lunes, 26 de agosto de 2024

Contra la pared el sector privado en Cuba.

Por Iván García.

Hace tres años, en el verano de 2021, justo un mes después que miles de cubanos se lanzarán a las calles para gritar libertad, el grisáceo gobernante Miguel Díaz-Canel, colocado a dedo por el dictador Raúl Castro para administrar el país, autorizó la apertura de pequeños y medianos negocios en la Isla. Era una medida que se venía “estudiando” hacía diez años con la pachorra típica de los regímenes comunistas donde el concepto de urgencia es pura abstracción.

A Yoel, 56 años, las ‘nuevas normativas para actores económicos’ anunciadas el 19 de agosto y que entrarán en vigor dentro de un mes, el 19 de septiembre, no lo tomaron por sorpresa. Siempre supo que un emprendedor privado es un presunto delincuente para el gobierno. “Quienes vivimos en Cuba aprendimos a negociar para sobrevivir en medio de la escasez», dice, mientras conduce un Toyota Corola de segunda mano.

«Desde niño en mi casa se compraba la comida y la ropa en el mercado negro. Era lo más normal del mundo. Que levante la mano quien no compró un pitusa, un litro de aceite o cinco libras de carne de res por la izquierda. Cuando no faltaba el pan escaseaba la mantequilla. La gente aprendió a vivir del ‘invento’. Nadie pregunta de dónde salió lo que compra. Lo intuye. Y desde un oficial de la Seguridad del Estado hasta el chivatón del barrio se ven obligados a recurrir a las ilegalidades para sobrevivir. En Cuba predomina el No. Existen miles de leyes para prohibir y controlar las transgresiones. Pero nadie las cumple. Es un pacto no escrito entre el gobierno y la sociedad. Te dejan hacer hasta que consideran que te pasaste de la raya. Entonces se desatan campañas mediáticas contra las ilegalidades y comienzan los operativos policiales y juicios sumarios a los que operan en el sector privado”.

“En estos 65 años nos han humillado con diversos calificativos: bandidos de Río Frío, merolicos o que queremos enriquecernos especulando con las necesidades del pueblo. Algunos de los que participaban en esos negocios han sido encarcelados, otros han emigrado o han dado un paso atrás hasta que baje la marea. Es una noria que se repite una y otra vez”. En su opinión, en la Isla existe una puerta giratoria donde con pasmosa tranquilidad se pasa de la legalidad a la clandestinidad. Y pone un ejemplo. “A los 17 años compraba dólares, que era ilegal y si te atrapaban podían sancionarte a cuatro años de cárcel. Con esos ‘fulas’, un socio angolano me compraba ropa en tiendas para técnicos extranjeros que luego yo revendía en la calle”.

“He recogido dinero para la bolita (lotería ilegal) y he vendido cerveza y pan con bistec. Como muchos cubanos, he hecho de todo, tratando de vivir lo mejor posible. Cuando em 1993 autorizaron el trabajo por cuenta propia, tenía un dinero ahorrado gracias a esas traquimañas. Existe un mito que la mayoría de los negocios que surgieron en el país se abrieron con dólares que enviaban los familiares radicados en Estados Unidos. En algunos casos fue así, en otros no. Muchos ‘bisnes’ de la Cuba profunda se han financiado con dinero ganado en la venta de alimentos, ropa o materiales de la construcción en el mercado negro”.

Según Yoel, “estas arremetidas contra las MIPYMES y los trabajadores por cuenta propia eran de esperar. Hay que ser muy ingenuo para creer que un gobierno que es anticapitalista, le va a dar alas a los negocios privados. Lo permiten porque el sistema ha quebrado. Los negocios particulares es un paraguas donde esa crápula se protege. Nos aceptan, pero con la bota puesta encima, un montón de regulaciones, altísimos impuestos, un ejército de inspectores que te fiscalizan y cuando les da la gana te meten preso”.

“Abrir un negocio te permite ganar dinero y vivir sin las migajas del Estado. La mayoría tenemos doble contabilidad y sub declaramos en el pago de los impuestos. Es una guerra. Ellos te joden con decretos, amenazas y mentiras. Y nosotros simulamos cumplir, pero luego hacemos lo que nos da la gana. Cuando ordenan frenar los negocios, ya la gente sabe qué hacer. O se largan de Cuba o siguen en lo mismo por debajo de la mesa. Desde que surgió el trabajo por cuenta propia en 1993, todo ha sido un bluf del gobierno. El sector privado está diseñado para sobrevivir, no para que acumules mucho dinero. Esas aperturas les sirven de propaganda internacional y venderse como reformistas».

«Allá afuera nos etiquetan de emprendedores. Pero casi ninguno estudió administración de empresa ni técnicas de marketing. En mi caso fui un metedor de pecho que progresé hasta llegar a ser propietario de varios negocios. Si veo que la candela me pica cerca, sabré que llegó la hora de montarse en el avión. Pero detrás de mi surgirán otros ‘emprendedores’. Hasta que no cambie el sistema, incapaz de generar riqueza, ese será el ciclo”, concluye Yoel.

El propietario de dos bodegones en la zona antigua de La Habana, un tipo que sabe moverse en las alcantarillas de la corrupta burocracia local, piensa que “es previsible que el gobierno busque frenar a las MIPYMES. Esta campaña va dirigida principalmente a los negocios privados autónomos, que compiten contra las MIPYMES administradas por testaferros de altos funcionarios del gobierno o militares retirados. La razón es simple: son más eficientes y han tejido una red de proveedores que funciona”.

“El Estado, acostumbrado a recibir los dólares por la exportación, el turismo, ventas en las tiendas MLC y el sistema bancario, pensaron que nosotros no íbamos a ser un problema, entre otros motivos porque no podíamos acceder a las divisas. Pero hemos sido creativos. Los ciclos de venta son más rápidos. Tenemos las cuentas en bancos extranjeros. Y para reaprovisionarnos, compramos los dólares en la calle al precio del mercado informal. Las empresas del Estado no son capaces de competir con nosotros ni siquiera con la cancha de juego inclinada para su lado”, afirna el emprendedor.

Dunia, dueña de una peluquería, coincide que “las nuevas regulaciones son una declaración de guerra al sector privado. Unos cuantos se marcharán del país o cerrarán sus negocios. Otros comenzarán a trabajar por la izquierda. Cualquier cubano sabe que para vivir con cierto confort debemos valernos por nosotros mismos. El Estado ni siquiera puede garantizar las siete libras de arroz que entrega por la libreta de racionamiento. El gobierno debiera preocuparse por erradicar la pobreza, no combatir a las personas que generan riquezas”.

Un funcionario de la ONAT, institución que rige al trabajo privado, reveló a Diario Las Américas, que la intención del régimen “además de fiscalizar con mayor rigor al sector no estatal, es recuperar los dos mil millones que ha dejado de ingresar el sistema bancario. A partir de ahora se va a priorizar la apertura de MIPYMES estatales. Sobre todo en el sector del comercio y en empresas que están paradas o generan pérdidas al Estado. Existe la intención que organizaciones políticas y de masas, como CDR y FMC, puedan abrir MIPYMES que les permita financiarse con pequeños locales de venta en el barrio, al igual que los bodegones privados, donde puedan vender alimentos y confituras a precios más bajos”.

Gustavo, economista, considera que “esas nuevas medidas demuestran que el gobierno habita en un mundo surrealista. Esa injerencia en la propiedad privada, pretender que las MIPYMES se encadenen con empresas en estatales en bancarrota y destinar una reserva voluntaria para financiar a sectores vulnerables es un proyecto descabellado. Y va a fracasar. Ningún emprendedor va a permitir que las autoridades usen su capital para financiar el fracasado modelo económico cubano. Pretender que los emprendedores utilicen al ineficiente sistema bancario nacional para sus compras en el exterior es un disparate. Que el Estado implemente MIPYMES es un absurdo. Eso no existe en ningún lugar del mundo”.

El régimen ha tomado nota. Su estrategia es suplantar a MIPYMES autónomas por entidades tuteladas por parientes y funcionarios del gobierno. Ya venía ocurriendo. Ahora definitivamente se quitaron la careta.

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