudio sobre esos abusos en el 2008.

Uno de los casos más horribles de abuso psiquiátrico por causas políticas en Cuba es el de Eugenio de Sosa Chabau, un abogado, exdirector de un importante periódico cubano y amigo personal de John F. Kennedy desde que fueron compañeros de habitación en una universidad de Estados Unidos en su adolescencia. Eugenio fue internado en 1967 en la sala Carbó Serbiá del hospital psiquiátrico de La Habana, conocido como “Mazorra”, y sometido a innumerables electroshocks. Unas veces se los aplicaban en la cabeza y otras en los testículos. Su testimonio sobre esos abusos es desgarrante por la descripción de los horribles dolores que sufrió. Perdía el conocimiento constantemente y a continuación le lanzaban cubos de agua para que se despertara y entonces continuar con los electroshocks. Eugenio pasó 5 meses bajo esos abusos.

Otro caso indignante es el de Roberto Bahamonte Basot, un ingeniero que presentó su candidatura a la Asamblea del Poder Popular en Cuba (los disidentes políticos no pueden aspirar a ninguna posición en Cuba). Bahamonte pasó 40 días en Mazorra sometido a electroshocks y drogas psicotrópicas.

Leandro Hidalgo Pupo es un joven que estaba como fanático en el coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana donde se celebraba un campeonato mundial de boxeo amateur y tuvo la osadía de gritar ¡Abajo el comunismo! A Leandro lo llevaron a Mazorra y fue sometido también a esos monstruosos abusos.

El 1ro de mayo de 2018, Daniel Llorente, un taxista, se mezcló con un desfile del Día de los Trabajadores y levantando una bandera de Estados Unidos gritó: “Libertad para Todos”. La policía lo arrestó y golpeó violentamente. Llorente no era ningún disidente. Simplemente consideraba que Estados Unidos es el mayor defensor de los derechos humanos y por eso alzó esa bandera. Fue internado en Mazorra durante casi un año y abusado psiquiátricamente.

El abuso de poder en los regímenes comunistas es de tal magnitud que identifica a los que se le oponen como pacientes de “enajenación mental”.

Esta conducta criminal de los regímenes comunistas es necesario que la conozcan los pueblos inocentes que votan por comunistas en países democráticos para llevarlos al poder. Un criterio sorprendentemente generalizado entre las masas populares es “no me interesa la política”. Sin embargo, la política es la que rige la forma y calidad de vida que tendrán los ciudadanos en sus países.

Uno de los sistemas políticos que más tragedia le ha ocasionado al ser humano en la era moderna es el sistema comunista (en realidad, socialista o “socialismo real” como prefieren identificarlo los comunistas para no ser confundidos con los socialdemócratas que también se autocalifican de socialistas).

El sistema comunista se instauró por primera vez en Rusia en 1917 y su “política” resultó en la muerte de más de 21 millones de personas. Los campesinos y empresarios rusos que se opusieron a las confiscaciones de sus propiedades fueron ejecutados como lo fueron también los ciudadanos que rechazaron la eliminación de sus derechos y libertades fundamentales.

La historia de la Rusia comunista se repitió después en numerosos países con pérdidas de vidas proporcionales a su número de habitantes: China, 82 millones; Corea del Norte, 4.6 millones; Vietnam, 3.8 millones; Cambodia, 2.4 millones; Afganistán, 1.5 millones; Yugoslavia, 1.1 millones; y así sucesivamente hasta un total que el Libro Negro del Comunismo totaliza hasta el 2017 en unos 100 millones de víctimas.

La maldad intrínseca en la política del sistema comunista prioriza la eliminación física de quienes se les oponen confrontacionalmente. Pero al resto de los opositores les reservan otros métodos como: la expulsión de sus empleos o de sus escuelas, la marginalización social con acoso policial permanente, el encarcelamiento o el exilio forzoso.

La expulsión del empleo y la marginalización social condenan a esos opositores de conciencia a tener que vivir una vida de pobreza (más severa que la usual bajo ese sistema), pero los que son encarcelados tienen que vivir los horrores de las prisiones comunistas: golpizas frecuentes, insalubridad e insectos de todo tipo, hambre permanente, poca o ninguna atención médica y largos períodos aislamiento.

Pero un instrumento de destrucción contra los opositores de conciencia, que no es muy conocido, es el internamiento en hospitales psiquiátricos donde son sometidos a procedimientos que usan contra los desequilibrados mentales, pero que, aplicados a personas sanas, ocasionan trastornos que muchas veces son irreparables.

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