viernes, 28 de febrero de 2020

Sanders.

Por Zoé Valdés.

Que Sanders ("Bernie" le dirán sus socios, no yo) es un peligro para los Estados Unidos y para el mundo lo venimos diciendo desde hace tiempo. Afortunadamente no he sido la única como independiente, muchos han alertado desde distintos puntos de vistas y tendencias políticas, incluida la del Partido Demócrata norteamericano. Sanders es un hombre histérico, desmedido, se ha podido apreciar en sus intervenciones.

Sanders, sin embargo, es apoyado por los movimientos populistas de la ultraizquierda, que no advierten en él –como sí han querido ver (e imponer esa visión) en Donald Trump– absolutamente ningún exceso, padeciéndolos a montones y mucho más agresivos y claramente devastadores de América; o lo ven y se hacen los chivos locos, porque por eso lo han elegido.

Si Trump representa el Make America Great Again, Sanders por su parte es el vivo retrato del Make America Ungreat Definitely.

Ungreat en el sentido de infértil. No hay tierra sobre este planeta que los comunistas no hayan vuelto estéril, seca, regada solamente con la sangre de sus más de 100 millones de víctimas.

No es raro que Sanders sea un admirador de Fidel Castro, como se ha notado en varios vídeos publicados recientemente en los que –cual loco nazi– habla de lo que no vivió en carne propia. Sospechando inclusive que no fue como él lo cuenta, pudiendo haberlo sabido, pues ha tenido ampliamente la posibilidad de conocer a miles de exiliados cubanos, ex presos y ex presas políticos, torturados por los esbirros del régimen castrista.

No, no es extraño, porque Sanders además y por encima de todo es un comunista de hueso pelao y rojo. Sanders es un sostenedor del odio, un promotor de la miseria más espantosa, del linchamiento del que piense distinto, del desmoronamiento de un sistema dentro de su país con la intención profunda de colocar a ese país única y exclusivamente a su servicio y al servicio de su familia, como ya lo intentó con anterioridad al usar y acaparar fondos públicos destinados a enriquecerse y enriquecer a los suyos, como mismo están haciendo Pedro Sánchez y Podemos en España. Como lo han hecho los comunistas siempre que se les ha dado la oportunidad.

Sanders es un mentiroso y un corrupto, se ha afirmado que fondos de su campaña fueron a parar al bolsorrón de su mujer, Jane Sanders, quien ya en 2017 estuvo sometida a una investigación federal y a la que sin embargo, pese a eso, todavía la prensa norteamericana intenta tirarle la toalla y lavar la cara a ambos.

Sanders en resumen es otro fatuo fraudulento de puño en alto, gritón exasperado y desesperado. Presiente que le queda muy poco, que se ha vuelto viejo y farragoso, durante todos estos años esquinado y argumentando con falsedades que sólo la masa boba y bruta puede ahora tragar, pero como no hay nadie más que valga un rábano dentro de esa izquierda tonta e ignorante, y el único en el bullpen es él, también siente y estará dispuesto a pulverizar a quien sea con tal de armarse del poder absoluto.

También es verdad que lo que tendrá enfrente no es fácil, no tiene comparación con nada. Porque a quien Sanders, si llega, tendrá enfrente será a Donald Trump, que ha prometido y ha jurado más de una vez que América jamás será comunista.
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El socialismo cuando es real.

Por Alexis Jardines Chacón.

socialismo democrático

Hay dos grandes distorsiones orbitando sobre el tema del socialismo. La primera es el mito escandinavo y la segunda, la desvergonzada manera en que académicos e intelectuales rotulan como extrema derecha, sin más, a dos de las formas históricas de implementación práctica del socialismo, a saber: el fascismo y el nazismo.

Entender, por ejemplo, que el nazismo es de izquierda es entender que existen versiones no marxistas de socialismo. Tan simple como eso. Cuando hablamos, pues, de las formas históricas del socialismo real tenemos en cuenta a los sistemas totalitarios prototípicos, a saber: fascismo, nazismo y comunismo.

Ante todo, diré que no existe el tal socialismo democrático. El socialismo es siempre totalitario. El llamado modelo nórdico o escandinavo no es otra cosa que un capitalismo con impuestos elevadísimos y, a causa de ello, con políticas redistributivas socialmente orientadas. Como resultado, se obtiene un capitalismo fallido que debe, ante todo, reajustar la influencia de la esfera estatal. Dicho modelo ha fracasado hoy en Escandinavia.

Para que se tenga una idea de cuán poco ventajoso resultaría el modelo nórdico -utópico o real- comparado con los Estados Unidos, diremos que el PIB del Estado de Florida es aproximadamente 1 billón de dólares, mientras que toda Noruega tiene un PIB anual de 359.109 millones de euros. Finlandia, otra de las perlas de la corona, alcanza un PIB anual de 234.370 millones de euros. No cabe la comparación.

La historia del socialismo es la historia de cómo las ideas socialistas no solo se conformaron doctrinalmente, sino de cómo se llevaron a la práctica desde las Comunas de Robert Owen hasta la Venezuela chavista; es la historia de los antecedentes, orígenes, desarrollo y réplicas del fascismo, el nazismo y el estalinismo (comunismo). Y claro que hay diferencias entre las propias versiones totalitarias -o reales- de socialismo. El estalinismo, por ejemplo, de acuerdo a su fundamento marxista era inicialmente un movimiento de carácter internacional.

Esto quiere decir que el comunismo debía triunfar en varios países simultáneamente y Marx llamaba a la unión de los proletarios de todo el mundo. Lenin ajustó esta falla y nacionalizó un tanto el comunismo, asignándole una primera fase de realización llamada propiamente socialismo y argumentando la posibilidad de su triunfo aislado, es decir, en un solo país.

Por su parte el fascismo y el nazismo que eran movimientos originalmente nacionalistas no ocultaron, llegado el momento, sus pretensiones imperiales de internacionalización. En cuanto a los medios de ejercer el poder y el control también diferían en sus detalles. Mussolini gobernaba a través del Estado. Hitler, a través del partido. Stalin, desde un inicio, encabezó el partido y el Estado.

Decir que las formas de socialismo realmente existentes, particularmente el fascismo y el nazismo, son de derecha es una contradicción en los términos. No hay socialismo de derecha. Sin embargo, está más que claro que estos tres sistemas totalitarios prototípicos fueron movimientos anti capitalistas en los que se le rendía culto a la clase obrera (Volk, Popolo, Naród) mientras se sometían a un riguroso control los medios, la sociedad y la economía.

Los tres modelos de socialismo real afincaron en la idea de la revolución social y, consecuentemente, rechazaron la derecha. Quien cree que el nazismo es de derecha porque también era enemigo del comunismo no entiende un principio básico del socialismo: sus peores enemigos son los de su mismo credo. Stalin mató a millones de comunistas y, encima, nunca reconoció otra interpretación del socialismo que no fuera la marxista. ¿Qué parte es la que no se entiende?

Señores académicos e intelectuales, no confundan las cosas: ser antimarxista no te hace todavía de derecha, te hace anticomunista como también lo era Hitler dentro del espectro socialista. ¿Que si el nazismo es de derecha porque persiguió a los homosexuales? No seamos cínicos, el comunismo marxista lo hizo -y lo hace allí donde todavía le queda aliento- con mucho más empeño y efectividad que los nazis.

En este sentido, tenemos un ejemplo muy elocuente y geográficamente cercano: la réplica tropical de socialismo real, en su modalidad comunista, que ha dado en llamarse castrismo y que guarda lazos de consanguinidad con sus ancestros europeos. Si Hitler hostigó y persiguió a judíos y homosexuales, entre otros desafectos, también lo hizo Fidel Castro. De manera brutal y sistemática homosexuales y testigos de Jehová fueron estigmatizados, maltratados y hasta excluidos del sistema de educación que supuestamente debió ser del-y-para el sagrado Pueblo (Volk).

El castrismo concibió y puso en práctica campos de trabajo forzado donde religiosos y homosexuales, entre otros desafectos, eran adoctrinados en un régimen de privación de libertad. Así, si usted no era lo suficientemente “hombre” o ateo o socialista era considerado sin más un enemigo de la Revolución.

En 1919 Mussolini fundó el Partido Fascista como el ala derecha dentro del Movimiento Socialista Italiano. Lo cual es bien distinto a ubicarse ideológicamente en la derecha del entramado político nacional e internacional. Los profesores universitarios también deberían explicar esto a sus estudiantes. Fascismo significa, en pocas palabras, el empoderamiento y expansión desmedida del Estado ante la indefensión del individuo.

Un Estado fascista -lo que es decir, socialista y totalitario- es el que somete, controla y desaparece de ser necesario a los partidos políticos, las instituciones, y las vidas de la gente. Llamarle fascismo a otra cosa es una soberana idiotez. La palabra NAZI, por su parte, es la abreviatura del término alemán “Nationalsozialist”. Mientras que NAZISMO lo es de “Nationalsozialismus”.

En 1920 el Partido Obrero Alemán se convirtió en el Partido Obrero Nacional Socialista Alemán. Al año siguiente Hitler consiguió situarse a la cabeza de este partido con voto casi unánime. Su lucha contra la versión concurrente de socialismo, que era el comunismo, comenzó dentro de Alemania y, como es sabido, trascendió las fronteras nacionales. Pero el enfrentamiento con los soviéticos no fue el de una democracia capitalista contra el comunismo, sino el de dos interpretaciones, dos versiones, dos experimentos o puestas en práctica del ideal, es decir, de aquello que se tenía en cuenta por socialismo y por poder de los trabajadores. Y en ese mismo punto podrían estar hoy algunas sociedades: soñando peligrosamente con un modelo de socialismo que, de ser implementado, no va a traer nada distinto de lo que ya conocemos por la historia, incluyendo las réplicas totalitarias de Cuba, Venezuela y Corea del Norte.

Cuba no era una aldea cuando el castrismo se instaló en ella, todo lo contrario, era una de las economías más sólidas y pujantes de Latinoamérica. Venezuela, incluso, fue durante décadas la nación más rica de América Latina. Hoy Cuba -antiguamente un país receptor de emigrantes de todo el mundo- tiene 3 millones de emigrantes y Venezuela 4 millones.

Quien no haya vivido bajo un régimen socialista solo tiene que preguntarse qué hizo el castrismo con la próspera Cuba y con el país que posee las mayores reservas petroleras del mundo. En contraste, pregúntense qué hicieron aquellos que emigraron del socialismo hacia tierras de capitalismo y libertad.

La ciudad de Miami se fundó el 28 de julio de 1896 con un puñado de personas y siendo casi un asentamiento. Y hoy podemos decir que, gracias principalmente a los cubanos que escaparon del socialismo, se ha convertido en uno de los centros financieros y culturales del mundo, mientras su skyline viene siendo ya el tercero más alto de todos los Estados Unidos, detrás de New York y Chicago.

Da pena y tristeza saber que los jóvenes de Miami, incluidos algunos descendientes de cubanos, llevados por los cantos de sirenas, acogen el socialismo. El socialismo utópico podrá parecer un paraíso de libertad, fraternidad e igualdad, pero el real fue, es y será una despiadada máquina de igualitarismo, odio y esclavitud; de exterminio psíquico, moral y material.

Ningún país es inmune. Recordemos que los venezolanos arrogantemente decían: Venezuela no es Cuba. Todo el que ha sido víctima de este despropósito ha comenzado creyendo que su caso es diferente, pero la historia ha demostrado que los resultados son igualmente devastadores. Mientras uno se aferra a esa arrogante creencia ya los medios, las universidades, las escuelas, la juventud, la opinión pública, la intelectualidad, el arte y la política, entre otras tantas cosas, han sido secuestradas por el glamuroso pensamiento de izquierda. El odio y la delación del prójimo afloran tras los sutiles mecanismos del reporte y la corrección política. Ahí se los dejo.
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jueves, 27 de febrero de 2020

Unificación monetaria: en sus marcas, listos …

Por Gladys Linares.

Cuba; Dólar; Gravamen; Granma autos economía crisis

Manolito es un pintor de autos que lleva algún tiempo guardando CUC para comprarse un carro (claro está, de los que llevan años rodando) y está preocupado porque leyó en la prensa que la unificación monetaria esta próxima a consolidarse. “Y es que aquí no se puede hacer planes, porque vivimos con mucha incertidumbre. Hoy es una cosa y mañana, otra”, se queja. Hubo un momento en que pensó cambiar los CUC por pesos (CUP), pero ahora opina que lo mejor es cambiarlos por dólares, “moneda dura”, pues, aunque tenga que perder algo en el cambio, su dinero estará seguro. Pero se le hace difícil conseguirlos, porque los que viajan están detrás de ellos.

A finales de 2019, sin previo aviso ni dar explicaciones a la población, cerraron las Casas de Cambio (CADECA) con lo cual afectaron a muchos jubilados que cobraban en ellas -uno de los servicios que prestaban estas a la población, que hoy tiene que hacer largas colas en los bancos-. Al mismo tiempo se inició el experimento de dar el vuelto en CUP en dos tiendas capitalinas. En el mismo periódico se informa: “En un comunicado reciente del Banco Central de Cuba (BCC) se afirma, como parte de las medidas de ordenamiento monetario, que lleva a cabo el país, se decidió iniciar el experimento de los cambios en pesos cubanos (CUP) en dos unidades de dicha red de comercio minorista”. Así comenzaron las especulaciones y la desconfianza se apoderó de la población. Los que compraban y cambiaban CUC “por fuera” dejaron de hacerlo. Al mismo tiempo, algunos particulares dejaron de aceptar pagos en CUC, otros trataban de cancelar o sacar los CUC de sus cuentas bancarias, y no han sido pocos los que han invertido sus ahorros ante el temor de perderlos en un cambio desfavorable. Me comentaba una empleada de la Western Union que la entrada de remesas por esta vía ha mermado, aun durante el fin de año. Y es que los cubanos del exilio, ante la inestabilidad de estos últimos meses, utilizan otras vías para enviar ayuda a su familia.

