sábado, 26 de agosto de 2017

Díaz-Canel ha matado las ilusiones.

Por Luis Cino Álvarez.

El vicepresidente Miguel Díaz-Canel, con su disertación de línea dura para cuadros del PCC, mató las ilusiones que tenían algunos de que un eventual gobierno encabezado por él, luego de producirse el retiro de Raúl Castro, sería propenso a las reformas y menos autoritario y represivo.

Díaz-Canel, en pose de mandante carcelario, con voz más firme de lo habitual, se mostró bastante amenazante. Y no solo con respecto a la oposición abierta. En el mismo saco de “los proyectos subversivos” -como los calificó- y de “la contrarrevolución”, echó también a los leales opositores de Cuba Posible, a los periodistas oficialistas que colaboran con medios no estatales, a los centristas y otros actores ideológicamente corridos -no importa si se proclaman dentro de la revolución. Y por si fuera poco, también advirtió que no se permitirá la consolidación de un sector privado que pudiera independizarse del Estado y tornarse en agente de cambio.
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viernes, 25 de agosto de 2017

Díaz Canel y el fin de las expectativas.

Por Ramon Colas.

Las imágenes de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, sentado en solitario frente a una selecta y silenciosa muchedumbre de adeptos, recuerdan aquellos momentos de la antigüedad donde los faraones se dejaban acompañar sólo de su poder. El sucesor de Raúl Castro, así le dicen por ahí, seguro de sí mismo, interpreta su propio guion de manera ejemplar. Es locuaz, virtud apropiada para un cuadro de la revolución, y usa un lenguaje con cierto enredo, pero no complejo. El tinglado se asoma en las frases largas, resueltas con la facilidad con que los revolucionarios explican las cosas más absurdas. Su postura, distante de los viejos castrista en las formas, pero no en contenido, se asienta en las convicciones. Esa infalibilidad con que se explica, nos presenta a un tipo frio y duro, cuya dureza lo lleva a justificar la censura como un acto necesario y normal. A señalar los culpables de nuevos tipos de agresiones y los caminos emprendido por el Imperio del Norte para evitarle la sucesión al poder. Describe, porque lo sabe todo, por donde van los tiros que les tiran y a cuando grado se refríen los proyectos para derrocarles. Con este señor se crearon muchas expectativas, allá y acá, como siempre ocurre, cuando fue visto al lado de Raúl con tanto poder como para desbancar a los viejos comandantes de la revolución. Pero no, ahí está haciendo su mejor papel que es interpretar y aplicar lo aprendido en la escuela de los hermanos Castro.

¡Pobre Cuba, caray!
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El castrismo, o el dulce veneno de la araña.

Por Luis Leonel León.

No pocos se preguntan cómo es posible que el castrismo, a pesar de ser un sistema dictatorial, responsable de la peor y más larga crisis económica, política y social sufrida por los cubanos, haya podido triunfar más allá de la isla y esté sumiendo a Venezuela, uno de los países más ricos del hemisferio, en la más delirante miseria.

Son varias las razones por las que se ha instaurado este nefasto proyecto. Para empezar es fundamental comprender que se trata de un modelo que en su fase inicial se basa estrictamente en la estrategia de la telaraña. Ese viejo timo tan pegajoso como eficiente donde las presas, luego de que han caído, son depuestas sin que el depredador tenga que esforzarse mucho. Escapar es bien difícil. De ahí que lo principal sea hacer que la presa caiga.
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miércoles, 23 de agosto de 2017

martes, 22 de agosto de 2017

La otra música del carnaval de La Habana.

Por Raúl Rivero.

La otra música del carnaval de La HabanaLos alertas propagandistas del totalitarismo cubano proponen, para el turismo extranjero y para sus cómplices y admiradores incondicionales, la imagen de una sociedad tranquila, pacífica, bondadosa y fraternal en la que la violencia brilla por su ausencia. Pero en realidad, en la vida de todos los días de San Antonio a Maisí, lo único que brilla y muestra la grave sombra de su esplendor es el control sobre los medios de prensa donde, a pesar de la preferencia oficial por ese color, está prohibida radicalmente la crónica roja.

En efecto, no hay ningún espacio para las reseñas de los episodios de robos, asaltos, riñas tumultuarias, violencia doméstica, broncas de barrios, tánganas de borrachos, la presencia cada vez más frecuente de pandillas juveniles o de delincuentes con cuchillos, machetes, punzones o con pistolas Makarov, el arma reglamentaria de la policía, que se puede comprar en la calle por unos 100 pesos convertibles.
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sábado, 19 de agosto de 2017

El gran engaño de América.

