Por Mauricio Vicent.
En Cuba se habla mucho de la dualidad monetaria y de los males que genera, pero la realidad es todavía peor: hoy en la isla funcionan cuatro monedas. Está el peso cubano, con el que el Estado paga la mayoría de los salarios y con el que las empresas socialistas han de trabajar. Y está el peso convertible, o CUC, que es la divisa local. El CUC, también llamado chavito, equivale a 24 pesos ordinarios, esto es, 0,71 euros, y sólo con una buena cantidad en el bolsillo uno puede poner gasolina, cenar en un restaurante o comprar en las llamadas shoppings desodorante, jamón o los reproductores de DVD recién legalizados, entre otros muchos artículos no disponibles en moneda nacional. En fin, que el que no tiene acceso al CUC está aviado. Además de estos dineros, que tanto en su versión blanda o dura llevan estampados próceres patrios y escenas revolucionarias en el papel moneda, en Cuba circulan el euro y el dólar. Este último mandó en la isla durante la etapa dura de los noventa, tras la desaparición de la antigua Unión Soviética, cuando el PIB cayó un 35%. Su legalización y la consiguiente dolarización de la economía cubana, a partir de 1993, fue un trago amargo para Fidel Castro, pero cuando la crisis remontó llegó la venganza. A finales de 2004 Castro prohibió la circulación del dólar en la isla, sustituyéndolo por el CUC, y además penalizó en un 10% la moneda del enemigo en relación con el resto de las divisas. Sin embargo, las cuentas bancarias en dólares siguieron operando para empresas y particulares. El salario de este corresponsal, por ejemplo, llega a Cuba en euros y automáticamente es transferido a dólares, para después extraer CUC del banco. Un lío. Por último, el euro en efectivo es aceptado en Varadero y otras playas y cayos del país, una medida para hacer más fácil la vida al visitante de Europa, de donde procede el 50% del turismo que viaja a la isla. Prescindamos del euro y del dólar, pues con los dos tipos de peso es suficiente para enloquecer, sobre todo si uno es cubano y trabaja para el Estado. Los sueldos, en su inmensa mayoría, son en pesos, pero sirven para poco pues muchos productos y servicios se comercializan en CUC. Alguien que gane el salario medio -408 pesos cubanos- tiene un poder de compra real en la shopping de 17 CUC, es decir, ha de ahorrar cinco meses para comprarse uno de los nuevos DVD. Y si un turista un día se siente espléndido y da, digamos, una propina de cinco CUC a un camarero, le está regalando el equivalente a una semana de trabajo de un médico. Al Gobierno le molestan este tipo de cuentas, pues dice que no contemplan que la salud y la educación son gratuitas, ni el mínimo de alimentos subvencionados que asegura la cartilla de racionamiento. Pero la realidad es que la doble moneda se ha convertido en un desbarajuste nacional que genera más que malestar y desincentiva la producción. Las autoridades dicen que no es posible acabar con la dualidad monetaria si no se genera riqueza y aumenta la productividad. Pero es muy difícil animar a la gente a que sea productiva y eficiente al nivel de los salarios de hoy, aunque han subido en los últimos años. Y entre el CUC y el peso, y el peso y el CUC, la vida pasa y muchos se quedan sin energía.
0 comments:
Publicar un comentario