jueves, 27 de junio de 2013

Traqueteando la transición en Cuba.

Por Armando de Armas.

Parece ser que el régimen del general Raúl Castro, la Iglesia Católica, la administración demócrata de Barack Obama, elementos dóciles de la disidencia interna y la emigración, no de última hora y en balsa, sino de medio siglo e inmensas fortunas, se aprestan ahora a una suerte de transición a la medida, la justa medida del tiempo humano en que cada uno de los factores mencionados tome su parte del pastel, aquí paz y en el cielo gloria, mientras se eterniza en el poder la dinastía marxista de los Castro y la masa de indignados e indigentes, los exiliados indóciles y los opositores reales permanecen, piensan, con un palmo de narices y una ofuscada frustración.

Es como si los más atrevidos intentos de cambio en esa isla en el último decenio estuviesen determinados por el bajo vientre, por episodios de obstrucciones, abscesos, excrecencias y excesos en el país que se expande más allá de la cintura, si no ver como Raúl obtiene la mandancia en la isla, luego de que el 31 de julio de 2006 se anunciara, mediante proclama leída en televisión nacional por oficioso secretario, que Fidel delegaba temporalmente el poder en su hermano, delegación temporal que se convertiría en definitiva, debido a una compleja cirugía intestinal por un sorpresivo sangramiento en el augusto intestino del invencible comandante en jefe, y ver como el amago transicional se manifiesta gracias al miedo derivado del agravamiento del tumor abscesado con presencia de células cancerígenas, según la terminología oficial, que padece el presidente venezolano Hugo Chávez en su patriótica pelvis.

Porque, sin la insubordinación intestinal del comandante no hubiese habido ascenso del general al trono y, claro, sin la insubordinación de la pelvis del coronel no hubiese habido miedo a perder los petrodólares que el coronel manda a la isla por un tubo, miedo menor que conduce a un miedo mayor, el miedo a perder el poder en la isla y, tras el poder, las prebendas y hasta la vida misma, no ya del comandante y el general, sino de toda la parentela enriquecida y ensoberbecida a la sombra de los patriarcas que un día bajaron de La Sierra con sus collares de Santa Juana, sus crucifijos, sus escopeticas y su peste a berrenchín de monte. Miedo mortal, en definitiva, que ha llevado al general de opereta, que no de operaciones, a propiciar la componenda para el patético intento de iniciar en la isla esa suerte de trago amargo, amago de apertura; traqueteo de la transición.

La monarquía marxista de la isla sabe que la opinión pública desea cambios en el país, pero, la noticia es que ese deseo no es ahora patrimonio de quienes tradicionalmente se han opuesto a la dictadura, sino que es un deseo compartido también por los aliados tradicionales de la dictadura comunista.

Entonces, claro, ya que persiste un inmovilismo vigilado y absoluto en la esfera política, la dictadura apuesta por cambios en la esfera económica, es decir, lo económico como la esfera de lo posible, de los cambios posibles, luego, lo económico como la esfera de la esperanza, esfera de la fe y, en consecuencia, el generalato juega a dar la imagen de querer acometer unas reformas más profundas de las que ahora mismo acometen.

Pero, ay, esa apuesta por el traqueteo de la transición está en peligro, es un traqueteo que necesita imperiosamente de los petrodólares que la pelvis de Chávez terminará, al parecer, por negarle al generalato isleño, pelvis contrarrevolucionaria, y entonces el generalato busca inusitados aliados para apuntalarse en el traqueteo iniciado, busca a la Iglesia Católica que ya le ayudó a deportar a los presos de la Primavera Negra y a otros indeseables, que ya le mandó al Papa Benedicto XVI a la isla y al cardenal Ortega a Estados Unidos para que, entre otras cosas, llamara delincuentes a unos disidentes que habían ocupado un templo en La Habana, busca a la administración Obama, y busca a los elementos dóciles de la disidencia interna y la emigración, ellos serían los encargados de sustituir a los petrodólares en el cabal cumplimiento del traqueteo transicional, tal cual el generalato lo tiene pensado.

