jueves, 10 de marzo de 2016

La Manzana de la discordia.

Por Ernesto Pérez Chang.

En el centro de la principal ruta turística de la ciudad e integrado a la obra de reconstrucción que incluye el Paseo del Prado desde el Malecón hasta el Hotel Saratoga (foto del autor)El mes de febrero no fue bueno para las empresas cubanas y extranjeras involucradas en la construcción del Manzana, el hotel de lujo en que será trasformada la antigua propiedad de la familia Gómez-Mena, frente al Parque Central de La Habana.

En menos de treinta días, más de 150 obreros, entre enmasilladores, encofradores, operadores de equipos pesados, electricistas, cabilleros, albañiles, ayudantes y plomeros han decidido abandonar sus plazas debido a inconformidades con los pagos, que desde hace meses no se corresponden con lo establecido en el contrato de trabajo inicial. El éxodo masivo pone en peligro la fecha de entrega de la obra, prevista para el próximo octubre, según informan funcionarios y trabajadores de la Unión Constructora Militar [UCM] que, para evitar represalias, han preferido no revelar sus identidades.

Aunque en los comienzos, a finales del año 2014, la fuerza laboral usada en el proyecto estuvo compuesta casi exclusivamente por soldados del Servicio Militar Obligatorio (algunos eran jóvenes de entre 16 y 18 años), las fases actuales, de terminación, han requerido la contratación de personal civil especializado para poder concluir el edificio con las exigencias de una instalación hotelera de altos estándares.

El jefe de una de las brigadas que labora en el lugar, nos comenta sobre el problema al que se enfrentan: “En menos de 15 días pidieron la baja 135 trabajadores, días atrás fueron 46, y se espera que aumente porque hay descontento con los pagos. (…) Están pagando menos de la mitad de lo que deposita la parte extranjera, que ya de por sí es bastante poco para lo que se trabaja aquí. (…) Son 80 dólares, pero de eso solo te dan 30, a veces menos, a veces solo te pagan la moneda nacional, que no pasa de 500 pesos, y te estoy hablando de los que salen mejor, un operario de grúa, ahora que estamos montando la piscina en el techo”.

Ramón, un trabajador de la UCM nos comenta sobre la imposibilidad de discutir sus demandas con los directivos de las empresas y en los sindicatos:

“Los soldados no son como los [trabajadores] civiles. Los soldados cumplen órdenes y las órdenes no se discuten, además, hasta se benefician porque les pagan un salario, muy bajo pero más de lo que hubiesen recibido como soldados en sus unidades o allá en Oriente, porque aquí casi no hay gente de La Habana. (…) Pero son pocos los soldados que pueden hacer el trabajo [especializado] que hacemos nosotros. (…) Los trabajadores civiles exigimos los salarios, protestamos pero nada se puede hacer más allá de pedir la baja e irse porque está el sindicato [se refiere al Sindicato de Trabajadores Civiles de las FAR] pero no funciona porque son tipos puestos ahí por el jefe, por ser confiables (…), ninguno de nosotros los eligió. (…) Al coronel [se refiere al jefe de la UCM al frente de las obras] nadie se le puede acercar, el tipo tiene como tres carros, hace lo que quiere y si armas mucho lío te dicen que no eres revolucionario y ya, esa es la trampa, entonces la gente se va antes de buscarse un problema. (…) No sé cómo van a mejorar las cosas, pero dice Raúl [Castro] que pagarán más cuando produzcamos más, y mira, trabajamos día y noche, vivimos en albergues, lejos de la familia, el yuma [en Cuba se dice de cualquier extranjero sin importar su procedencia] deposita el dinero en la cuenta y ellos se quedan con más de la mitad, son unos cabrones”.

“El problema es por el pago de los salarios”, nos comenta Luis, otro trabajador civil que también tiene entre sus planes marcharse si la situación no cambia en breve: “No sé cómo van a terminar el hotel si todos nos vamos. Si yo encontrara ahora mismo un trabajo particular [en el sector privado] me iba. (…) Hoy yo empiezo [a trabajar] a las 8, toda la madrugada, porque estamos montando los hierros de la piscina, de noche. Y estoy aquí porque lo necesito, al final es poco pero mucho más de lo que ganaría en Jiguaní. (…) A veces me he ido en un mes con 50 dólares, pero sé que lo que paga la parte extranjera son 80. (…) Deberían ser 80, más el salario [en pesos cubanos, es decir, de unos 15 dólares] pero nunca es así, jamás a mí me han pagado los 80 dólares completos. (…) Las condiciones de trabajo no son malas, el albergue está bueno y la comida es bastante pero yo prefiero que me den ese dinero, no que me den jabón, ni que me pongan ventiladores o aire [acondicionado] en los cuartos, ni que me lleven y traigan en guagüitas [ómnibus] cómodas. Yo quiero mi dinero”.

Un especialista económico de la UCM nos explica que el problema con los salarios no solo afecta a los trabajadores del futuro Hotel Manzana, sino que es algo común en el sistema de empresas militares y en las construcciones vinculadas al grupo empresarial Gaviota S.A., que actualmente ejecuta otros proyectos hoteleros de lujo en el entorno del Casco Histórico: “Sucede, y peor, en las obras de la cayería Norte o en Varadero. (…) Sin tener que irte muy lejos, aquí cerca está el hotel de Prado y Malecón y muchos otros con la misma tragedia de los pagos. (…) En provincia no hay mucho éxodo porque cualquier cosa que paguen está bien, hay mucha miseria, pero aquí en La Habana no es igual. Nosotros casi no tenemos trabajadores de La Habana, todos vienen de provincias, y vienen porque creen que en La Habana van a ganar más o porque buscan el permiso para estar aquí. Después se dan cuenta que es casi lo mismo y prefieren regresar a sus provincias o se quedan aquí, andando por ahí, se ponen a pinguear [a prostituirse] aquí mismo en el Parque Central, se encuentran otros trabajos, otros negocios. Cuando llevan unos meses en La Habana, le cogen la vuelta, y jamás vuelven a trabajarle al Estado.”

“El otro problema es que la inversión es totalmente cubana, aunque la explotación la hará una cadena extranjera, sin embargo, los pagos a los trabajadores provienen de la parte extranjera y aquí les damos la mala. (…) Lo razonable es que nosotros asumiéramos las condiciones de vida de los obreros, la alimentación, el transporte, no que lo deduzcamos del pago de la parte extranjera, pero es que la ley laboral nos ampara, porque ese dinero no es contemplado como salario. (…) Busca los artículos de la Ley 116, del año pasado, y la parte que se refiere a salario está muy clara, eso no es salario, por supuesto, esa es una ley hecha para matar inocentes, es, como decimos los cubanos, una mariconada (…). La parte cubana no es inocente, pero la parte extranjera es peor. Ellos saben que en ningún país nadie trabaja en la construcción por 80 dólares al mes, yo creo que ni en Haití”, agrega.

Emplazado en el centro de la principal ruta turística de la ciudad e integrado a la gigantesca obra de reconstrucción que incluye el Paseo del Prado desde el Malecón hasta el Hotel Saratoga, pasando por el Gran Teatro de La Habana y el vecino Capitolio, el Hotel Manzana, nombre que aún no se considera como definitivo, será administrado por Gaviota S.A., de Cuba, y el grupo suizo Kempinski Hotels.

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