Por Zoé Valdés.

Algún día debiéramos estudiar los proyectos de nacional-socialismo que rondaron por la mente de Fidel Castro en su juventud. En aquella época, era un asiduo lector de Mi lucha, de Adolf Hitler;después viró hacia textos más leninistas que marxistas en sus años de matrimonio con una burguesa cuyo hermano le conseguía botellas (puestos ficticios muy bien remunerados) en el Gobierno de Fulgencio Batista y Zaldívar, el mismo que le salvó la vida, y al que el gordito pesado de Birán dejaría chiquito.

Esos sueños del "Novio de la patria" -como el propio Castro se hizo llamar a inicios del tumbe castrocomunista, cuando empezó a autodenominarse "el Papá de todos los cubanos"-, cundieron en la febril mente del joven Hugo Chávez antes de ser entrenado ideológica y militarmente en Cuba y de convertirse en un militar golpista, años más tarde. Devenido entonces presidente bajo una dictadura constitucional (sueño truncado del castrismo con Salvador Allende en Chile, preferían la anhelada guerrilla), declaraba su socialismo nacionalista del siglo XXI, revivido por el bolchevique Raúl Castro, hermano de la Bestia de Birán, y tan bestia y sanguinario como él, o más.
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Negocios privados en Cuba: se encienden las alarmas.

Por Iván García.

Mientras trocea la carne de cerdo y rebana en bistec media docena de pechugas de pollo, que luego pesa en una balanza digital, entra una llamada al móvil del dueño de una cafetería de comida y entrepanes (sandwiches), al sur de La Habana.

Negocios privados en Cuba: se encienden las alarmas“Sí, tíramelo pa’ca. ¿Socio no te ha entrado carne de res? ¿Y pescado?”, pregunta y asiente con la cabeza a la respuesta que le dan al otro lado de la línea.

Dos horas después, el chofer de un camión con chapa estatal, sin demasiada discreción, baja varias cajas de pollo congelado y de lomo de cerdo ahumado. La mercancía es guardada en un congelador situado en la cocina de la casa donde radica la cafetería.

Llamémosle Antonio al dueño. De complexión fuerte y décadas de experiencia en el inestable mundillo del trabajo privado, explica: “En los años 70 fui administrador de un restaurante estatal. Después estuve vendiendo chancletas de cuero en el ‘bisne’ de los artesanos en la Plaza de la Catedral, posteriormente fui almacenero en un agromercado particular y cuando en 1993 autorizaron el trabajo por cuenta propia, abrí una cafetería. He vivido lo suficiente para conocer el modus operandi del Estado. Te dan cordel, pero cuando ellos lo entienden, recogen la pita y te joden”.
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Lezama Lima y el 26 de julio.

Por Ernesto Menéndez-Conde.

