Varadero, el segundo polo turístico de Cuba se encuentra en franca baja turística en lo que concierne a la temporada alta, que se inicia al romper el otoño y se extiende todo el invierno, de noviembre a marzo.
En el último quinquenio hubo un período de turismo sostenido, y ya en diciembre los hoteles se encontraban en más del 75 % de las habitaciones ocupadas. Sin embargo, hoy no supera el 60%, lo que ha provocado que la gerencia haya tenido que dar baja temporal a empleados, sometiéndolos al indicador de salario básico pero en moneda nacional, tronchándoles las divisas y enviándolos a sus casas hasta nuevo aviso.
La estampida turística se manifiesta en dos vertientes; el potencial turista a última hora ha cancelado el viaje, y otros ya en Varadero han regresado sin terminar el período por los días totales que pagaron en el paquete turístico.
Los visitantes son gente de bajo nivel de consumo, al parecer personas de la clase media baja y muchos son obreros que se presentan con sus ahorros, ya que el consumo per cápita ha disminuido.
Según funcionarios y empleados del sector, que son fuentes de la información, la estampida es en parte es por la crisis mundial. Pero existe también otra lectura: aseguran que los turistas se han marchado de inmediato por el miedo a las epidemias que sufre la Isla.
Las autoridades han estado reprimiendo al periodismo libre (independiente) por dar las primicias sobre los focos epidémicos de dengue y cólera, en casos después reconocidos por las propias autoridades de Salud, como por ejemplo en la ciudad de Manzanillo. Sin embrago, han mantenido un secreto absoluto sobre el incremento de enfermedades contagiosas en las provincias afectadas por el ciclón Sandy.
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