En esta concomitancia, militancia, de elementos mutuamente excluyentes uno comprendería las motivaciones del accionar del generalato pues están, en definitiva, compulsados por el miedo y, ya se sabe, nada más comprensible, humano, que el maldito miedo y, ya se sabe también, ningún instinto más aguzado que el de la preservación; también uno comprendería las motivaciones del accionar de la Iglesia Católica pues, en definitiva, se trata de un poder milenario y, por lo mismo, con todo el tiempo para acomodarse a las exigencias del poder terrenal del presente, hacer la vista gorda ante sus desmanes, mientras se apertrecha en la seguridad de que saldrá manchado pero fortalecido del trance, que a la larga, diminuta memoria de los isleños mediante, nadie se acordará de la mancha; y uno comprendería también las motivaciones del accionar de la administración demócrata de Barack Obama que tendría, en definitiva, un diferendo de método pero no de esencia con la dictadura del generalato isleño y un desesperado deseo, mostrado además por la mayoría de las administraciones estadounidenses de uno u otro partido, de garantizar la estabilidad en el Caribe, no importa a costa de qué, y evitar con ello una oleada hambreados y desarrapados balseros.

Ahora, lo que no se comprendería muy bien es qué vienen a pintar en el traqueteo transicional esos elementos dóciles de la disidencia interna y la emigración, no de última hora y en balsa, sino de medio siglo e inmensas fortunas; porque, si bien es cierto que los primeros pudieran estar buscando insertarse en los estamentos del poder, migajas mínimas para la sobrevivencia, para salir de la marginalidad, que estaría dispuesto a otorgarles el generalato, no es menos cierto también que ello puede ser tan peregrino como pedirle peras al olmo, como tomarse en serio el juego transicional; porque, si bien es cierto que los segundos pudieran estar buscando incrementar aún más sus ya inmensas fortunas, no es menos cierto también que poco de provecho podrían sacar de la isla haitianizada, martirizada, y a un precio que pudiera ser impagable en un país sin transparencias contractuales ni leyes que protejan la inversión y la propiedad de la fuerza codiciosa del Estado, pues, esperar que el generalato sea confiable en temas de inversión y propiedad puede ser tan peregrino como pedirle peras al olmo, como tomarse en serio el juego transicional. Lo curioso es que muchas de estas familias de emigrados multimillonarios (Saladrigas, Cejas, Fanjul, según las sorprendentes, al menos en el caso de las  dos últimas, revelaciones del Cardenal Jaime Ortega en la Universidad de Harvard) ya fueron despojadas en el pasado de sus propiedades por la misma gente que al presente manda en esa isla; pero, ya sabemos, el hombre es el único animal que se da dos veces contra la misma piedra.

Mientras, a finales de mayo de 2012, el prestigioso diario británico Financial Times, daba a conocer que las duras medidas adoptadas por el general Raúl Castro en Cuba contra la corrupción y la ineficiencia (en verdad medidas contra el buen desempeño de la libre empresa) están llevando a los negocios extranjeros a irse de la isla.

El periódico sostiene que como resultado de la estampida empresarial corren peligro en la isla las inversiones necesarias para que tenga éxito el programa de reformas económicas puesto en vigor por el régimen cubano.

Según el Times, que cita como fuentes a personas con acceso a información gubernamental, el número de empresas “joint venture” (parte cubana, parte extranjeras) ha disminuido a no más de 240, cuando en 2009 llegaron a ser 258. Una de las últimas empresas en irse de la isla –dice el diario- fue Unilever, el gigante británico-holandés de productos de consumo, después de haber hecho negocios durante 15 años con las autoridades comunistas.

