Por Juan Juan Almeida.
Eduardo es un serio empresario español, también correcto, que desde hace más de 20 años tiene negocios en Cuba. Posee una firma comercial inscrita y legalizada en el registro mercantil de la Cámara de Comercio, y una familia cubana. Vive en la calle 30, entre 5ta y 7ma, barrio Miramar, en Ciudad Habana, exactamente a un costado de la embajada de Canadá.
Como buen comerciante, astuto y calculador, supo aprovechar el momento, y las nuevas oportunidades ofrecidas; convencido además de que el gobierno revolucionario necesita recibir ingresos de capital en iniciativas privadas, extendió su negocio más allá del vínculo comercial que le une a varias empresas de la isla, se asoció, por separado, con tres ciudadanos cubanos y con ellos creó estas sociedades:
Eduardo es un serio empresario español, también correcto, que desde hace más de 20 años tiene negocios en Cuba. Posee una firma comercial inscrita y legalizada en el registro mercantil de la Cámara de Comercio, y una familia cubana. Vive en la calle 30, entre 5ta y 7ma, barrio Miramar, en Ciudad Habana, exactamente a un costado de la embajada de Canadá.
Como buen comerciante, astuto y calculador, supo aprovechar el momento, y las nuevas oportunidades ofrecidas; convencido además de que el gobierno revolucionario necesita recibir ingresos de capital en iniciativas privadas, extendió su negocio más allá del vínculo comercial que le une a varias empresas de la isla, se asoció, por separado, con tres ciudadanos cubanos y con ellos creó estas sociedades: