domingo, 18 de marzo de 2012

Castrismo: pasado y presente.

Por Gustavo Silva.

Todo viaje al pasado es indicio más o menos racional de insatisfacción con el presente. Una vez allá hay que verificar los hechos y de tal cometido se encargan historiadores y otros intelectuales, pero en el problema cubano no acaba de discernirse entre secuencia y diferencia. La secuencia atañe a la cronología, sin atenerse a la diferencia entre pasado y presente como para dar con algún sentido. Por lo menos desde Jacob Burckhardt y su Die Kultur der Renaissance in Italien (1860), el espíritu renacentista se define por tomar conciencia de lo anacrónico, pero la historiografía prosigue sin fijar cuáles son los anacronismos del castrismo en el decurso de la historia de la nación cubana. No se afinca contextualmente lo pasado en su secuencia [v.g.: la pretensión constante de apoderarse de Cuba que se atribuye a EE. UU.] ni tampoco la diferencia del pasado con el presente [v.g.: el Frente Democrático Revolucionario, que no era ni uno ni lo otro y quizás ni frente, con la Asamblea de la Resistencia en el exilio].

Al narrar el medio siglo (Pentecontaetia) desde las guerras persas hasta la guerra del Peloponeso, Tucídides describió la causa bellis yacente (aprensión de Esparta frente al auge de Atenas) en marco temporal lineal de las relaciones de causa-efecto asociadas por secuencia al progreso ateniense, pero enseguida pasó a otro marco temporal —más bien episódico— para dar las circunstancias concretas del estallido de la guerra y entonces reveló dos patrones históricos que acaso se catalizaron por acontecimientos puntuales, pero guardaban constancia en cualesquiera secuencias: el miedo y el celo, que empujan a los espartanos a la guerra contra Atenas. Algo parecido hizo Tácito al explicar grandes sucesos por causas triviales y al leerlo, Martí comprendió con qué elocuencia «el celo, y el temor de verse por encima al rival» dan la clave historiográfica de la rivalidad entre dos sistemas políticos diversos.

Tal sería la pauta precisa para narrar la Pentecontaetia del castrismo, pero la historiografía cubana se agarró a la obra de Herder Auch eine Philosophie der Geschichte zur Bildung der Menschheit (1774), que aborda la filosofía de la historia desde la perspectiva de genuina evolución, en la cual el cambio desemboca en la novedad. Así, el pasado como algo diferente del presente quedó trabado sin remedio con el pasado como algo anterior en la sucesión temporal. Y aunque cada etapa histórica suele aprehenderse en sus propios términos, la narración discurre por cierto continuum, que sirve al bando castrista para justificar una sola revolución desde Hatuey para acá, como soltó el general presidente Raúl Castro en la pasada conferencia nacional de su partido único, pero también sirve al bando anticastrista para sentar como inevitable la transición a la democracia en la siempre fiel Isla de Cuba.
Share:

0 comments:

Publicar un comentario