lunes, 29 de marzo de 2021

El CUC, hermano bastardo del dólar, ha muerto.

Por Carla Gloria Colomé Santiago.

Ha muerto el CUC y murió joven, como Amy Winehouse, Jimi Hendrix o Janis Joplin. Justo con 27 años.

En una puesta en escena el CUC, peso cubano convertible o “chavito”, como también se le ha llamado, vendría a ser el actor suplente de ese actor principal que es el dólar y que, a veces, ha ocupado el lugar de un extra o de un doble, pues ha entrado y ha salido a conveniencia del teatro económico de Cuba, digamos. 

El CUC fue, además, una especie de hermano bastardo del dólar, que en ocasiones quiso asumir un nombre que no le tocaba. 

Incluso sabiendo que se trataba del Peso Cubano Convertible, al CUC por años le seguimos llamando dólar, a las monedas le seguimos diciendo “kilitos en dólar”, y abierta y chabacanamente también le nombrábamos los “fulas”.  

Siempre cargó, el CUC, con esa falta de identidad. Siempre estuvo a la sombra del dólar que, al final, terminó imponiéndose.

El nacimiento.

La moneda, emitida por el Banco Central de Cuba, comenzó a circular en 1994, poco después de que el país tocara fondo con la crisis amablemente llamada Periodo Especial, que hizo a los cubanos entender de qué se habla cuando se habla de hambre. 

En diciembre de 1991 desapareció la Unión Soviética y los años que vinieron fueron particularmente duros para Cuba, cuando colapsaron importantes sectores económicos como la industria y la agricultura.

El Estado cubano siguió imprimiendo dinero para pagar salarios aunque muchos trabajadores dejaron de tener una actividad real que realizar. El resultado fue una inflación galopante, que alcanzó un 200 por ciento ese año y evaporó la capacidad de consumo de la población. 

Como el peso cada vez servía para comprar menos, quienes pudieron dejaron de usarlo en favor del dólar, que alcanzó valores desorbitados en el mercado informal. Un dólar llegó a costar 150 pesos cubanos, cuando antes se había cotizado en apenas cinco. Cinco pesos.

El gobierno decidió entonces legalizar el dólar y unos meses después, en 1994, inventó una moneda nacional que tuviera paridad con la divisa estadounidense. Por cada dólar que entrara a la economía cubana, se emitiría un CUC y ambas monedas se utilizarían en la economía que comenzaba a emerger, dependiente del turismo, las remesas y la inversión extranjera. 

De esta manera, el gobierno trataba de aislar las partes muertas de la antigua economía en las que se utilizaba el peso de las nuevas actividades más lucrativas, dominadas por el dólar y su hermano bastardo: el CUC.

Ambas podían utilizarse en las nuevas Tiendas Recaudadoras de Divisas, en las que era posible encontrar todo lo inexistente en el resto de tiendas. 

Pero fiel a su papel de actor secundario, en estos primeros años, el CUC quedó relegado frente al dólar. 

Los turistas, que comenzaron a llegar por millones, podían pagar con dólares. Las empresas estatales vinculadas al turismo o la inversión extranjera podían tener cuentas bancarias en dólares y utilizarlos para comprar insumos en el exterior. 

El dólar se podía utilizar para comprar. El problema residía en la forma en que te podías agenciar los dólares trabajando.

Desde Estados Unidos, los emigrados tuvieron más facilidades para enviar divisas a sus familiares, gracias, en parte, al servicio de Western Union que comenzó a operar a finales de 1995. 

Con el tiempo, las remesas se convertirían en uno de los ingresos más importantes para el país.

Estas medidas crearon un país más estable durante los años 90. Era un país en el que convivían tres monedas simultáneamente, aunque en realidad estaba dividido entre quienes tenían dólares y el resto.

El auge.

El CUC nació en un contexto de emergencia, pero con el nuevo siglo fue posicionándose dentro de la economía de la Isla. 

El uso del dólar que hacían las empresas estatales cubanas no había pasado desapercibido para Estados Unidos que, en mayo de 2004, impuso una sanción de 100 millones de dólares a un banco suizo por operar transacciones en dólares para Cuba y otros países sancionados. 

Fue una advertencia de la administración de George W. Bush que motivó a las autoridades cubanas a dar el siguiente paso: el dólar pasaría a un segundo plano, el CUC sería el protagonista. 

Ya desde 2003, el CUC se había impuesto como la moneda con la que tenían que operar las empresas estatales. Pero en noviembre de 2004, se decidió que el dólar dejaría de circular como moneda con la que comprar bienes y, en adelante, solo podrían usarse CUC o pesos cubanos. 

No se prohibió la circulación del dólar en Cuba, aunque se desincentivó su uso, especialmente los pagos en efectivo al crear un impuesto del 10 por ciento al cambio. Las cuentas bancarias en dólares siguieron existiendo. 

A partir de entonces, comenzó el reinado del CUC en el país y los cubanos se dividieron entre los que tenían pesos convertibles y el resto.

Con el peso cubano podías pagar en ciertos lugares, con el CUC en casi todos. Incluso si la venta no era en CUC el vendedor veía que tenías tal moneda y le brillaban los ojos y te vendía el producto, cobrando el peso convertible, por ejemplo, a 23 pesos, cuando la tasa oficial de cambio estaba a 25. 

El ejemplo más palpable fueron los boteros de La Habana (taxistas privados de los automóviles estadounidenses de los 50 que se quedaron como detenidos en el tiempo). ¿Quién no montó alguna vez en un almendrón, y cuando llegó al destino final, si pagó con CUC, no le devolvieron (en pesos cubanos) siempre menos cantidad de lo que en realidad esperaba? 

Si te atrevías a reclamar, el chofer seriamente respondía que ese era el tipo de cambio a como él aceptaba el CUC y si no estabas de acuerdo entonces la opción era pagar con el peso cubano que no llevabas encima. Luego no te quedaba más opción que tirar la puerta del carro del año 57 o del 59 y dejar al chofer con su razón o su falta de ella.

Del CUC llegaron a haber monedas de 5, 10, 25 y 50 centavos, equivalentes a 1, 2, 5 y 10 pesos cubanos, respectivamente. Esas monedas eran los conocidos “kilitos en dólar” que cada niño cubano le pedía a su padre conservar. En cuanto a billetes, circularon de 1, 3, 5, 10, 20, 50 y 100 pesos convertibles, equivalentes al precio que el vendedor estimara conveniente hacer respecto al peso cubano.

El CUC, que nunca salió más allá de los límites de Cuba y nunca llegó a poder comprarse en el exterior, nos trajo no pocas alegrías y tristezas, como todo en la vida. 

Si lograbas clasificar en uno de esos trabajos donde te pagaban 450 pesos cubanos y 10 CUC, seguías siendo un trabajador muy mal pagado y, aun así, eras uno de los trabajadores más afortunados de tu barrio, de tu municipio, incluso de tu provincia. El resto de los trabajadores cobraba su salario completo en pesos cubanos.

Apareció por esta época, además, el triste fenómeno de la reorientación laboral, según el cual si habías estudiado en la Universidad y tenías grados académicos, cobrabas menos que la persona que trabajaba en el sector gastronómico o que el chofer o el cocinero de una embajada, quienes, por lo general, tenían ganancias en el anhelado CUC.

Con el CUC nació, además, la figura del “revendedor”, un oficio ilegal que se inventaron los cubanos para comprar y vender dólares indistintamente por CUC en el mercado negro, siempre a un mejor valor que el ofrecido por los bancos o las casas de cambio Cadeca (del Estado).

En Cuba llegaron a haber tiendas en las que todo valía un CUC, ponerse las uñas postizas costaba un CUC, las clases particulares de inglés costaban un CUC la hora, los carritos locos del parque de diversiones de Varadero costaban un CUC, el Día del Maestro, en cada aula se recogía un CUC para el regalo colectivo. Y así, nos adaptamos a hablar en ese lenguaje, o en esa moneda. 

El CUC era una especie de opio para el cubano: tenía la facilidad de abstraerte, de enajenarte con números aparentemente sencillos. Por ejemplo, no era lo mismo que te dijeran que el par de zapatos costaba 20 CUC a que costaba 500 pesos. Nos acostumbraron a cifras bajas, a colorearnos así el caos y la miseria. 

No pocos turistas llegaban al país y no comprendían el porqué de tantas monedas y tantas tasas de cambio para cada una de ellas. ¿Cómo explicar todo este complejo sistema a los visitantes extranjeros, si apenas lo entendíamos nosotros mismos?

Un ciudadano común que recibiera un CUC o un dólar como remesa podía cambiarlo por 24 o 25 pesos. En cambio, para un trabajador de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel cada CUC que en teoría ganaba se convertía en 10 pesos. Y para las empresas estatales, a efectos contables el dólar, el CUC y el peso eran equiparables. 

El resultado de esto fue un país en el que se incentivaba importar todo para venderlo en CUC y seguir importando. Exportar o producir para el mercado local se hacía imposible. Y el problema de los salarios en el sector estatal no parecía tener solución. Con sueldos que se convertían en 20 o 30 CUC apenas se podían comprar esos mismos productos que se importaban.

El panorama fue moldeando la nueva economía, que poco a poco dejó de producir alimentos o productos industriales que el mercado interno necesitaba. 

Estos siempre se podían importar, mientras el turismo siguiera fluyendo, mientras los cubanos siguieran emigrando al país donde sí podían ganar dólares, mientras Venezuela y otros países siguieran contratando los servicios médicos.

La caída.

Que el CUC estaba destinado a morir comenzó a intuirse en 2011, cuando el Congreso del Partido Comunista aprobó los llamados “Lineamientos”, que dictaminaron que el país debía “concluir” la unificación monetaria y cambiaria. 

Para entonces comenzaba a estar claro que los múltiples tipos de cambio eran un problema y la paridad entre el CUC y el dólar ya no era real. Desde hacía años cada CUC carecía del respaldo de un dólar detrás. 

Las empresas estatales ya no podían convertirlos en dólares si no que dependían de documentos llamados Certificados de Liquidez que les otorgaba el gobierno y que definían cuáles CUC eran equivalentes a dólares y cuáles no. 

Pero en Cuba este tipo de cambios, si es que suceden, suelen ocurrir despacio. De hecho, se necesitaron casi diez años, el colapso de la economía venezolana y la llegada de una pandemia global que terminó (al menos temporalmente) con el turismo, para que “concluyera” la unificación.

La última década sería la de la decadencia del CUC. Como un paciente al que le diagnostican una enfermedad terminal, el CUC siguió vivo, sabiendo que tenía los días contados. 

En 2014, el gobierno anunció que había creado un plan para unificar las dos monedas nacionales, algo que ocurriría en lo que se denominó el “Día Cero”. Esa sería la fecha de defunción del CUC y del nacimiento del peso como única moneda en circulación.

A partir de entonces, la supuesta e inminente llegada del “Día Cero” se convirtió en un rumor recurrente que pendía sobre la vida del CUC. 

En 2016, los medios oficiales publicaron artículos en los que señalaban que la decisión era impostergable. 

En 2017 Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba y en ese momento presidente del país, dijo que la solución del problema no podía dilatarse más.

Pero no solo se fue dilatando, sino que en octubre de 2019, las autoridades volvieron a vender productos en dólares. La historia, como dicen, es cíclica: el país de nuevo tenía tres monedas: peso cubano, CUC y dólar. 

Quedó claro, entonces, que aunque en el Día Cero se eliminase el CUC, en el país seguiría existiendo más de un moneda.

Al principio, solo se comercializaron en divisa extranjera electrodomésticos, repuestos para vehículos y otros productos que se definieron como de “alta gama”. Después, en julio de 2020, se abrieron tiendas que vendían todo tipo de alimentos y productos de primera necesidad. 

Estas tiendas, llamadas de Moneda Libremente Convertible (MLC), solo admiten pagos con tarjetas magnéticas vinculadas a una cuenta bancaria con dólares o euros. Para atraer los dólares a estas tiendas, las autoridades decidieron retirar el impuesto del 10 por ciento que había pesado sobre la divisa estadounidense.

Una vez abiertas las tiendas en MLC, quedaron completamente relegados los comercios en CUC, con sus estantes cada vez más vacíos y sus ofertas ―ya escasas― aún más empobrecidas. 

Al perder su utilidad para comprar bienes básicos, la salud del CUC entró en fase terminal. En los últimos meses que vivió, los cubanos ya no sabían qué hacer con sus cuentas, ahorros o tenencias en CUC. 

Muchos comercios ya no los aceptaban o devolvían el cambio en pesos. Como el dólar volvía a instalarse, el CUC perdía valor cada día. Al final de 2020, la moneda que un día había tenido paridad con el dólar, se llegó a cambiar en el mercado negro por medio dólar. 

El 10 de diciembre de 2020 se anunció que el Día Cero sería, finalmente, el 1 de enero de 2021. 

La muerte del CUC fue anunciada por el gobernante Miguel Díaz-Canel, con Raúl Castro a su lado, cuando dijo que por fin arrancaba lo que por años habían estado cocinando: la reunificación monetaria o la “Tarea Ordenamiento”, como también ha sido llamado el proceso. 

Ahora, para la población en general, incluyendo los trabajadores por cuenta propia, el peso convivirá con el MLC. Sus ingresos se recibirán en la primera moneda, aunque muchas de las cosas que necesitan comprar se venderán en la segunda, como sucedía en 1993.

Para la mayoría de las empresas estatales solo existirá el peso. Y solo podrán acceder a dólares al mismo tipo de cambio que se aplica a los ciudadanos: 24 pesos por cada dólar. 

Esto significará la ruina para muchas de ellas, que o bien desaparecerán o tendrán que ser rescatadas, han dicho las autoridades. Esto también producirá una inflación, que según algunos cálculos será de entre el 470 y el 900 por ciento, peor que la registrada en 1993, el año más duro del Periodo Especial. 

El CUC quedará en las memorias del cubano, en las memorias de los últimos 30 años, que son las memorias de la escasez, del desabastecimiento. No obstante, nadie extrañará al CUC, que murió joven, pero dicen los expertos, los que saben, que debía de haber muerto más joven aún. 

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Crisis alimentaria en Cuba: peor que el Período Especial.

Por Ana León.

Tumulto para comprar muslos de pollo y detergente en la tienda Yumurí, Centro Habana.

El problema de la alimentación en Cuba está alcanzando niveles de desastre muy superiores a los experimentados durante la crisis de los años noventa, a pesar de la actual diversificación de la economía, el cuentapropismo, las facilidades para viajar y las remesas.

Treinta años después de la debacle financiera que debió servir al menos para aleccionar a los dirigentes del Partido Comunista de Cuba (PCC), la pesadilla nacional sigue sin solución y empeorando a un ritmo que contradice cualquier pretensión oficialista de lograr la “soberanía alimentaria”. El mes de marzo finaliza con un preocupante descenso en la venta de pollo, único cárnico cuya distribución mantenía cierta regularidad, aunque insuficiente para satisfacer la demanda; y la desaparición casi total de frutas y viandas de los mercados agropecuarios.

Si en el Período Especial los habaneros viajaban a la periferia que hoy se conoce como Mayabeque y Artemisa para canjear ropas, zapatos y aseo por sacos de viandas, ahora, en pleno siglo XXI, deben hacer dilatadas colas para comprar unas pocas libras de papa o una mano de plátano burro. Coles, zanahorias y algunas hortalizas son los productos más asiduos en los puntos de venta, donde el plátano macho se vende a escondidas y una jaba de boniatos con huecos cuesta treinta pesos. Dondequiera que se detiene una carretilla con mercancía, así esté regular o mala, inmediatamente se ve rodeada de gente ávida, dispuesta a hurgar en el surtido medio putrefacto hasta encontrar algo aceptable, que se pueda comer sin riesgo de sufrir una cagantina o un empacho.

No se dice en las noticias, pero la gran mayoría de los cubanos se ha desentendido de la crisis epidemiológica provocada por la COVID-19 para lidiar con el desafío que supone su propia supervivencia. No lo ha dicho ningún ministro, pero la escasez es tan aguda que Cuba debe estar atravesando un paro productivo de proporciones peligrosas, con casi toda su población volcada en las largas filas para comprar lo que aparezca, y la totalidad de los recursos en función de una vacuna que sin dudas es necesaria, pero no va a sacarnos del subdesarrollo y probablemente esté causando daños colaterales derivados de la falta de medicinas para controlar padecimientos que pueden resultar mortales sin la atención y el tratamiento requeridos.

En lugar de darle espacio y libertad a los productores, el régimen ha redoblado el acoso contra los únicos que pueden aportar algún alivio al demacrado bolsillo de los trabajadores. A consecuencia de la persecución, los vendedores han metido el agro en sus casas y trabajan a escondidas, gracias a la complicidad del barrio, como si ayudar a remediar tanta hambre fuera un delito.

No se ha vuelto a hablar del Banco de Fomento Agrícola desde que Alejandro Gil –ministro de Economía– anunciara su creación a inicios de noviembre de 2020 como una importante medida para impulsar el desarrollo del sector agropecuario. A juzgar por la pobreza que se extiende a lo largo y ancho del país, no se ha concretado incentivo alguno para los campesinos, y vale señalar que tampoco para los pescadores ni los ganaderos.

Leche –líquida o en polvo–, yogurt, helado, queso, mantequilla, son bienes que los cubanos no han vuelto a degustar, excepto aquellos que poseen divisas o suficiente moneda nacional para pagarlos a precios híper inflados.

Las pescaderías estatales son un monumento al absurdo, donde en lugar de productos del mar se vende jamonada apócrifa, croquetas de dudosa composición o rabirrubias diminutas, a 98 pesos el kilogramo. En el otro extremo del ridículo, en esos mismos establecimientos, el gobierno ha autorizado la venta a la población de tronchos de Aguja y Emperador que llevaban meses añejándose en las neveras de los hoteles, nada menos que a 341 pesos el kilogramo, casi 15 dólares al cambio oficial.

Lo más triste, no obstante, es que mientras el régimen aprovecha la escasez y el hambre para venderle al pueblo alimentos congelados porque no hay turistas que se los coman, pescadores por cuenta propia venden en la puerta de su casa enormes ejemplares recién salidos del mar, eviscerados y pesados delante del comprador, a 70 pesos la libra. Mientras la Aguja y el Emperador mudan de nevera sin que aparezcan consumidores dispuestos a pagar los precios que impone el estado, el pescador vende sus piezas enteras en pocos minutos, gana su sustento honradamente y los clientes quedan conformes.

Tal es la ley del mercado que los burócratas ahogan con regulaciones y prohibiciones, para que los cubanos continúen entendiendo la vida en términos de dependencia y obligatoriedad hacia un sistema explotador. Cuba está peor que en los años noventa porque las mordazas se mantienen intactas. Los cambios han sido mero maquillaje para atraer a incautos inversionistas, o congraciarse con el ala menos suspicaz de la opinión internacional.

La prensa cubana procura restarle gravedad al desastre y llenar de optimismo las ollas vacías con recetas culinarias que reflejan cuán desconectados están los redactores del acontecer nacional, donde una libra de arroz vale 40 pesos, un cartón de huevo 300 y una botella pequeña de salsa china 200. Incluso en la plataforma virtual TuEnvío, las únicas “proteínas” disponibles son picadillo mixto y perritos (salchichas).

Cuba se queda sin alimentos ni esperanza mientras el régimen, en su obcecación, dispara a matar. Hambrear a un pueblo, silenciarlo e imponerle la continuidad del yugo como única alternativa, debería ser considerado un crimen de lesa humanidad. No se trata de un segundo Período Especial, como muchos afirman. Es un proceso de aniquilación sistemática que va de lo físico a lo espiritual, triturando la psiquis y convirtiendo al cubano en algo no muerto, pero tampoco vivo. No puede llamársele vida a un estado de coma que solo se interrumpe para acelerar el hundimiento de la nación, o lo que queda de ella.

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"Los dirigentes cubanos viven en otra galaxia."

Por Iván García.

La cola de las galletas.

Puro surrealismo socialista. La puesta en escena fue en una pequeña sala del Consejo de Estado. Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, a punto de cumplir 61 años, llegó a la presentación de su tesis -a la que le puso el rimbombante título de “Sistema de Gestión de Gobierno basado en Ciencia e Innovación para el desarrollo sostenible de Cuba”-, acompañado por cuatro tutores, dos oponentes (milagro la Seguridad del Estado no los detuvo), su esposa Lis Cuesta, un fotógrafo y las periodistas Leticia Martínez y Arleen Rodríguez, quien posteriormente escribió un relato lisonjero en Cubadebate.

Con el rostro lavado y expresión azorada, Díaz-Canel vestía un traje negro con corbata roja y una camisa azul cielo. Debajo de la ajustada chaqueta, siempre desabrochada, mostraba su barriga de cervecero, de ingerir exceso de carnes rojas y llevar una vida sedentaria. Según la cronista oficial, “empleó 29 de los 30 minutos asignados a su exposición y un tiempo equivalente para responder nueve preguntas de sus oponentes y catorce comentarios que de algún modo interrogaban también”. Desde luego no hubo sorpresas. El tribunal en pleno se levantó a aplaudirlo y el doctor José Luis García Cueva, uno de sus tutores, comentó satisfecho, “totalmente espectacular”.

Ya la autocracia cubana cuenta con el triunvirato perfecto. Un comandante guerrillero que fundó la revolución, un general de ejército que jamás ha dirigido un combate decisivo y un doctor en ciencias técnicas en un país con una crisis económica sistémica y que hace agua por todas partes.

Mientras Díaz-Canel se daba un baño de egolatría, Mirta, 56 años, ama de casa, madre de tres hijos y abuela de dos nietos, hacía cola desde las cuatro y media de la madrugada en la tienda por dólares Palco, ubicada en 5ta. Avenida y 88, Miramar, relativamente cerca de donde residen los pesos pesados del régimen verde olivo. “Si en Cuba no tienes dólares te mueres de hambre. Y para tener un dólar hay que luchar durísimo. Una hermana mía que vive en Miami me iba a mandar 200 dólares, pero las agencias que pagan el dinero al cash, están cobrando un 30 por ciento de comisión. Es un abuso. Me quedaba con 170 fulas. Al final cuadré con una persona que desde México me hizo el favor de situarme en la tarjeta MLC el dinero. Solo perdí cinco dólares por la transacción bancaria”, cuenta Mirta y añade:

“Si no tienes dólares no puedes comprar alimentos de calidad, shampoo, almohadillas sanitarias y artículos de aseo. El peso solo sirve para pagar las facturas de luz, agua y gas, adquirir los mandados en la bodega y comprar un poco de viandas. Las tiendas en dólares no están muy surtidas, pero al menos encuentras café, carne de res y a veces confituras para mis nietos. Mientras la gente se tiene que disparar colas de diez y doce horas, el señor Canel, que no le falta nada, se puede dar el lujo de presentar una tesis para doctor en ciencias. Los dirigentes cubanos viven en otra galaxia”.

Según Enrique, que trabaja para una agencia familiar asentada en la Florida, el drástico recorte de los vuelos desde Estados Unidos, de unos veinte diarios a solo tres, debido a la pandemia, entre otros motivos, es la causa fundamental del encarecimiento de dólar que giran los emigrados cubanos a sus parientes pobres en la Isla. “Cuando en noviembre abrieron los vuelos, la comisión bajó al quince por ciento por cada cien dólares entregados en Estados Unidos. Pero la demanda de dólares al cash es mucha. Y se agotó la disponibilidad de dólares para pagarle a los que reciben dinero en Cuba”.

Western Union, el único banco autorizado por las autoridades estadounidenses a enviar dinero a Cuba, cerró cuando la administración de Donald Trump les prohibió seguir haciendo negocios con FINCIMEX, firma que pertenece al holding militar GAESA

“Además del recorte de vuelos, un pasaje a Cuba está costando casi dos mil dólares. Normalmente ese billete aéreo vale 200 dólares. Es verdad que también hay mucho egoísmo. Pero en situaciones de crisis la gente se aprovecha de la escasez para maximizar sus ganancias. Existen otras variantes: el familiar pone 100 dólares en Miami y en La Habana te entregan4 mil pesos, pero la gente quiere cash, es lógico. Usted utiliza los que necesite para comprar alimentos, el resto lo puede vender a 48 o 50 pesos y el dinero rinde más. Si te lo ponen el dinero en la tarjeta MLC, los bancos del Estado no tienen dólares, y si extraes dinero te lo tasan a un dólar por 24 pesos y pierdes la mitad de su valor comparado con el mercado negro”, detalla Enrique.

Incluso con dólares en la cartera, las personas tienen que hacer extensas colas. Y alimentos como el arroz, leche o queso no siempre encuentras disponibles en los mercados. En algunas tiendas racionan los productos para evitar el acaparamiento. Johanna, oficinista, sabe que cada día que sale a la calle se arriesga a contraer el Covid-19. Desde hace dos meses, los casos de contagiados fluctúan entre 350 y más de 500. “Es como una ruleta rusa. Si te cuidas del coronavirus, no comes. Si quieres tener comida ,tienes que arriesgarte a pescar la pandemia. Tienes que elegir. Por suerte parece que la vacunación ya comenzó. Ahora habrá que ver si funciona. Quiera Dios que funcione, pa’que se acabe esta tragedia”.

En Cuba suele haber confusión con la estrategia del régimen respecto a la vacunación. Nora, jubilada residente en el municipio habanero de Plaza, creía que estaba inmunizada. “Es que aquí todo te lo cuentan mal y la gente se enreda. En la zona donde vivo inyectaron hace un mes. Ahora nos dijeron que a la mitad de los vacunados nos pusieron placebo. Y tenemos que volver a inyectarnos”.

Un funcionario de Salud Pública dijo a Diario Las Américas que “en un primer momento, las vacunaciones de Soberana 02 en La Habana y Abdala en Santiago de Cuba formaban parte de un ensayo clínico. Esas vacunas todavía son candidatos vacunales y tienen que ser aprobadas. Son seguras, pero aun se desconoce el porciento de eficacia. Esos datos salen precisamente de estos ensayos. Pero el último rebrote de Covid que vive el país ha puesto en tensión a las instituciones sanitarias, entonces se le concedió una autorización de emergencia a los candidatos vacunales Soberana 02 y Abdala para comenzar una campaña de vacunación en las provincias ciudades con situaciones más complejas: La Habana, Granma y Santiago de Cuba”.

Los que se vacunan con Soberana 02 deben ser inyectados tres veces, el resto de las vacunas en el mundo son dos dosis o una, en el caso de la Johnson & Johnson. Pero en la Isla las cosas suelen funcionar diferente. Naciones desarrolladas como Suiza decidieron comprar vacunas y no producirlas.

Cuba, con ciudades sucias y edificios ruinosos que amenazan con venirse abajo, optó por crear cinco candidatos vacunales y ser la única nación junto a Estados Unidos con mayor cantidad de vacunas. Ahora la intención va más allá de inmunizar a la población antes de que termine el año.

Se quieren producir cien millones de vacunas y exportar una cantidad a los países que las necesiten. Ya los contables del régimen sacan cuentan en sus calculadoras chinas sobre los posibles beneficios de la industria farmacéutica local. El General Máximo Gómez retrató el alma del cubano. O no llegamos, o nos pasamos.

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¿Cómo salimos de Daniel Ortega?

Por Carlos Alberto Montaner.

Mural de Daniel Ortega en Managua.

Repito la pregunta: ¿Cómo salimos de Daniel Ortega? Tal vez es más sencillo de lo que parece: oponiéndole los diversos grupos liberales y conservadores del país, previamente unificados. De la misma manera que se salió en 1990, utilizando a doña Violeta Chamorro como estandarte. Enfrentando a Daniel a los factores realmente democráticos y pacíficos de la nación. Entre pitos y flautas son, al menos, un 56% del electorado. Cuando los liberales perdieron contra Ortega es porque fueron divididos a las elecciones.

Cuando se rasca a la mayor parte de los nicas aparece un liberal o un conservador. Las dos criaturas se han fundido en un partidario de la “democracia liberal”. A estas alturas no tiene sentido ser liberal o conservador. Si uno cree en la separación de poderes, en el poder limitado por la ley de los gobiernos, en la propiedad privada, en la ocupación pacífica de los poderes públicos mediante autoridades elegidas en comicios transparentes y plurales, y en los inalienables Derechos Humanos, uno cree en la “democracia liberal”. Eso sucede en el Partido Liberal Constitucionalista de Haroldo Montealegre, en el Ciudadanos por la Libertad a que están afiliados Kitty Monterrey, Pedro Joaquín Chamorro Barrios y Arturo Cruz, o en el Partido Conservador, hoy representado por Alfredo César.

Daniel Ortega es un personaje más astuto de lo que afirman sus detractores. No es un hombre culto, ni un teórico de la revolución, pero tiene la viveza natural y la experiencia del nica feroz que ha aprendido a la fuerza. (Los venezolanos dicen “a coñazos”). Estuvo preso. Lo golpearon. Mató adversarios y le mataron compañeros. Salió de la cárcel por una audaz maniobra de Edén Pastora, el Comandante Cero. Edén estuvo con él, contra él y al final se reconciliaron. Su historia personal, que acaba de concluir debido a la COVID-19, resume la aventura del sandinismo.

Daniel cayó en el marxismo porque era la religión de su época, no por convicción. Era la de Fidel. En el verano de 1979 era un joven ignorante que podía pensar que la democracia y las libertades estaban condenadas a desaparecer en la medida en que Estados Unidos redujera su importancia relativa en el mundo. Era lo que suponía Fidel que sucedía y lo que le confió al historiador venezolano Guillermo Morón. Estábamos en la era crepuscular de Jimmy Carter. Los intereses bancarios llegaron al 20%. Los ayatolas en Irán habían ordenado el secuestro de decenas de norteamericanos y los planes de rescatarlos habían fracasado. Cuba había triunfado en Angola y en la guerra contra los somalíes en el desierto de Ogadén (1977-78), dirigida por el general cubano Arnaldo Ochoa, luego asesinado por los Castro junto a otros oficiales. En julio de 1979 se produce el desplome del gobierno de Anastasio (Tachito) Somoza y la desintegración de la Guardia Nacional. Era lógica la actitud castrista de Daniel Ortega. Daba la impresión de que Occidente se “desmerengaba”, como han acuñado los cubanos.

En 1990 el panorama era otro. En esa década larga se habían muerto Leonid Breznev, Yuri Andrópov y Konstantin Chernenko. Eran tantos los decesos que Ronald Reagan había dicho que “los soviéticos no organizaban gobiernos sino funerales”. Mandaba el “muchacho” Mijail Gorbachov, elegido, entre otras razones, porque era un chaval de 54 años cuando llegó al poder. Era un reformista que iba a salvar el comunismo soviético sometiéndolo a la cura de caballo de la “perestroika” y el “glasnost”. Las personas más conocedoras le advirtieron que el sistema sólo era salvable a “palos y tentetieso”. Pero Gorbachov quería rescatar a Rusia del peso de los compromisos de la URSS y ya asomaba su oreja Boris Yeltsin.

Hoy Daniel es un adulto igualmente ignorante, pero intuitivamente sabe que tiene que respetar los Derechos Humanos y sujetarse a una narrativa democrática para poder prevalecer. Pese al guirigay del “Socialismo del Siglo XXI”, Ortega percibe que la realidad actual no es revolucionaria. Lo revolucionario es el guevarismo: matar y violar la ley sin consecuencias. ¡Qué tiempos felices eran aquellos en los que se podía degollar miskitos impunemente! Es verdad que Daniel Ortega ha hecho asesinar a unas 200 personas, y ha encarcelado sin juicio a otros centenares, pero ha pagado un alto precio en respaldo internacional. Luis Almagro no lo puede ver ni en pintura. Él y su esposa son dos apestados.

En todo, la oposición democrática debe ser flexible. Lo primero es buscar la unidad de las facciones liberales. Pero si el camino, finalmente, es el de las urnas, hay que dialogar con el tirano. No se puede aguardar a que, voluntariamente, se meta en un calabozo a la espera de que lo fusilen al amanecer. No lo hará. Hay que pactar la paz aunque sea con la nariz tapada. Lo hicieron en Centro Europa con los comunistas. Lo hicieron en Chile con los militares. No lo están haciendo en Cuba y así les va. Ortega se fue una vez y lo hará de nuevo. Siempre que el precio sea accesible, claro.

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Edificio Alaska, la joya que vio nacer El Vedado y que el Gobierno cubano terminó derrumbando perdido en el olvido.

Por Ines Sanz.

En la esquina de Zapata y B se alza un edificio nuevo; no nuevo, es de hace unos años, pero un edificio de doce años es un bebé en esta Habana arquitectónicamente pre-revolucionaria. Su existencia no tiene nada del otro mundo, excepto el hecho de constituir el refugio al que fueron a parar los inquilinos de un monumento a los caídos: a los techos caídos, específicamente.

El edificio Alaska, enclavado en la intersección de las calles 23 y M, fue finalmente demolido a mediados del 2003, proceso que concluyó con casi un siglo de historia; puede que una historia muy particular o prominente, pero que vio pasar varias generaciones desde la cuna hasta el último estertor, pasillos por los que deambularon personalidades de la cultura como Rosita Fornés, el actor y locutor Álvaro de Insua, el actor Carlos Badías, las actrices Minín Bujones y Maritza Rosales, el director de televisión José Ramón Artigas y la periodista de la Editorial de la Mujer Aloyma Ravelo. Los imagino saludándose luego de un largo día de trabajo, ojeando el mural, bajando y subiendo escaleras y hasta compartiendo velas en momentos en que la luz era un bien preciado. ¡Divina cotidianidad!

El edificio Alaska contaba con cinco pisos y más de 50 apartamentos con cuatro o cinco habitaciones.

“Se caía a trozos”, comentaban los vecinos en tono jovial, a pesar de enfrentar la difícil tarea de mudar los matules para algún otro rincón (el disponible) en Habana del Este. El verano de 2002 presenció el desplomo de techo tras techo, alhaja tras alhaja en el suelo, desconsuelo y comparecencia de vecinos, los que perdían el hogar y los que sabían que su momento llegaría. A esas alturas, era inminente el derrumbe, ya fuera espontáneo y forzado, del cansancio de los cimientos o de la voluntad de la circunscripción.

Mario Coyula, conocido arquitecto dentro de su área y en la cultura general cubana por su genialidad y sus remarcados apuntes a las barbaridades que en cuanto a construcción se venían realizando en el país, señaló poco tiempo previo a su defunción que “todo tiene un momento en que es posible arreglarlo. Si se deja pasar el tiempo ya no vale la pena, desde el punto de vista económico, la restauración”.

Aunque no era precisamente una obra perfecta pero su valor fundamental era que constituía una obra testimonial.

Y es que hay que actuar a tiempo para preservar la historia, y para todo, la verdad. El Premio Nacional de Arquitectura José Enrique Fornés Bonavía comentó también sobre el estado al que llegó la edificación, único testigo del período premoderno de La Rampa, manifestando su interés por haber rescatado el inmueble, que no era nada fuera de lo común, pero creaba un “marco que daba ambiente al lugar”. Que debían haberse tomado las medidas pertinentes cuatro décadas previas a la etapa, decía.

Emplazado frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), resulta familiar para millones de cubanos. Se construyó en 1922 y aún hoy, sin contar con su presencia, da forma a la manzana de La Rampa. La zona es pura nostalgia y se debería, en consecuencia, rescatar. No fue referencia para los edificios modernos, y se queda corto en cuanto al racionalismo (estética clásica), pero daba testimonio de la historia de la zona; la historia de La Rampa comenzó ahí.