Al mismo tiempo, señala el diario, el hallazgo de petróleo en el mar que La Habana cifraba como esperanza para poder acceder a capital internacional e independizarse de la ayuda de Venezuela, ha sido infructuoso luego de que la firma española Repsol informó que el primero de tres pozos de prueba no tenía crudo.

Otras cuatro firmas “joint venture” controladas por dos compañías canadienses están en proceso de ser “liquidadas”, apunta el periódico, que además recuerda que dos ejecutivos de la británica Coral Capital, que invirtió $75 millones de dólares en Cuba, siguen arrestados sin haber sido todavía encausados pero bajo supuestas sospechas de corrupción.

También subraya que aunque Castro, el general, prometió revisar los engorrosos procedimientos para la inversión extranjera, los promotores de varios proyectos para construir campos de golf siguen esperando que se los aprueben, y hay varias empresas que han estado negociando proyectos en la industria azucarera desde 2006; todo lo cual apunta a lo que aclarábamos en el paréntesis: son medidas contra el buen desempeño de la libre empresa, nada raro por demás, en un régimen comunista que sólo se disfraza de capitalista para sobrevivir.

Otro de los planes aún por materializar, agrega, es el multimillonario proyecto para expandir la refinería de Cienfuegos y construir en sus inmediaciones un complejo petroquímico anunciado hace años. De acuerdo con el Times, una mayoría de expertos y diplomáticos creen que los planes del jefe de la dictadura militar para despedir hasta millón de trabajadores estatales y sacar al país de su atolladero económico “fracasarán sin la afluencia de grandes inversiones directas o un gran descubrimiento de petróleo en el Golfo de México”.

La necesidad de socios extranjeros es especialmente aguda, añade, dado el incierto futuro de su aliado enfermo de cáncer, el presidente venezolano Hugo Chávez, quien proporciona a la isla alrededor de 115.000 barriles diarios de petróleo subsidiado, y enfrenta elecciones en octubre próximo que podría perder.

Por otro lado,  la lentitud y la timidez de las reformas económicas de Raúl Castro están causando “frustración y desesperanza” en Cuba, según advirtieron comunicadores católicos de la isla, en un mensaje divulgado este miércoles en el sitio Web de la conferencia episcopal.

“Las reformas, insuficientes y lentamente implementadas, no han logrado un impacto significativo en la solución de esta crisis, lo cual ha generado sentimientos de frustración y desesperanza”, señalaron textualmente alrededor de 60 empleados y voluntarios de los servicios informativos de la Iglesia, en las conclusiones del Quinto Encuentro Nacional de Comunicadores Católicos, que sesionó en El Cobre durante cuatro días.

Consideran los informadores que para cambiar esa realidad es imprescindible la escucha atenta de los anhelos más profundos del pueblo, un firme compromiso con la verdad, y plena transparencia informativa.  Y en ese sentido  puntualizaron que “sólo si se garantizan vías efectivas de participación y vivimos todos un proceso profundo de reconciliación, habrá un futuro para Cuba”. Los reunidos describieron la crisis que atraviesa Cuba como “un resultado de una falla ética donde los procesos dejaron de estar en función de la persona, y la persona fue puesta en función de los procesos”.

Y si el 18 de mayo Repsol informaba que el pozo explorado estaba seco, el 29 del mismo mes el presidente ejecutivo de la petrolera española, Antonio Brufau, sugirió que la empresa suspenderá sus actividades en Cuba tras no encontrar hidrocarburos en la previa exploración en la isla.

Brafau dijo que al resultar seco el pozo, lo razonable sería que Repsol no vaya a perforar de nuevo en Cuba. “Con toda seguridad no vamos hacer el segundo” y “lo razonable sería que ya no tengamos más actividad en Cuba”, recalcó el ejecutivo en una rueda de prensa en Madrid.