La lectura de Lezama Lima es siempre desafiante. Sus oscuridades son a menudo ambivalentes y la claridad, cuando existe, es frecuentemente engañosa, como un señuelo que invita a vislumbrar lo hermético. Los textos lezamianos eluden lecturas unívocas  y en ocasiones subvierten lo que aparentan afirmar. En lo que sigue haré una interpretación del conocido ensayo “26 de julio: imagen y posibilidad”, usualmente aceptado como un texto laudatorio de la Revolución Cubana. Lezama Lima propone unas ambivalencias que es preciso interrogar. En particular su empleo de la oposición semántica entre ‘posibilidad’ e ‘imposibilidad’ y su cita al héroe mítico griego Anfión, permiten sostener que las ambivalencias del texto se deben a que el poeta habla desde dos momentos distintos. Primeramente lo que representó el asalto al Cuartel Moncada en el pasado (antes y a comienzos de la Revolución). El 26 de julio, escribe Lezama usando los verbos en el pretérito, “no fue un fracaso, fue una prueba decisiva”. Más adelante habla desde el presente (“el 26 de julio significa para mí”). Este antes y este ahora son esenciales para aproximarse al texto. Sirven también para releer sus ensayos de 1960. Entre “Desde la poesía”-donde el proceso iniciado en 1959 había inaugurado una era imaginaria- y “26 de julio: Imagen y posibilidad”, se interponen ocho años, durante los cuales el entusiasmo del poeta devino en distanciamiento y en escepticismo. Las posiciones de Lezama hacia la Revolución Cubana cambiaron ya antes de 1961, si creemos en el testimonio de su hermana Eloísa.[1] Sin embargo, las severidades de la política cultural posiblemente hicieran que el autor de Paradiso no encontrase otra alternativa que expresar su descontento por medio de un lenguaje hermético y ambivalente. Dicho lenguaje no solo era uno de los pocos subterfugios desde los cuales era posible burlar la censura y el que caracterizaba la producción literaria lezamiana, sino también un modo de redactar un panegírico que a su vez pudiese leerse, si se revisaba con algún detenimiento, como una expresión de inconformidad. No es tampoco improbable que Lezama hubiese querido protegerse de inquisidores -no faltaron en la segunda mitad de la década de 1960- que escudriñaran sus textos, con la intención de encontrar críticas o burlas ocultas. De ser así, el poeta podría habérselas ingeniado para que las ambivalencias quedasen aparentemente despejadas si se revisaban sus ensayos anteriores. El diálogo entre los dos escritos de 1960 (“Desde la poesía” y “Se invoca al Ángel de la Jiribilla”) y el de 1968, es innegable, hasta el punto de que ambos textos contribuyen a un desciframiento, tal vez aparente, de “26 de julio: imagen y posibilidad”. Intentaré argumentar que, en una especie de nueva vuelta de tuerca, el tiempo verbal, con su alusión al ahora, a la realidad vigente, termina por expresar el malestar del poeta. Convengo de antemano en que se trata de una maniobra de lectura un tanto laberíntica, pero no incompatible con las complejidades que plantean los textos lezamianos.[2]
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martes, 15 de agosto de 2017

La última mentira de Fidel Castro … y algunas falsedades más.

Por Alejandro González Acosta.

Mentir fue para el fallecido dictador una temprana vocación. Sobran los ejemplos. Pero -el colmo de los colmos- también mintió hasta el último momento en algo tan elemental como SU FECHA DE NACIMIENTO.

En realidad, no nació en 1926, sino en 1927, como se ha demostrado y él mismo aceptó tácitamente en entrevista con Barbara Walters en 1977 (“de las dos fechas -1926 y 1927-, me quedo con la peor” -es decir, 1926- le dijo a la periodista norteamericana cuando le preguntó sobre el tema). Sus propias hermanas, Juana y Emma, así lo afirmaron en la entrevista que les realizaron en El Diario, de New York, en abril de 1957.[1] Más tarde, en enero de 1959, la propia madre, Doña Lina Ruz y su hermana mayor, Ángela, reiteraron la fecha, que es la aceptada por Gerardo Rodríguez Morejón y la cual documenta después con prolijidad Brian Latell en su Después de Fidel (1ª Edición: New York, Palgrave MacMillan, 2005. 1ª en español: Bogotá, Editorial Norma, 2006). Así pues, con el testimonio expreso y definitivo de su propia madre, no puede subsistir ninguna duda razonable de que, en efecto, Fidel Castro nació el 13 de agosto de 1927.
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Truculencias a la carta.

Por Juan Gonzalez Febles.

Desde las instancias gubernamentales habilitadas para la ocasión, el régimen militar totalitario castrista, recientemente ha lanzado un anuncio de sequía, que le permite justificar las fallas en el suministro de agua corriente a la población.

Antes de 1959, a Cuba acudían migrantes desde España, el resto de Europa e incluso de China, que anda tan lejos. Era un destino promisorio para muchos, que lograron luchar y buscar la felicidad que en muchos casos encontraron. No existía la miseria y la desesperanza traídas por el felizmente difunto ex dictador Fidel Castro y su incivil e incompetente banda armada. No faltaban en Cuba, agua, alimentos, esperanzas y libertad. Los cubanos no andaban desperdigados a lo largo del mundo y antes, nadie preparó balsas para ir a parte alguna porque en Cuba, estaba todo lo necesario para articular una existencia digna y feliz.
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Quieren hacer leña con Donald Trump.

Por Esteban Fernández.

No soy un seguidor incondicional de Donald Trump, ni nunca seré fanático de nadie. Tampoco soy su enemigo.

Voté por él y no me pesa, pero he mantenido con firmeza y consistencia que hubiera votado hasta por Charles Manson antes que Hillary Clinton, mujer a la que detesto con rigor.

