jueves, 2 de julio de 2015

La vida sigue igual, o peor.

Por Dariela Aquique Luna.

El pasado 17 de diciembre fue un día diferente para los cubanos y para el mundo. Los presidentes de EEUU y Cuba anunciaron simultáneamente el comienzo de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Como era obvio, las alocuciones de Barack Obama y Raúl Castro provocaron reacciones diversas en las dos orillas, pero más que todo, una gran expectativa en muchos cubanos que ingenuamente creyeron era el comienzo del fin para las vicisitudes y penurias que se sufren día a día acá en la Isla.

El discurso conciliador de Obama sembró esperanzas cuando anunció la apertura de una embajada estadounidense en La Habana, la ampliación del número de categorías de personas norteamericanas que podían viajar a la Isla, la cuadruplicación de la cantidad de dinero que podía enviar la comunidad cubana exiliada en EEUU, así como el propósito de involucrarse más en los nexos económicos y en los intercambios de profesionales para promover el mejoramiento de la situación del pueblo cubano.

Han trascurrido ya más de seis meses y muchas cosas han cambiado, ¿pero para quiénes?

Primero fue la liberación de los tres agentes cubanos que desde entonces se convirtieron en una suerte de estrellas de rock, apareciendo en los medios, día y noche. Y que en los últimos meses hacen una gira junto a sus familias, que comenzó en Venezuela y ya incluye Namibia, Angola y Sudáfrica. Sin descartar que se extienda luego por Rusia, China y los aliados latinoamericanos como Bolivia, Ecuador o Nicaragua.

En abril, Raúl y Obama estuvieron en Panamá en la Cumbre de Las Américas y dieron a la prensa internacional citas y fotos de un antológico encuentro entre mandatarios antagónicos "que pasaban por encima de sus diferencias".

En este periodo varias personas y delegaciones de norteamericanos han visitado la Isla, llevándose una "excelente impresión" después de hacer visitas dirigidas a centros de investigaciones científicas, escuelas o cooperativas agropecuarias, de ver un espectáculo de La Colmenita, de pasear en un auto antiguo por las calles habaneras y de creer que el desastre urbanístico se debe al bloqueo. Y por qué no, hasta de posar para instantáneas amarillistas muy al estilo Fidel Castro Jr.-Paris Hilton en la Fiesta del Habano.

En mayo, fiablemente Cuba fue excluida de la lista de países patrocinadores del terrorismo, lo que favorece un mayor interés en la inversión extranjera.

Al cierre del primer semestre, el número de turistas que visitaban la Isla era mucho mayor al del año precedente, y la cifra de estadunidenses empezaba a ser considerable.

Así, para el Gobierno cubano todo el anuncio del cambio de la política de EEUU hacia Cuba ha sido beneficioso. Solo que el pueblo sigue siendo el menos favorecido en dicho cambio.

El alza del turismo ha provocado que casi todos los productores del sector privado (mal llamado cuentapropista) vendan directamente a los hoteles, como es el caso de los agricultores; u ofrezcan otro tipo de  servicios, como lo hacen las cooperativas no agropecuarias.

Esto repercute en los mercados de alimentos para el consumo nacional, donde cada vez son más escasos los productos y los pocos que aparecen se han encarecido. Muchos de los restaurantes particulares (popularmente conocidos como paladares) han subido los precios y han disminuido en cantidad y calidad de sus ofertas, porque al no existir un mercado mayorista para obtener sus insumos tienen que ingeniárselas para comprar por la izquierda y salir ilesos de las inspecciones.

Ante la oferta de compañías norteamericanas de invertir en la Isla para facilitar el acceso a internet, ha surgido un miedo institucional, que aunque quieran disfrazarlo se hace demasiado evidente en la propaganda política que inunda los medios de comunicación masiva desde el pasado diciembre. Spots, video-clips, programas televisivos, sitios web, propaganda gráfica, de todo han usado para alertar a la población del peligro que representa el libre acceso a la red de redes.

Toda una campaña en nombre del rescate y salvaguarda de la identidad nacional y los valores. Porque cada día las nuevas generaciones son más mal educadas y con tendencias extranjerizantes. Y de esto el bloqueo no tuvo la culpa, así que ahora no vale culpar a lo que los jóvenes puedan bajar de internet de hacerlos más irrespetuosos, banales y de gustos foráneos.

Por otra parte, la tan cacareada apertura a la "libertad de expresión" que anunciaba el General en sus discursos, no fue más que arenga eufemística.

Se ha intensificado la represión contra los opositores. Abandonar el país para muchos sigue siendo una meta. La gente se queja cada vez más del alto costo de la vida, de los bajos salarios, de la escasez de productos, pero lo hace en voz baja, a nivel de acera o de pasillo, porque nadie quiere buscarse problema.

Un buen ejemplo es que quise hacer un reportaje de la situación actual de los negocios particulares en la ciudad de Santiago de Cuba y cuando decía para cuál medio era, se negaban a ser entrevistados.

Ante la crisis, el negocio ilícito y la corrupción crecen a todos los niveles, y como serpientes tratan de evadir las innumerables auditorías fiscales que andan cortando cabeza por todo el país. Pero las cabezas principales no caen.

Favorable ha sido el cambio de política de EEUU hacia Cuba para las S.A. a las que pertenecen las cadenas de hoteles y otras grandes empresas. Para los cinco espías que andan tomándose un buen año sabático de avión en avión. Pero para el cubano de a pie, las esperanzas que nacieron el pasado 17 de diciembre se desvanecen y, como decía Julio Iglesias, "la vida sigue igual"… O hasta peor.
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