Cuando se acabaron los socios (países socialistas de Europa del Este) a Fidel Castro no le quedó más remedio que despenalizar el dólar -el dinero de sus enemigos-. Esa fue para él una gran derrota frente al imperialismo. Ahora necesitaba de los cubanos en el exilio para poder “insertarse en el nuevo contexto de la economía internacional”. Para ello, además, legalizaron el envío de remesas familiares y fueron creando toda una estructura para la dualidad monetaria, como las mencionadas casas de cambio de moneda extranjera, tiendas recaudadoras de divisas, cuentas de ahorro en divisas y estímulos en divisas en determinados centros de trabajo. A pesar de todo esto, el paso de los años demostró que el sistema socialista no funciona.

En los últimos años, Venezuela con su petróleo apuntaló en algo la endeble economía cubana. Pero cuando se acabó esa ayuda, quedó al descubierto la aguda crisis económica. Como en el período especial, los comunistas acuden a la comunidad cubana en el exterior, esta vez con una ingeniosa y cruel forma de aprovecharse de las necesidades de sus familiares en Cuba para sacarles los dólares -hablan de “captar divisas para la economía”-: la venta de artículos electrónicos, automotrices e informáticos -nunca alimentos-, exclusivamente a través de tarjetas internacionales VISA y Mastercard (siempre y cuando no sean emitidas por bancos estadounidenses). Sirven también las tarjetas emitidas por bancos comerciales cubanos y por FINCIMEX. Los depósitos sólo se admiten en moneda libremente convertible (MLC). Y si es en dólares americanos, se roban el 10 %.
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¿Qué va a pasar en Cuba?

Por Iván García.

¿Qué va a pasar en Cuba?

Según aquellos que lo conocen, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, 59 años, presidente designado por el dictador Raúl Castro para administrar el desastre económico en Cuba, no es una mala persona.

Le gusta escuchar a Joaquín Sabina y de vez en cuando bailar casino. No es el típico machista verde olivo que trata a la mujer como un objeto y tiene un reguero de amantes alquiladas en casas del gobierno. Díaz-Canel se puede beber media caja de cerveza Bucanero con un grupo de amigos para ver un partido de fútbol de la liga española.

Ni siquiera los más acérrimos activistas anticastristas lo pueden acusar de tener las manos manchadas de sangre. Aunque, de momento, apuesta por las detenciones breves a los disidentes o abrirles un expediente por un delito común y justificar una posterior sanción penal.

Como el 90 por ciento de los altos dirigentes cubanos, está pasado de peso y le cuesta armar un discurso espontáneo alejado de palabrerías huecas y consignas. Todas las mañanas asiste a las sesiones del Consejo de Ministros con ropa discreta y peinado al cepillo. No se le puede decir que trabaja poco.

Cuando el próximo 19 de marzo se cumplan tres años de su ascenso al poder, Díaz-Canel ha recorrido el país de arriba abajo dos veces y media. En todas las provincias ha revisado el plan de viviendas en construcción y visitado empresas, fincas estatales y hospitales. Después de Fidel Castro, un narcisista de libro que pensaba que la nación era su latifundio privado, es el político que más kilómetros ha recorrido en la Isla.

Lo único que nada ha resuelto. Más o menos bien disecciona los problemas estructurales del país. Pero no encuentra las soluciones. Repite una y otra vez sobre la cultura del detalle, la necesidad de una buena educación integral, eliminar importaciones, elevar la productividad y exigir a cada empresa que exporte algún producto. En teoría, su discurso no suena mal. Pero en la práctica es una muestra que Díaz-Canel está desconectado de la realidad.

Un funcionario que estuvo presente en una reunión presidida por el mandatario, comenta que “cuando tu lo escuchas, te surgen varias preguntas: ¿está preparado Díaz-Canel para implementar medidas que cambien el actual panorama? ¿se cree las mentiras que le dicen algunas de las personas con las cuales se reúne? ¿de verdad piensa que el socialismo es reformable? Te juro que si fuera valiente, me hubiera parado en la reunión y le hubiera desmontado punto por punto las limitaciones y falta de autonomía de la empresas estatales y por qué mientras se siga apostando por la economía planificada, no saldremos adelante. Olvídate del bloqueo yanqui. El problema de Cuba es que hay que tirar abajo el modelo económico actual”.

Guillermo, ex directivo de una empresa estatal, señala que la ingenuidad de Díaz-Canel es alarmante. “O es muy buen actor o es un tonto al cubo. A simple vista parece un hombre franco, pero en ocasiones suelta ingenuidades. Hace poco, en un encuentro en Cienfuegos contó a los presentes que cuando era niño y visitaba la casa de una tía, comía frutas debajo de un árbol y le preguntó al auditorio por qué ahora eso no es posible. Ahí es cuando uno se da cuenta lo mal que está este país, pues tiene pantalones suficientes para levantarse y decirle: ‘Díaz-Canel, de qué planeta tú viniste. Tu no sabes que la culpa de que no haya frutas, vacas, cítricos y muchísimas cosas más, es de Fidel Castro, quien con su voluntarismo mantuvo un sistema que no funciona ni para nosotros mismos, como una vez le dijo a un periodista norteamericano’. La solución de los problemas de Cuba pasa por cambiar el modelo productivo y político. Pero no hay un tipo con huevos que se lo diga a Díaz-Canel o a Raúl Castro mirándole a los ojos”.

Según opiniones de habaneros de a pie, la aceptación de Díaz-Canel se ha devaluado considerablemente. “Al principio, la gente le dio el beneficio de la duda, pero ya son casi tres años y él sigue chapoteando en las mismas aguas. Recorre una provincia tras otra, repite los mismos cuentos, critica el burocratismo, pero todo sigue igual o peor. O no lo respetan, o baja toda esa muela porque es políticamente correcta o es un guanajo. A mí me parece que es el típico bobo de la yuca que llegó de Placetas, su pueblo natal, a gobernar el país y todavía no se ha dado cuenta que el socialismo cubano no tiene arreglo”, apunta Otilia, maestra jubilada.

Diario Las Américas le pidió a veinte personas su evaluación sobre el desempeño de Miguel Díaz-Canel como presidente. Quince lo consideran malo, tres lo catalogan de regular y dos prefirieron no valorarlo.

Mientras el mandatario Díaz-Canel sigue en modo hiperquinético, gastando gasolina junto a su comitiva, recorriendo la isla de oriente a occidente, Fernando, informático, lleva toda la mañana haciendo hace cola en un mercado de Arroyo Naranjo, al sur de La Habana, para comprar pechugas de pollo.

Según Fernando, “hay que acabar con el exceso de reunionismo. Con dos o tres televisores en una sala se pueden hacer teleconferencias sin tener que viajar tantos kilómetros. No se gastaría en alojamientos ni comidas y se ahorraría combustible. El gobierno debiera predicar con el ejemplo. Hablan y hablan y no resuelven nada. Esta semana, en mi nos mandaron para la casa, hasta nuevo aviso, para ahorrar electricidad. En vez de descansar, me paso todo el tiempo en colas. En una de artículos de aseo solo daban un tubo de pasta dental y tres jabones por persona y en esta, dos paquetes de pechuga de pollo per cápita. Después tengo que pasar por la farmacia, a comprar la medicina que necesito, que hace tres meses estaba en falta. Los cubanos llevamos 61 años haciendo colas”.

Elsa, empleada de ETECSA, cuenta que la ‘situación coyuntural’ ha provocado que a partir del martes 25 de febrero, su empresa no tendrá transporte obrero. «Debemos ir por nuestra cuenta al trabajo. Con lo malo que está el transporte público, la gente llegará a las mil y quinienta. El país está en bancarrota y Díaz-Canel no se ha enterado”.

Un dirigente municipal del partido comunista confirma que en “los dos próximos dos meses, debido a la inestabilidad en la llegada de combustible, solo se mantendrán las inversiones consideradas prioritarias. Habrá interrupciones laborales en diversos sectores y en determinados casos, los empleados laborarán desde sus domicilios. En otros, se dedicarán a otras tareas como la fumigación o la agricultura. Los productos de aseo no se van estabilizar hasta mediados del mes de abril”.

La nueva vuelta de tuerca en esta segunda versión del período especial, coincide con el aumento del descontento social, la violencia de pandillas juveniles en las calles y el desabastecimiento crónico en mercados estatales por pesos y por divisas. El último fin de semana, siete municipios habaneros estuvieron sin gas manufacturado. Y en distintas zonas de la capital, a intervalos han sucedido apagones.

En opinión de Alejandro, dueño de un negocio de reparación de teléfonos inteligentes, el dilema de Cuba es que son varios problemas urgentes que confluyen a la vez. “A los edificios en ruinas en peligro de derrumbe, el caótico servicio del transporte urbano y la escasez de comida, ahora se suma que ni con dinero en la mano puedes comprar lo que necesitas, porque debido al incremento de la demanda, en el mercado negro tampoco es fácil conseguir algo. Si la situación no cambia, aumentarán las broncas en las colas y se generalizará la violencia urbana. La Habana puede convertirse en una jungla”.

Hasta los cubanos más optimistas se preguntan qué va pasar en Cuba. Las noticias no auguran nada bueno.
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Coleros, acaparadores y cómo sacar provecho a la escasez.

Por Jorge Olivera Castillo.

cubanos
Cola para comprar manzanas en el mercado Isla de Cuba.

La crisis económica, en vías de escalar hasta no se sabe dónde, tiene cientos de partidarios entre ese pueblo que habita en los barrios donde proliferan los tugurios y una pobreza que golpea directo al mentón día tras día.

En la capital del país es donde se observa, con mayor nitidez, el accionar de esa gente que tiene que ingeniárselas para sacarle un tramo de ventaja a la miseria, que incluye la falta de salarios dignos, viviendas mínimamente confortables, servicios básicos ausentes desde hace mucho tiempo y alimentación, a menudo restringida a los dictados de la inflación, que aleja las posibilidades de comer tres veces al día como Dios manda.

Esos cubanos que se levantan temprano para ocupar varios puestos en las largas filas que crecen en las afueras de los centros comerciales o los agromercados con el fin de ofertarlos al mejor postor son un producto neto de una economía que rememora el hundimiento del Titanic.

El llamado de “sálvese él que pueda” cobra mayor notoriedad en estos tiempos, en que los máximos dirigentes continúan aferrados a sus caprichos de anteponer los códigos de la ideología marxista a la lógica del mercado.

Los coleros, que es cómo se les conoce, no son una novedad, se trata de un empleo que surgió aparejado al racionamiento, entre otros fenómenos provocados por el control estatal de la economía, con sus déficits permanentes, corruptelas y un sinfín de efectos que lastran las posibilidades de articular un entorno favorable para cada familia en cuanto a nivel de vida se refiere.

Por otro lado, el paulatino recrudecimiento del embargo estadounidense a partir de la implementación “a rajatabla” de la ley Helms-Burton y el anuncio de un posible bloqueo naval al régimen venezolano, como último recurso para obligar a Maduro a abandonar el poder que detenta -gracias al uso de la fuerza y la manipulación mediática- son indicadores de una situación muy compleja y que amenaza con acentuar los niveles de pobreza dentro de la Isla, lo cual podría ser el detonante del caos.

Al constatar los serios problemas financieros que impiden saldar las deudas con importantes acreedores foráneos, como el Club de París, y un cese de los suministros de hidrocarburos desde Venezuela debido al cerco que se baraja en Washington y otras capitales de naciones latinoamericanas, no queda más remedio que prepararse para peores escenarios, signados por el reforzamiento de las penurias.

La combinación de factores adversos dan a pie a que la cultura de supervivencia amplíe sus límites, algo que se ve simple vista en los exteriores de los comercios subsidiados por el Estado, donde el desabastecimiento es más riguroso, o en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), donde se aglomeran cientos de personas, entre las que no faltan los coleros y los acaparadores.

Acopiar mercancías deficitarias para su venta a mayor precio en el mercado negro es otro de los procedimientos en auge y que evidencian los síntomas de una sociedad en las postrimerías de su total descomposición.

El año apenas comienza y los niveles de agobios existenciales vuelven a poner a prueba la paciencia del cubano de a pie.

Los más astutos se las ingenian para sacarle partido a las anomalías en detrimento de otros.

La venta de turnos en largas filas que casi siempre terminan en riñas tumultuarias son incidencias recurrentes, incluso en comercios alejados de las zonas más castigadas por el huracán socialista, donde malviven miles de personas en cuarterías insalubres e inmuebles en peligro de derrumbe.

Asimismo, los acaparadores no pierden tiempo para llevarse su botín. No aceptan rebajas. La escasez les facilita jugosas ganancias.

Aquí el sosiego es una remota ilusión. Hay que prepararse para nuevas batallas, mientras se idean estrategias de escape. Vivir en Cuba es un suplicio.
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miércoles, 26 de febrero de 2020

¿A dónde va a parar la comida en Cuba?

Por Gladys Linares.

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A pesar de la sostenida escasez de productos agrícolas -y otros- que nos afecta, la dictadura utiliza los medios informativos a su disposición para tratar de engañar al pueblo divulgando unos supuestos buenos resultados obtenidos en este sector, resultados que la población nunca percibe. Es por eso que cuando alguien menciona el tema, su interlocutor, de forma jocosa, le recomienda buscar comida en la televisión.

También durante muchos años la prensa ha publicado artículos que reflejan los logros  alcanzados en la agricultura, así como el crecimiento en la cosecha de viandas, hortalizas, arroz, frijoles, frutas y hasta de cítricos -desaparecidos del mercado hace muchos años-, por lo que la gente se cuestiona a dónde va parar la comida, pues a la mesa del cubano no es.