Puedo apreciar perfectamente bien cuando él comete un error. No me ciego, y es más, llego al extremo de que no me engaño ni con mis más cercanos seres queridos. Y soy el mejor de mis críticos.

No me cuento entre los que silencian, ignoran, o se hacen de la vista gorda cuando Donald Trump desbarra, cosa que hace a menudo. Y, desde luego, mucho menos le aplaudo un obvio error.
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Trabajadores orientales para 'usar y tirar'.

Por Lourdes Gómez.

Los disidentes cubanos sufren cada vez con mayor frecuencia deportaciones dentro del propio territorio nacional, que son una represalia por su activismo y una manera de hacer más efectivo el control de las autoridades sobre sus movimientos. Pero esta violación de los derechos humanos y de la propia Constitución es practicada desde hace años por el Gobierno contra cualquier ciudadano del interior del país que se traslade a La Habana sin autorización o cuyo permiso de estancia en la capital haya caducado.

La aplicación del Decreto 217 es bien conocida por trabajadores orientales que han sido llevados a La Habana, por ejemplo, en "contingentes" de la construcción, y luego obligados a regresar a sus provincias cuando no son necesarios.

René Benítez, era albañil del Contingente Machaco Ameijeiras en 2011. "Me dieron dos cajas de azulejos para trabajar -cuenta- y el director del contingente se llevó una caja del lugar donde las tenía guardadas. Le dije que la cogiera del almacén porque esa me la descontarían a mí; él mandó a cerrarme el contrato porque le reclamé".
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Ir a la fuente: el castrismo.

Por Roberto Álvarez Quiñones.

En marzo de 1981, a dos meses de instalarse Ronald Reagan en la Casa Blanca, el secretario de Estado, general Alexander Haig, le propuso invadir Cuba y acabar con el castrismo para ponerle fin a la guerra en El Salvador.

Así lo narran William Leogrande y Peter Kornbluh en su libro Diplomacia encubierta con Cuba. Haig sostenía que para evitar que los guerrilleros comunistas tomasen el poder en San Salvador había que "ir a la fuente" del problema, y esa fuente era el régimen de Fidel Castro.

En Washington todos sabían que era La Habana quien financiaba, entrenaba, y hasta en cierto modo dirigía las guerrillas marxistas salvadoreñas, uno de cuyos jefes, Salvador Sánchez Cerén, es hoy el presidente del país y bloquea en la OEA, junto a otros países, cualquier acuerdo contra la dictadura de Nicolás Maduro. Reagan estuvo tentado de dar la orden de invasión a Cuba, pero desistió al ver que nadie más en el Gobierno quería comenzar la nueva administración con una guerra.
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¿Qué hacer con Cuba?

Por Alejandro González Acosta.

Durante casi 60 años, Cuba ha estado ahí, como una desconcertante presencia polisémica, según para cada quien. Ha sido dolor para unos, esperanza para otros, meta para algunos, escollo a evitar en el resto, peligro y promesa, paraíso e infierno a la vez. Y lo cierto es que hoy aún todavía nadie sabe qué se puede hacer con Cuba. Y menos que todos, los mismos cubanos.

Primero fue un símbolo de redención; después, una esperanza frustrada; para otros, sin embargo, una tablita a la cual aferrarse a pesar del naufragio; y aún para otros un poderoso navío triunfante. Algunos han predicho que se hundirá. Otros, que llegará a puerto (pero nadie sabe bien hoy a cuál puerto se refieren). Cuba ha sido una promesa siempre traicionada, una falsa profecía, un mejoramiento permanentemente pospuesto. Un futuro magnífico en el horizonte… que se aleja más en la medida cuando uno se acerca. La “isla maldita” la han llamado, al mismo tiempo que “paraíso terrenal”: según se mire y cómo le vaya a cada quien en la fiesta …
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El maná, la escuela de Chicago y los cubanos.

Por Waldo Acebo Meireles.

Reconozcamos que el título parece ser una total incongruencia, pero les aseguro que no hay tal. Comencemos por el principio, por el maná.

Como todos, más o menos, conocemos al escaparse Moisés y su pueblo de las férreas garras del faraón de Egipto, que después lo conocimos como Antiguo, estuvieron divagando, merodeando y explorando en una pequeña región del ya de por sí pequeño Cercano Oriente, 40 años (el doble de los 20 de Gardel, que ya debió ser algo); mientras buscaban la Tierra Prometida, recibían las tablas con los Diez Mandamientos y realizaban otras actividades que en realidad no se correspondían con el pueblo elegido.
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58 años de engaño, hambre y miseria.

