viernes, 30 de octubre de 2009

Por qué no se debe levantar el embargo (iii).

Por Huber Matos Araluce.

Antes de continuar el análisis sobre el tema del embargo es conveniente resumir algunas de las conclusiones que hemos alcanzado:
  1. El embargo es un asunto entre cubanos. No es un instrumento político impuesto por Washington contra Cuba, como comúnmente piensan quienes no conocen la dinámica entre el exilio y la política estadounidense. Los cubanos exilados han logrado que el embargo se convierta en parte integral de la política de Washington hacia la dictadura de Fidel Castro.
  2. La decadencia de la economía en Cuba no es producto del embargo.  En Cuba, igual que en los países que formaron la URSS, la centralización de la economía condujo a la ineficiencia y la corrupción. En el caso cubano estas circunstancias se agravaron por el medio siglo de decisiones erráticas y arbitrarias  de Fidel Castro.
  3. Durante tres décadas (1960-90) se presentó una imagen de logros en Cuba que no eran otra cosa que el resultado de la subvención a la economía castrista por parte de la URSS, con el astronómico equivalente a 64,500 millones de dólares. Esos “logros” fueron explotados publicitariamente por el régimen, y difundidos  por los medios de comunicación occidentales sin cuestionamientos.
  4. El castrismo ha hecho negocios financieros con todas las potencias industriales del mundo (excluyendo a USA). Por haber excedido su capacidad de pago, y ante una declinante economía, se vio obligado a declarar una moratoria sobre sus deudas, aún cuando todavía recibía el subsidio soviético en 1986.
  5. Antes del colapso de la URSS el régimen tenía recursos y mercados donde comprar medicinas y equipos médicos, tal y como el mismo Fidel Castro demostró, vanagloriándose del equipo médico avanzado que compraba a empresas europeas y japonesas. A partir del año 2000 algunas modificaciones al embargo permitieron la exportación de alimentos, equipo médico y medicinas de Estados Unidos a Cuba. Estados Unidos está hoy entre los principales proveedores del gobierno castrista.
  6. Castro se enfrentó a Gorbachov y sus reformas, pero al desaparecer la URSS, en lugar de hacer cambios estructurales en la isla, lo que hizo fue asociarse con  grandes empresas capitalistas, principalmente españolas, en el campo del turismo, y canadienses en la minería.  El fin del mundo comunista dio la oportunidad a países como España y Canadá para hacer inversiones en la isla y controlar industrias estratégicas en Cuba.
  7. Al llegar a la presidencia de Venezuela, Hugo Chávez se convirtió en el sustituto de ayuda exterior para el castrismo, tomando el papel de soporte que había tenido la URSS durante tres décadas, y evitando con miles de millones de dólares de subvención el colapso de la economía de la isla.
En consecuencia, mientras no se acepte el fracaso de la economía castrista como resultado de la estatización y centralización de toda la actividad económica en Cuba, sumados a los grandes errores en la conducción de Cuba por parte de Fidel Castro, el debate sobre el embargo y sobre Cuba estará viciado de subjetividad.

El embargo es el punto focal hacia el cual el castrismo ha tratado de dirigir toda la atención en su conflicto con los Estados Unidos. Fidel Castro ha necesitado siempre un enemigo contra quien combatir y un responsable a quien achacar sus propios fracasos.

De esto se desprende el argumento de que si el embargo se levantara unilateralmente el castrismo perdería su leitmotiv. No podría usar a los Estados Unidos como enemigo ni culpable. También se argumenta que el embargo ha fracasado porque no ha logrado el fin de la dictadura. Analizaremos estos argumentos.

Pero antes es oportuno explorar lo que han logrado en el terreno del respeto de los derechos humanos en Cuba las naciones que han practicado una política completamente contraria a la de Estados Unidos, es decir una política de amistad, cooperación y comercio con el gobierno cubano.

La política de amistad cooperación y comercio

Alemania, Francia, Italia, España, Inglaterra y muchas otras naciones han mantenido con la dictadura castrista una política de amistad, cooperación y comercio, al tiempo que claman por los derechos humanos y por la apertura política en Cuba. Si esas naciones hubieran logrado algún avance significativo en estos aspectos esa sería la política a seguir.