La Rampa, comenzó con él, y era lo único que quedaba de la imagen antigua de la zona.

Con cinco plantas y más de cincuenta apartamentos con cuatro o cinco habitaciones, la reparación arquitectónica resultaba imperativa y costosa, a lo que se suma que algunas de las viviendas fueron transformadas en cuarterías y el estilo ecléctico de la construcción. Finalmente, se aprobó el presupuesto requerido en 1978.

Llegó el Período Especial en los 90 y algunos moradores fueron alojados en albergues en la parte oriental de la capital y el resto se trasladaron más de una década después, mientras moría el Alaska.

Su valor, más autobiográfico que otra cosa, permeó la memoria colectiva porque pasó a obtener valor cultural. Quizás hubiera sido posible mantener algún elemento propio del edificio para dejar un trazo de su estancia, porque los cimientos son los mismos pero no es una huella fácilmente notable al pasar: algo que testificara lo que el Alaska representó.

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viernes, 26 de marzo de 2021

ONAT implementará servicio de firma digital en su Portal Tributario.

Por Orlando González.

La Empresa Productora para la Técnica Electrónica (Softel) aplicará y permitirá gestionar certificados digitales, operaciones de cifrado, autenticación de servicios de red, así como la aplicación de la firma digital PKI (Public Key Infrastructure), la que empezará operar el próximo mes de abril (en modo prueba) en el portal de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), informó el pasado martes el diario Granma.

Una firma digital es un mecanismo criptográfico que permite al receptor de un mensaje firmado digitalmente identificar a la entidad originadora de dicho mensaje y confirmar que el mensaje no ha sido alterado desde que fue firmado por el originador.

José Ramón Fernández Pérez, gestor de ventas del servicio de Llave Pública de Softel, declaró al medio oficialista que esa empresa, como proveedora de certificados digitales, puede atender las solicitudes, tanto de personas naturales como jurídicas.

“Actualmente estamos desarrollando un proyecto, de conjunto con la ONAT y Desoft, para extender el servicio a los contribuyentes y la declaración jurada de utilidades”, puntualizó el directivo.

Fernández Pérez añadió la nueva funcionalidad facilitará los trámites de los usuarios, que tendrán “la opción de la firma digital como una herramienta válida que se reconozca a todas las instancias de esa administración”.

El directivo sostuvo además que el uso de esos certificados “no solo aumenta los códigos de seguridad, también favorece el ahorro de recursos materiales como tinta, papel, impresoras y hasta combustible al evitar traslados innecesarios, pues las operaciones podrán realizarse desde la comodidad del hogar”.

Pese a las facilidades que ofrecerá la ONAT con la nueva firma digital, muchos cuentapropistas de La Habana no ven con buenos ojos el trabajo de esa organización.

Alexander González, un cuentapropista de la capital, declaró a CubaNet que la ONAT “es sinónimo en Cuba de corrupción, con un cuerpo de inspectores caracterizados por el chantaje y la coacción que ha dado mucho de que hablar a través de los años”.

“La institución está colmada de historias de sobornos y malos procedimientos. Esperemos que con las vías digitales disminuya esto algo, aunque cabe destacar que mientras existan los inspectores con muchas necesidades que buscan en esto una forma de sobrevivir, la corrupción jamás se detendrá”, lamentó el joven.

La informatización y simplificación de trámites tributarios y formas de pagos de impuestos de manera online forman parte de la estrategia diseñada por la Tarea Ordenamiento, proceso que comenzó a implementarse en Cuba el 1ro de enero del presente año.

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miércoles, 24 de marzo de 2021

El control de los medios de comunicación por parte de la izquierda.

Por Julio M. Shiling.

Cualquier persona que no esté bajo el efecto tóxico del izquierdismo o sea un ignorante sin paliativos, sabe que los medios de comunicación están al servicio del Partido Demócrata y son un auxiliar político funcional de la izquierda. Cuando un jurista experimentado del tribunal más destacado de Estados Unidos, después de la Corte Suprema, lo dice, es una llamada de atención clara a los defensores de la libertad.

El juez federal Laurence Hirsch Silberman, de la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos para el Circuito del Distrito de Columbia, señaló recientemente que “el aumento del poder de la prensa es tan peligroso hoy en día porque estamos muy cerca del control de estas instituciones por parte de un solo partido“, según lo citaron muchos medios, incluido Politico.  

El papel fundamental que desempeña la prensa libre en una democracia, como componente esencial de la sociedad civil, es un hecho indiscutible. Cuando los medios de comunicación abandonan sus fundamentos éticos básicos y dan prioridad al proselitismo político, la democracia está en peligro. Este punto también fue abordado por Silberman: “El control unipartidista de la prensa y los medios de comunicación es una amenaza para una democracia viable”.

Aunque este tipo de expresiones han sido poco frecuentes por parte de los juristas en el contexto histórico americano, se está convirtiendo en algo demasiado común y necesario, ya que la izquierda ha capitalizado la preferencia ideológica de los medios de comunicación en su marcha hacia el control autoritario y su pacto táctico con las Big Tech. 

El juez de la Corte Suprema, Samuel Alito, expresó en noviembre del año pasado, preocupaciones similares para la democracia americana en un discurso ante la Sociedad Federalista. En este caso, se centró en el patrón de invasión que pretende sofocar la libertad de expresión. El pasado mes de febrero, otro magistrado del Tribunal Supremo, Clarence Thomas, planteó sus objeciones y manifestó su preocupación por el hecho de que el máximo tribunal se negara a atender el caso legal de Pensilvania, que elevaba claramente las cuestiones de la actividad inconstitucional de instituciones no autorizadas en la redacción de leyes electorales. La defensa de Thomas del papel exclusivo de las legislaturas estatales en la elaboración de las normas electorales se hizo de forma contundente en un disenso abrasador. 

Desde distintos ángulos, destacados juristas americanos han ido expresando cada vez más su inquietud en los foros públicos por la crisis que padece el modelo democrático de Estados Unidos. Esta situación es totalmente el resultado de la lucha asimétrica de la izquierda por deconstruir la República americana.

Silberman recomendó urgentemente la revisión del caso histórico de la SCOTUS de 1964, New York Times v. Sullivan, que elevó la carga para ganar las demandas por calumnia y difamación contra los medios de comunicación al tener que demostrar la intención de “malicia”. El juez designado por Reagan en el segundo tribunal más importante del país durante más de 35 años (Silberman), cree que el papel partidista que la prensa desempeña ahora, la descalifica para disfrutar de esa amplia protección de la Primera Enmienda. El caso del The New York Times contra Sullivan es para los medios de comunicación, lo que la Sección 230 es para las Big Tech.

En su disenso en el caso Christiana Tah, et al v. Global Witness Publishing, In, et al que se decidió recientemente, Silberman dio un vuelco a la conciencia tocando directamente las amenazas graves que suponen los medios de comunicación prácticamente monopolísticos, clasificados por una cosmovisión compartida. Abordando el problema de frente con afirmaciones como: “Dos de los tres periódicos más influyentes (al menos históricamente), The New York Times y The Washington Post, son prácticamente periódicos del Partido Demócrata”. También se abordó la difícil realidad a la que se enfrentan las plataformas conservadoras, dado el control que las Big Tech ejercen sobre la distribución del mercado.

Silberman añadió: “… aunque en los últimos años han surgido redes conservadoras advenedizas (principalmente en línea), su visibilidad se ha visto decididamente limitada por los medios sociales, ya sea mediante prohibiciones directas o censura basada en el contenido”. Este punto es fundamental. El argumento de que los conservadores y otros antisocialistas deberían simplemente crear sus propios canales de libre expresión debe enfrentarse al hecho de que las Big Tech siguen siendo, por desgracia, los guardianes de la visibilidad. Son dueñas del mecanismo de distribución.

Es reconfortante ver a juristas tan destacados unirse a la buena lucha por la libertad. La consolidación ideológica de la izquierda y su dominio de los medios de comunicación y las Big Tech tiene que ser confrontados. No hay que olvidar que una de las características clave de un régimen totalitario es su control monopólico de los medios de comunicación.  

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Al régimen cubano todavía le queda un rato.

Por Jorge Olivera Castillo.

Cola en una parada de La Habana.

Estoy a punto de convencerme que el remendado socialismo cubano tampoco se derrumbará este año, más allá de sus habituales torpezas y desvaríos.

La certeza de que el modelo de un solo partido y economía centralizada -implantado por Fidel Castro y sus secuaces- no tiene los días contados viene dada por los espaciosos márgenes de resignación que todavía prevalecen en el cubano de a pie, la impunidad de los cuerpos represivos y, por otro lado, el inalterable posicionamiento de buena parte de la comunidad internacional, incluida la Unión Europea y el sistema de las Naciones Unidas.  Ambos organismos manifiestan una suerte de simpatía, con evidentes signos de incondicionalidad, hacia la élite militar que, en vez de gobernar, esquilma y aterroriza a nombre de un supuesto ideal de justicia social, soberanía y libertades.

Hasta ahora, el sacrificio demostrado por un creciente número de personas frente al despotismo del poder con su caterva de verdugos y cómplices -sin olvidar todas las consecuencias que se derivan de tales actitudes- no logra sobrepasar los límites de lo simbólico.

Ciertamente, hay un crecimiento y diversificación de la beligerancia, sin embargo, el común denominador que subyace entre la población tiene que ver con la pasividad y las puntuales adaptaciones.

No importan los niveles de necesidad -que incluyen, literalmente, el hambre o la flagrante violación de uno o varios derechos ciudadanos-, la elección final es el silencio, a menudo acompañado de acciones mediante las cuales ganarse algunas ventajas, casi siempre marginales, pero útiles en un escenario marcado por la miseria. Esto comprende vigilar al vecino o sumarse voluntariamente a un acto de repudio frente a la casa de cualquier opositor. El objetivo es tratar de sobrevivir a toda costa sin que importe la complicidad en hacerle la vida imposible al otro.

El colaboracionismo de la mayoría de los cubanos que viven al interior de la Isla -sea espontáneo o utilitario- con las diferentes estructuras del poder es una realidad incuestionable que obliga a reconsiderar, una y otra vez, las posibilidades reales de alcanzar la emancipación del yugo totalitario en un plazo relativamente corto. Mientras no se altere lo suficiente ese tejido social moldeado por el miedo y la impudicia es bien complicado avanzar de manera sostenida y firme por el camino hacia la libertad.

No abordo tal asunto desde la experiencia ajena. Lo hago a partir de vivencias personales que me ayudan a comprender las razones de una lucha que se prolonga en el tiempo sin indicios de una compensación al sacrificio de cientos de muertos, miles de desterrados y presos políticos y de personas que se mantienen imperturbables ante las arremetidas de los represores.

Es triste ver la falta de solidaridad ante los atropellos que han circulado en las redes sociales. A los arrestos arbitrarios y las palizas en la vía pública puede que no le falten miradas de asombro, exclamaciones de censura y teléfonos móviles filmando, pero difícilmente se aprecie una respuesta contundente contra los esbirros. Puedo dar fe de ese patrón de conducta que desafortunadamente se repite mostrando cuales son los códigos de una existencia, ajustada al sálvese el que pueda.

En el ámbito externo, las cosas no van mejor. La Europa comunitaria se regocija en el disimulo y la connivencia con la casta verde olivo. El bloque defiende un diálogo sin resultados sobre derechos humanos y descarta calificar a Cuba como una dictadura.

No se quedan atrás sectores importantes del establishment estadounidense que claman por un acercamiento sin condiciones, a la vez que exigen el cese inmediato del embargo y omiten las anomalías en el ámbito de los derechos fundamentales.

Por si fuera poco, las Naciones Unidas cierran el círculo de la legitimación a un régimen que no se somete a elecciones, viola su propia Constitución y persigue y encarcela a sus críticos. Cuba cuenta con un amplio respaldo en este organismo mundial, al ser miembro pleno de varias instancias, entre las que se cuentan la Unesco y el Consejo de Derechos Humanos.

