Por Santiago Cárdenas.
Desde Guatemala José Martí Pérez regresó a Ciudad México, con un mes de vacaciones por Navidad, a fines de noviembre de 1877. Le había prometido matrimonio a Carmen Zayas Bazán Hidalgo que era su novia official (había, al menos, otras tres pretendientes conocidas) en cuanto tuviera un trabajo estable. Actualmente tenía dos. Como profesor en la Escuela Superior de Varones y como catedrático en la Universidad de la capital guatemalteca, ambos por recomendación del presidente Don Rufino Barrios.
Los antecedentes.
Carmencita era la tercera hija de nueve, del viudo Francisco Zayas Bazán Varona que había arribado a México unos tres años antes, huyendo de la guerra. En 1871, a solo tres años de Yara, cuando los mambises comenzaron la “candelada” de las cañas en el Camaguey, Francisco que era un terrateniente rico, dueño del Central Monte Grande, trató de convencer a Francisco Arredondo Miranda quien era el jefe insurrecto de la zona de lo inútil de la independencia. La proposición fue rechazada enérgicamente y Zayas Bazán trasladado desde su colonia hasta Puerto Príncipe por una escolta de mambises todos negros y ex esclavos con recomendaciones de no regresar a su finca.
Tal vez por estos recuerdos nunca se “tragó” al joven independentista Martí que comenzó a visitar su casona en Ciudad México para jugar ajedrez, tomar café y tirarle un vistazo a su hija.
Martí a los 22 años, en diciembre de 1875, era una celebridad en México, a donde había arribado solo diez meses antes, cuando presentó “Amor con amor se paga”, un diálogo teatral entre Julián y Leonor que fue un éxito de primera magnitud ante la burguesía adinerada y toda la intelectualidad de la capital en “El Principal”, a teatro lleno.
La fecha exacta del comienzo del noviazgo y del subsecuente compromiso no se sabe con certeza (existen varias versiones); pero, por seguro, se conocieron en casa del mexicano Ramon Guzmán en febrero de 1875 a poco de llegar Martí desde Nueva York como lo demuestra la participación de éste como testigo de la boda.
Pepe Martí se marchó a Guatemala a inicios de 1877, unos quince meses después del debut de la obra teatral, a la cual asistió Carmen, para regresar a fines de ese mismo año para cumplir con su compromiso nupcial.
La boda.
Se celebró en la parroquia del Sagrario Metropolitano, aún en pie, colindante como un anexo a la Catedral de México, que era el templo católico más grande de las Américas. Si Ud se para de frente a la Catedral en el Zócalo, la plaza central del Distrito Federal, la Metropolitana es una estructura anexa situada al pie de la inmensa torre derecha de la Catedral. La Parroquia tiene por fuera dos fachadas de un barroco muy elaborado e impresionante y por dentro una preciosa construcción neoclásica construida en 1759 durante veinte años, por el español Lorenzo Rodríguez. Posee un espectacular sagrario de oro, que domina la vista humana en el centro del retablo, encima del altar.
Ambos novios tenían la misma edad: 24 años y utilizaron vestidos clásicos para la ocasión. Martí en negro, su color preferido, y Carmen vestida con un modelito blanco confeccionado en casa por sus hermanas. La ceremonia en latín fue presidida por el padre Ambrosio de Lara cura interino que asentó el sacramento en el libro 27. Iba revestido de morado, el color del adviento, que litúrgicamente no permitía el Gloria in Excelsis Deo, ni los cantos habituales. Se tocó solamente el órgano sacro. Estábamos a cuatro días de la Navidad. Un silencio impresionante cubría el templo junto al olor del incienso mezclado con el de las dalias, orquídeas y nardos traídas desde el campo mexicano.
Los padrinos fueron el padre de la novia y su hermana Rosa. Los testigos Manuel Mercado, que era el preceptor de Martí desde su llegada a México, y el pintor Manuel Ocaranza que había sido el novio de la bella Ana, hermana de Martí, fallecida tres años antes a los dieciocho años de edad.
Los testigos de la boda civil fueron los mismos. Además, Ramón Guzmán, citado anteriormente. Toda la familia de Martí se encontraba en Cuba.
El album de bodas y el fiestón a la cubana.
La fiesta se celebró en la casa de los Mercados. Los novios bailaron con la orquesta Sonatas Habaneras. La música de amenidad estuvo a cargo del dúo Jade y del quinteto Habaneras. El pastel de boda mexicano, presente en el brindis, es conocido mundialmente, aún hoy en día, por su gusto y suntuosidad.
Los Martí’s pasaron seis noches en dicha casa, incluyendo la Nochebuena y la Navidad. Hubo una invitación de los Mercado en esos días festivos para una cena en el aristocrático restaurant El Tívoli de San Cosme en la Colonia San Rafael. Allí mozos en frac servían el “neux deveau diplomate” y “los becassines a la cavaliere”, teniendo como fondo el Castillo de Chapultepec iluminado.
Carmen conservó hasta su muerte el Album de Bodas donde un indio escribió en nauhatl, y don Nicolás de Azcárate, criollo eminente exiliado en México, un testimonio. Luego se fueron agregando firmas. En Guatemala las del poeta José Joaquín Palma y la de José M. Izaguirre, el director de la Escuela Superior de Varones donde trabajaba Martí, ambos cubanos. También la del ex presidente don Miguel García Granados, el padre de la Niña de Guatemala. Después de muerto Martí firmaron en la isla Aurelia del Castillo; Enrique José Varona y Máximo Gómez, entre otros notables.
En la mañana del 26 de diciembre de 1877 partieron los novios, con escolta, para Acapulco. Comenzaban su luna de miel.