Por Roberto Jesús Quiñones Haces.
Si tomáramos como base para nuestro análisis que el salario medio mensual en Cuba fuera de $500 pesos en Moneda nacional -cifra muy por encima de la real-, una camisa de mangas cortas, que hoy se comercializa en aproximadamente 11 CUC-moneda con la que no se le paga a la inmensa mayoría del pueblo-, equivaldría al 52.8% de ese salario; una bolsa de leche de $2.50 CUC al 12% y un litro de aceite vegetal que cuesta aproximadamente $2.40 CUC al 11.50%. Es importante aclarar, para el beneficio del lector que no vive en la Isla, que el CUC es una moneda convertible creada por el gobierno para su circulación dentro del país, que equivale a algo más que un dólar norteamericano y a 25 pesos Moneda nacional. O lo que es igual, un salario de 500 pesos mensuales equivale a unos 20 CUC.
Ni hablar del porciento que representaría la compra de un televisor, un horno microonda, un lector de DVD o un refrigerador, bienes que en Cuba se venden a precios exorbitantes. Si un cubano decide hacer una fiesta, siquiera íntima, porque se le casa un hijo o una hija cumple quince años, una caja de 24 cervezas, de muy mala calidad, le costaría $240.00, equivalentes al 48% del salario. Una cerveza Mayabe, de mejor calidad, cuesta 18.00, así que una caja costaría $432.00, el 86.4% de cualquier salario en Cuba; una caja de cerveza Cacique le costaría $480.00, el 96% del salario y una de Cristal o Bucanero, que se venden en divisas, equivaldría al 113% de ese salario.
Otros ejemplos de precios abusivos son los del transporte público. Un pasaje por ómnibus desde Guantánamo a La Habana cuesta $175.00, equivalente al 35% del salario medio tomado como referente. En avión el pasaje cuesta $225.00 y equivale al 45% del salario de referencia. Ni hablar de los precios que imponen los particulares.
Lo anterior demuestra como las empresas productoras de bienes o que ofertan servicios obtienen ganancias exprimiendo al ciudadano y no sobre la base de mejorar su eficiencia. Hasta hace poco un simple pañuelo costaba diez pesos, hoy cuesta once; un Kg de filete de claria costaba 16 pesos, ahora cuesta 26. En ninguno de estos casos se ha explicado al pueblo la causa del aumento de precios, que no ha sido acompañado por un aumento correspondiente en los salarios.
En los mercados agropecuarios también son elevados los precios y el consumidor está tan desprotegido jurídicamente como en el ámbito de las tiendas estatales. Existe una curiosa relación entre los precios del mercado negro, los del privado y los de las tiendas estatales. Cuando los dos primeros aumentan los últimos también. En la década de los años noventa del pasado siglo las pizzerías estatales vendían las pizzas y espaguetis a $1.20. En Guantánamo los particulares comenzaron a vender a tres pesos las pizzas y los espaguetis con queso y a cinco pesos las pizzas y los espaguetis con jamón. De inmediato las pizzerías estatales hicieron lo mismo, es decir, aumentaron el precio de sus productos un 416% sin justificación alguna, máxime cuando el precio de los ingredientes que les suministra el gobierno se ha mantenido estable y es muy inferior al que pagan los particulares para elaborar esos mismos productos, en muchos casos de mejor calidad. Lo mismo ocurrió con las bolsas de leche en polvo pues a medida que el precio de éstas iba subiendo en el mercado negro las tiendas que venden en divisas también lo fueron aumentando. Téngase en cuenta que este producto es de primera necesidad y que en Cuba sólo se les vende leche fresca a los niños hasta los siete años de edad. Con el precio del aceite ha ocurrido igual.
Igualmente es apreciable como mejora rápidamente el nivel de vida de quienes logran un puesto gerencial en tiendas recaudadoras de divisas, hoteles, entidades vinculadas con el turismo o empresas de importancia. A estas personas se les paga parte de su salario en divisas, pero, definitivamente, lo que ganan legalmente no basta para mantener el nivel de vida que mantienen, algo que está a la vista de todos.
La corrupción es obvia y rampante. Por ejemplo, en Guantánamo Ud. debe llevar siempre una jaba (bolsa) o un recipiente para llevarse cualquier producto que vaya a comprar, pues en las tiendas nunca tienen con qué envolvérselo. En muchas ocasiones las tiendas recaudadoras de divisas carecen de las bolsas de nylon, que hasta hace unos días costaban un peso. Ahora, no hay bolsas en las tiendas, pero tanto en el mercado municipal como en el portal de la pescadería situada en la calle Pedro A. Pérez y Bartolomé Masó son fáciles de adquirir de vendedores particulares que las ofrecen a dos pesos. Conste que se trata de las jabas que deberían estar a disposición de los consumidores en las tiendas y que se venden en la calle, abiertamente, a menos de quince metros de dos unidades del Ministerio del Interior y a tres cuadras de una céntrica Estación de Policía. No habría nada más fácil para la policía que averiguar el origen de esas bolsas.
Muchos piensan que esta inacción de las autoridades se debe a que es el propio gobierno quien propicia la venta informal de productos y por eso no se investiga quien suministra las bolsas a estos vendedores. El proveedor podría ser algún condecorado coronel retirado, devenido próspero gerente de una tienda recaudadora de divisas.
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