miércoles, 14 de marzo de 2018

Ana Julia echa por tierra la nefasta Ley contra la “violencia de género” y las patrañas del feminismo.

Por Enrique de Diego.

Sólo tres días después del jolgorio feminista del 8-M, una dominicana desgraciadamente afincada en España, y que ha ido sembrando la discordia y la muerte por donde ha pasado, ha echado por tierra la nefasta y falsaria Ley Integral contra la “violencia de género”, que puso en marcha el bobo solemne de Zapatero y ha mantenido el incompetente de Mariano Rajoy.

No existe ninguna violencia contra la mujer por el hecho de serlo, sino que hay violencia y crimen en gente malvada, manipuladora, posesiva y sin límites morales, y esa terrible especie del criminal se da en los dos géneros, y en todos los que se quiera contabilizar. Puede haber violencia dentro de las familias, como ha sido el caso del asesinato de Gabriel Cruz, si bien hoy en día las familias son un auténtico caos enmarañado, en las que más que la responsabilidad florece la banalidad.

Da toda la impresión que este crimen se pretendió endilgar siguiendo la plantilla a la “violencia de género“, porque es un negocio abyecto. No se ha explicado aún muy bien la necesidad de ingresar en prisión preventiva a un presunto acosador de la madre de Gabriel, Patricia. Tuvo que ser la misma Patricia la que descartara que ese hombre, que pasaba por allí, nada tenía que ver con la entonces desaparición de Gabriel.

No deja de ser ilustrativo que en el informativo de TV1, cloaca de la corrección política, tras la información confirmada de la muerte de Gabriel con la detención de Ana Julia, se diera, a continuación, el dato de que han aumentado las denuncias por violencia de género, la inmensa mayoría, más del 80%, más falsas que un Judas de plástico. Eso se llama contrainformación. ¿Por qué era necesaria tan grosera manipulación?

Se trata de que la gente no piense y no ponga en duda el negocio. Pero es evidente a toda la nación que Ana Julia es mujer, negra e inmigrante, como ha resumido el ignorante chico de Soros, Ignacio Escolar; es decir, tiene tres condiciones de supuesta minoría que, según la ideología basura del feminismo actual, de contenido lésbico, la harían inmune al mal, exenta del pecado original, y la situarían en el campo de los oprimidos a los que es preciso proteger. Ana Julia, mujer, miente tanto que ha estado doce días simulando un dolor que no sentía, un amor hacia su “pareja” que no es cierto, y mintiendo a todas horas, de la manera fría y calculadora de una psicópata. No sé si Manuela Carmena tiene alguna explicación a este comportamiento.

Hay mujeres que matan como hay hombres que matan, asesinos, se llaman. No debe haber Juzgados de Violencia contra la Mujer, sino Juzgados de Violencia o, mejor, los clásicos Juzgados de lo Penal. Si hubiera decencia, esa Ley nefanda de Zapatero sería derogada mañana mismo.

Ana Julia no ha matado en nombre de esa estupidez supina del heteropatriarcado sociológico, ni del esotérico, ni de ningún heteropatriarcado. No ha matado en nombre más que de sí misma, bajo su propia y terrible responsabilidad. La culpa es personal y no colectiva; está en los actos y no en el ADN. Ahora se cuestiona que la muerte en Burgos de su hija Ridelca Josefina Gil Lezada fuera un accidente y no un crimen, pues para tirarse o caer accidentalmente Ridelca tuvo que subirse a una mesilla, abrir las contraventanas y precipitarse al vacío, y además, según el atestado, cayó a tres metros. En cualquier caso, nada tuvo que ver el accidente o asesinato de Ridelca con el heteropatriarcado, que sacó a Ana Julia -un camionero burgalés- de la casa de alterne donde ejercía la prostitución. Si se analiza su historia, ese rollo macabeo del heteropatriarcado la ha ido tratando muy bien, mientras ella ha mentido, ha manipulado, ha robado y ha matado.
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