Al hablar sobre esas noticias con Pepe Rodríguez, un especialista que dedicó muchos años a la agricultura, manifiesta: “Esos informes triunfalistas son tretas para ganar tiempo y mantenerse en el poder. Aunque con otra política se podrían lograr magníficos resultados, porque en Cuba hay un excelente clima y tierras muy fértiles. Pero en vez de eso, puedes vivir convencida de que aquí no hay peor bloqueo que el del gobierno cubano a los campesinos. Por eso dejé la agricultura, porque son muchas las trabas”.

Al mismo tiempo resultan irritantes las informaciones dadas a la prensa por dirigentes de la Agricultura, como la publicada en el Granma del 6 de febrero de 2020 donde Yojan García Rodas, jefe del Departamento de Cultivos Varios del Ministerio de la Agricultura, comentó: “Hace varios años la estrategia ha sido incluir en el programa de producción variedades de garbanzo, ya que es una semilla más noble y gasta menos recursos en fertilizantes, pesticidas u otros. Hoy trabajamos en una línea de desarrollo con capital extranjero”. Es inconcebible que se necesite capital extranjero hasta para cosechar granos.

Ante la nueva crisis, el régimen echa mano al recrudecimiento del bloqueo para intentar justificar las dificultades que atraviesa la agricultura y su incapacidad de producir alimentos para el pueblo. Pero si bien es cierto que el embargo incide, tampoco podemos ignorar que estos problemas datan de muy atrás (incluso en épocas de la URRS, cuando el embargo no se mencionaba), pues son consecuencia de las leyes draconianas impuestas a los campesinos a través de Acopio.

En sus inicios, los agromercados eran una buena opción, pero como sucede siempre con cualquier proyecto en nuestro país, después de un tiempo degeneraron. Comenzaron los robos en el pesaje y la mercancía perdió en cantidad y calidad. Hoy, aunque la población sigue acudiendo a ellos, las ofertas son casi nulas, por lo que a pesar del bajo poder adquisitivo (sobre todo de los jubilados) la única posibilidad se encuentra en los particulares, que también tienen menos que vender, pues según afirman, los nuevos precios impuestos por el Consejo de la Administración Provincial de La Habana a “los trabajadores por cuenta propia, los concurrentes a los mercados de oferta y demanda y los carretilleros” (periódico Tribuna, 2 de febrero de 2020) no les da margen de ganancia en algunos productos. Una vez más queda demostrado que cuando se pone límite a los precios, en la práctica lo que ocurre es que desaparecen las mercancías.

Al mismo tiempo, los trabajadores por cuenta propia incorporados a los mercados agropecuarios pueden vender, amparados en estas regulaciones, productos agrícolas con valor agregado al servicio al procesarlos y empaquetarlos, lo cual se traduce en precios hasta 40 % más altos que los aprobados para esta forma de gestión.

Y la escasez no se limita a viandas, frutas y vegetales. Ana Rosa, cuya mamá tiene anemia, me comentó que el médico le recomendó alimentarla con carnero, pero no lo encuentra. Añade que en algunas carnicerías sólo hay mortadela, y que leyó en el Tribuna que el precio del carnero quedaría a 50 pesos la libra.

El desabastecimiento en las “shoppings” (tiendas en divisas), agromercados, carnicerías y  pescaderías también es creciente. Cada día se hace más difícil encontrar proteínas para llevar a la mesa. A pesar de eso, durante el mes de enero el Ministerio de la Agricultura (MINAG) autorizó ampliar la venta (para el turismo) de productos agrícolas procesados y envasados y carne fresca congelada de ganado menor (ovino, caprino y cunícola) además de los productos agrícolas que venden desde 2013, incluyendo huevos de gallina y codorniz.

Y es que durante años los cubanos hemos estado atrapados en un sistema totalitario que nos ha sumido en la pobreza sin posibilidades de estabilidad ni bienestar. Es por eso que hoy más que nunca la incertidumbre de cómo vamos a resolver el mañana atenaza a la gran mayoría de las familias cubanas.
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Cuba, entre el crimen y los eufemismos.

Por Alberto Méndez Castelló.

Medicina Legal, Cuba, Asesinato

Implicándose en un delito de asociación para delinquir, cinco individuos habrían cometido un robo con violencia e intimidación en las personas del que resultó asesinato un joven estudiante de medicina el pasado 14 de febrero en La Habana, reportó eufemísticamente la prensa oficial el pasado miércoles.

Según la información, los presuntos criminales -hasta que un tribunal no los sancione no son culpables- “permanecen detenidos y son procesados con las garantías legales establecidas”.

Pródiga en difundir los más novelescos vilipendios por radio, televisión y todas las variantes de prensa escrita contra los opositores políticos, la prensa gubernamental dice que demoró la información “para no interferir en la investigación del caso”.

No veo como la información periodística de un hecho delictivo público y notorio pueda interferir en su investigación criminal. Pero sí se observa, sin necesidad de catalejos, como el régimen, a través de sus medios de prensa, trata de minimizar crímenes, según ellos, “no usuales en Cuba”.

Ni en el titular de la noticia ni en su relato se habla de asociación para delinquir, robo con violencia o intimidación en las personas ni de asesinato, sino de “sustraerles sus pertenencias a dos jóvenes estudiantes universitarios”, y, como si la legítima defensa no estuviera debidamente conceptuada en las ciencias jurídicas, casi se culpa a una de las víctimas pues… “tras resistirse, fue agredido con arma blanca y falleció”.

El Código Penal cubano conceptúa en el artículo 207 la asociación para delinquir “a los que, en número de tres o más personas, se asocien en una banda creada para cometer delitos”, por el sólo “hecho de asociarse, incurren en sanción de privación de libertad de uno a tres años”.

La ley penal cubana, en el artículo 327.1, dice que “el que sustraiga una cosa mueble de ajena pertenencia con ánimo de lucro, empleando violencia o intimidación en las personas, incurre en sanción de privación de libertad de siete a quince años”.

La sanción es de “privación de libertad de veinte a treinta años o muerte” cuando en la ejecución del hecho o en ocasión del mismo “se ocasionan lesiones graves”.

Pero ahora, “en la ejecución del hecho o en ocasión del mismo”, una persona murió y eso es un delito de asesinato.

El Código Penal cubano conceptúa el delito de asesinato, sancionado con entre 15 y 30 años de privación de libertad o pena de muerte, según las circunstancias en que ocurrieron los hechos; una de las circunstancias concurrentes del asesinato es matar durante la ejecución de un robo con fuerza en las cosas o robo con violencia o intimidación en las personas.

Debido a que muchas personas no despiertan cuando sus casas son robadas pasadas la media noche en Cuba no hay decenas de asesinatos como consecuencia de robos nocturnos cometidos con total impunidad.

Tengo dos amigos a quienes el año pasado los ladrones desvalijaron sus casas mientras ellos y sus familias dormían; esos robos permanecen impunes, como otros tantos, mientras los medios oficiales hablan de “acciones no usuales en Cuba”.

Desde los años ochenta del pasado siglo conocí personalmente de unidades policiales con el 100% de operatividad. ¿Qué cómo eran tan eficaces? Sencillo, sólo daban curso a las denuncias con autores conocidos. Las denuncias de delitos con autores desconocidos iban a parar al cesto de la basura.

Las autoridades cubanas no debían engañar a la opinión pública. La explícita manipulación de la nota sobre los sucesos del 14 de febrero es un peligrosísimo acto de autocomplacencia que raya en la negligencia en el servicio. El asesinato ocurrido en La Habana ese día durante un robo con violencia o intimidación en las personas es fruto de los cientos de miles de jóvenes que, sin incentivo para estudiar profesiones, artes u oficios mal pagados en Cuba, sin meditar más allá de las fronteras de la supervivencia diaria, integran asociaciones delictivas sin intenciones de matar, pero que, llegado el momento matan.

La prensa oficial ahora lo admite: los cinco acusados en este robo con violencia o intimidación en las personas del que resultó asesinato son “todos jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo”. Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores, todos los medios de comunicación del régimen y los investigadores de las facultades de sociología y de derecho penal debían preguntarse… ¿Por qué?

Sabido es que, cometido un delito, es responsabilidad policial su esclarecimiento. Pero, en derecho, la criminología viene a ser como la epidemiología en medicina: los procederes verdaderamente útiles son los que previenen.

Pero la prevención del delito no es asunto de incumbencia exclusiva de la policía, sino de la sociedad toda, comenzando por la familia; solo que, en Cuba, precisamente, la primigenia célula social, la de nuestros seres queridos, es la más dolida, fragmentada y esparcida a los cuatro vientos.

No nos engañemos, en Cuba existen asesinos potenciales como en cualquier otro lugar del mundo. El muy extendido sistema penitenciario cubano, la desproporcionada población penal cubana y los cientos de miles de cubanos con antecedentes penales por delitos de hurto, robo, lesiones graves y otros delitos contra la vida y la integridad de las personas así lo confirman. Poco o nada ayudan los eufemismos y soslayos de la prensa oficial cuando a los robos y asesinatos los llama “acciones no usuales en Cuba”.
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lunes, 24 de febrero de 2020

Entrevista con Juan Goytisolo.

Por Pablo Vives.

El semanario LES LETTRES FRANÇAISES, que se edita en París bajo la dirección del poeta francés Louis Aragon, ha dedicado uno de sus últimos números a destacar la actividad intelectual y artística cubana. Entre el material que publica, se halla una antología de poetas cubanos. También aparece en dicho número la presente entrevista de Pablo Vives con el destacado novelista español Juan Goytisolo, la cual, por su interés, damos a conocer a nuestros lectores.

- ¿Cuáles son las impresiones dominantes que usted extrajo de su viaje a Cuba?

- La impresión extraordinaria de un pueblo volcado hacia el porvenir. En Cuba, la distancia en el futuro no cuenta casi. Yo mismo he constatado, en menos de dos meses y medio, los grandes cambios. Es por esto que intitularé “Pueblo en Marcha” el reportaje que preparo acerca de Cuba. Este hecho  es mucho más sensible para nosotros, pues en España, como usted sabe, el tiempo parece no existir. De esta manera la obra de Larra, ciento cuarenta años más tarde, conserva toda su actualidad. Y nosotros estamos autorizados para decir con él: “Para ustedes los días no pasan”. Esto explica que a los ojos del pueblo español, Cuba sea un ejemplo a seguir. El interés que nosotros dedicamos a la Revolución Cubana se evidencia claramente en la en la colección de poemas que ha sido publicada por las Ediciones Ruedo Ibérico bajo el título ESPAÑA CANTA A CUBA y que agrupa obras de cuarenta y cuatro poetas y artistas nuestros. Pero los escritores cubanos se preocupan también por la suerte de España, como lo demuestra, entre otros, el bello poema “España libre y en armas”, de Heberto Padilla.

- ¿Podría usted precisar la naturaleza de los vínculos que existen entre España y Cuba?

- A pesar de que ha sido el último país que se liberó de nuestro viejo colonialismo, Cuba guarda un recuerdo fresco del pueblo español. El cubano ama a España. Para los cubanos, nuestra guerra civil era ya la guerra. En el presente, los papeles se han invertido: nosotros, españoles, seguimos la Revolución Cubana como si ella nos perteneciera.

Los malos recuerdos de la colonización se han esfumado, sobre todo después de 1939. Con el arribo de los grupos de exilados, los más reticentes cubanos se dieron cuenta de que el pueblo español no tenía nada en común con nuestros ancestros que se instalaron en Cuba para explotarlos. Hoy, el cubano libre participa de los afane del pueblo español por ver nuestro país liberado de las viejas estructuras de que nacieron los conquistadores.

- ¿Después de la Revolución se ha asistido en Cuba al nacimiento de una poesía nueva?

- En efecto. La poesía cubana ha sido renovada en los años veinte por escritores revolucionarios de gran talla, tales como Nicolás Guillén, Juan Marinello y Manuel Navarro Luna. La poesía actual parte de aquel movimiento.

- Pero supongo que esta poesía no es uniforme. ¿Cuáles son las tendencias dominantes?

- Es difícil hablar de tendencias, mejor hablar de individualidades. La poesía actual presenta una gran variedad de poetas líricos - aparentemente poco preocupados por los problemas de la vida- , hasta los que hacen poesía de consigna, como Pita Rodríguez, por ejemplo. De hecho, esta división resulta demasiado teórica, pues los “líricos” hacen también poesía “realista”.

Sin pretender establecer una escala de valores, entre los mejores poetas jóvenes se encuentran Pablo Armando Fernández, Heberto Padilla, Nivaria Tejera, Fernández Retamar, Fayad Jamís, y otros muchos. Su obra, ya importante, nos permite apreciar en ellos una innegable personalidad.

- El Primer Congreso de Escritores y Artistas Cubanos, en agosto de 1961, se planteó como objetivo la lucha, en el campo de la creación artística y literaria, por un mundo mejor. ¿Cree usted que los escritores cubanos han llegado a encontrar los medios de expresión adecuados?

- En el Congreso hubo dos planteamientos que nos ayudan a comprender el problema. En el suyo, Fidel Castro dijo: “Dentro de la Revolución, los escritores y los artistas gozan de todos los derechos. Contra la Revolución no gozan de ninguno”. Esta idea fue completada por el presidente Dorticós: “El Gobierno Revolucionario no limitará jamás la libertad formal en literatura y en arte”. Se puede observar en ciertos jóvenes escritores algunas dificultades contradictorias. Algunos, entre los que están los de mejor formación intelectual, no han asimilado todavía el profundo sentido de la Revolución, mientras que otros, nacidos de la Revolución, no cuentan con una experiencia suficiente para expresarse de una manera artísticamente válida. Pero éstos son fenómenos de crecimiento, fenómenos transitorios y de casos extremos. En efecto, para no citar sino algunos nombres, poetas como Manuel Díaz Martínez, Félix Pita Rodríguez, Fayad Jamís, Heberto Padilla, Nivaria Tejera, etc., han abordado inteligentemente los problemas planteados por la vida, con medios de expresión de gran calidad estética. Éstos son escritores en los cuales la sinceridad y el talento forman un maridaje fecundo.

