martes, 17 de octubre de 2017

Cuba, la escasez perenne.

Por Iván García.

Dolor en el pecho, jaquecas e inflamación de los pies puso en alerta a la familia de Oneida, una anciana de 82 años con un extenso historial diabético y oncológico.

Sus hijos la trasladaron con urgencia al cuerpo de guardia del hospital Miguel Enríquez, en la barriada de Luyanó, al sur de La Habana, donde la madre fue ingresada en una sala de terapia intermedia.

El equipo de especialistas que atendió a Oneida le preguntó si tenían parientes o amigos en el extranjero que pudieran comprarle medicamentos en falta en el país, pues tras dos meses sin el tratamiento requerido la señora sufre descompensaciones en su organismo.

“Esta vez se salvó de la muerte, pero si continúa sin tomar los medicamentos requeridos la historia puede ser otra, me dijo uno los doctores que atendió a mi madre”, señala Ernesto, hijo de Oneida. “Desde hace cuatro meses, tres de los medicamentos que toma la vieja están en falta en las farmacias y en los almacenes de hospitales. No tengo familiares en el extranjero. Me estoy moviendo con la gente de la iglesia para intentar conseguirlo. Mi madre, además, debe llevar una dieta estricta y por la escasez de alimento se complica muchísimo”.

Diario Las Américas le preguntó a Yanisbel, administradora de una farmacia en el municipio Diez de Octubre, el más poblado de la capital, el número de medicamentos en falta y si se sabía cuándo las autoridades de salud pública pensaban remediar el déficit.

“Administro una farmacia principal y faltan alrededor de 162 medicamentos. Algunos llevan hasta un año sin entrar. Otros llegan a intervalos y en pocas cantidades. Medicinas esenciales como los sprays de Salbutamol para asmáticos o Enalapril para hipertensos estuvimos tres meses sin recibirlos. Un grupo de 40 a 50 medicamentos que van desde los antihistamínicos hasta los destinados a diabetes a problemas circulatorios, que se distribuyen mediante el tarjetón a pacientes que deben tomarlo sistemáticamente y hace meses no entran a la farmacia hace meses”, indica.

Eugenia, pensionada, llevaba alrededor de ocho meses sin atenderse una erupción en brazos, piernas y espalda por falta de Clobetazol en pomada. “Al final, del dinerito que me envía una sobrina, tuve que gastar casi 10 chavitos (cuc) y comprarlo en la farmacia internacional del hotel Habana Libre. Hace poco ella me envió varios tubos de Clobetazol y se mi quitó la erupción. Muchas medicinas perdidas, ni por la izquierda se pueden conseguir”.

En el mercado subterráneo, por lo general mejor abastecido que la red de comercio minorista estatal, tampoco se pueden conseguir medicamentos como un tiempo atrás fácilmente se conseguían.

“La razón es simple. Si no hay medicinas en los almacenes de Salud Pública, no vas a encontrar medicamentos en la calle. Todas las medicinas que se venden por fuera salen de los hospitales y almacenes del Estado. Unos cuantos vivimos de esas ventas. Pero desde hace casi un año la escasez de medicinas nos tiene quietos en base”, dice un empleado de un almacén de medicamentos.

La ausencia de medicamentos no es imputable al huracán Irma. “Varios proveedores chinos que nos vendían la materia prima, por impagos reiterados, han parado las importaciones. Es la causa fundamental por la cual nuestra industria farmacéutica ha entrado en crisis”, asegura un funcionario del Laboratorio Reinaldo Gutiérrez.

Pero el desabastecimiento va más allá de las medicinas. Si usted recorre las tiendas y agromercados del país notará la ausencia de alimentos indispensables en la magra dieta del cubano.

En un pequeño establecimiento por divisas ubicado en la Calzada de Diez Octubre y Lagueruela, los anaqueles están repletos de tres productos: aceite vegetal, ron y mayonesa importada de Estados Unidos. En la nevera de los cárnicos, solo hay hamburguesas de cerdo, a 0.70 a centavos de peso convertible cada una.

“Antes de Irma ya había escasez, pero después que pasó el huracán, el desabastecimiento se agudizó. Ahora falta el picadillo, pollo, salchichas, latas de sardinas, espaguetis y galletas de soda, entre otros. En una reunión nos dijeron que esos productos los destinaron a los damnificados del ciclón, como si el resto de los cubanos tuvieran la boca cuadrada”, expresa una dependiente.

Yamila, 55 años, ingeniera, cuenta que recorrió “todos los mercados de Centro Habana, Habana Vieja y Vedado para comprar comida y lo único que pude adquirir fue dos paquetes de pollo y uno de hígado de res. Sacaron papel sanitario en La Época, en la calle Galiano, y las colas eran tremendas. Parecía que iban a dar visas para Estados Unidos”.

Con esa capacidad extraordinaria que tienen los funcionarios del gobierno para evadir la realidad, Diario Las Americas con un directivo de TRD Caribe, red de tiendas suscritas a GAESA, emporio militar que fiscaliza el 80 por ciento de los negocios en moneda dura de Cuba, indagó las causas del desabastecimiento y su posible solución.

El hombre carraspeó un par de veces, respondió una llamada telefónica en su móvil y luego se dispuso a contestar. “Primero hay que analizar que Irma no fue un huracán cualquiera. Afectó a 13 de las 16 provincias cubanas, casi a todo el país”, señala abriendo los ojos. Tras una pausa añade:

“Dicho esto, entonces debemos tener en cuenta que cierto desabastecimiento existente es imputable al traslado de productos a zonas más afectadas o al acaparamiento de personas inescrupulosas que luego se dedican a revenderla”.

-Pero el desabastecimiento viene desde hace más de un año. Y el papel sanitario, que se vende exclusivamente en divisas, no es esencial para las familias que perdieron sus casas. ¿O porque el huracán Irma afectó a varios almacenes de insumos para el turismo, se vieron obligados a trasladar papel sanitario a los hoteles?, le pregunto.

“No hay tal desabastecimiento, y si existe es puntual. Sucede que con el aumento de negocios privados, la demanda supera la oferta. En cuanto al papel sanitario hubo un bache en su producción por falta de una materia prima importada. Pero ya el barco está en el puerto y en pocos meses se superará el déficit. No tiene nada que ver con el turismo”, alega el funcionario con un discurso optimista.

Y es que coexisten dos Cuba. La de la narrativa oficial que marcha viento en popa, y la real, donde el precio de los alimentos está por las nubes, escasean muchos medicamentos y el sustituto del papel sanitario suele ser el periódico Granma.
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