sábado, 13 de julio de 2024

Hundimiento del remolcador 13 de Marzo: el crimen sigue impune 30 años después.

Por Luis Cino.

Se cumplen 30 años del hecho más criminal de la dictadura castrista: el hundimiento, en la madrugada del 13 de julio de 1994, en la boca de la bahía de La Habana, del remolcador 13 de Marzo.

La vieja embarcación, en críticas condiciones, que había sido tomado por varias decenas de personas desesperadas por irse del país, se hundió a la salida de la bahía producto de las repetidas embestidas de los remolcadores Polargo 2, 3 y 5 que, en cumplimiento de órdenes recibidas, se empeñaron con saña asesina en frustrar a cualquier costo aquel intento de salida ilegal.

Cuarenta personas murieron. De ellas, once eran niños. Uno de ellos todavía no había cumplido los siete meses.

Según testimonios de los sobrevivientes, algunos de los niños cayeron al mar antes de que se hundiera la embarcación, arrancados de los brazos de sus madres por los chorros de agua a presión disparados por las mangueras de las naves perseguidoras con que barrieron la cubierta del remolcador.  

Las autoridades no hicieron ni el intento de rescatar los cadáveres del fondo del mar.

Nunca fueron llevados a juicio los responsables directos de aquel crimen monstruoso, los tripulantes de los Polargo 2, 3 y 5, y la Capitanía del Puerto, que es de donde se supone deben haber partido las órdenes, si es que no fue de instancias superiores. 

En vez de ser juzgados y castigados, el propio Fidel Castro, en una comparecencia televisiva, elogió el celo que mostraron las tripulaciones de los Polargo para evitar que se robaran el remolcador.

Aquella masacre de gente indefensa, que pudo haber sido evitada utilizando alguno de los numerosos medios disuasivos de los que disponen las Tropas Guardafronteras y el Ministerio del Interior, probablemente pretendió ser un escarmiento, “una medida ejemplarizante” -como lo fue el  fusilamiento de los tres secuestradores de la lanchita de Regla- para frenar el robo de embarcaciones en medio del éxodo que ya estaba en marcha en aquel convulso verano de hambre y de apagones que culminó, tras las masivas protestas del 5 de agosto de 1994 conocidas como el Maleconazo, con la Crisis de los Balseros.   

Desde entonces, a pesar de los acuerdos migratorios entre Cuba y Estados Unidos y de la modificación de las leyes migratorias cubanas, no ha cesado el éxodo de cubanos. Por el contrario, se ha incrementado. Ya no son solo los que se lanzan al mar, a riesgo de ser devueltos por los guardacostas norteamericanos si son interceptados en el agua, sino los que se van por Centroamérica, dispuestos a enfrentar todo tipo de peligros para llegar a los Estados Unidos.

Decenas de cubanos han muerto, en disímiles circunstancias, en esta estampida. Y continuarán las tragedias mientras dure este régimen irresponsable y criminal, que, según sean sus conveniencias y pánicos, lo mismo alienta el éxodo que ordena hundir embarcaciones cargadas de personas que huyen de la miseria y la opresión.   

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