- ¿Qué importancia tiene la novela cubana de hoy?

- En general, aparte el caso aislado del gran escritor Alejo Carpentier, Cuba ha dado siempre muy buenos poetas, ensayistas y admirables narradores, pero muy pocos novelistas. La novela cubana está en sus inicios. Es de esperar que el fenómeno revolucionario favorezca su desarrollo en los años próximos. El lector cubano prefiere el cuento y la novela corta. Las revistas literarias, sin duda alguna, han contribuido a esta preferencia del público. Los dos narradores más importantes son Onelio Jorge Cardoso y el joven Guillermo Cabrera Infante, cuyo libro ASÍ EN LA PAZ COMO EN LA GUERRA aparecerá próximamente editado por Gallimard. Entre los novelistas, aparte de Alejo Carpentier, se destacan José Soler Puig, Jaime Sarusky, Edmundo Desnoes, Dora Alonso.

- ¿Puedo preguntar si su viaje a Cuba tendrá repercusiones sobre su obra?

- Naturalmente. Es el acontecimiento más importante que yo he vivido. Yo creo que el porvenir de los pueblos de lengua hispana será en parte determinado por la Revolución Cubana. Cuba no es solamente Cuba. Cuba es también, de alguna manera, España, el Perú, Colombia. Defender a Cuba es también, para nosotros, españoles y latinoamericanos, laborar para nuestros respectivos países. En lo que concierne a mi obra, estoy preparando el reportaje de que ya le he hablado. Usted verá, yo lo espero, que no se trata de un simple reportaje.

Juan Goytisolo entrevista foto
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Bernie Sanders: “Es injusto decir que todo lo hecho por el régimen cubano es malo.”

Por CubaNet.

Bernie Sanders, Cuba

El candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Bernie Sanders, declaró en entrevista al programa 60 Minutes, de la cadena CBS, que no todo lo hecho por el régimen cubano ha sido malo.

Cuestionado por el periodista Anderson Cooper sobre sus alabanzas a la Revolución cubana, Sanders señaló que aunque tiene cuestionamientos hacia el régimen, también destaca las cosas positivas.

“Estamos en contra de la naturaleza autoritaria del régimen de Cuba, pero me parece que es injusto decir que todo es malo”, explicó el senador por Vermont.

La entrevista en CBS sale a la luz días después de que se hiciera público un video de Sanders en los años ochenta revelando su admiración por la Revolución de Fidel Castro. Las imágenes muestran al senador demócrata cuando era alcalde de Burlington (Vermont) confesando su emoción por la llegada de Castro al poder en 1959.

“Pero recuerdo, por alguna razón, que estaba muy emocionado cuando Fidel Castro hizo la revolución en Cuba. Yo era un niño y recuerdo haber leído eso. Y era justo, parecía correcto y apropiado que los pobres se alzaran contra los ricos bastante feos”, señala Sanders en la grabación, que data de 1986.

“¿Usted sabe lo que hizo Fidel Castro cuando llegó al poder? Llevó a cabo una campaña de alfabetización en todo el país”, dijo Sanders a Cooper.


“¿Acaso esto es algo malo? ¿Aunque lo ha hecho Fidel Castro?”, agregó.

El presentador también cuestionó a Sanders sobre la situación de los presos políticos en Cuba.

“Eso es verdad. Y es algo que condenamos”, dijo el senador demócrata, quien aprovechó la ocasión para criticar algunos puntos de la gestión de Donald Trump, como el acercamiento con el dictador norcoreano Kim Jong-Un.

“A diferencia de Donald Trump no creo que el dictador de Corea del Norte Kim Jong Un sea un buen amigo. No intercambio cartas con un dictador asesino. El presidente ruso Vladimir Putin tampoco es buen amigo mío”.

Tras su victoria del pasado fin de semana en el caucus de Nevada, Sanders se perfila como el candidato demócrata con más opciones para obtener la nominación de ese partido a las elecciones presidenciales de noviembre.
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domingo, 23 de febrero de 2020

Dictadura castrista: Culpables fuimos todos.

Por Tania Díaz Castro.

Fidel Castro; Cuba;

Tuvo razón Miguel Ángel Quevedo, propietario y director de la antigua revista Bohemia, cuando escribió en su carta previa al suicidio, que culpables fueron todos para que triunfara la dictadura comunista de Fidel y Raúl Castro.

La Revista Bohemia fue fundada en 1909. Casi de inmediato se convirtió en la más popular de Cuba y posiblemente de América Latina. Sus colaboradores, los principales escritores que llenaban sus páginas, fueron, entre otros, Jorge Mañach, René Méndez Capote, Gustavo Robreño y  Fernando Ortiz.

Se destacó esta revista por formar parte de casi todos los cambios políticos que se presentaban en la isla antes de 1959 y tenía como lema “la Revista que siempre dice la verdad”.

Pero tenía que colaborar con el “joven alocado” de Fidel Castro, como lo llamó el poeta Nicolás Guillén luego del asalto al Cuartel Moncada, disparando tiros desde lo alto de las lomas orientales contra los soldados de Fulgencio Batista, con el fin de derrocar una dictadura militar, para que Bohemia comenzara a dejar de decir la verdad.

Así lo dejó dicho Quevedo en su trágica carta de despedida: “Los periodistas llenaban mi mesa de artículos demoledores, arremetiendo contra todos los gobernantes… No importaba quien fuera el presidente ni las cosas buenas que estuviesen realizando a favor de Cuba. El mismo pueblo que los elegía, pedía a gritos sus cabezas… El pueblo también fue culpable”.

En otro párrafo señaló: “Fidel no era más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo… todos fuimos culpables de que llegara al poder”.

La carta de Miguel Angel Quevedo, donde reconoce abiertamente su culpa y la de su principal colaborador, Enrique de la Osa, es uno de los documentos históricos de Cuba que más merece un análisis profundo para entender lo que ha ocurrido en Cuba durante más de sesenta años de dictadura castrista.

Es cierto que el pueblo, inexperto en cuestiones de democracia, recién salido de la tutela española e incapaz de mirar profundo hacia un futuro de plena libertad, se equivocó, junto a un puñado de periodistas fanáticos en política, en que Fidel Castro no era precisamente el hombre que necesitaba Cuba.

Fidel poseía una trayectoria nada provechosa: su participación en el Bogotazo Comunista de Colombia, el asesinato de Manolo Castro -un líder muy querido de aquella época-, su conducta gansteril en la Universidad de La Habana, su autoría en el Asalto al Cuartel Moncada y, sobre todo, su guerra aún sin analizar en todos los detalles, donde más funcionaron las cámaras fotográficas que los tiros al aire. Si lo dudan, analicen los miles de fotos que se hicieron los rebeldes -sobre todo Fidel y su hermano- publicadas a lo largo de estos años.

En esta carta también se aclara que fue Enrique de la Osa, el periodista que nombró Fidel como sustituto de Quevedo cuando este marchó al exilio el 18 de julio de 1960, quien inventó la cifra de los 20 mil muertos de Batista. Una cifra ridícula y absurda, repetida a lo largo del castrismo, no sólo en trabajos “periodísticos”, sino hasta en los discursos de los Castro.

En agosto de 2018, Iroel Sánchez, portavoz del régimen, escribió: “Batista asesinó a 20 000 cubanos en siete años, una proporción de la población de Cuba mayor que la de los norteamericanos que murieron en las dos grandes guerras mundiales…”

¿Estaría ebrio Iroel cuando escribió eso?

Fui testigo, a partir de 1997, cuando comencé a trabajar en Bohemia, de cómo Enriquito -así lo llamábamos-, ebrio casi siempre, comentaba entre triste y apenado aquella cifra que él había inventado y que mucho nos cuidamos de no repetir. Hasta el mismo Fidel, quien conocía muy bien esa historia, se cuidaba algo en repetirla.

La carta de Quevedo, jamás se ha publicado en la prensa cubana, propiedad del Ejército raulista. Ni siquiera en Bohemia salió una nota sobre el suicidio de Quevedo, ocurrido el 12 de agosto de 1969.

Pero es cierto lo que plantea Quevedo: Culpable no fue él solamente. Señaló, como algo muy cierto, que ¨…fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel, de los bandidos que se ocupaban más del contrabando y del robo que de las acciones de la guerra, de los curas con sotanas que mandaban a los jóvenes a la Sierra Maestra…, culpable fue Estados Unidos que incautó las armas destinadas a Batista en su lucha contra los guerrilleros; culpables los políticos que cerraron las puertas a todos los cambios electoralistas¨, que en 1959 no se hicieran elecciones libres.

Y termina su carta diciendo: “Ojalá mi muerte sea fecunda… para que la prensa sea un faro de orientación…, porque, cuando un pueblo olvida sus virtudes, lleva en sus propios vicios un tirano”.

“Adiós. Este es mi último adiós”.
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sábado, 22 de febrero de 2020

Castrista Edmundo García sobrevive en Miami gracias a programa alimenticio del Gobierno de EEUU.


Por Carlos Escorihuela.


El defensor de la dictadura castrista en Cuba, Edmundo García, aseguró que sobrevive en Miami gracias al Food Stamps (SNAP Food Benefits), un programa de alimentación dirigido a persona de bajos recursos que ofrece el Gobierno de Estados Unidos.

Asimismo, el castrista ha invitado a sus “seguidores” a que colaboren con él con dinero a través de una aplicación llamada CashApp.

Como digno comunista, todo parece indicar que Edmundo García pretende vivir en Miami a cuenta de lo que la gente le regale, en vez de ganarse el sustento por sus propios medios. 
«El gobierno americano me acaba de dar sellos de alimentos porque yo no recibo ningún ingreso» dijo Edmundo García en el video publicado en el Facebook de su programa.
«Hoy voy a ir a hacer una comprita, yo recibo Food Stamps» afirmó.
Debajo de la línea de la pobreza.

Según Edmundo García, su actual situación en Miami se encuentra “por debajo de la línea de la pobreza” y es por ello que debió acudir a estas herramientas para poder mantener en los Estados Unidos.

Asimismo, afirmó que “no le interesan las cosas materiales”, a pesar de que está solicitando donaciones de dinero a quienes se toman el tiempo de verlo.

Cabe recordar que, desde el retorno de Edmundo García a Miami, el comunista inició una batalla de acusaciones con el popular presentador cubano Alex Otaola.

No obstante, el conductor del programa Hola! Ota-Ola poco a poco ha ido desenmascarando a través de los «Inmundo Leaks» las verdaderas razones por las que el defensor del castrismo regresó a la ciudad del exilio. Entre ellas, la de reclutar a jóvenes en las universidades de Miami para que apoyen al comunismo.

Entretanto, Edmundo García, además de defender al régimen castrista, arremete diariamente contra Otaola a quien prometió “sepultar” desde que volvió a pisar suelo norteamericano.
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Régimen publica precios de automóviles de segunda mano.

Por CubaNet.

La Corporación CIMEX S.A dio a conocer este viernes los precios de automóviles de segunda mano que se comenzarán a vender a partir del próximo martes 25 de febrero.

Las operaciones de compra de autos, que hasta el momento se hacían en CUC, se realizarán en Moneda Libremente Convertible (MLC), manteniendo los mismos mecanismos de pago y monedas aprobadas para la modalidad de compras en MLC.

Los precios de los vehículos, con el descuento del 10 por ciento, oscilan entre los 34 000 y 90 000 dólares, cifras, en todos los casos, muy por encima del mercado.

La publicación de los precios ha sido rechazada en redes sociales, donde numerosos usuarios han realizado fuertes críticas contra CIMEX.

“Por favor, ¿hasta cuándo? ¿De qué rebaja hablan? No se dejen engañar. Al final, si lo pagas en USD, el supuesto 10% que te están rebajando es el mismo que te van a meter cuando le apliquen gravamen. Eso, en el supuesto caso de que un familiar te envié el dinero. Si lo tienes que comprar tu por la calle a 1,10 o 1,20 el USD, hagan sus cuentas y verán en cuanto te sale el carrito. Para colmo, son carros usados y súper antiguos”, comentó Ubaldo Hernández en Facebook.

“Es un robo a mano armada. Así muchos se van a hacer ricos con la justificación absurda que dieron en la Mesa Redonda, ¿o acaso harán pública y transparente la utilización de ese dinero?”, escribió el usuario Alex González.

CIMEX destaca que los clientes interesados deben dirigirse personalmente a la Agencia de Autos de calle 20 entre 1ra y 3ra, Playa;  única habilitada en el país para este servicio.

Asimismo, la Corporación señala que la venta de automóviles de segunda mano se hará extensiva al resto del país “en correspondencia con la disponibilidad de vehículos y condiciones de las agencias”.

La Corporación CIMEX S.A se identifica como una sociedad mercantil especializada en la importación, exportación, producción y comercialización de bienes y servicios, orientados a satisfacer las necesidades crecientes de los clientes y garantizar aportes a la economía de Cuba con soportes tecnológicos de avanzada, alta credibilidad y una calidad renovada.
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Otaola le dice a Haila Mompié que se «olvide» de la gira por Europa.

Por Henry Chirinos.


El presentador cubano Alexander Otaola, le pidió a la diva del pueblo “hambriento y oprimido”, Haila Mompié, que se «olvide» de la gira por Europa.

Otaola, mostró en su programa Hola! Ota-Ola, un fragmento de la presentación de la “diva” en un bar gay de La Habana, que presuntamente estaba lleno de personas ligadas al CENESEX.
“Medio club estaba lleno de Malucanu y todos sus secuaces. Cada vez se le va haciendo más chiquito el mundo, va a terminar catando en los bares gay de La Habana, eso lo veo venir yo».
 Para el presentador cubano, el repertorio de Haila ya está “pasado de moda” y la exhortó a despedirse de su gira por Europa.
“Oye mamita, vete despidiendo de las Europas y de todo”.
La presentación de Haila Mompié se dio en el marco del Día de los Enamorados. “Las mismas canciones. Pasan los años y el mismo repertorio”.

El presentador pidió a la “diva del pueblo hambriento y oprimido” que provechara el tiempo para actualizar su repertorio.
“Aprovecha este tiempo mami, deja de hacerte la que está repartiendo amor. Entrega amor y recibirás protestas”, dijo Otaola. “Tu le entregaste ese amor al cenicero andante y lo que te ha venido pa’rriba son protestas y más protestas, parece que el amor no era del todo verdadero”.
En días recientes, el esposo de Haila compartió un post en sus redes sociales donde anunciaba una gira por Europa durante este verano, en donde Haila volverá a cantar con Vania Borges luego de 20 años.
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viernes, 21 de febrero de 2020

Narciso en Upsalón (1929-1933)*

Por Ernesto Hernández Busto.

José Lezama Lima

En octubre de 1929, después de cumplir con el trámite de un curso preparatorio, José Lezama Lima comienza a estudiar Derecho en la Universidad de la Habana. La decisión de escoger esa carrera tuvo que ver, como casi todas las resoluciones importantes en la vida de Lezama, con la arrolladora voluntad de su madre, empeñada en que el único hijo varón tuviese un título que no fuera «meramente decorativo».

La abogacía, una de las carreras más comunes en el ambiente intelectual cubano de principios de siglo, había sufrido cierto descrédito intelectual pero seguía contentando a las familias conservadoras, que miraban con nostalgia el antiguo modelo del jurisconsulto erudito, típico de aquella República de «generales y doctores». Ya en 1925 Jorge Mañach se quejaba de que Derecho se había convertido en el destino inevitable de cualquier joven habanero que quisiera hacer carrera. En un país donde la literatura y los periódicos no pagaban para vivir, la única posibilidad de empleo seguro para un intelectual eran los puestos públicos, con su escalera burocrática. De ahí que muchos de los origenistas (Cintio Vitier, Eliseo Diego, Julia Rodríguez Tomeu, Octavio Smith, Agustín Pi, Lorenzo García Vega…) no tuvieran más remedio que matricular Leyes, aunque no todos llegaron a terminar la carrera o se desviaron por otros caminos profesionales.

La madre de Lezama, agobiada por su precaria situación económica [1] (no olvidemos que ese mismo año la familia había tenido que abandonar la casona de Prado 9 para mudarse a los modestos bajos de Trocadero 22, después 162), deseaba ver a su hijo en una profesión práctica, con más mérito social que intelectual. Y su hijo prefirió complacerla. Al principio pensó cursar Derecho al mismo tiempo que Filosofía y Letras, con la que tenía varias asignaturas en común. Pero pronto se decepcionó: aquello no era el gran pórtico al saber que él imaginaba. La mayoría de las clases eran tediosas y simplificadoras. La enseñanza le parecía fundada en una falsa concepción de la auctoritas, cuyo reverso caricaturesco era lo que el poeta llama «el mercado cartaginés»: antes de entrar a clase se vendían en las distintas taquillas los dictados de los profesores o las notas taquigráficas de cursos anteriores.

Violencia, altanería, estupidez… Son palabras que recorren los recuerdos universitarios de Lezama. Un profesor que, en ausencia del bedel que debe abrirle una puerta, la rompe a patadas. Otro que le asegura que «acabo de llegar de París y allí nadie habla de ese Bergson que usted menciona tanto». Según varios testimonios, eran muchos los profesores universitarios que mostraban una soberbia equiparable con su ignorancia. En 1929 se estudiaba, cuenta Lezama, con una copia de Derecho Administrativo que tenía doce o quince años. Curso tras curso, el profesor repetía de memoria la misma lección, y los alumnos que se anticipaban al estudiar las conferencias podían adivinar las frases que pronunciaría el maestro. Gracias a esta ridícula ventriloquia, lo que se enseñaba en aquel recinto, definido en el capítulo IX de Paradiso como una suma de «mercado árabe, plaza tolosana y feria de Bagdad», parecía resistir el paso del tiempo.

Uno de los futuros origenistas, Virgilio Piñera, que cursó Filosofía y Letras a finales de los años 30, sacaba dinero de reproducir en un mimeógrafo las conferencias de sus profesores Manuel Bisbé y Aurelio Boza Masvidal para venderlas a otros estudiantes. En sus memorias también deja claro el poco interés que le despertaba una Universidad centrada en los exámenes y no en conocimientos reales:

«De esa triste cosa que se llama mi carrera universitaria, cosa fofa, maloliente, sucio maridaje de alfabetismo y analfabetismo, sólo queda como único acto de sanidad mental el divertido fraude. Pero un fraude, debo aclarar, que no partía de una postura revolucionaria sino de la misma falsedad que a todos nos dominaba. Era siempre el mismo principio milenario: el fin justifica los medios… Sólo que en este caso particular uno de los medios mostraba su despejada faz frente al sucio desfile de los enmascarados fines.» [2]

Para hacerse una idea de aquel ambiente basta leer la conversación entre Cemí y Fronesis sobre el «vulgacho profesoral» de Upsalón (así se refiere Lezama a la Universidad habanera en su novela, parodiando el nombre de su legendario símil sueco fundada en 1477) o la descripción que hace Cintio Vitier —en De Peña Pobre. Memoria y novela— de las dos facultades que recorrían la mayoría de los intelectuales de esa época:

«Descreída y cínica la de Derecho, con sus clases espesas y aburridas, con sus eternos lectores de El hombre mediocre y El Príncipe y su gama de profesores que iba desde el oscuro semigángster, zombie del afeminado de brillantón en el meñique, hasta el pomposo parlamentario de pacotilla; desde el homúnculo aferrado a la teoría tripartita de León Duguit como a los brazos del sillón de falso académico que hacía caminar por el estrado con sus coléricas convulsiones “imbíbitas”, hasta el sedoso epicúreo de escéptica sonrisa que, como inesperada consecuencia de su famosa formación en Alemania, decía preferir a todos los bailes el “íntimo” de la mujer…; más ingenua y “filomática” la de Filosofía y Letras, aunque de clases no menos aburridas: el minúsculo fragmento gigantoma de Historia de Cuba a las siete de la mañana; gota de agua insípida bajo un microscopio que sólo dejaba ver sucesos incoherentes; el engrudo sociológico de Masa Boba, accionando como un muñeco de ritmo pendular isócrono; el perpetuo mitin “antiyanqui”, enfático, nudoso y hueco del americanizado catalán de Cárdenas, las desesperanzadas clases de literatura, las borrosas de psicología…»

No es difícil reconocer detrás de estos cáusticos retratos las figuras de Orestes Ferrara (que tuvo durante años una cátedra auxiliar de Derecho —en la que apenas enseñaba, pues por esos años ejercía de diplomático), Sánchez de Bustamante y Sirvén, Ramón Infiesta (especialista en Duguit; citado, por cierto, en La historia me absolverá), Ricardo Dolz, Guillermo Portela, Ernesto Dihigo, Roberto Agramonte y Félix Martínez Giralt, muchos de los cuales fueron profesores de Lezama.

Años después, cuando Gastón Baquero le pregunte a Lezama por qué no incluye en Verbum, revista presentada como «Órgano oficial de la Asociación Nacional de Estudiantes de Derecho», algún artículo de Agramonte, que no sólo era el rector de esa Facultad sino también el sostén económico de la publicación, su respuesta será: «Ese señor no colabora aquí porque no tiene nada que ver con nosotros».

Otro estudiante de Derecho en esa época, Víctor Amat Osorio, escribirá en Verbum: «No es verdad nueva la de que entre nosotros el taquígrafo ha sustituido al Profesor. Cada año va siendo mayor el vacío en las aulas universitarias. El estudiante sólo acude a la Universidad a las dos únicas cosas útiles a que puede hacerlo; jugar al dominó en las Asociaciones estudiantiles o comprar Conferencias de clase. Hasta qué punto es irresponsable su actitud es problema que precisa dilucidar. Sobre todo si tenemos presente que ella nace de la irresponsabilidad catedraticia que se ha contentado con repetir cada año los mismos conceptos envejecidos de los cursos anteriores. Ha permanecido el Profesor ajeno a todo lo que acontece en el ámbito mismo de su disciplina. Hemos tenido a veces hasta diez promociones universitarias utilizando el mismo grupo de Conferencias taquigráficas en determinada asignatura. Ha sido la Conferencia vertedero propicio para la hojarasca y el lugar común. Los conceptos responsables han permanecido agazapados entre ambos». [3]

El historiador Rafael Rojas asegura que el programa de estudios del cual se quejaban Lezama y sus amigos no estaba tan mal y habría conseguido, al menos, familiarizarlo con una idea de la «romanidad», de lo romano como matriz civilizatoria, que era central en las Humanidades de la época. Para Rojas, presentar la carrera de Derecho en los años 30 como un mundo en decadencia resulta una exageración. [4] Pero con respecto a la formación de Lezama, Rojas omite el asunto esencial. Lo que hay detrás de esas quejas es una cuestión de principios: los origenistas fueron la primera generación de intelectuales cubanos que no buscó legitimarse a través de la universidad, sino por vía autodidacta, lo que implicó también una escritura y una socialidad diferentes a las de la generación anterior. Es por eso que, citando con cierta guasa una estrofilla de San Juan de la Cruz («Religioso y estudiante, religioso por delante»), Lezama dice en otra entrevista: «Ya yo en aquella época había preferido ser un estudioso y abandonarme, como todo poeta incipiente, a la voluptuosidad de la más variada lectura».

De Upsalón, entonces, iba a salir Narciso, no un académico.

Los disturbios universitarios de los años 30 provocaron varios cierres de la Universidad, y los estudios de Lezama se prolongaron, por tanto, casi nueve años, hasta 1938 (en su expediente académico se informa de la entrega oficial del título en enero de 1939). Eso le permitió completar un camino de lecturas y autoformación que marca un cambio fundamental en la tradición intelectual cubana. Para las generaciones previas, incluso para los llamados Minoristas, la cultura y su prestigio giraban, sobre todo, alrededor de las instituciones y de Universidad, convertida en puente social hacia un buen empleo, la aceptación social o la política. Durante toda la República, se crearon Academias, Ateneos, Institutos de Altos Estudios, y hasta una llamada «Universidad del Aire», programa radial por el que pasaron muchas voces notables de la cultura cubana y varios intelectuales extranjeros de visita en la isla. En el centro de esos esfuerzos estaba el culto a la formación universitaria, piedra de toque de una supuesta reforma nacional. Pero la idea de una Bildung autodidacta, donde la literatura, y, sobre todo, la poesía, ocupara un papel central y legitimador era incompatible con la Universidad cubana. Eso fue lo que llevó a Lezama a emprender su propia paideia y perseverar en una «carrera de revistas», hasta la fundación de Orígenes. En lo sucesivo, aprenderá sólo aquello que le interesa; su cultura será una extensión de su personalidad.

José Lezama Lima

Como estudiante de Derecho, tampoco fue brillante. Su expediente académico así lo demuestra. Salvo en Derecho Romano, Antropología jurídica, Introducción al estudio del Derecho y Teoría General del Estado, donde sacó el máximo, la mayoría de las materias cursadas terminaron con nota de Aprobado/Aprovechado. En el segundo capítulo de Oppiano Licario, Cemí espera que un bedel universitario le entregue la nota de «una concretera conocida con el nombre de Legislación Hipotecaria». Le acaban dando un Sobresaliente que lo alegra, pero también lo sorprende, como «el don de un dios desconocido», que habría premiado su comportamiento con Lucía, la novia que Fronesis deja embarazada antes de irse a París.

A diferencia de Virgilio Piñera, también entre los estudiantes de menos posibilidades económicas que conseguían matrícula gratis declarando su pobreza, pero cuyos premios universitarios lo ayudaron a pagarse la carrera de Filosofía y Letras, Lezama cursó Derecho con más penas que gloria. José Prats Sariol ha insistido en que la escasez de recursos lo forzó a espaciar sus matrículas y a asistir regularmente a la biblioteca, pues tampoco tenía dinero suficiente para comprar los libros de texto. Hay documentación que prueba que el escritor pidió matrícula gratis en su facultad, donde por ese entonces no se pagaba mucho (23 pesos costó, por ejemplo, todo el curso académico 1929-30, incluyendo la matrícula deportiva).

El expediente académico de Lezama incluye otras pruebas de su estrechez, como una carta de aval, firmada por el catedrático José R. Hernández Figueroa, donde se certifica que el joven «carece de recursos suficientes para pagar la matrícula universitaria» o una solicitud del propio alumno al Decano de la Facultad para que lo nombre «consejero universitario» del profesor Fernando Sirgo [5]. Son intentos de ganar algún dinero, al igual que otra petición, esta vez para obtener un certificado que le permita trabajar en el Servicio Exterior, fechada el 17 de septiembre de 1929, antes del cierre de la universidad. [6]

Prats Sariol también hace notar que, según la documentación oficial, en 1940, Lezama, empleado ya en un bufete, matricula siete asignaturas en la Facultad de Filosofía y Letras. La solicitud la firma (el 17 de septiembre de 1940) una joven Eloísa, que siempre quiso a su hermano graduado de algo más cercano a su vocación literaria.