En vista a todo este entramado de complicidades, indolencias y acomodos, fronteras adentro y allende los mares, es lógico estimar que, al socialismo criollo, con sus profundas grietas económicas y el azote del coronavirus, aún le queda combustible para proseguir rumbo a no se sabe que puerto de la historia. Esto no es un llamado a la rendición ni una oda al pesimismo. Se trata de amargas realidades. Hechos incontrastables que duelen en el alma.

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martes, 23 de marzo de 2021

El castrismo destierra a los cubanos, pero acoge a los terroristas.

Por Luis Cino.

A la izquierda, Karla Pérez, joven cubana desterrada en Costa Rica; a la derecha, Joanne Chesimard, prófuga de la justicia estadunidense refugiada en Cuba.

El caso de Karla Pérez, como el de otros miles de cubanos a los que por sus posiciones políticas se les impide entrar en su patria, ha vuelto a evidenciar el desprecio por los derechos de sus compatriotas de los mandamases castristas, que se creen los dueños del país.

La joven, de apenas 22 años, tuvo que terminar la carrera de periodismo en Costa Rica. Las autoridades castristas, por el simple hecho de haberse unido al grupo disidente Somos +, la expulsaron hace cuatro años -cuando aún era menor de edad- de la Universidad Central de Las Villas. Ahora, le impiden regresar a su patria con su familia porque, según alegó una vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) -que más bien parecía pertenecer al MININT-, la muchacha vendría a sumarse a la oposición. También señaló que, por sus supuestos “vínculos con grupos violentos de Miami”, pondría en riesgo la seguridad nacional.

Con los mismos burdos y ridículos argumentos que condenan al destierro a Karla Pérez se pronunció nada menos que René González, uno de los cinco espías de la Red Avispa.

Los mandamases castristas -cual si Cuba fuese una finca de su propiedad- se arrogan la potestad de impedir entrar a la Isla a una joven -cuya única culpa es aspirar a que haya libertad y democracia- porque consideran que sería “un peligro para la seguridad nacional”. Sin embargo, durante décadas, ignorando las leyes internacionales y poniendo en riesgo las relaciones diplomáticas con otros gobiernos, han dado cobijo a cientos de miembros de organizaciones terroristas y todo tipo de personajes siniestros vinculados a grupos extremistas de ultraizquierda de todo el mundo. Incluso han dado refugio a delincuentes comunes, como Robert Vesco, acusado en Estados Unidos por fraude al fisco, y que luego de ser huésped de negocios del régimen castrista, cometió el error de estafar a sus anfitriones. Por tal razón fue a parar a la cárcel, donde murió.

Es largo el historial del régimen apoyando a grupos terroristas. La Habana, en 1966, acogió la Conferencia Tricontinental, un cónclave que propugnaba la lucha armada y la creación en el Tercer Mundo de los “dos, tres, muchos Vietnam” de los que habló el Che Guevara antes de morir en su fallida aventura guerrillera de Bolivia.

En los años 60 y 70, los grupos guerrilleros latinoamericanos seguían las instrucciones que recibían desde La Habana, específicamente del Departamento América, un organismo de la Inteligencia cubana que dirigía el comandante Manuel Piñeiro (Barbarroja), encargado de la subversión en el continente.

No es un secreto que tupamaros, montoneros, sandinistas, miembros del Frente Farabundo Martí, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otros grupos guerrilleros venían a Cuba a discutir estrategias, recibir entrenamiento militar y atención médica.

En 1979, en Nicaragua, militares cubanos, además de guerrilleros argentinos y chilenos que fueron entrenados en Cuba, participaron, junto al Frente Sandinista, en la ofensiva que derrocó a la dictadura de Somoza.

El apoyo cubano a la subversión violenta en Latinoamérica se mantuvo hasta bien entrados los años 80. Después, a partir de la creación del Foro de Sao Paulo y la llegada al poder en Venezuela de Hugo Chávez, la nueva estrategia fue la toma del poder por la vía electoral para luego minar las instituciones democráticas e instaurar el llamado “socialismo del siglo XXI”.

Ahora mismo, el régimen cubano considera injusta la decisión del gobierno norteamericano de volver a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, mientras se niega a entregar a las autoridades de Colombia a los líderes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que, mientras negociaban la paz en La Habana, urdieron un ataque terrorista en su país en el que murieron 22 jóvenes cadetes.

El régimen castrista también dio refugio en Cuba a integrantes de las Panteras Negras acusados por el secuestro de aviones y asesinatos de policías en los Estados Unidos, entre ellos Joanne Chesimard (alias Assata Shakur), que aún vive en Cuba, y por cuya captura las autoridades norteamericanas ofrecen una cuantiosa recompensa.

El apoyo cubano a los grupos violentos no se limitó solo al continente americano. También se extendió a Asia, África e incluso a países europeos.

En Cuba acogieron cálidamente a integrantes del Frente de Liberación Nacional vietnamita, la Organización para la Liberación de Palestina, el ANC sudafricano, el PAIGC de Guinea y Cabo Verde, la South West Africa´s People Organization (SWAPO) namibia, el Frelimo, el Frente Polisario, el ZANU de Zimbabwe, etc.

Y también fueron acogidos varias decenas de miembros de la organización separatista vasca ETA, que en su guerra terrorista contra el Estado español cometió atroces atentados en los que murieron o resultaron heridos muchos civiles.

Por estos días circulan denuncias de la vinculación castrista -incluso de diplomáticos de la embajada cubana- con separatistas vascos y de los virulentos Comités de Defensa de la República catalanes. Eso, a pesar de las buenas relaciones existentes entre Cuba y España.

Los gobernantes cubanos, que se caracterizan por escoger las peores amistades, siempre han mantenido vínculos con regímenes patrocinadores del terrorismo internacional, como la Libia del Muamar el Gadafi, la Corea del Norte de la dinastía Kim y el Irán de los ayatolas.

Y así, con ese historial, tienen la cara dura de acusar de terroristas a los cubanos que por métodos pacíficos reclaman sus derechos y la democracia.

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El mal quehacer bancario en Cuba.

Por Tania Díaz Castro.

Banco Metropolitano, en La Habana.

Los que fuimos jóvenes allá por los años 60 del siglo pasado lo recordamos bien: Fidel Castro se hizo dueño de todo el dinero que estaba depositado en los bancos del país, así fuera de cubanos o extranjeros. 

Más adelante, en los años 80, fueron aprobadas las figuras de artesanos y campesinos. Al poco tiempo, en pleno auge de su producción, muchos fueron llevados a prisión y decomisadas sus cuentas bancarias bajo el supuesto delito de enriquecimiento ilícito. A partir de ese momento, ¿quién podía sentir confianza en depositar su dinero en un banco administrado por un gobierno socialista, dueño de todo un país?

Hoy, al cabo de más de 60 años de tiranía, con el mal quehacer bancario, incapaz de fortalecer el proceso económico y social del país, la ministra-presidenta del Banco Central de Cuba, Marta Wilson, presentó las proyecciones del trabajo de su institución para el año 2021, la que, supuestamente, tiene “un rol vital” en el actual proceso económico y social, conocido como Tarea de Ordenamiento. 

Durante un reciente encuentro de directivos y trabajadores del sistema bancario y financiero con Miguel Díaz-Canel y otros dirigentes, Wilson mencionó los problemas y trabas que son necesarios resolver en su área: sobre todo las inconformidades -que no especificó- con el servicio que prestan las oficinas bancarias a la población. Dijo, además, que “el pasado año se recibieron 630 planteamientos, de los cuales casi el 90 por ciento estuvo relacionado con la calidad del servicio”.

También el presidente del Banco Metropolitano, Orlando López, se refirió en días pasados a la prestación de servicios de su entidad, la que calificó de regular debido a las colas y las demoras.

Junto con este análisis en general, Díaz-Canel dijo que “los problemas que enfrentamos necesitan soluciones creativas,  inteligentes y ágiles”, dirigidas a enfrentar las complejidades actuales. También llamó a los directivos a flexibilizar e impulsar todo lo que facilite las exportaciones y la sustitución de importaciones, para que la investigación científica y la innovación fluyan en el sistema bancario.

Luego, el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, evaluó la labor futura del Comercio Interior en la Tarea Ordenamiento y, coincidiendo con el análisis de la institución bancaria, tanto él como el viceprimer ministro Luis Tapia Fonseca explicaron en qué consiste el perfeccionamiento que los trabajadores han estado demandando. Lo definieron como autonomía, calidad en la gestión, capacidad innovadora, plantillas adecuadas e igualdad de condiciones con las formas no estatales de gestión.

No obstante -apuntó el primer ministro-, el proceso va lento, puesto que muchas de las insatisfacciones de la población están vinculadas con el comercio y la gastronomía, una realidad que se ha hecho más contundente con la Tarea Ordenamiento, especialmente por los altos precios y el desabastecimiento. 

Tapia Fonseca también recordó que el perfeccionamiento del sector ya fue analizado por la Asamblea Nacional del Poder Popular y que habrá que rendir cuentas al Parlamento de lo que se ha hecho.

¿Y qué hacer si lo que se hace es poco o casi nada? Como siempre, se cambiará de dirigentes una y otra vez y seguirá el socialismo fracasando como hasta hoy. Así hasta que se comprenda que el socialismo no funciona en ningún lugar del planeta Tierra.

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Los Golpes de Estado: de Napoleón Bonaparte a Joe Biden.

Por Santiago Cárdenas.

Fue Malaparte. Curzio. El escritor europeo más influyente y conocido durante la II Guerra Mundial y en los años de sus terribles secuelas, quien en su libro epónimo, ”Las técnicas del golpe de estado”, enfatizó desde su título en las técnicas, en plural, de un único fenómeno: el golpe, en singular, para conquistar o defender a un estado organizado.

En la modernidad, fue Napoleón Bonaparte el primero en aplicar victoriosamente una técnica rudimentaria -con estricto apego a la legalidad e incruenta, durante la toma de la Asamblea Nacional- el 18 de Brumario. Hecho con la complicidad de su hermano Lucienne, ante las vacilaciones del Abate Sieyes. Aquel día se disolvió el Directorio a solo diez años del triunfo de la Revolución Francesa.

Pero, Malaparte propone, además, otros ejemplos que terminaron en fracasos rotundos por no aplicar las “reglas” que subyacen en cualquier intento golpista de envergadura. El intento de Hitler en 1922, es el clásico. Dejó al partido nazi destruído en el pustch de Munich, que dejó una estela de muertes y horror en toda la capital de Baviera. Salva la vida de milagro y va a la cárcel por tres años.

”EL PROBLEMA DE LA CONQUISTA Y DE LA DEFENSA DEL ESTADO MODERNO NO ES UN PROBLEMA POLITICO, SINO TÉCNICO. LAS CIRCUNSTANCIAS FAVORABLES PARA UN GOLPE DE ESTADO NO SON DE NATURALEZA POLÍTICA O SOCIAL Y NO DEPENDEN DE LA SITUACIÓN GENERAL DEL PAÍS.” – (MALAPARTE. París, 1931).

Esta controversial afirmación del autor, –que le ha dado la vuelta al mundo durante varias generaciones, continúa….” La técnica revolucionaria empleada por Trotsky para hacerse del poder en Petrogrado en octubre de 1917 daría los mismos resultados si se emplease en Suiza o en Holanda… Las medidas tomadas por Kerensky para impedir que Lenin se adueñara del poder hubieran debido ser completamente distintas a las que empleó Cicerón para defender la República Romana contra la sedición de Catilina. Si unas cuantas medidas policiales sirvieron para desbaratar el plan de Catilina, esas mismas medidas no podían servir de nada contra Lenin. El error de Kerensky consistió en querer defender los puntos vulnerables de una ciudad moderna —los bancos, las estaciones ferroviarias, las centrales telefónicas, las imprentas,…— con los mismos métodos que empleó Cicerón en la Roma de sus tiempos.”

