miércoles, 5 de junio de 2013

El béisbol cubano.

Por Esteban Fernández.

Nada enaltece más a la Cuba de ayer que pensar que hubo una época remota en que el baseball era nuestro único motivo de pugna y discrepancia. ¿No era más bonita la disputa inocente entre Almendaristas y Habanistas que la bronca de 54 años entre cubanos  dignos y la plaga de asesinos que se adueñó del país más tarde?...

Ni el mismo Fulgencio Batista se atrevió a meterse con los peloteros,  y podemos estar en desacuerdo con su gobierno y con su  golpe de estado del año 52,  pero hay que aceptar que jamás le pidió sumisión a ningún deportista y hasta si el pelotero pertenecía al Movimiento 26 de Julio podía seguir jugando a la pelota. Tampoco Gerardo Machado tocó ni con el pétalo de una flor a nuestro deporte adorado.

Una época muy diferente donde el país podía atravesar por todo tipo de problemas, tiroteos en el Reparto Orfila, la crísis del año 33, las criticas acérrimas de Eduardo Chibás desprestigiando al gobierno de Carlos Prío, pero el BEISBOL CUBANO QUEDABA INTACTO...

Gracias a Dios que tuve un gran amigo, como si hubiera sido un padre para mí, llamado Ángel Torres, maestro de maestros, que  brindó una amplia información por largos años (y valiosísimos libros)  sobre nuestro querido pasatiempo nacional. Ángelito sabía hasta cuantas veces estornudó en un desafío el "Látigo" Gutiérrez y es posible sabía los nombres  de los taínos que jugaron al bato.

Y hoy en día cuento con amigos como Amaury Pi González, Chamby Campos, Cos Villa, Andrés Pascual, Fernando Vilá quienes me mantienen al día de la actualidad deportiva. Patriotas y anticastristas además de expertos en la materia.

Sí, mis amigos, aquella era una etapa bella donde no se gritaba "Paredón", ni había miles de exiliados, ni los cubanos tenían que salir del país en balsas, y  la inspiración de los muchachos eran Roberto Ortiz, Edmundo Amorós, Willy Miranda,  Rocky Nelson, Perico 300, Gonzalo Naranjo y  sólo nos molestaba la victoria del equipo contrario y no el fusilamiento de un ser querido. ¡Qué distinto cuando a los niños de mi pueblo no se les inculcaba adorar a un críminal argentino y nuestros ídolos locales eran Miguelito de la Hoz, Candito Rojas y el "Jiquí" Moreno!...

¡Con cuanta alegría los Almendaristas, ante el triunfo de nuestro team, esperábamos ansiosos el programa de "Chicharito y Sopeira" porque sabíamos que ese día el "gallego" se burlaría del "negrito" y Julián  tocaría la gaita!... Y viceversa, si ganaba el Habana entonces Luisa Diez, Marta Estévez y Miguel Uría y miles de cubanos, esperaban las muestras de alegría de Alberto Garrido...

Allí en el terreno estaban juntos cubanos y americanos, los negros y los blancos. Juntos "Bobby" Bragan y Agapito Mayor, "Chiquitín" Cabrera y "Panchón" Herrera. Sin gritos de "Yanquis Go Home", sin que un negro fuera discriminado por el color de su piel, y miles y miles de blancos teníamos al gran Orestes Miñoso como un héroe nacional. No como hoy que lo mismo un blanco que un negro tienen que dar muestras de  apoyo incondicional a la dictadura para que se les reconozca y se les de algún privilegio raquítico...

En aquella época nadie sabía si el pelotero era liberal o conservador, a nadie le interesaba si Pedro Ramos o Camilo Pascual eran Auténticos u Ortodoxos, priistas o grausistas. El pelotero era libre de pensar políticamente como le diera su realísima gana, y salir de Cuba o regresar a la Patria cuando así lo deseara, jugar aquí o allá, o "en la luna" si quería. Jamás un deportista cubano se vió en la necesidad de desertar ni pedir asilo político.

¿Es que existe un solo experto de béisbol que me pueda decir a qué partido político pertenecía Andrés Fleitas, cómo pensaba Carlos Paula o qué ideas políticas tenía Román Mejías? A nadie le interesaba eso. Ni un solo gobierno del país les pidió sumisión. Y todos los peloteros entraron por la puerta grande de los corazones de los cubanos para quedarse eternamente. Sin importarnos sus ideologías.

Hablamos del mismo cuadro, de las mismas cuatro bases, de las mismas posiciones, pero ¡que diferente Cuba!... Porque allí lo que pasó fue que estos grandísimos H.P. tuvieron que meter la cuchareta en eso también, y se hicieron dueños del béisbol, y utilizan a los peloteros para su exclusiva propaganda.

Y acabaron con el profesionalismo, y obligaron a todos los deportistas a definirse políticamente a favor de la tiranía, regularon las salidas del país y politizaron hasta la médula lo que NUNCA debieron haber tocado, pero no se preocupen que yo tengo esperanzas en ver una nación limpia de sabandijas donde lo único que discutamos sea sobre Habana y Almendares, Cienfuegos y Marianao.

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