Fina García Marruz recordará que Lezama, como ciertas figuras cubanas de corte decimonónico, había conseguido desde muy joven una cultura humanística que mezclaba la erudición y el tono informal, esas volutas ceremoniosas de «lo literario entremezclado a la existencia». Lo que García Marruz llama «el aroma inconfundible» de la clase media criolla vendría a ser una especie de retórica: incluye «al político tunante que sabe ripostar con una buena frase» o «el gusto por la edificación senatorial pomposa o aireada, un estilo quizás grotesco, borroso o mal copiado, pero en el que a veces podían sentirse las ruinas casi romanas de algo grande». Sin embargo, aunque adopta el discurso informal de la grandeza perdida, el ancien régime origenista intentará construir al margen del Estado cubano, fuera de la función pública, reivindicando «una pobreza digna y no exenta de exquisitez y caballerosidad». En esa «Habana de 1935, henchida de politiquería, con un inútil y rampante subconciente alborotado de pesadilla colectiva», de la que Lezama habla en un ensayo medular sobre su amigo Guy Pérez de Cisneros, el verdadero reto era edificar una obra que «no gritase en las esquinas de la polis» ni tuviese que rendir tributo al «horrible rechinar de los tarjeteros del Bajo Imperio» (erudita metáfora apara aludir a la ingobernabilidad y la crisis definitiva de la Roma clásica). [7]

La pobreza, entonces, se transformó en la condición de una aristocracia del espíritu, cultivada en lecturas de Claudel y Mallarmé, de Julien Benda y Valéry, de Curtius y Maritain. Tampoco se trataba de un proyecto de ascesis, definido desde el principio como búsqueda del «verdadero saber». Lezama simplemente tenía claro lo que no quería y ya había leído a Goethe: «el que sabe hacer una cosa, la hace; el que no sabe, la enseña». En Paradiso, compara la escalinata universitaria con la entrada a un horno, a una transmutación» (retomará esta metáfora alquímica en su Curso Délfico, cuya segunda fase se llama, recordemos, «horno transmutativo»), y de alguna manera la Universidad fue para él justo eso, pero en un sentido vital. Y sexual. Aunque se habla poco del asunto, es por esos años que Lezama empieza a confrontar su condición homosexual en el territorio adolescente del escarceo, esa «indefinición voluptuosa». Narciso se reconoce, explora el Eros cognoscente, se busca en el otro. Al entrar a la Universidad, dice en Paradiso, «se conoce a su amigo, se hace el amor, adquiere su perfil el hastío, la vaciedad.»

ESTA UPSALÓN CRIOLLA, marcada por el ejemplo de reformas universitarias en Argentina y México, había empezado a incubar una generación inconforme, cada vez más politizada, que detestaba el autoritarismo cínico de Gerardo Machado, y se mostraba cada vez más dispuesta a usar cualquier método para derrocarlo.

La represión de Machado y la violencia imperante en el país esos años también estuvieron presentes en la vida de Lezama. Uno de sus profesores del colegio Mimó, el intelectual venezolano Francisco Laguado Jaime, que había llegado a La Habana en 1920 huyendo de la dictadura de su primo, el dictador Juan Vicente Gómez, fue detenido el 14 de marzo de 1929, llevado a la policía judicial, y luego asesinado, se cree, de una manera atroz: atado de pies y manos, sus verdugos lo lanzaron a los tiburones en las cercanías del puerto. En un principio, las autoridades policiales dieron diferentes versiones del hecho pero el cadáver nunca apareció. Tenía apenas 30 años.

Las aulas eran un hervidero antimachadista. Un condiscípulo de Lezama, José Antonio Portuondo, recuerda una clase de Introducción al Estudio del Derecho en la que un profesor, el catedrático y representante a la Cámara Gonzalo Freyre de Andrade, había pedido a sus alumnos que redactaran ensayos sobre un tema libre para leerlos luego en el aula. El propio Portuondo fue el autor de un trabajo que cerró la serie pues sus numerosas alusiones políticas hicieron que el profesor decidiera cortar por lo sano las disertaciones. [8] Lezama, que había preparado su ensayo, se quedó sin poder exponerlo. Convocó entonces a un grupo de condiscípulos en el Patio de los Laureles y luego de una entusiasta lectura en voz alta acabó rompiendo las hojas y lanzando los papeles al viento.

Con esos gestos histriónicos y una deslumbrante capacidad para la conversación, Lezama pronto se convirtió en una figura singular dentro del ambiente universitario. Tenía, dice García Marruz, «esa condición de “centro” que tornaba efectivamente séquito todo lo que estaba en torno». Evitaba, sin embargo, los deportes (aunque eran obligatorios), pretextando su asma, «bandera bajo la cual me podía cobijar». Lo suyo era la retórica. Algunos de sus condiscípulos recuerdan su singular habilidad para la caracterización mordaz: una alumna poco agraciada era el «águila rusa colgada de un perchero» y un político elegante se podía convertir para siempre en «el cochero londinense». Ese espíritu burlón e irreverente acercaba a Lezama a algunos de los líderes políticos estudiantiles de los años 30.

También él, por esa época, está entre los alumnos más politizados, aunque no se suma a la facción comunista. Sus amigos, Luis M. Buch y Manuel Menéndez Massana eran agitadores natos, que habían protestado en 1928 cuando Sánchez de Bustamante, Presidente de la Asamblea Constituyente fabricada por Machado, dio el visto bueno para que éste prorrogara su mandato. [9] Los estudiantes no se lo perdonaron. Los del cuarto año de la carrera de Derecho lo esperaron una tarde, plantados a lo largo de la escalinata de la Facultad, «custodiando» su marcha hasta el aula donde iba a impartir su conferencia. El académico, confundido, saludó a los discípulos por el supuesto homenaje que le rendían. Cuando Sánchez de Bustamante llegó a su silla, todos los estudiantes se marcharon, dejándolo solo. Después se produjo la correspondiente denuncia ante el Decano y el análisis con los organizadores de la protesta. Los estudiantes explicaron sus motivos, y hubo una reunión en el Decanato. El doctor Guillermo Portela, catedrático de Derecho Penal, futuro miembro de la Pentarquía de 1933 y pariente, por cierto, de Lezama [10], salió en defensa de su colega, lo que provocó la ira de los estudiantes. Desde el fondo del Decanato, Luis Buch le gritó: «¡Usted es un descarado!» Estalló la algarabía y el descontrol. El catedrático quiso replicar, pero sus palabras fueron ahogadas por el bullicio. La reunión terminó con los ánimos muy caldeados.

Poco después, Portela envió dos padrinos a su alumno, retándolo a un duelo a muerte, por entender que su honor había sido ultrajado. Buch estuvo de acuerdo, y designó a Justo Carrillo y a Menéndez Massana como sus representantes. Propuso que en lugar del combate a sable, a la vieja usanza, se batieran con pistolas, sin formalidades. Por supuesto, intervinieron los amigos, consejeros y padrinos, y el asunto no acabó en sangre. Años después, Buch se presentó a examen oral de Derecho Penal ante el doctor Portela, y su nota fue reducida sin motivo. En 1938, vencidas todas las asignaturas, se tituló en Derecho Civil. [11]

Según otros testimonios, Lezama también lideró el repudio a un profesor que daba una conferencia en la Asociación de Estudiantes de Derecho: tras la presentación del Rector, su nerviosa voz de barítono se alzó para reprocharle al conferencista que hubiera acogido un baile en su casa el día de la muerte del líder estudiantil Julio Antonio Mella. Esa fue la señal para que todos los alumnos se levantaran y abandonasen el local dejando al profesor con la palabra en la boca.

A pesar de no haberlo conocido nunca en persona, Lezama se había cruzado con Mella en varias ocasiones. La primera, a los catorce años, cuando asistió, oculto tras las columnas de la cigarrería Bock, a una manifestación que, encabezada por el líder estudiantil, bajó por la calle San Lázaro y se encaminó a Palacio para tumbar la estatua de bronce que se había hecho erigir el entonces presidente Rafael Zayas, uno de los más pintorescos protagonistas de la corrupción republicana. Al año siguiente, en 1925, escuchó en la Sociedad de Torcedores el último discurso que pronunció Mella antes de exilarse en México. En aquella conferencia, que formaba parte de los cursos de la Universidad Popular «José Martí», Mella pronunció una frase que a Lezama se le quedó grabada: «Machado no es otra cosa que el primer estúpido de Cuba, como el príncipe de Gales no tiene otro mérito que ser el primer elegante del mundo».

En el capítulo XI de Paradiso Lezama superpone estas dos anécdotas, la manifestación del 24 contra Zayas y la del 30 contra Machado, para montar una secuencia casi cinematográfica en la que confluyen diversos aprendizajes: la política, la amistad, el sexo y el conocimiento. Aunque convertir esas páginas en testimonio de filiación política sería demasiado aventurado, puesto que en Paradiso la política es más bien parte del decorado, no cabe duda que desde el punto de vista biográfico fueron experiencias importantes para Lezama.

Ese Mella de Paradiso es una especie de Apolo habanero, una figura ubicua como los dioses de las batallas míticas, capaces de inspirar pasiones colectivas y suscitar enfrentamientos que Lezama llega a calificar de «homéricos». Buena parte del carisma de Mella, sex symbol de la época, procedía de ese «perfil voluptuoso» que Lezama no deja de admirar. Su aventura con la fotógrafa Tina Modotti, la última en una larga lista de relaciones que escandalizaron a la «buena sociedad» habanera de la época, terminó por costarle la vida pues años después uno de los despechados amantes de la italiana, agente al servicio del GPU soviético, le disparó por la espalda en un oscuro callejón de la ciudad de México. La versión oficial cubana del asesinato, sin embargo, culpa hasta hoy a unos esbirros de Machado.

EL 30 DE SEPTIEMBRE DE 1930 Lezama no llegó a almorzar a su casa y el fino olfato de su madre presintió el peligro. Apostada en la ventana junto a Eloísa, se dedicó a vigilar los tranvías que cubrían la ruta Vedado-Muelle de Luz, mientras imaginaba lo peor. «Dos mujeres solas en la ventana», cuenta la hermana «estampa viva de la orfandad, vigilaban pensando que así atraían al hijo perdido».

Un vecino les avisó que cerca de la Universidad había una algarada con motivo de una manifestación de los universitarios que se dirigían al Palacio Presidencial. La madre palideció. Sus peores premoniciones parecían estar a punto de cumplirse. «Estoy segura de que él está allí», dijo. «Irá a parar a la cárcel porque no tiene un padre que lo defienda». Para Eloísa, sin embargo, imaginar a su hermano metido en política era otra razón para admirarlo: «el asma y su devoción por las cuestiones estéticas, me lo remedaban débil, pusilánime», contará luego. (El episodio insinúa el tironeo de toda la adolescencia lezamiana, prisionero entre mujeres, la madre que lo sobreprotege y las hermanas que lo quieren a la altura de un héroe de novela romántica).

Al fin llegó Lezama, con su traje de hilo crudo empapado en sudor, medio ahogado. Era tan obvia su participación en la refriega estudiantil que esa noche la madre no pudo conciliar el sueño. A la mañana siguiente, lo reconoció en una foto panorámica de la protesta que había salido en el periódico. La casa retumbó con las admoniciones maternas, centradas en el tema de la orfandad: «Si José María viviera todo sería distinto, pero en estas condiciones no nos podemos dar esos lujos».

Lezama se vistió en silencio y acudió al velatorio de Trejo mientras su madre era presa de una terrible desazón. La noche anterior, el joven había tenido un fuerte ataque de asma. Ese momento fundamental en que el adolescente entra en la madurez será recreado en Paradiso, cuando José Cemí, después de la manifestación universitaria, se duerme envuelto en los vapores benéficos de sus polvos de asmático. Igual que Cemí, la presencia de Lezama en la manifestación y el velorio de Trejo marca su primera incursión a un territorio donde no llegan el ejemplo paterno ni la asfixiante preocupación materna. Ese dominio autónomo no es otro que la política. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en la novela, donde Rialta hila las cuentas de su rosario de sabiduría familiar para conceder sin violencia el paso a la adultez a través de una exhortación délfica («No rehúses la violencia, pero intenta siempre lo más difícil»), la madre de Lezama hará todo lo posible por recluir a su hijo en la fortaleza familiar y mantenerlo al margen de cualquier militancia.

Las preocupaciones de Rosa Lima no eran infundadas. En septiembre de 1930 Lezama se codea en la Asociación de Estudiantes de Derecho con muchos integrantes de lo que luego se llamará «la generación del 30». En el local de la Asociación, desgarrada por la lucha entre reformistas y comunistas, tuvieron lugar algunas reuniones conspiratorias a las que asistió Lezama. Según varios testimonios, el escritor incluso habría participado en los preparativos de la manifestación en la finca de Polo Miranda, en las afueras de La Habana. Los estudiantes lo planearon todo, incluida una «comisión de gritos», liderada por Armando Feíto, quien se apareció en la manifestación con un claxon desvencijado que, según la barroca descripción de Lezama, «pronunciaba con gran escándalo sus interjecciones como la garganta estremecida de un maniático causando un noble efecto sobre aquella reyerta».

El motivo de la protesta era una maniobra política del rector interino, Ricardo Martínez Prieto que, para evitar disturbios, pretendía suspender las clases universitarias hasta después de las elecciones de noviembre. El plan original del Directorio Estudiantil preveía convocar una asamblea en el Patio de los Laureles en protesta contra la decisión del rector y exigir allí mismo la renuncia de Machado. Luego se leería un manifiesto al pueblo de Cuba (redactado, entre otros, por el comunista Raúl Roa) y la manifestación se dirigiría a la casa de Enrique José Varona, repitiendo, en el homenaje a la figura más prestigiosa de la oposición intelectual al machadato, el trayecto de la marcha universitaria del 20 de marzo de 1927.

El día anterior, 29 de septiembre, uno de los estudiantes más respetados de la facción moderada o reformista, Rafael Trejo, había tratado de acallar los desacuerdos de la caótica asamblea de la Asociación con una frase que luego se revelará premonitoria: «¡Aquí hace falta una víctima!»

