miércoles, 26 de junio de 2013

Edipo en La Habana.

Por José Azel.

Cuando Edipo, el héroe trágico de la mitología griega, se dio cuenta en su angustia y vergüenza de la calamidad que había llevado a su ciudad, no soportó ver los resultados de su arrogancia. Abrumado por su conciencia, se sacó sus propios ojos, y se fue al exilio. En Cuba los Castro, desinteresados en cambiar el rumbo, simplemente rescriben la historia de su fracaso y buscan reinventarse a sí mismos.

Por cualquier medida socioeconómica objetiva, la Cuba pre-Castro era un país relativamente avanzado. En los años cincuenta el índice de mortalidad infantil en Cuba era el mejor de América Latina y el decimotercero más bajo en el mundo. Cuba clasificaba tercera en la región en consumo de alimentos per cápita, cuarta en alfabetización, y primera en aparatos de televisión per cápita. En la Cuba pre-Castro había 58 periódicos diarios de diferentes tonalidades políticas, y era octava en el mundo por el número de estaciones de radio. En 1957, con 128 médicos por 100,000 habitantes, Cuba clasificaba tercera en América Latina y aventajaba a Reino Unido y Finlandia. En 1957 el salario promedio en Cuba era superior al de Bélgica, Dinamarca, Francia o Alemania.


Después de 53 años de la alquimia regresiva que es la planificación centralizada, Cuba ha sido transformada de uno de los países más prósperos del hemisferio en uno de los más pobres. La Cuba de los Castro es un país anestesiado por el miedo y sumergido en una cultura de pobreza, con ingresos personales anuales promedio por debajo de $250.

Por otra parte, de acuerdo al último reporte “Libertad en el Mundo”, de Freedom House, Cuba continúa siendo el único país de América considerado “No libre”, con calificaciones en lo peor de lo peor en las categorías de derechos políticos y libertades civiles. De los 47 países del mundo señalados como “No libres”, solamente 9 tienen calificaciones ligeramente peores que Cuba: Corea del Norte, Turkmenistán, Uzbekistán, Sudán, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Arabia Saudita, Siria y Somalia.

Peor aún, los arquitectos de esta tragedia no son desacreditados, sino honrados, como lo fue Raúl Castro recientemente en Chile, donde fue declarado presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Dado el miserable fracaso del modelo socioeconómico cubano, el servilismo de los líderes latinoamericanos hacia el liderazgo cubano solamente puede explicarse como una forma petulante de antiamericanismo. No se trata de que la revolución cubana haya logrado mucho por el pueblo cubano; no lo ha hecho. Es que los Castro han confrontado exitosamente al Goliat del norte. Esa audacia parece ser lo que los líderes latinoamericanos valoran del desastroso experimento cubano.

Irónicamente, pronto podríamos ser testigos de Estados Unidos apuntalando al régimen cubano, siguiéndole los pasos a la Unión Soviética y Venezuela. Si la muerte de Hugo Chávez resulta en una sustancial reducción de la ayuda de Venezuela a Cuba, los Castro podrían decidir jugar su carta de Alan Gross y liberar al americano prisionero. La administración norteamericana podría entonces sentirse obligada a reciprocar de alguna manera.

Para Cuba el gran premio sería que se aliviara la prohibición de viajes, permitiendo a más turistas americanos visitar Cuba. La industria del turismo en Cuba es controlada por las fuerzas armadas, así que el dinero de los turistas americanos fluiría fundamentalmente hacia el régimen, con solamente un goteo para el pueblo cubano. Los centros turísticos cubanos están en áreas aisladas, y los turistas americanos, la mayoría hablando solamente inglés, tendrían solamente restringidos contactos con el pueblo cubano.

Con turistas americanos visitando la Isla, los cubanoamericanos podrían descubrir que el gobierno de Castro establecería limitaciones a sus viajes. Para los Castro los cubanoamericanos –capaces de comunicarse con familiares y amigos y salir de las áreas aisladas para turistas– son más subversivos y desafiantes. ¿Para qué preocuparse con visitantes cubanoamericanos si usted puede tener la playa de Varadero enfocada a turistas americanos buscando el folklore y tomando mojitos?

En Edipo en Colono, la segunda obra de la trilogía de Sófocles, el rey exiliado muere maldiciendo a sus hijos para que se maten unos a otros en combate, y se dice que su tumba se convirtió en sagrada para los dioses. Los Castro han condenado a los hermanos cubanos a cada lado del Estrecho de la Florida a combatir unos con otros, pero cuando se conozca la verdadera historia de la tragedia cubana, nadie considerará sagradas las tumbas de los Castro. La historia no los absolverá.
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