Por Pedro Corzo.
Hace unos días la prestigiosa periodista Bernadette Pardo preguntaba qué podía motivar a una persona educada en Estados Unidos a realizar acciones terroristas contra este país, un cuestionamiento muy válido qué también se puede aplicar a individuos que formado en esta sociedad espían en contra de ella y a favor de un gobierno que reprime y violenta los derechos de todos sus ciudadanos.
Bien se ha dicho que cada ser humano es un mundo, pero lamentablemente el universo particular de un antisocial como los hermanos Tsarnaev o el del mayor Nidal Malik Hassan, quien asesinó a 13 personas en Fort Hood, Texas, en el 2009, como los de los espías Ana Belén Montes, Marta Rita Velázquez y René González por solo citar unos pocos ejemplos, hacen suponer que enfrentaron procesos mentales que les condujeron a buscar la destrucción de la sociedad que les acogió.
El caso de los hermanos Tsarnaev, no son los únicos terroristas con formación estadounidense que han actuado en contra de su país, es muy particular, porque integraban una familia que recibió ayuda desde que arribaron a Estados Unidos, inclusive Dzhojar estudiaba en la Universidad de Massachuset.
Los hermanos Tsarnaev no responden al estereotipo del refugiado que vive en la miseria y la opresión y que recurre al terrorismo para denunciar la vida miserable de sus pares o los abusos padecidos por la violencia de tropas extranjeras en territorios ocupados, ellos no contaban con esos factores para intentar justificar la violencia que practicaron contra un país que les acogió generosamente.
Por supuestos que entre los terroristas hay que distinguir aquellos que están dispuestos a morir en la encomienda. Por ejemplo, Dzhojar Tsarnaev, se escondió como una rata después de los abominables asesinatos en los que participó, pero el referido mayor Hassan cometió sus crímenes en una base militar, algo que hacia improbable que sobreviviera,
La pregunta de Pardo en el caso de los terroristas islámicos quizás tenga respuestas en la conversión de los individuos al extremismo religioso que en personas resentidas puede ser el catalizador que les mute de sujetos gentiles, vecinos afables y amigos cariñosos, en asesinos despiadados insensibles ante el dolor que causan.
Las motivaciones del terrorista difieren de las del espías. El terrorista, en particular el suicida, es un iluminado, un enajenado que solo tiene como meta cumplir la misión que le asignan o se autoimpone, por lo regular relacionada con resentimientos ancestrales que pueden transitar por odios étnicos, religiosos y culturales.
Los espías anteriormente mencionados no padecen la enajenación de los terroristas. No son desajustados sociales, ni individuos con problemas de integración a la cultura o sociedad estadounidense, son persona que por dinero u otras motivaciones traicionan la nación a la que pertenecen por nacimiento o elección.
Ana Belén Montes y Marta Rita Velázquez disfrutaron los derechos y libertades que no tienen los ciudadanos de Cuba, país para el que espiaron, y como colofón gustaron de privilegios y oportunidades que no gozan la mayoría de los ciudadanos en este u otro país. Educación universitaria, trabajos con altos salarios y beneficios importantes.
Belén Montes y Velázquez traicionaron el país que les dio todas las oportunidades en beneficio de una dictadura, condición que conocía mucho mejor que ellas René González, que aunque nació en Estados Unidos, creció y se educó en Cuba, lo que le permitió apreciar la realidad de la isla, que no es precisamente a la que tuvieron acceso la espía convicta y la fugitiva, cuando visitaron el régimen del país al cual informaban
La afirmación del gobierno cubano de que solo espiaba a los exiliados queda una vez más desmentida con el caso Velázquez, acusada de conspirar con otros para trasmitir al gobierno de Cuba y a sus agentes, documentos e información relacionada con la defensa nacional de Estados Unidos.
Pero independiente a que la dictadura viola los derechos de sus ciudadanos y sea una amenaza por su naturaleza agresiva a la democracia en cualquier país, queda la pregunta de por qué personas que han conocido la libertad conspiran a favor de los esclavistas.
Que procesos ocurren en las mentes de personas como Belén Montes, Rita Velázquez, Walter y Gwendolyn Myer y René González, solo por mencionar unos pocos, que conocieron la libertad y defienden la sumisión. Dinero, adicción al peligro, ideología, miedo por cualquier motivo.
Es más fácil comprender el fanatismo asesino de un terrorista y al mercenario que vende sus servicios, que la estupidez de quien defiende una dictadura de 54 años en la que miles de personas han sido fusiladas, cientos de miles han pasado por las cárceles y cerca de dos millones se encuentran exiliada. Una economía en ruina, un pueblo que vive en la miseria y en plena decadencia de sus valores más trascendentes.
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