Advertido de las maniobras estudiantiles, el rector avisó a la policía, que rodeó enseguida el Alma Mater. El día 30 amaneció con una llovizna fina y las avenidas y accesos a la universidad tomados por los soldados y la policía montada. Al mando, uno de los más enérgicos represores de Machado: Antonio B. Ainciart. El Directorio, entonces, cambió de plan: en vez de reunirse en el Patio de los Laureles para ir desde allí a la casa de Varona, los estudiantes debían concentrarse en un lugar cercano, el parque Eloy Alfaro, y marchar desde allí hasta el Palacio Presidencial. Al parque sólo pudieron llegar un centenar. Se improvisó un mitin. Al grito de «¡Muera Machado! ¡Abajo la tiranía!», Feíto desplegó una bandera cubana y los estudiantes intentaron avanzar. En ese momento la policía ordenó la carga, que fue enfrentada a pedradas, palos y botellazos. «Al llegar a la calle Gervasio», cuenta Lezama en su entrevista con Rosa Ileana Boudet, «donde había una estación de policía, los policías, la gendarmería sale ya disparando tiros al aire. Ahí fueron detenidos Masiques, Marinello, Saumell, toda esa gente que la policía llega y le echa mano. Y los demás, que éramos muchachos que teníamos 17, 18 años, pues nos vamos por ahí corriendo, dando gritos. Había un piquete de policías que ya era fuerte. Machado, que como ustedes saben era un hombre terrible, no se andaba con chiquitas, es decir, las manifestaciones estudiantiles las acababa a balazos».

Entre porrazos y tiros, cayó Trejo, con un tiro en el vientre. Otros estudiantes fueron golpeados o detenidos. El resto se dispersó y un pequeño grupo logró llegar a la redacción del periódico El País, donde tuvieron que enfrentar las acusaciones de «revoltosos» y «rojos». Sin embargo, la muerte de Trejo, que no era comunista, se convirtió en el detonante de la protesta nacional que pondría fin al gobierno de Machado.

Lezama había conocido a Trejo en la Facultad, aunque éste cursaba cuarto año y Lezama el primero. Otro condiscípulo, Eduardo Robreño Depuy, recuerda que el mismo día que Lezama y él subieron por primera vez la escalinata universitaria se le acercaron cuatro curtidos estudiantes: Trejo, conocido por entonces como un excelente jugador de ping pong; José Miguel Lamy y Roa, fervientes agitadores, así como Carlos Prío Socarrás, que años después llegará nada menos que a presidente de la República. «Nos pidieron nuestro apoyo para su grupo, el más radical de la universidad entonces, que estaba abiertamente en contra del gobierno (…) Y fue así que nos iniciamos en tánganas, actos, manifestaciones políticas».

El tono grave y responsable de Trejo impresionó más a Lezama que las proclamas y los encendidos discursos del comunista Roa. (Será éste quien, años después, convertido en Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno revolucionario, desempolve las credenciales antimachadistas del poeta hermético. Su alusión a un Lezama «jadeante y resuelto» en la manifestación del 30 de septiembre sirvió para convertir al escritor en un revolucionario demasiado asmático para una gesta armada). Con una mezcla de orgullo e ironía, Lezama gustaba de evocar aquel antecedente suyo como «hombre de acción», aquella escapada del recinto de la autoridad maternal: en 1959, invitado a una lectura en aquella Universidad que tantos conflictos había visto, empezó por declarar: «Ningún honor yo prefiero al que me gané en la mañana del 30 de septiembre de 1930».

Con esa frase y sus ecos históricos, Lezama se distingue de otros miembros de Orígenes, obligados a arrastrar cierto complejo de culpa en los primeros años de la Revolución. La revuelta del 30 había tenido como objetivo expresar la inconformidad de los estudiantes, no sólo ante el desastre universitario sino frente a la corrupción machadista. Sin embargo, como confiesa Lezama en 1970, aquel suceso no tuvo la repercusión popular que le atribuye la historia oficial. «Yo recuerdo que cuando nosotros desfilábamos le decíamos a la gente que estaba en los ómnibus y en los balcones que se sumaran y ninguno venía a acompañarnos». Después de esa precisión microhistórica, el poeta, tal vez por prudencia, suelta una rotunda apología del sacrificio revolucionario: «Con la muerte de Rafael Trejo se llegó a la profundidad histórica; por primera vez en la historia de la cultura cubana se intentaba lo imposible: a través del sacrificio, de la muerte ir a una forma de poder».

El hecho de que Lezama utilice la palabra «cultura» en vez de «política», más apropiada para hablar de un intento por derrocar a un tirano, resalta el tono simbólico de esta tesis sobre la conjunción de historia, imagen y sacrificio, y coloca a la Generación del 30 como anticipo de la Revolución de 1959.

La idea del sacrificio fundador está presente en todos los textos «políticos» de Lezama: como en el mito, hay una víctima propiciatoria que permite saltar sobre el vacío o la indiferencia de las circunstancias. Sin sangre no hay «posibilidad infinita». De la misma manera que la muerte de Trejo les da sentido a las protestas de su generación, el posterior asalto de Fidel Castro y sus seguidores a «la fortaleza maldita» (como llamará Lezama al cuartel Moncada) será la suma de «imagen y posibilidad» que preludia la Revolución. En otra entrevista, Lezama también se refiere al 30 de septiembre como «el comienzo de la infinita posibilidad histórica de lo cubano».

La realidad es que, a pesar del sacrificio de Trejo y de otros revolucionarios, la farsa política que siguió a la caída de Machado impidió un cambio radical en la vida cubana. En 1934, al reiniciarse los cursos universitarios, Robreño fue a buscarlo para que ingresara en el Partido Auténtico que había acabado de fundar Ramón Grau San Martín. Pero Lezama se negó a volver a «meterse en política» y llegó incluso a calificar al antiguo condiscípulo de «politiquero». Eloísa cuenta que por esa época también oyó a su hermano quejarse de que algunos miembros del Comité Estudiantil comían opíparamente en restaurantes de lujo con el dinero recaudado para sus acciones de protesta.

En una entrevista posterior, Lezama lamenta que la contraparte de los mártires de la Revolución del 33 fue el gobierno de los auténticos, «donde a hombres que inclusive tenían brillantes antecedentes revolucionarios, el poder los deslumbró de tal forma que fueron nada más que unos corrompidos administradores de la cosa pública y unos pillastres». Al final, Rialta tenía razón: la política había resultado ser un «peligro sin epifanía».

Esa frustración marcó profundamente a Lezama, que no quiso saber nada más de militancias hasta 1959 cuando, entusiasmado por la revolución triunfante, «reactivó» su interpretación del sacrificio como motor de la historia cubana.

Según Roberto Fernández Retamar, Lezama le habría confesado otra razón para su distanciamiento. Cuando se creó la comisión de estudiantes que redactaría el manifiesto de la protesta del 30, el joven poeta dio por seguro que sería escogido para integrarla: aún inédito, era sin embargo conocido como escritor entre sus condiscípulos. Para su sorpresa no fue así, y los redactores terminaron siendo Rubén León, Prío, José Sergio Velázquez, Virgilio Ferrer Gutiérrez y el propio Roa, cosa que lo disgustó bastante. «Creí al oírlo entonces», dice Retamar con sorna, «y sigo creyendo, que acaso en aquel momento empezó a evaporarse en Lezama el hombre de acción nutrido de cultura que pudo haber sido, a la manera de Roa, y el espacio vacío que dejó esa evaporación fue siendo colmado por el fastuoso imaginero que sin embargo conservó siempre de su otro posible el ansia revolucionaria de transformación, la fidelidad a lo mejor de su circunstancia, la austeridad, el valor que se sobrepone al miedo, la coralidad, la avidez de futuro».

En la interpretación filistea de Retamar, que ve un resquemor literario en el origen de un distanciamiento político, el «otro posible» de Lezama, ese intelectual orgánico de la Revolución que Retamar sí encarnó, deja paso al filomático fundador de revistas literarias.

UN TENIENTE DEL EJÉRCITO, Aurelio Hevia y Prieto, esposo de su hermana Matilde, le había insistido a Rosa Lima sobre la gravedad de lo ocurrido, advirtiéndola de que el gobierno tomaría represalias con los estudiantes que habían intervenido en la manifestación.

Atormentada, Rosa decidió ir a ver a uno de los antiguos amigos militares del coronel Lezama Rodda, conectados con el gobierno. Eloísa recuerda detalles de aquella visita: «Llegamos a una casa muy lujosa en el Vedado. Nos recibió un criado, quien avisó a una señora grande y gorda a la que le decían “la Niñita”. Me dio risa, pero mamá me dio un pellizco para recordarme que el momento era dramático. Luego mi madre me explicó que eran gente humilde que se había encumbrado. Nos trataron muy bien. Creo que la visita contribuyó a que no arrestaran a mi hermano».

Tras los sucesos del 30 de septiembre, la Universidad de La Habana fue cerrada (desde el 15 de diciembre de 1930 hasta el 18 de junio de 1933). Se paralizó el curso académico, comenzaron las huelgas obreras y la mayoría de los centros culturales fueron clausurados. En febrero de 1931 fracasa un atentado con bomba contra Machado —en el Palacio Presidencial. Poco después, Menocal, Mendieta y Méndez Peñate se alzan en armas, pero casi enseguida son apresados. A finales de 1931, se funda la organización clandestina ABC, que junto con el Directorio Estudiantil Universitario empieza a usar métodos de la lucha clandestina y el terrorismo urbano. La policía de Machado y la Porra, su grupo paramilitar, devuelven los golpes con la misma violencia. El clima político del país se vuelve cada vez más inestable.

A finales de enero de 1932, por ejemplo, el embajador de EEUU en Cuba, Harry F. Guggenheim, le escribe al Secretario de Estado norteamericano: «Hay dos consideraciones que me llevan a creer que es de especial importancia que ni Machado ni el pueblo cubano tengan ninguna duda de nuestra falta de simpatía con la dirección actual de las políticas de Machado, si queremos continuar evitando las desafortunadas consecuencias políticas de los disturbios cubanos: en primer lugar, debido a que no toman en cuenta nuestros consejos, la situación financiera, económica y política ha empeorado progresivamente; y, en segundo lugar, porque la fe del pueblo cubano en la capacidad y disposición del presidente para restaurar la paz moral se ha perdido por completo.» [12]

Con el cambio del gobierno norteamericano, Guggenheim fue destituido y, en 1933, el nuevo presidente, Franklin D. Roosevelt, envió a Cuba a su amigo Benjamin Summer Wells para mediar entre Machado y la oposición. De cualquier modo, Machado tenía que irse, así que el embajador maniobró para sustituirlo por Carlos Manuel de Céspedes, que de inmediato fue reconocido por Estados Unidos.

Sin embargo, el 4 de septiembre, tras varias conspiraciones, oficiales y soldados del ejército dieron un golpe de Estado y depusieron a Céspedes. Se estableció entonces una Junta de Gobierno, la llamada Pentarquía (porque constaba de cinco miembros, uno de ellos era Ramón Grau). El recién ascendido coronel Fulgencio Batista quedó como jefe del Ejército.

«Fue una época desorientada,» resumirá Lezama en otra entrevista, «de la cual se podría decir lo que alguien dijo de un gran poeta español: ‘Potro gallardo, pero va sin freno’. Rebajándole la frase en lo de “gallardía”, el ir sin freno fue su principal característica. Se sucedían los tumultos universitarios, cundía la algazara sin que se borrara la confusión». [13]

La madre, siempre previsora, decidió que lo mejor para mantener a Lezama alejado de aquel clima de agitación política era conseguirle un trabajo. Así ayudaría a sostener a su familia, que seguía en una situación de penuria económica. Para ello, como cualquier viuda necesitada, también acudió a los viejos amigos del padre de Lezama. «Le daré un puesto de soldado», propuso un coronel que había sido cercano al difunto. Pero su esposa, que estaba presente en la entrevista, le recordó que se trataba de un joven bien preparado, que no tenía intención de seguir la carrera militar. «Nuestra madre», cuenta Eloísa «se despidió abruptamente, airada, y cuando estábamos en el tranvía, entre lágrimas, me confesó su gran desilusión. “¿Cómo es posible que trate así al hijo de su íntimo amigo?”».

La anécdota prefigura las múltiples antesalas que, en la siguiente década, tendrá que hacer el propio Lezama, en busca de algún trabajo digno o acuciado por necesidades económicas. Los numerosos favores que habrá de pedir a gente extraña, algunos entre sus condiscípulos universitarios, ahora funcionarios, resentidos y triunfantes. Lorenzo García Vega llama la atención sobre estas humillaciones de Lezama, y opone el caminante incansable de La Habana al «mundo de los choferes», como lo bautizará el conde Keyserling: el mundo de la grosería moderna, cifrado en su fetiche mecánico. Choferes que luego, dice Keyserling, se convertirán en «modernos directores de pueblo». [14]

Al fin, Lezama consigue un trabajo de medio tiempo, «un puestecito de 50 pesos», en la Secretaría de Sanidad. De ese sueldo, cuenta Eloísa, daba una pequeña cantidad a la madre y dedicaba el resto a comprar libros y entradas para los conciertos. También aprovecha esos meses sin clases para leer furiosamente. Acude casi a diario a la Biblioteca Nacional, que estaba entonces en el edificio de la antigua Maestranza de Artillería, en Cuba y Chacón. En la Sala de Lectura, de la que estaba a cargo María Villa Buceta, lo recuerda Vicentina Antuña: «un joven que nos llamaba la atención porque metía su cabeza en los libros y no la levantaba para nada, es decir que estaba siempre leyendo, leyendo y leyendo. Sudaba muchísimo, yo me acuerdo que en aquella época todo el mundo usaba traje, saco y corbata, y a él se le ponían unas manchas de sudor en la espalda. No sé si fue mi marido mismo [por entonces, su novio, Francisco Carone Dede] o María Villar quien me dijo quién era el muchacho». [15]

Estos trajes, por cierto, serán toda una angustia para la madre, y luego para la hermana, porque el joven Lezama crecía y engordaba rápido, así que solían quedársele chicos demasiado pronto. Y sin embargo, a pesar de que el dinero en casa no abundaba, el Lezama de esos años anda siempre muy bien vestido. [16]

En apenas tres años, de 1931 a 1934, Lezama ha pasado de los corros universitarios a convertirse en «un solitario que cultiva el diálogo con fanatismo». Empieza a crearse una leyenda, medio en burla y medio en serio, en torno a aquel joven culto y arrogante, de risa excesiva o frases irónicas, cargadas de una socarrona solemnidad. Le dicen «el Maestro».

