sábado, 6 de julio de 2013

Los taxis de la tercera edad.

Por Julio Cesar Álvarez.

No sólo son los taxis con más problemas técnicos en la empresa estatal cubana Cubataxi, sino que también el promedio de edad de sus choferes supera los sesenta años. Por eso algunos les dicen los “taxis de la tercera edad”.

Pepe tiene 65 años, y labora como taxista desde mediados de la década del 70. Ha estado al volante de muchos taxis, entre ellos los Ford Falcon y Chevy Nova importados de Argentina durante los años 70, cuando la dictadura militar comunista mantenían un verdadero romance con la dictadura militar de derecha argentina .

También, a finales de la década de los años 80, condujo un taxi de la marca soviética Volga. Estos eran conocidos por el pueblo como los “Politaxis”, pues se afirmaba que trabajaban directamente para la policía. Pero Pepe lo niega.

Él  conduce ahora un auto Lada. Está pintado de negro y amarillo, herencia de los colores que por lo general exhibieron los primeros taxis públicos.

Oficialmente, el taxímetro electrónico de su taxi mide en moneda nacional el importe de la distancia recorrida. Pero extraoficialmente, él y su cliente acuerdan verbalmente el tipo de moneda, según la ley de la oferta y la demanda.

Según Pepe, los choferes de estos taxis marca Lada pintados de negro y amarillo deben pagar diariamente al estado una cantidad de 200 pesos moneda nacional. La otra ganancia que sea capaz de generar después cumplir con el servicio comunitario es para el taxista, además de su salario, que supera los 250 pesos moneda nacional.

“Estos taxis están obligados a hacer servicio comunitario todos los días. Necesitan cubrir una distancia diaria de 100 kilómetros prestando estos servicios. Para ello cuentan con una tarjeta diaria, la que refleja los viajes hechos. Después de cumplir con los cien kilómetros, cada chofer cuenta con una reserva de 70 kilómetros para buscarse su ganancia”, cuenta Pepe.

Afirma un trabajador de una de estas bases de taxis en el reparto capitalino de Luyanó, y quien no quiso ser identificado, que el servicio comunitario puede consistir en brindar servicio de piquera en una funeraria, llevando al cementerio a los familiares del difunto.

Pueden también hacerlo en las piqueras de los hospitales, llevando a pacientes que clasifiquen para este servicio. Un paciente recién operado puede ser uno de los que clasifique para ir a casa acompañado por un familiar en uno de estos taxis.

“Pero como todo, en Cuba la necesidad y la ineficiencia salpican también a este servicio. Muchas veces los taxistas pagan dos dólares a los encargados de controlar el servicio comunitario, y evaden su obligación. El mal servicio de piquera en hospitales y funerarias, y las quejas de los clientes de estos lugares se origina no sólo por la carencia de taxis, sino también debido a estas prácticas de supervivencia cubanas”, asegura el trabajador.

El transporte de pacientes desde sus casas hacia el hospital para el servicio de hemodiálisis es otra de las obligaciones de estos taxis. Es el tipo de servicio comunitario que menos desean los taxistas, pues están en la obligación de ir a buscar a los pacientes a sus casas, lo que no pueden evadir como en el caso de las funerarias y hospitales.

Aunque el taxi de Pepe está en buenas condiciones, la mayoría del parque de este tipo no lo está. “En la base somos un atajo de viejos. Nadie quiere soltar el timón. Manejamos carros con muchos años de explotación y poco mantenimiento. A mí, por ejemplo, no me dan piezas, no me dan nada. Todo lo tengo que comprar . Pero si no lo hago me quedo sin el empleo. Y este es un trabajo codiciado por  mucha gente, por el dinero que uno puede hacer. Si no lo arreglo yo, otro lo hará”. Se queja Pepe.

El sólo me autoriza a revelar que es abuelo hace años, y que seguirá al volante de su viejo Lada hasta que las fuerzas lo acompañen.

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