miércoles, 28 de octubre de 2009

La música de los hermano(a)s Castro.

Por Jorge Hernández Fonseca.

La casualidad ha hecho que se junten en el exilio dos hechos bizarros. Por un lado, la hermana de los Castro haciendo propaganda engañosa respecto a la revelación de “secretos familiares”, en un libro que está promoviendo, en el que supuestamente confiesa esos “secretos. Por otro lado, un agente de la dictadura convidado a Miami, califica (de manera surrealista) la labor de la bloguera cubana Yoani Sánchez, con idéntica opinión que la nomenklatura isleña tiene sobre ella. Ambos casos, sin conexión, se entrelazan sin embargo en sus consecuencias directas.

Que la hermana de los Castro quiera levantar un “dinerito”, para tener una vejez tranquila mandando a escribir un libro de “revelaciones” de sus hermanos (que en realidad devinieron en revelaciones sobre ella misma, de dudosa utilidad para la Cuba que sufre) hasta se comprende, en el seno de una comunidad cubana exiliada ávida de noticias sobre la cerrada cúpula del poder dictatorial cubano, inscrita en el vodevil de intimidades poco trascendentes para la isla.

Sin embargo, que el exilio de Miami de oídos a la desinformación que un agente castrista diga en Miami, sobre una cubana seleccionada por sus méritos en las principales capitales del Primer Mundo (ninguno de los jurados que le dieron premios era cubano) y merecedora de ya innumerables galardones de primera línea, como formadora de opinión, como principal personalidad en 2008, como bloguera, como periodista y un largo etcétera, es inaceptable.

Resulta por un lado que las revelaciones de la hermana de los Castro van en la misma dirección que siempre la dictadura ha insistido: “Toda la oposición cubana está conformada por agentes de la CIA”. Imagino la alegría de los Castro celebrando que su hermana-enemiga se haya declarado “agente del enemigo imperialista”. Así podrán reforzar su campaña de calumnias contra la oposición interna. Sin dudar de la integridad personal de la hermana de los Castro, su revelación hace un flaco favor a la causa de la democracia para Cuba y refuerza la versión cubana contra sus opositores, acusados de obedecer “una potencia extranjera”.

Es inaceptable, por otro lado, que escuchemos lo que sobre Yoani Sánchez tiene que decirnos la dictadura que nos oprime, a través de uno de sus voceros, repitiendo la propaganda que se prepara en los laboratorios de desinformación de la policía política cubana. Rebajarse a responder semejante “choteo”, es como discutir la utilidad de lo dicho por la hermana de los Castro sobre ella misma, o lo que en el futuro dirá sobre sus hermanos. En ambos casos se obedecen intereses personales: en uno de los casos, por el dinero de la venta de libros; en otro, por el anhelo de recibir la medalla de los servicios de inteligencia castrista, al descalificar una reconocida intelectual opositora, minimizando su internacionalmente reconocida obra.

El vocero de la dictadura cubana -la misma que defiende la prohibición de la Internet dentro de la isla- viene al exilio a convencernos de que el trabajo de Yoani Sánchez no es el que la dictadura esperaba. Es de un primitivismo elemental. Lo sorprendente hubiera sido, que hubiéramos escuchado del vocero de la policía política cubana una evaluación imparcial del talento de una brillante mujer, que no paga un centavo a nadie y su blog es traducido en el exterior a decenas de lenguas diariamente; que países como Brasil traduzca y publique una obra suya transformada en libro, por el hecho irreversible de ser una personalidad internacional.

El exilio político cubano debe respetarse un poco más y aprender a dar oídos a personas que tengan algo trascendente que exponer sobre la realidad cubana y no caer en provocaciones de policías disfrazados de conferencistas, que vengan a demostrarle al mundo libre que “está equivocado” y que la razón la tiene el senil, desvencijado y represivo sistema de opresión que han implantando en la isla contra los cubanos. Como tampoco debe colocar sus esperanzas en personas que prometen revelaciones, que en el fondo son un boomerang contra el exilio, tratado siempre –equivocadamente- como respondiendo a intereses de una potencia extrajera.

¿Hasta cuando vamos a bailar la música que mandan a tocar los hermano(a)s Castro?
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