Sus largos paseos vespertinos por la ciudad suelen terminar en las librerías de Obispo (sobre todo en la Victoria, de la calle Obispo 366, en cuya trastienda tendrá lugar, años después, algo parecido a una tertulia informal. Allí tuvo lugar la anécdota de su célebre encuentro en el lugar con Mañach, en el que éste le dice, con sorna: «Me han dicho que ahora lo están llamando Maestro», y Lezama contesta: «Prefiero que me llamen Maestro en broma, a Profesor en serio». Toda una declaración de principios.

Tampoco hay que hacerse demasiadas ilusiones sobre el nivel intelectual de ese grupo. Y por si acaso, siempre está García Vega, el aguafiestas de Orígenes, para contarnos que también «en La Victoria, como en los periódicos, como en los grupos profesorales, como en todos los mundillos de la cultura oficial cubana, se despreciaba a los escritores y a los artistas», y darnos detalles del sofá o las sillas de la librería donde solía sentarse el escritor Luis Felipe Rodríguez, y cómo el dueño de La Victoria, un exiliado español a quien Rodríguez le parecía un «viejo cargante», mandó a quitar sofá y sillas, «y sólo Lezama se indignó ante esa indecencia».

Las librerías de Obispo eran uno de los tantos destinos habaneros del flâneur Lezama. Por esos años, sus intentos poéticos trazan también una especie de mapa de La Habana: «Catedral (Noche y gritería)», «Catedral (Paseo de domingo)», «Bahía de La Habana», «Playa de Marianao», «Nacimiento de La Habana», «Paseo del Prado (Sombrillas de medianoche)»… Entre 1931 y 1934 Lezama trabaja en un libro, Inicio y escape, firmado sólo como José Lezama (sin el «Lima» materno: curioso gesto de autoafirmación), y va dejando una constelación de poemas habaneros, entre ellos los que antologará Juan Ramón Jiménez en La poesía en Cuba en 1936.

Todo ese material parecería el preludio de una poética que irrumpe, rotunda y cerrada sobre sí misma, cuando se publica «Muerte de Narciso» en 1937. Pero este largo poema gongorino, dedicado «a mis amigos José Ardévol y René Villarnovo», también había sido escrito entre 1931 y 1932. Lezama lo adelanta en el segundo número de Verbum (julio-agosto de 1937) antes de hacerlo imprimir en Úcar, García y Cía, ese mismo año, como una plaquette de apenas diez páginas. Su primer verso, «Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo», provocó, según Vitier, que «la poesía de Mariano Brull, Emilio Ballagas, Eugenio Florit, como brujas montadas en escobas, salieron disparadas por una ventana… La poesía cubana había cambiado en una sola noche».

(Continuará…)

*Se presenta aquí, en exclusiva para el El Estornudo, uno de los capítulos (el cuarto) del libro en el que llevo demasiados años trabajando: José Lezama Lima: una biografía (título provisional). Otro capítulo, titulado «Hotel Vedado», fue incluido en mi libro Inventario de saldos. Como se verá, se trata de un esfuerzo por mantener el análisis de la vida y la obra de Lezama a un nivel estrictamente biográfico, al margen del gigantesco corpus de exégesis literaria que ha generado su obra, y que se ha multiplicado exponencialmente en los últimos años. Para el biógrafo de Lezama, son especialmente útiles los testimonios de las personas que lo conocieron, muchos recogidos por Carlos Espinosa en su indispensable Cercanía…, y el deslumbrante trabajo de rescate de su archivo realizado por Iván González Cruz, con quien cualquier lector e investigador de Lezama estará siempre en deuda. Agradezco también a las personas que accedieron a ser entrevistadas para este trabajo, y a Eloísa Lezama Lima, fallecida en el 2010, por su colaboración. Otro agradecimiento especial para José Prats Sariol, profundo conocedor de la vida y obra lezamianas, que puso en mis manos varios documentos importantes aquí citados, entre ellos el expediente académico del escritor.

Las referencias usadas para este fragmento de un work in progress (que se dividirá en tres entregas) se abrevian aquí, por razones de espacio.

Notas

(1) La pobreza es una presencia constante en la vida de Lezama, sobre todo después que la muerte de su padre dejara a Rosa Lima con una prensión de viudez y tres hijos y una cocinera que mantener. «¿Te acuerdas cuando éramos niños,» le dice a Eloísa en una carta, «la angustia en los días postreros del mes, por el silbato del cartero, diosecillo mercurial de las cobranzas, que nos indicaba si entrábamos en el mes siguiente con pie siniestro o con dicha?»

(2) Carlos Espinosa Domínguez: Virgilio en persona, Término editorial, pág. 71. Virgilio no llegó a terminar nunca Filosofía y Letras: decía que se negaba a ser examinado por un «bando de burros».

(3) Víctor Amat, en su reseña del Curso de Legislación Hipotecaria, de Manuel Dorta Duque, en Verbum Año I, Nº. 2, La Habana, julio-agosto de 1937, pp. 61-62. Amat Osorio se graduó de Derecho y publicó un libro de cuentos campesinos sobre su natal Holguín, Seis cosas viejas (Banes, 1937), celebrado por su condiscípulo José Antonio Portuondo, que lo comparó con Luis Felipe Rodríguez y Carlos Montenegro. Fue también uno de los fundadores del Club Rotario de Banes.

(4) Según Rojas, ocurría justo lo contrario: «El área en que se especializó el poeta, Derecho Penal, era por entonces la de mayor desarrollo en Cuba y la que experimentaba más claramente el choque entre el viejo paradigma de la criminología positivista y las nuevas teorías funcionalistas del delito». Véase Rafael Rojas: «Del derecho a la poesía», en Lezama Lima: la palabra extensiva, Verbum, Madrid, 2011, pp. 279-285; publicado también con el título «Lezama y los castillos», en Luzelena Gutiérrez de Velasco, Sergio Ugalde Quintana, eds: Banquete de imágenes en el centenario de José Lezama Lima, (COLMEX, México, 2014).

(5) Fernando Sirgo y Traumont llegará a ser Director de la Secretaría de Instrucción Pública (ministro de Educación) entre 1936 y 1938, bajo el gobierno de Federico Laredo Brú. Simpatizaba con los comunistas, y fue amigo de Mella en la época del congreso de Estudiantes de 1923 y la Universidad Popular. Estuvo entre los fundadores del ABC, en 1931.

(6) Véase: José Prats Sariol: «Opus Ícaro», en Lezama Lima: la palabra extensiva, Verbum, Madrid, 2011, pp. 268-270.

(7) Es el mismo asunto que va a separar, años después, a Lezama de su amigo Guy Pérez Cisneros, que con su meteórica carrera de lycéen, académico, político y diplomático representó, tal vez, lo más depurado de esa otra vía institucional a la que Lezama siempre se negó a reconocerle carácter fundador. Hasta el punto del distanciamiento personal, o de opiniones tan severas («fue un desertor del movimiento y se entregó con bagaje y todo al enemigo») como las que sobre Guy aparecen en una entrevista con Ricardo Riaño, de febrero de 1954.

(8) Poco después, el 27 de septiembre de 1932, el propio Freyre de Andrade sería tiroteado y muerto en su propia casa, junto con sus hermanos.

(9) Buch, Menéndez Massana y Justo Carrillo fundarán luego un despacho de abogados, con sede en el edificio del Banco Nova Scotia (en Cuba y O’Reilly). Ambos estarán muy involucrados en los primeros tiempos de la Revolución de 1959.

(10) Según el testimonio de Mercedes Rosado, Portela era primo de Lezama por la parte paterna: su segundo apellido era Méndez, y el padre de Lezama era Rodda y Méndez. Fue él quien le consiguió, en 1940, el puesto en el Consejo Superior de Defensa Social, en la prisión del Castillo del Príncipe, ese «regalo envenenado».

(11) Esta anécdota y una larga semblanza de Buch aparecen en el ensayo de Reinaldo Suárez «El hombre que da las respuestas», en: Un insurreccional en dos épocas. Con Antonio Guiteras y con Fidel Castro, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2001.

(12) El informe prosigue: «Durante casi un año y medio, en Cuba ha campeado el desorden. Ha habido agitación, manifestaciones, bombas continuas con alguna destrucción de propiedad, y en agosto pasado la revolución que, aunque fue ganada por el Gobierno, no terminó en el restablecimiento de la paz moral. De forma intermitente, durante este período, se ha reducido la libertad de expresión o de prensa; en la actualidad, las garantías constitucionales están suspendidas y el país está bajo la ley marcial. Una organización llamada “El Partido de la Porra”, que consiste en mercenarios partidarios del Gobierno, lleva a cabo represalias sangrientas contra los actos violentos o especialmente desagradables de los grupos de oposición. La única universidad del país y todas las escuelas superiores han estado cerradas durante más de un año, debido a la oposición estudiantil al gobierno. Las cárceles han estado llenas intermitentemente de presos políticos. Además de la depresión mundial (y esa es la causa básica de la difícil situación económica de Cuba), la falta de confianza en el gobierno cubano y las condiciones mencionadas han ayudado a provocar un estancamiento en los negocios que ha aumentado la miseria del pueblo cubano.» (Véase Foreign Relations of the United States Diplomatic Papers, 1932, The American Republics, Volume V, en: Office of the Historian: https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1932v05/d594)

(13) Manuel Marcer: «Verbum: Primer signo de una generación», en Vida Universitaria, no. 175-176, marzo-abril 1965. Incluido en Carlos Espinosa: Vuelvan crepúsculos y flautas, Ediciones Orto, Manzanillo, 2010.

(14) «Pues en un mundo de choferes se estaba, en los años de Orígenes, con el alza del azúcar, y el auge económico de una burguesía tarada e imbécil. Todos fueron choferes: los políticos, los hombres de negocios, los curas, las putas. Los choferes se ausentaban para ir a Miami; los choferes no conocían el paisaje; los choferes sólo sabían llegar a sus horribles nuevas casas para destapar sus cervezas. Y Lezama caminaba, recorría su paisaje, como pocos cubanos lo han hecho. Pues las grandes caminatas de Lezama fueron también como su risa: un reto, y un descubrimiento». Lorenzo García Vega: Los años de Orígenes, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2007, pág. 270.

Sobre el «mundo de choferes» según Hermann Alexander, conde de Keyserling (1880-1946), puede verse esta ilustrativa columna del historiador de La Habana Emilio Roig de de Leuchsenring, publicada en Carteles el 25 de septiembre de 1938: «El conde Keyserling ve en el chofer “el tipo determinante de nuestra edad de muchedumbres, como lo fueron de otras edades el sacerdote y el caballero… La mayoría de los hombres se orienta hoy hacia el tipo del chofer… En todo el mundo se instaura entre la muchedumbre el tipo del chofer… La juventud de hoy se diferencia de los pueblos salvajes en que, en su alma, lo transferible domina sobre lo intransferible. En tal respecto, su conducta encuentra su símbolo, no en el hombre primitivo sino en el coche mecánico. (…) Waldo Frank juzga que el hombre y la familia modernos norteamericanos, y lo mismo puede aplicarse en mayor o menor grado a los hombres y las familias de todo el mundo occidental, viven por el automóvil y para el automóvil. La aspiración de unos y otras es: primero, poseer un automóvil; después, ir mejorando la máquina y la calidad del carro. Su categoría social la dará la marca del carro que posean. El vestir elegante, el comer bien, el poseer casa confortable, importan poco. Todo será sacrificado al automóvil.”»

Nótese la influencia de estas críticas a la modernidad en el siguiente párrafo de una crónica habanera de Lezama: «Ganemos en una mañana la perspectiva aérea de La Habana. Sus calles de anchura deleitosa parecen inundadas del río de latón de las máquinas. Lentísimas hileras se mueven como encadenadas. Quien soñó con una prisa innecesaria ahora camina como amarrado a un árbol. Calles hechas para la marcha y el paseo nocturno, soportan grosería y toneladas, erizando sus aguijones, sus ingenuos sistemas defensivos y logran hacer lento y arrastrado el paso de innumerables invasores». (En: Tratados en La Habana, Universidad Central de las Villas, 1958, pág. 282).

(15) Testimonio de Vicentina Antuña recogido en: Víctor Fowler y Fabiola Mora: «Palabras cruzadas en torno a Lezama Lima», Letras Cubanas, 16 (oct.-nov.-dic. 1990), pp. 286-287.

(16) «Gustaba de vestir en verano con trajes de hilo crudo o blanco. No era síntoma de bien vestir porque por aquellos tiempos esos trajes costaban diez pesos (la moneda cubana se cotizaba igual a la de Estados Unidos). Los estudiantes tenían que acudir a las clases con el saco puesto, lo que hacía la pobreza más visible.

«Este subrayado de su ropa obedece a que constituía una angustia para nuestra madre. Jocelyn crecía y engordaba muy ligero y los trajes le quedaban pequeños antes de romperlos.  También a mí me preocupaba la compra de su ropa. Nuestra madre provenía de una familia burguesa venida a menos, más doce años de matrimonio con un militar de carrera, la hacía dar demasiada importancia al aspecto exterior, a la apariencia. Como ella gustaba de los refranes, yo, con cierta ironía le recordaba que el hábito no hacía al monje, a lo que me ripostaba que era de los pocos refranes equivocados. La ropa de Jocelyn se había tornado en problema doméstico, al que él no daba ninguna importancia.» Eloísa Lezama Lima, en Una familia habanera, Ediciones Universal, Miami, 1998, pág. 46.
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