Se trata, desde luego, de muy malas noticias para la dictadura de los militares isleños que veía en el petróleo la salvación para la crisis económica de la isla y la manera segura de mantenerse en el poder por toda la eternidad. Luego, el fracaso de la exploración petrolera deja a la monarquía marxista con una mayor dependencia del Gobierno de Hugo Chávez, puesto que  Venezuela suministra a Cuba petróleo fuertemente subvencionado, por un valor de 3 mil millones de dólares al año, en un espurio acuerdo que podría evaporarse si Chávez muere o no es reelegido en octubre. “Si no se halla petróleo ahora, creo que pasarán otros cinco a diez años antes de que alguien más venga a perforar nuevamente”, afirmó Jorge Piñón, ex presidente de Amoco Oil Latin America y experto en las perspectivas energéticas cubanas, en una entrevista con la agencia AP. “No es porque no haya petróleo, sino porque las tribulaciones que hay que sobrellevar para perforar en Cuba no valen la pena cuando hay opciones mejores y más fáciles en lugares como Angola, Brasil y el Golfo de México estadounidense”, concluyó  Piñón.

Por lo pronto, una demora en adivinar una veta de oro negro en la isla, sería catastrófica para la dictadura, donde el octogenario general Raúl Castro trata desesperadamente de salvar su sistema comunista a través de unas limitadas reformas de libre mercado y, de paso, cortando de golpe muchos de los subsidios a los que los cubanos se habían acostumbrado a cambio de unos salarios de hambre; de menos de 20 dólares mensuales.

Estas son las extremas circunstancias, cada día más extremas, en que los hermanos Castro han recurrido al salvavidas múltiple de la Iglesia Católica, la administración demócrata de Barack Obama, de los elementos dóciles de la disidencia interna y de la emigración multimillonaria para, en una suerte de transición a la medida, aquí paz y en el cielo gloria, eternizarse en el poder, no los hermanos Castro, la verdad, a quienes inexorablemente la justa medida del tiempo humano sacará pronto del aire, sino la dinastía, los herederos del trono que, mezcla de PRI mexicano, de monarquía y marxismo, piensan alternarse en el saco, sacro ahora gracias al ungimiento eclesial, de las magras riquezas en esa isla de los infiernos; magras, claro, mientras no aparezca un pozo borboteante, jauja para el leninismo interno y externo, del ansiado oro negro.

Pero, lo bueno que tiene es lo malo que se está poniendo. Esa alianza sellada de última hora entre inusitados elementos esfuma toda expectativa de transición, de mejoría siquiera mínima para la masa de indignados e indigentes, es la quiebra psicológica que produce el aplanamiento, castramiento, exterminio de los pueblos y las naciones, pero también, a veces, los imponderables que estremecen a los pueblos y las naciones, desencadenamiento de las fuerzas telúricas que revientan en terremotos, revoluciones o contrarrevoluciones que, negado todo espacio a la evolución, son el único y último recurso para cambiar la historia, para hacer historia y desterrar la histeria, la demagogia al mando; ojo, exiliados indóciles y opositores reales, deben permanecer alertas para, llegado el caso, no quedar con un palmo de narices y una ofuscada frustración; ojo, puede haber un coronel montado en un tanque, un coronel oteando en el horizonte, de esos que tienen mando de tropa y experiencia en el uso de las armas en las guerras internacionalistas, guerras de verdad no las folclóricas escaramuzas de la Sierra Maestra, pero sin acceso al dólar, un coronel en los 50 años, sin nada que dejar en herencia a sus hijos, excepto su pesada bicicleta china, sin nada que perder y mucho que ganar; ojo, la masa de indignados e indigentes, los exiliados indóciles, los opositores reales y el coronel montado en su tanque, el estamento militar medio quiero decir, podrían ser una alianza eficaz que oponer, la única quizás, a la alianza inusitada de los que ahora mismo trabajan, viento en popa y a toda vela, no cortan el mar sino vuelan, en el traqueteo de la transición.
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