Lo interesante y útil de este caso es que no tenemos que jugar con escenarios virtuales sobre los resultados de la política de amistad y comercio o de su contraparte, el embargo.  Ambas estrategias y sus consecuencias están documentadas. Por tanto, no debería haber espacio para la subjetividad o la demagogia. Lamentablemente, ambas características dominan y deforman el debate con verdades a medias o mentiras totales.

Exploremos los antecedentes. Hay gobiernos que negocian con el castrismo por puro beneficio comercial, sin ningún interés por cómo viven o sobreviven los cubanos. Otros han usado esa relación comercial y política para demostrar su independencia de los Estados Unidos. Incluso, como es el caso de España, le ha servido para complacer a un sector apasionadamente anti-estadounidense de su electorado.

Pero ninguno de estos gobiernos puede alegar ignorancia sobre los horrores del comunismo. En 1951 Hannah  Arendt  publicó: “Los orígenes del totalitarismo”  y  C. J. Friedrich y  Z. Brzezinski: “La Dictadura Totalitaria y la Autocracia” en 1956.  “Un día en la vida de Iván Denisovich” de Alexander Solzhenitsin, se publicó en 1962, diez años antes que su obra maestra, el “Archipiélago de Gulag.”  Todas eran lecturas obligadas en las ciencias políticas de antes y después de los años sesenta.

En el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en 1956, Nikita Khrushchev, en un discurso de 26 mil palabras, denunció las torturas, los crímenes y la persecución política de la era de Stalin. Ese mismo año, la revolución del pueblo húngaro fue aplastada por tropas y tanques soviéticos, y los trabajadores polacos escenificaron una revuelta contra el comunismo.

Los gobiernos amigos de Castro siempre supieron que estaban tratando con un individuo al mando de un partido único que, en su afán  de alcanzar el comunismo vía la dictadura del proletariado, estaba dispuesto a justificar cualquier atrocidad. Sabían de los crímenes y atropellos que en nombre del comunismo se cometían en Cuba. Ignorantes no eran.

A pesar de su conocimiento de los hechos alegaron y alegan que el embargo norteamericano nada más perjudica al pueblo cubano y no conducía a cambios en la isla.  La política de ellos si funcionaría.

Por muchos años España sugirió cambios en Cuba: fracasó totalmente. Aunque dicen que continúan intentándolo por medio de algo que llaman “diálogo constructivo”, y que según su canciller, Miguel Ángel Moratinos, siguen  profundizando, deben estar ya muy cerca del centro de la Tierra. España ha hecho magníficos negocios en Cuba, pero la represión política se mantiene.

¿Qué han alcanzado los gobiernos amigos y socios del castrismo?

¿Han logrado avanzar el respeto a los derechos humano en Cuba?  NO

¿Se acabaron la vigilancia, la represión, la intolerancia, la prisión contra  periodistas y opositores pacíficos? NO

¿Hay medios de comunicación independientes en Cuba? NO

¿Hay partidos políticos independientes? NO

¿Pueden los cubanos entrar y salir libremente de Cuba? NO

¿Pueden escoger sus gobernantes? NO

Si la política contraria al embargo, después de  medio siglo de amistad y comercio con la dictadura, no puede demostrar progreso en el campo de los derechos humanos: ¿con qué credibilidad  puede alguien afirmar que el levantamiento unilateral del embargo tendrá resultados diferentes?

Por el contrario, lo que han hecho todos esos países es extenderle legitimidad a la dictadura. Esa estrategia es una forma velada, pero terriblemente efectiva, de asistirla en su represión contra el pueblo.

El régimen ha usado esas relaciones cordiales para demostrarle a los cubanos que sus atropellos no causan la más mínima solidaridad en las democracias occidentales. 

Algo parecido a lo que sucede cuando un ciudadano honorable le brinda su amistad a un estafador: gana el delincuente y pierde la sociedad.

Como los que condenan el embargo no pueden presentar a su haber ningún avance democrático en Cuba, responden con la argucia de decir que el embargo tampoco ha logrado nada, que ha perjudicado la imagen del exilio cubano, justificado los atropellos del castrismo, y que sin él la dictadura ya habría cambiado.

Tal vez estén equivocados.
Share:

0 comments:

Publicar un comentario