El leit motiv del libro de Malaparte es la Rusia de 1917. El estudio que hizo acerca del alma política rusa de los inicios del siglo XX, lo inmortalizó. No hubo revolución de octubre con movilizaciones de masas, huelgas generales, masacres, revueltas populares, etc. como proponía Lenin, el “estratega”; sino un golpe de estado organizado por Trotsky, su lugarteniente, “el táctico”– donde un puñado de bien entrenados fanáticos bolcheviques tomaron por la fuerza los puntos estratégicos de la capital. La caída del Palacio de Invierno solo fue una escaramuza que dejó solamente seis o siete muertos.

El meollo de la acción radica, por consiguiente, en las técnicas empleadas en la preparación y culminación de cualquier coup d’état. ¡Cuánto han cambiado la técnica en los 103 años que han transcurrido desde Octubre de 1917 en San Petersburgo, a noviembre del 2020 en Washington!

Malaparte quedaría boquiabierto si pudiera contemplar el mundo de las comunicaciones contemporáneas, la computación y las redes sociales.

Ya usted no verá el control de puntos neurálgicos de una ciudad por hombres con armas largas; ni las tanquetas en las capitales latinoamericanas enviadas por los gorilas de turno. Ahora asistirá entre impotente, callado y sorprendido al golpe de estado asimétrico como lo relata magistral e impúdicamente el semanario Time de febrero de 2021. Esta vez el triunfador fue Joseph Biden. Increíble.

EL BIDENAZO: UN GOLPE DE ESTADO ASIMÉTRICO SUPERTÉCNICO Y EXITOSO.

El relato de Molly Ball en la edición del semanario Time del 8 de febrero del 2021 estremeció al mundo. “Es un artículo que todo estadounidense debería leer”, según lo expresado por un ex presidente muy conocido. Concuerdo con él. Estimo que pocos lo harán y otros muy pocos sabrán interpretarlo.

Por supuesto, no voy a dar explicaciones detalladas de lo allí escrito. Es imposible resumirlo. Cada quien puede acceder libremente a esa fuente primigenia y a los subsiguientes comentarios y evaluaciones. Se conoce: Mike Podhozer fue el “el arquitecto”; el máximo conspirador.

Queda claro que un grupo elitista, inteligente, muy poderoso y adinerado planeó con antelación y ejecutó magistral e incruentamente el golpe de estado de noviembre del 2020, utilizando las técnicas mas sofisticadas para penetrar, –sin dejar huellas, ni evidencias tangibles,– las estructuras del gobierno estadounidense y su cultura democrática. Fue el primer coup d’état en la historia de los EEUU. No hay dudas y el reportaje se explica por sí mismo.

Me quedan dos interrogantes que me desconciertan. La primera es el cómo y el porqué el equipo del presidente Trump no pudo contraponer unas técnicas similares a las utilizadas por los golpistas para propinar un contragolpe.

La segunda es constatar con asombro que a tan escasos días de la toma de posesión del nuevo presidente se hayan revelado tantos datos y tan sensibles, que violan nuestra Constitución, exponiéndolos sin pudor y con cierto “apuro” ante la opinión pública. La lógica elemental y la costumbre aceptada en todo el mundo y por todos, es mantener lo hecho conspirativamente como top secret.

Pienso que los golpistas y su prensa satélite, se sienten y son tan poderosos y prepotentes que están por encima de las leyes. Se saben impunes ante la gran fechoría que cometieron.

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lunes, 22 de marzo de 2021

Tiendas en MLC: entre las colas y el bandidaje.

Por Orlando Freire Santana.

Cola para entrara a la tienda en dólares de Boyeros y Camagüey.

Todos sabemos que a las tiendas que ofertan en moneda libremente convertible (MLC) hay que llegar bien temprano si queremos entrar en la primera vuelta. De no ser así, las posibilidades de acceder a las mejores mercancías son pocas.

No obstante a semejante convicción, solo pude llegar a la cola de la tienda de Boyeros y Camagüey, ubicada en el límite de los municipios Cerro y Boyeros, a las 7:30 de la mañana. Y, como era de esperar, a esa hora el tumulto era grande, en espera de que dieran los turnos para entrar al establecimiento a las 9:00 de la mañana. La cola no se hace en la puerta de la tienda, sino en una plazoleta distante a tres cuadras del lugar.

En una fila tan prolongada uno se entera de muchas cosas. Entre otras, de los productos más demandados por las personas allí presentes, como las ollas arroceras, el queso, las cervezas y el café. Casi todos con los que conversé anhelaban que ese día hubiera esos surtidos en la tienda. Y es que, en realidad, uno va a suerte y verdad a esos lugares, porque no te enteras de lo que hay hasta que no llegas al interior del establecimiento.

Algunos de mis camaradas ocasionales de la cola comentaban el contraste existente entre las tiendas del aristocrático barrio de Miramar, zona de dirigentes y diplomáticos extranjeros, como 3ra y 70, 5ta y 42 y Palco -las veían muy bien surtidas en las páginas de Internet-, y las otras de la periferia habanera, donde generalmente los surtidos eran pocos.

Cerca de las 9:00 a.m. vinieron dos policías a repartir los turnos de entrada a la tienda. Dieron 200, y para mi desdicha no alcancé ninguno, lo que significaba que me esperaban varias horas de cola hasta que dieran los turnos de la segunda vuelta.

Tienda de Boyeros y Camagüey.

Así las cosas, agotado por el cansancio y un sol abrazador, a las 11:00 de la mañana vinieron nuevamente los policías. Pensaba que, al fin, ya iba a entrar en la tienda, pero no, lo que hicieron fue pasarnos a una segunda cola, esta ya en las proximidades de la entrada.

En ese lugar presenciamos una discusión entre el portero de la tienda y un señor mayor que pretendía entrar por la cola especial -mucho más pequeña que la del resto de las personas-  reservada a discapacitados, embarazadas y vulnerables. Esta última categoría se les confiere a personas mayores de 65 años que posean una carta con el cuño y la firma del trabajador social de su comunidad.

El portero, al parecer, no aceptaba la carta que poseía el señor, y este le gritaba a viva voz que era un corrupto, pues había dejado pasar sin hacer la cola a varias personas que le dieron dinero. Al final, el supuesto vulnerable debió marcharse sin poder entrar en la tienda.

Después de permanecer otra hora más en la “segunda cola”, ya pasadas las 12:00 del mediodía, logré entrar. Aquello era como un hormiguero de gente decepcionada que iba de un lugar a otro sin encontrar lo que buscaba. Las ollas arroceras se habían acabado, no había cervezas, y el queso brillaba por su ausencia desde hacía días. Tampoco había laticas de pescado u otros productos cárnicos. Solo compré un paquete de café, detergente en polvo y algunos paquetes de frijoles. La jaba que había llevado resultaba grande para tan poca compra.

Ahora solo restaba dirigirme a la caja para efectuar el pago, en el que no interviene el dinero en efectivo, sino tarjetas magnéticas contentivas del saldo en dólares. Aquí debía estar muy atento, pues había oído que los cajeros “inventaban” con tal de buscarse algo que complementara su salario.

Y esta vez no me sucedió a mí, pero sí a un señor que pagó en una caja cercana a la mía. El hombre compró tres paquetes de detergente, y después de caminar hacia la puerta de salida revisó su comprobante y detectó que la cajera le había descontado de su saldo cinco paquetes.

Cuando regresó a reclamar la cajera se negó, pues argumentaba que ya el comprador había salido del establecimiento. El cliente, enfurecido, fue a buscar al gerente de la tienda al tiempo que gritaba que la cajera no era más que una bandida.

Por mi parte, me fui sin saber el final de esa disputa. Tenía suficiente dinero para buscar un taxi, pero el peso de la jaba era tan pequeño que opté por ahorrarlo y coger una guagua del transporte público.

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“Ahora mismo, Cuba es un infierno.”

Por Iván García.

La primavera ya está aquí. Y en la Avenida Santa Catalina, al sur de La Habana, escoltada por vetustos framboyanes, un sol tibio y agradable resalta el esplendor de esa arteria capitalina. Mientras usted camina por sus aceras fracturadas, ramilletes de flores naranjas y rojas se descuelgan de los árboles creando una alfombra multicolor. Después que cruza la calle Vento, la extensa y amplia arteria delimita Santos Suárez y La Víbora, dos barriadas pertenecientes al municipio Diez de Octubre, el más poblado de la capital, a veinte minutos en auto del Aeropuerto Internacional José Martí.

La Víbora y Santos Suárez fueron construidas antes que Fidel Castro tomara el poder e implantara en Cuba un manicomio socialista con libreta de racionamiento y arquitectura soviética. El tramo de la Avenida Santa Catalina, desde Boyeros, donde nace, hasta la Calzada de Diez de Octubre, con sus framboyanes centenarios, el gorjeo de los pájaros y edificaciones de buen gusto, probablemente sea una de las vías más hermosas de la ciudad después de la Quinta Avenida, la Calle 23 y el Malecón.

Pero la muchedumbre que hace cola desde la madrugada para comprar salchichas y paquetes de muslos de pollo importados de Estados Unidos en una tienda contigua a un garaje, no tiene tiempo de contemplar la belleza de Santa Catalina ni disfrutar la llegada de la primavera. Tatiana, ama de casa, 55 años, lleva dos días ‘cazando’ el pollo, las salchichas y compotas para su nieto de cuatro años.

“Es algo desgastante. El primer paso es pagar información al personal que trabaja en la tienda para que te digan cuando llega el pollo, salchicha u otro alimento. El gobierno le ha mentido al pueblo descaradamente. Cuando abrieron las tiendas de alimentos en dólares, prometieron que con la divisa que obtendrían abastecerían a los antiguos mercados en cuc, que actualmente venden en pesos. Pero fue un cuento. Las tiendas están desabastecidas. El día que va entrar pollo, tienes que marcar la noche anterior, pues solo despachan a 120 o 150 personas”, dice y añade:

“Y solo puedes comprar dos paquetes de muslos de pollo. Si es pechuga o pollo deshuesado, un solo paquete. Salchichas, dos paquetes. Y compota, diez per cápita. Hay personas que se dedican a hacer la cola y luego venden los turnos. Un turno de un mercado que vende en pesos, cuesta entre 100 y 200 pesos. Los que tienen mucho dinero compran a los policías que organizan la cola o al gerente de la tienda. Fastidia bastante que después de estar escondiéndote en la escalera de un edificio, encima de un árbol o un parque, pues debido al confinamiento no puedes estar en la calle entre las 7 pm y las 5 am, y después que lograste un turno entre los primeros cien en la cola, te digan que ya se acabó el pollo. Entonces se arma tremendo jaleo, porque la gente cuenta las cajas de pollo que se bajan en la tienda. Descuenta una o dos cajas para los trabajadores de la tienda y se supone que el resto es para los que hacemos la cola. Si no estás a la viva, te joden y venden la mercancía por la izquierda».

Lourdes, 43 años, maestra de primaria, está convencida de que “ahora mismo, Cuba es un infierno. No hay nada que comer. Si se te rompe un electrodoméstico o se te funde un bombillo en la casa, tienes que tener dólares para sustituirlo, incluso con dólares, no lo puedes conseguir. Hace dos semanas estoy buscando queso, frijoles y arroz. Mi hijo que vive en Miami me pone doscientos dólares todos los meses solo para comida. Y no siempre puedo comprar lo que busco. Me tengo que disparar colas de siete y ocho horas. Cuando la semana pasada abrieron La Época, me escondí debajo de unos cartones en parque cercano, para conseguir un turno. Dos días de cola y al final no pude comprar nada. Cuba necesita otra revolución. A los que gobiernan no les importa el pueblo. Solo viven para robar ycomer, mira las barrigas que tienen”.