Por Félix Luís Viera.

El pasado 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional, se rebelaron tres opositores. Allá en Santiago de Cuba. Tres opositores del Comité de Ciudadanos Defensores de los Derechos Humanos (CCDH).

Para eso hay que tener valor. Mucho.

Acciones como esta se enmarcan entre las excepciones que confirman la regla.

La regla: a la mayoría de los cubanos que viven en la Isla les importa poco que el castrismo permanezca otros 160 años en el poder. Cometen robo de hormiga sin parar. Contrabandean hasta los caránganos. Hablan mal del Gobierno entre bambalinas; lo maldicen sin descanso. Pero asisten a las marchas por el 26 de Julio o las del 1 de Mayo. Según las informaciones, a la mayoría ni siquiera se le ocurre fingir una gripe feroz para no asistir; o, con toda razón, argumentar que con hambre o mal alimentado es imposible participar en una marcha bajo el sol isleño.
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¿Por qué el embargo no derrocó a los Castro?

Por Carlos Alberto Montaner.

¿Sancionar o no sancionar? Ése es el dilema. El embargo a Cuba declarado por John F. Kennedy en 1962 suele utilizarse como ejemplo del fracaso de las sanciones económicas. Pasan las décadas, nos despertamos cada día, y el dinosaurio sigue ahí al pie de la cama. En aquellos años, Estados Unidos, en medio de la Guerra Fría, dejó de comprarle azúcar a Cuba y de venderle todo lo demás. Casi simultáneamente, muchos países de América Latina rompieron relaciones con La Habana, azuzados por Washington, que veía con preocupación el aumento de la subversión cubana en la región.

Era la época en que Cuba desembarcaba tropas o intentaba el derrocamiento por la fuerza de los gobiernos latinoamericanos, ejemplificado en su momento en la aventura fallida de Che Guevara en Bolivia, mientras Washington, a su vez, trataba de matar a Fidel Castro y de acabar con su régimen, un satélite de la URSS surgido en 1959 a pocos kilómetros de la Florida.
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Todos los días de la vida.

Por Raúl Rivero.

Cuba: Todos los días de la vida
En Cuba no se producen ahora manifestaciones masivas contra el régimen como ha sucedido en otros países dominados por el totalitarismo y como sucede hoy, por ejemplo, en Venezuela. Pero también es cierto que los grupos de la oposición pacífica, los periodistas independientes y los artistas libres no dejan de denunciar, atacar y desenmascarar la dictadura.

Ya sabemos lo odiosas que suelen ser las comparaciones. El escenario de la isla no admite, ni admitió nunca, ninguna equivalencia con cualquier otro país del planeta. Se instaló y se consolidó en un tiempo diferente, en circunstancias específicas y muy distantes de las actuales que le permitieron al grupo de poder matar enseguida al periodismo libre, llenar las cárceles con miles de opositores, poner en marcha un eficaz mecanismo represivo y repartir con generosidad lo único que ha repartido con abundancia el socialismo: miedo.

A ese aparato, envejecido y arruinado, aunque sostenido por la misma violencia original, se tienen que enfrentar los opositores pacíficos y los periodistas y los artistas que se han liberado del jaquimón estatal. Y lo hacen con más ilusión y esperanzas que apoyos y solidaridad de la gran mayoría de demócratas de cartel y fama internacional de Europa y América Latina porque esos personajes suelen privilegiar la presencia en Cuba de sus inversionistas en contubernios con los mandamases por encima de los sueños de libertad de los cubanos.

La acción diaria de la oposición cubana es una porfía peligrosa de pequeños grupos de ciudadanos que, si bien no consigue la atención de los corresponsales extranjeros, ni titulares en los medios de comunicación, mantiene vivo el mensaje de rebeldía que tratan de apagar la policía y las brigadas de respuestas rápida con sus acosos, golpizas, calabozos, mítines de repudio, robos de equipos y allanamientos de viviendas.

Creo que en una sociedad atemorizada y, por lo tanto, empeñada en mirar para cualquier parte que no sea su realidad, es un emblema de mucha fuerza que un grupo de mujeres como las Damas de Blanco salgan a las calles a reclamar la libertad de los presos políticos y democracia para su patria. Y que tres cubanos exhibieran el pasado 26 de julio, en el céntrico parque Céspedes de Santiago de Cuba, un letrero con esta inscripción: “58 años de engaño, hambre y miseria. Viva el derecho de expresión, opinión y de prensa”.