Aunque la comida sigue siendo la prioridad número uno de los cubanos, no es el único problema. Héctor, agricultor privado, dueño de una hectárea de tierra en Artemisa, provincia a unos 80 kilometros al oeste de La Habana, está desconcertado por la mediocridad de los dirigentes. “En qué cabeza cabe que en un país donde no hay comida, poner tantos obstáculos para producirla. Si elaboras quesos con la leche de tus vacas, es ilegal. Sin vendes carne de res, también es ilegal. Y no es raro que la cosecha se pudra porque Acopio no la recoge por falta de transporte o demoren varios meses para pagarte la factura. El gobierno se ha empecinado en implementar una nueva tarifa de electricidad y agua que hacen irrentables las cosechas. Nadie va a trabajar la tierra para perder dinero. En febrero, la cuenta de electricidad fue de 30mil pesos. Mejor me siento en mi casa y siembro para mi autoconsumo y lo que me sobre lo vendo por la izquierda. Son tan estúpidos que se les ha ocurrido vender en dólares los implementos de trabajo y el fertilizante. ¿Qué se han creído? ¿Que también los parientes en Miami van a mandar dinero para trabajar la tierra? En en el mundo, cuando hay sequías o fenómenos meteorológicos, las autoridades subsidian la agricultura. Con la alimentación del pueblo no se juega. Los del gobierno están locos o se hacen”.

Rogelio, dueño de un negocio de publicidad, considera que la “tarea ordenamiento es el mayor disparate que se le ha ocurrido a los sesohuecos del gobierno. Si tú quieres desarrollar la economía la primera regla es mantener los impuestos bajos para que los pequeños y medianos emprendimientos priados florezcan. Si elevan el costo de la electricidad, agua y gas a limites siderales, el precio de los servicios que ofertamos se dispara, provocando una espiral de precios inasequibles para los cubanos. Han subido los salarios entre dos y cuatro veces y los precios de la electricidad, agua, gas y otros que son esenciales crecieron entre siete y diez veces. Había que hacer reformas, pero de a poco. No todas de un golpe. Subir los precios de la electricidad fue un disparate. Ya la electricidad en Cuba era cara. Yo, por ejemplo, pagaba más de 20 mil pesos mensuales, ahora me monto en los cien mil. He tenido que cerrar el negocio. Parece que Díaz-Canel no se entera que la base de una economía moderna no es la limonada, es la electricidad”.

Camino del tercer mes de la tarea ordenamiento, la mayoría de los cubanos la reprueban. En una encuesta realizada por el sitio digital oficialista Cubadebate, posteriormente eliminada, un 94% de los encuestados mostraron su desacuerdo con la estrategia implementada por la dictadura militar. Corren rumores de que en el próximo Congreso del Partido Comunista, a celebrarse en la segunda quincena de abril, se implementará un amplio paquete de medidas para intentar frenar la estacionaria crisis económica. Pero ese amplio segmento de cubanos que hace cola todos los días no es optimista. No esperan nada nuevo. Piensan que será más de lo mismo. Ya ese perro los ha mordido en ocasiones anteriores.

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sábado, 20 de marzo de 2021

Teniente coronel (r) Riva: Derramar la sangre del pueblo cubano es un acto criminal.

Por Carlos Cabrera Pérez.

Teniente coronel (r) Mario Riva, Master en Ciencias Militares.

Mario Riva Morales (La Habana, 1950). Máster en Ciencias Militares, políglota con dominio del Inglés, Ruso y Portugués, desciende de emigrantes italianos de la región de Brescia, por parte de padre; de ahí su apellido  en singular, pero el mayor aporte de su familia no fue el patronímico sino que estudiara en buenos colegios privados y bilingües, pero siendo un muchachón descubrió su pasión por la aviación, especializándose en helicópteros con los que voló por el espacio revolucionario de Guinea Conakry, Angola y Cuba de punta a cabo.

Su desencanto con el castrismo fue en ascenso gradual, casi como su carrera militar, donde tuvo más de una bronca por oponerse a tácticas y estrategias combativas que consideró erróneas, aunque nunca rehusó jugarse el pellejo ante escenarios de guerra complicados y los desafíos de cúmulos nimbos que debían atravesar cinco helicópteros y Riva despegó y voló de puntero; o la última emboscada, ya retirado, cuando un oficial de la Inteligencia cubana lo tentó para que formara parte de lo que luego se conoció como La Red Avispa; entonces, quizá confirmó que sus días cubanos estaban agotados.

Mario Riva Morales ha contado su experiencia angoleña en el  libro La guerra innecesaria, imprescindible para conocer parte de las incursiones castristas en África, cuya última etapa fue también un desafío al Kremlin de Mijaíl Gorbachov, y en el que huye de cualquier tentación de magnificación de gestas, típica de las historiografías oficiales y deja claro el papel de Fidel Castro Ruz, Ochoa, Polo Frías y Enrique Acevedo en el Frente Sur de Angola, que no fue un sector único, como pretendió hacer ver el fallecido Comandante en Jefe.

Portada del libro de Riva.

En una próxima charla, abordaremos en profundidad su visión sobre los hitos de Cassinga, Cangamba y profundizaremos en Cuito Cuanavale y en su vida militar repleta de méritos y reconocimientos, pasión por el estudio y broncas con jefes sobre estrategias y tácticas combativas. Mario es un hombre de firmes y formados criterios, que pocas veces cazan bien con la disciplina militar; pero aguantó, ganó y perdió, sintió miedo y triunfó viviendo con su familia en Portugal.

CiberCuba cierra, con esta entrevista, su ronda de charlas con los cinco promotores de la Objeción de conciencia a militares en activos para que no disparen contra el pueblo cubano: General de Brigada (r) Rafael del Pino, los Teniente coroneles (r) Máximo Ruiz Matoses y Alfredo Lima Pérez y el Teniente (r) Ángel Madrazo Giro. 

¿Que motivos te llevaron a firmar la carta dirigida a militares en activo, pidiéndoles que no repriman al pueblo cubano?

Los motivos son varios y no vienen de ahora. A principios de los años 90, estando en activo y siendo inspector de helicópteros en la Sección de Aviación de la DAAFAR, me ordenaron participar (con un helicóptero MI-17) en un entrenamiento para las tropas especiales de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), cuyo Puesto de Mando se encontraba en el Parque Almendares.

Mi participación respondía a la preparación de una Unidad especial de desembarco por el método de Rápel, al sur de Guanabo. Aquello era un pequeño pueblo fantasma. Algo fabricado para ser utilizado en maniobras de combate dentro de una ciudad. Algo parecido a una maqueta, pero de proporciones naturales. El helicóptero debía estacionarse sobre varias de las edificaciones y los comandos descenderían por cuerdas.

La idea de la maniobra era la utilización de fuerzas militarizadas para reprimir una manifestación popular, fuera de control. Allí pude ver diferentes artefactos que utilizan los órganos represores para contener y dispersar manifestaciones; desde balas de goma, hasta porras, cascos y escudos protectores, carros de bomberos con mangueras de agua a presión.

Pero lo que más me llamó la atención eran unas guaguas de la que descendieron unos muchachos (de ambos sexos), vestidos con jeans, tenis de marca capitalista y pañuelos atados en la cabeza, camisetas con la imagen del Che Guevara. Esa era la indumentaria, a no ser por un lazo azul, al parecer cosido a la camisa que, al preguntar que era aquello, me respondieron que era para diferenciarlos de los malos. Eso quería decir que esos muchachos iban a ser utilizados para ser infiltrados dentro de los supuestos contrarrevolucionarios.

El Coronel jefe de aquella unidad especial y yo, nos habíamos conocido en Angola, en 1988, cuando él avanzaba por el Flanco Sur Occidental del Frente Sur, hacia Ruacaná. Y yo trasladaba, en mi helicóptero, al General de División Arnaldo Ochoa Sánchez, jefe de la Misión Militar Cubana en Angola (MMCA) cuando recorría las diferentes unidades que avanzaban hacia la frontera con Namibia.

Aquel día, en Guanabo, ese coronel me dijo: El día que tenga que utilizar estas tropas, en contra del pueblo, se acabó la revolución.

El deterioro económico del régimen dictatorial de los hermanos Castro es cada vez más rápido junto a la ausencia de libertad y derechos humanos en Cuba.

Los militares en retiro, al igual que los que están activos, saben perfectamente que derramar la sangre del pueblo cubano es un acto criminal. Los que se encuentran activos no pueden expresarse, los que se encuentran en retiro y viven en Cuba, no se atreven a expresarse por temor a las represalias que puedan tomar con ellos y sus familiares.

Los militares retirados que, nos encontramos fuera de Cuba, consideramos que, hacer un llamamiento para intentar evitar que se utilicen a las fuerzas armadas como forma de reprimir las justas protestas y demandas de los cubanos, es un deber moral y cívico.

¿Cómo fue tu experiencia como copiloto del entonces presidente de Guinea Conakry, Ahmed Sékou Touré?

La experiencia como copiloto del helicóptero de Sekou Touré fue verdaderamente mala. Los guineanos tenían varias tripulaciones de helicópteros que, no estaban contentas con nuestra presencia allí. La barrera idiomática imposibilitaba cualquier comunicación. El jefe de la nave, que había estudiado en la URSS, en el ano 1961, hablaba muy mal el ruso y yo todavía no lo había aprendido. El único que se podía comunicar con ellos era el técnico de vuelo que, hacía pocos años había terminado los estudios. Nunca vimos al presidente. Nunca volamos con él. En los 365 días (casi exactos) que estuvimos allí, volé apenas 6 horas. Eso para un piloto es desastroso.

En aquella época las misiones eran muy secretas; íbamos con pasaportes falsos y nombres cambiados. Yo me llamaba Jesús Morales González y era Técnico porcino. No obstante, acudíamos a los vuelos de los MIG-17PF, de los pilotos de caza, cubanos, que allí se encontraban. Nuestra misión consistía en las labores de búsqueda, salvamento y rescate, en caso de que hubiera un accidente. La tarea era bastante difícil porque no teníamos acceso a los helicópteros, pero estaba implícito el uso de la fuerza en caso de una situación de accidente de un piloto cubano. Más claramente: Tendríamos que ocupar el helicóptero a como diera lugar y salir al rescate del piloto accidentado. Esta situación nunca se dio.

Parte de tu niñez transcurrió compartiendo vecindad con el fusilado coronel Antonio de la Guardia Font y su encarcelado jimagua general Patricio, con quienes te reencontraste en Angola, ¿qué recuerdos guardas de ambos?

Patricio y Tony (la Guardia) vivían, con sus padres, en una casa muy cerca de la mía. Los jimaguas eran diez años mayores que yo. Lo que sucedía era que los fiñes acostumbrábamos a jugar pelota en un placer aledaño a su casa y muchas veces, cuando ellos andaban por allí, venían vestidos con sus uniformes y se ponían a jugar con nosotros. Mis padres conocían, de siempre, a los suyos.

Pasados los años, nos encontramos nuevamente, cuando -a instancias de las Tropas Especiales del MININT- se propició un pequeño curso de pilotos de helicópteros, del cual yo formé parte como instructor. Luego vendrían ejercicios conjuntos de embarque y desembarque de tropas especiales desde un cayito adyacente a la unidad de tropas especiales en Jaimanitas, al cual, cariñosamente. le llamábamos Cayo Mierda. Los ejercicios de aterrizaje y desembarco sobre el Castillo del Príncipe con el fin de controlar una supuesta sublevación de los presos. Y, por último, la preparación de la guerrilla de Francisco Caamaño, en la Sierra del Rosario, Pinar del Rio. Todo esto en la primera mitad de la década de los 70 del pasado siglo.

Luego nos veríamos esporádicamente, aunque nos manteníamos en contacto mediante los ayudantes de Patricio y Tony que, habían sido condiscípulos míos desde que coincidimos en la escuela primaria  Héroes del Granma, ubicada en el Laguito. A Tony (la Guardia) no lo vi más personalmente. Con Patricio me encontré nuevamente en Angola, durante una visita suya a Huambo, comió y se quedó a dormir en mi casa allí, como Jefe del Regimiento de Helicópteros. Allí se conocieron la mujer de Patricio y la mía. El ayudante de Patricio, Enrique Foyo también estaba presente. Foyo había estado conmigo, tanto en la primaria del Laguito como en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos.