Puede que no sea un episodio espectacular. Es una verdad y allí hay que tener coraje para decirla. Ellos la dijeron y fueron arrestados. Pero la dijeron.

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Los 15 en Cuba: una pasarela de vanidades.

Por Iván García.

Una semana en Punta Cana, Cancún o alguna playa paradisiaca de Bahamas. Y si la familia anda bien de dinero, dos semanas en un crucero de lujo.
Los 15 en Cuba: una pasarela de vanidades

La excursión a un hotel todo incluido del Caribe, además de la quinceañera y los padres, puede viajar la mejor amiga y el novio de la chica. Orestes, un mestizo corpulento que vive de negocios por la izquierda, explica para Hispano Post las últimas tendencias en las fiestas de Quince en Cuba.

En un café privado en la barriada del Vedado, Orestes detalla sobre los gastos. “Una semana en Punta Cana, en un hotel todo incluido de cuatro estrellas, tres personas, pueden gastar 1,400 dólares en la reservación de la habitación y quizás 200 o 300 fulas más en compras y regalos. Les aconsejo que lleven más dinero, pues tanto las tiendas en esos resorts como los mercados en Dominicana tienen pacotillas de calidad a buenos precios y puedes adquirir mercancías y luego revenderlas en Cuba y amortiguar un poco los gastos”.
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viernes, 4 de agosto de 2017

Mariel, 37 años después.

Por Esteban Fernandez.

Muchos cubanos sabemos la historia, otros no, otros no habían ni nacido, otros que me leen quizás sean de otra nacionalidad. Y algunos prefieren hacerse “los chivos locos” al respecto.

La cuestión fue que después de Fidel Castro tirar un alarde de que quitaría los guardias de la entrada de embajada del Perú, aquello se llenó de miles de compatriotas pidiendo asilo. La solución del máximo tirano fue abrir el Puerto del Mariel y permitir que exiliados vinieran en botes a recoger a sus familiares.

Lanzó uno de sus más siniestras peroratas terminándola con el “¡No los queremos, no los necesitamos que se vayan los gusanos!”. Era una una clara incitación -más que incitación fue una orden- para abusar de los hombres, mujeres y niños que vieron al Mariel como su puerta de escape de la ignominia.

Y hoy en día, 37 años más tarde, esos mismos que les abren hipócritamente las puertas de los Comités de Defensa a los recién llegados, fueron los mismos que durante varios días escupieron, les tiraron huevos cluecos, y les echaron los perros enardecidos a los pobres infelices deseosos de salir de aquel infierno.

Es muy importante que los cubanos, y el mundo en general, comprendan que al abrazar al visitante o al recibir una contraorden “arrancarle las tiras del pellejo”, están simplemente OBEDECIENDO INSTRUCCIONES SUPERIORES. Por eso me molesta tanto cuando alguien llega de Cuba y alardea de “lo bien que lo trataron” sin saber que eso es producto de una consigna que cambia en cinco minutos si “de arriba” reciben el mandato de hacerlos picadillo a dentelladas.

Y si eso me molesta, más me indigna que haya gente que exculpa o le tira un manto de olvido a los abusos cometidos durante la estampida del Mariel.

Yo no, yo no perdono, a pesar de que hacía muchísimos años había salido de aquella basura. Yo me defeco en todo el que tiró un huevo, en el que lanzó un gargajo y el que le echó los perros encima a ciudadanos que no habían cometido delito alguno.

¿Qué ahora muchos están pasando hambre? Eso me importa un comino. ¿Qué están llamando pidiendo limosnas, comida, alimentos, medicinas? Que se jodan. Que vayan al Mariel a ver si en suelo todavía quedan algunos vestigios de los huevos que lanzaron y que les pasen la lengua por encima.

Yo les aconsejo que traten de encontrar a aquellos perros -hoy viejos y famélicos- que atizaron contra la población indefensa, y si no tiene aceite con que freírlos, ni condimentos que echarles, cómanselos vivos.

Y si salieron de Cuba arrodíllense y pidan perdón, y arrástrense hasta la Ermita de la Caridad del Cobre, para ver si ella los perdona, yo no puedo, ni quiero ni me sale de las entrañas.




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