Pasados los anos nos volvemos a encontrar en Huambo y pocos días después, aterrizo a 17 kilómetros de Cuito Cuanavale, en medio de los combates. Y me vuelvo a encontrar con Foyo que, estaba cumpliendo misiones de reconocimiento y se disponía a regresar a Menongue para informar los resultados. No sin antes tener que soportar tres granadas de G-5 o G-6 que por poco nos destruyen los helicópteros. Un MI-17, apoyado por un MI-24, en misión de búsqueda, salvamento y rescate (BSR).

Tu tercera misión en Angola coincidió con el mando del fusilado General de División Arnaldo Ochoa Sánchez, ¿era Ochoa un charlatán que hacía propuestas combativas erróneas, como intentaron hacer ver Raúl y Fidel Castro Ruz?

Ochoa era un jodedor, pero no era un charlatán; hace ya algunos años que salieron a la luz unos vídeos, donde aparecen los Generales Ochoa y Patricio de la Guardia, junto con el entonces coronel Lamas (jefe de la DAAFAR en Angola), en los que se ve cómo se burlaban del General Leopoldo Polito Cintras Frías, imágenes que, sacadas de contexto, parecen una burla. Nada más falso.

Polito, violando la orden de Fidel de no apoyar a las FAPLA en ningún frente, excepto Cuito Cuanavale y la autoridad de Ochoa, como jefe de misión, se puso a autorizar la subordinación de algunos aviones y helicópteros, a petición del general Pineo (Orlando Lorenzo Castro), que trataba de mantener viva la Operación Olivo, ese fue el motivo de las risas de Patricio y Arnaldo.

Pineo operaba en Huambo, centro de Angola, y Cintras Frías era solo Jefe del Frente Sur, por tanto, carecía de mando sobre otras regiones y estaba subordinado, como el resto de jefes y oficiales cubanos en Angola, al General de División Arnaldo Ochoa Sánchez, pero Polito se prestaba a los propósitos de Pineo, violando la cadena de mando y una orden del Comandante en Jefe, en tiempo de guerra.

Riva (izda.) en Angola.

La historia oficial presenta la batalla de Cuito Cuanavale, en Angola, como una muestra del genio militar de Fidel Castro Ruz, ¿coincides con esa apreciación?

La orden de Fidel Castro concentrando el apoyo de Cuba a las FAPLA, solo en Cuito Cuanavale entró en contradicción con la visión que tenía Ochoa sobre la situación dentro del territorio angolano, que estaba preocupado porque los angolanos fueran incapaces de defender sus posiciones en el entorno del puente sobre el río Cuanza, provocando que sudafricanos y UNITA tuvieran abierto el camino hacia Cuito Bié y, de no ser efectiva la defensa de Cuito Cuanavale, se estaba poniendo en peligro todo el centro de Angola.

Otra discrepancia entre ellos, que Fidel hizo pública, fue la exploración; Ochoa defendía -mediante una orden- hacerla a pie y el Comandante en Jefe armó una cojonera de mil pares para que se hiciera en vehículos, desconociendo la realidad del teatro de operaciones. ¿Qué pasó?, lo que pronosticó Arnaldo, que fue disciplinado y, aún sabiendo que Fidel se equivocaba, obedeció su orden: Al día siguiente, nos ordenan a los helicópteros acudir al sitio de exploración y encontramos a los exploradores, subordinados al general Cartaya muertos porque habían chocado con una mina gigantesca que UNITA había colocado en el camino, la escena era dramática porque los perros caza minas deambulaban por los alrededores en busca de sus amos-entrenadores muertos.

Si revisas esta parte de la historia combativa cubana en Angola, verás que siempre se evitó la exploración motorizada para evitar minas y emboscadas, pero el Comandante en Jefe cambió de criterio en Cuito Cuanavale y murieron varios cubanos por su errónea decisión.

Los verdaderos héroes de Cuito Cuanavale son los 250 asesores militares cubanos, que asumieron el reagrupamiento de tropas, tras la bochornosa retirada de los soviéticos, y consiguieron preservar las posiciones, trasladando a las brigadas FAPLA al oeste del río, excepto una.

Un arma, tan moderna como son los helicópteros, fue menospreciada por los altos mandos militares soviético y cubano que, en ningún momento, ordenaron el uso de los helicópteros para contrarrestar los medios autopropulsados sudafricanos y por el contrario, se desgastaron en la utilización de la aviación de combate, cuando los aviones Mig 23 y Mig 21 tienen muy pocas posibilidades en el combate aire-tierra, por su impresionante velocidad de vuelo y su escasa capacidad ofensiva.

La cruda realidad es que, estas aeronaves, fueron diseñadas como caza-interceptoras, con posibilidades limitadas de actuar en variante de caza-bombarderos.Su función primordial es la interceptación de la aviación enemiga, mientras que los helicópteros MI-24, son diseñados para el combate contra medios blindados.

La guerra de Angola, como muchas de las guerras que han ocurrido en el Tercer Mundo, no fue una guerra convencional, aunque pudo parecerlo y asi creen profanos. Entre octubre de 1987 y junio de 1988, no ocurrieron fieras batallas convencionales en suelo africano y mucho menos comparables con las que se libraron contra Erwin Rommel. La realidad consistió en que los sudafricanos realizaron ejercicios de puntería contra las recién preparadas brigadas angolanas.

Mientras las fuerzas combinadas de Cuba y Angola, en Cuito Cuanavale defendían sus posiciones, a más de 500 kilómetros de distancia cuatro brigadas de cubanas. al mando del General de Brigada Enrique Acevedo, se encontraba desde enero de 1988, ocupando posiciones entre Lubango y Ruacaná y tenían un objetivo bien definido: Irrumpir en el territorio de Namibia y avanzar hacia la profundidad operativa tomando por asalto todas las bases militares sudafricanas, cercanas a la frontera con Angola.

Curiosamente, esa estrategia y la orden de avanzar hacia Ruacaná y golpear Calueque fueron órdenes de Fidel, que luego presentó como un único escenario el Frente Sur, en torno a Cuito Cuanavale, que es un disparate geográfico y combativo, o como esas otras versiones sobre la importancia del aeródromo de Cahama, que fue mal construido hasta el punto que los cazas no podían detenerse en las intersecciones de las calles de rodaje y otras áreas porque se hundían.

Quizá Fidel Castro siempre le dio un tratamiento todo incluido al Frente Sur porque no le convenía explicar el desplazamiento por el flanco sur occidental, cuando ya las acciones de Cuito Cuanavale prácticamente habían cesado. Algo que nunca se ha aclarado es que, en el Frente Sur, los flancos oriental y occidental estaban separados por cientos de kilómetros, sin posibilidad real de establecer cooperación alguna entre ellas.

¿Tu retirada del servicio activo fue una baja normal; intentaste trabajar en la vida civil?

Mi retirada del servicio fue una baja por enfermedad profesional. Acudí al chequeo médico anual, habiendo sufrido varios episodios de dolores en el cuello y adormecimientos de la parte superior del brazo izquierdo, junto con una sensación de hormigueo en los dedos pulgar, índice y medio de la mano izquierda. Me realizaron diversas pruebas, incluyendo una Tomografía axial computarizada, que me diagnosticó dos hernias discales y la comisión médica determinó que en esas condiciones no era recomendable continuar volando.

La jefatura de la DAAFAR me ofreció dos cargos. El primero lo rechacé de inmediato. Se trataba de trabajar en la Secretaría del jefe de la DAAFAR, un trabajo burocrático que no tenía nada que ver conmigo. El segundo me lo propuso el Coronel Eddy Hernández Capote y consistía en ser profesor en la Cátedra de aviación de la Escuela Superior de Guerra Máximo Gómez, pero tampoco lo acepté porque debido al Período especial debía ir en bicicleta hasta el Paseo del Prado y allí coger una guagua de la academia y viceversa para el regreso; pasado el tiempo necesario, pasé a retiro.

Comencé a buscar trabajo. Visité a un amigo de la adolescencia Erick Valdés Martínez que, en esos momentos trabajaba en la Dirección de Inteligencia (DI), en Línea y A, Vedado. Fue una visita amistosa en la cual, entre otras cosas de carácter personal, le expuse mi situación de haber pasado a retiro y que estaba buscando trabajo.

Pasados unos días, me contactó por teléfono una persona, de parte de Erick, que me citó para el parque de Línea y L, donde me estuvo sondeando en relación a mi biografía y me habló de un posible trabajo en el extranjero, en una organización en los Estados Unidos.

En un segundo encuentro me preguntó si yo conocía a Juan Pablo Roque. Yo sabía que Roque había salido del país, por Guantánamo. Ese día la conversación derivó en el método de salida ilegal del país. Llegado a ese punto, yo le dije que de salida ilegal nada. Que yo nunca saldría ilegal del país y mucho menos dejando atrás a mi familia. Le dejé bien claro que no estaba interesado en su proposición. Nunca más me contactó.

Mario Riva y su familia.

¿Sientes que desperdiciaste parte de tu vida?

Desde un punto de vista político, fue un total desperdicio. Yo creía en la igualdad de las personas. Ahora creo en la equidad y no en el igualitarismo impuesto al pueblo cubano.

Por ejemplo, creí sinceramente que la entrada de Angola, en el CAME, podría ser beneficioso para la comunidad socialista. Desde el punto de vista económico fue un desastre. Quince años después de la intervención cubana en Angola, las empresas occidentales continuaban siendo dueñas de los pozos de petróleo de las minas de diamantes, de los ferrocarriles, etcétera. Los países socialistas no habían realizado ninguna inversión y los cubanos nos dedicábamos a dar protección a las instalaciones económicas del imperialismo. ¡De locos!

En la aviación me sentí realizado. Tuve la oportunidad de cumplir ejercicios de vuelo que hubieran sido muy difíciles de lograr en Cuba. Desde el punto de vista militar pude apreciar lo que había estudiado en la academia militar: Conducir a las tropas durante las acciones combativas, que no es solamente el entrar en combate. Los conocimientos adquiridos en la academia soviética, me permitieron evaluar las decisiones del mando superior, no para criticarlas en el momento, sino con el pasar del tiempo. Porque evaluar una decisión en el preciso momento de haber sido tomada, puede interpretarse como una insubordinación y para los militares, en tiempo de guerra, eso es muy peligroso.

Riva y señora paseando por Lisboa.

¿Cómo vives en Europa?

Depende de lo que se entienda por Europa. Y depende también del país europeo de que se trate. No es lo mismo vivir en Bélgica, que vivir en Dinamarca, ¡país carísimo! No es lo mismo vivir en Alemania, que vivir en Portugal. Eso sí. Vivo mucho, pero muchísimo mejor que en Cuba. Y yo no era de los que más mal vivían. Ni antes, ni después de 1959.

Ahora con la pandemia, comiéndome las reservas, porque ya no puedo comprar carros en Alemania y venderlos en Portugal. Vivo en una casa independiente de 3 cuartos y medio, dos baños, sala y cocina-comedor, parqueo propio para tres carros y una azotea y que utilizo como aérea de solaz y esparcimiento en los días de verano y algunos días del suave invierno del Algarve (sur de Portugal). Aqui las playas son excelente, excepto en la temperatura del agua.

No extraño a Cuba en lo absoluto, casi todos mis amigos de la infancia y la adolescencia están fuera del país. Extraño a mis primos, pero han tenido la posibilidad de venir a visitarme. También he recibido la visita de un piloto de helicóptero que estuvimos juntos en el cumplimiento de misiones en el extranjero. Mi mamá cumplió sus 80 anos en Portugal y mi hermana también estuvo de visita en una ocasión. Viví un año en Benalmádena, España. He recorrido casi toda la península ibérica. Solo me faltan por visitar, Galicia y Aragón. He conocido ciudades como Brujas, Gant, Amberes y Bruselas; he recorrido casi todo el occidente de Alemania de norte a sur, he conocido casi toda la fría geografía de Dinamarca y he visitado París, Amsterdam, Rotterdam y Breda. Vamos, que me he movido bastante...

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