jueves, 7 de febrero de 2019

“Si a Maduro lo tumban, en Cuba regresamos al Período Especial”

Por Iván García.

Si a Maduro lo tumban, en Cuba regresamos al Perí­odo Especial

John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, le pide al autócrata Nicolás Maduro que renuncie al poder en Miraflores y disfrute su jubilación política en una playa del Caribe. De lo contrario, le pronostica una celda en la cárcel destinada a terroristas en la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo, a más de mil kilómetros al este de La Habana.

Hasta la fecha, cuarenta naciones dejaron de reconocer a Maduro. La Unión Europea (UE) le lanzó un ultimátum para que realizara elecciones libres y Juan Guaidó, presidente autoproclamado, trata de voltear el último bastión madurista: las fuerzas armadas.

“Creo que es necesario que los militares cedan y dejen solo a Maduro y así evitar males mayores, al menos los mandos intermedios, pues los de más arriba están corrompidos y muy comprometidos y saben que sus cabezas rodarán junto a la del presidente. Esperemos que eso no demore mucho, porque ya Maduro viene con la idea de nuevas elecciones, pero no las presidenciales, si no para renovar la Asamblea Nacional, y ya sabemos cómo son las elecciones allí, lo mismo que aquí. De hecho, aquella compañía que se encargaba del despliegue técnico y por ello recibía dinero denunció la suciedad de los procesos. Maduro pretende una nueva elección, para como de costumbre manipularla y borrar a la oposición. Para los venezolanos es AHORA o NUNCA”, afirma Reinaldo, ex profesor de historia jubilado que sigue los acontecimientos en la patria de Bolívar desde el primer intento golpe de Estado el 4 de febrero de 1992.

Salvo excepciones, como la del ex profesor de historia, en Cuba el novelón venezolano se vive sin demasiadas pasiones. Los hermanos Castro siempre fueron un aliado incondicional de Hugo Chávez y en la actualidad, el neo castrista Miguel Díaz-Canel sigue brindándole asesoría militar y de inteligencia a Nicolás Maduro. Pero existen otros actores políticos involucrados en Venezuela. Cada uno busca resguardar sus intereses como Rusia, Turquía y China, que han invertido miles de millones de dólares en el sector energético y minero.

En los casos de Turquía y China, si la oposición les garantiza un trozo en el futuro pastel económico, no les importa en lo más mínimo la suerte que pueda correr Maduro. Putin tiene otros intereses. Busca afincar a Rusia como centro de poder mundial y en estrategia geopolítica crearle un conflicto en una zona de influencia a Estados Unidos. Pero si la administración de Trump le promete levantar las sanciones económicas a Rusia después de la anexión de Crimea o le garantiza que no van perder sus inversiones en Venezuela, al mandatario ruso no le daría asco cambiar de postura.

Varias islas del Caribe respaldan a Maduro porque les garantiza petróleo a precio de saldo. Estados Unidos y la UE apuestan por un sistema democrático y tener en Miraflores a un socio y no un enemigo, por razones políticas y económicas: Venezuela tiene el 25% de las reservas mundiales de petróleo, además de coltán, oro y manantiales de agua dulce. Cuba apoya a Venezuela por la simple razón de que el chavismo tuvo de gestor al difunto Fidel Castro.

La dictadura cubana allanó el camino a Miraflores sin dar un golpe de Estado ni tirar un tiro. Con absurdas recetas ideológicas y erradas doctrinas políticas, Fidel Castro y Hugo Chávez condujeron al país al actual precipicio.

La Venezuela de Maduro es el mejor ejemplo de lo que no se debe hacer en materia política y económica. Sumida en la indigencia, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido gobernante, es incapaz de producir suficiente petróleo que permita alimentar a una población que gracias a la ‘dieta de Maduro’, por falta de comida, ha perdido de diez a quince kilos de peso.

Es el colmo. Un país petrolero con apagones constantes. Si Venezuela no cambia, entra de golpe en una etapa primitiva, asolada por bandas criminales. Asombrado, el mundo ha visto cómo una nación que tenía desigualdades, pero era inmensamente rica, tras la llegada de Chávez y Maduro, ha retrocedido al extremo de sociabilizar la miseria, convertir la supervivencia en un estilo de vida y una hiperinflación que cada tres días eleva los precios de los alimentos.

Lo que ocurre en Venezuela no es prioridad entre los cubanos de a pie, quienes llevan décadas subsistiendo con libreta de racionamiento, rodeados de penurias y limitaciones. A pesar del despliegue de los medios estatales con sus campañas y panegíricos para rescatar a su soldado Maduro, desconocen el contexto venezolano. Según Deutsche Welle, “gracias a la llegada de internet a los móviles, en Cuba los ciudadanos están comparando con más inmediatez las noticias sobre Venezuela que publican los medios independientes o extranjeros, informaciones bien distintas de la fanfarria triunfalista y totalmente parcializada de la prensa oficial. La cadena Telesur, controlada por el PSUV que se trasmite en la Isla, ha hecho gala de una ceguera patólogica a la hora de contar las manifestaciones y protestas”.

Roger, un enfermero que hace un año trabajó en Caracas, asegura estar mejor informado que la mayoría de los cubanos. “La Venezuela que describen Telesur y Granma no es la que ya conocí. El 80 por ciento de los venezolanos le piden la cabeza a Maduro, están hastiados de un tipo más pesado que una suegra, siempre gritando, insultando y acusando a alguien de prepararle un complot para asesinarlo. Cada vez que habla en cadena por la televisión la gente se va pa’la calle a empinarse un botellón de ron. Cuba está muy mal, pero Venezuela está mucho peor”.

Jaime, taxista estatal, afirma que más o menos está al tanto de lo que pasa en Venezuela por emisoras internacionales que escucha por onda corta. En su opinión, “los demócratas de Occidente se han precipitado al apoyar los reclamos de Juan Guaidó, un tipo muy conocido en su casa. No me gusta Maduro, tampoco me gusta Trump, pero tanto uno y otro, aunque no nos simpaticen, son los presidentes oficiales hasta que no se vayan o los ‘vayan’ legalmente”.

Dagoberto, panadero, no entiende ese rollo de dos presidentes. “¿Por qué Maduro no mete preso al otro? ¿Él no ganó en unas elecciones? En Cuba nadie elige al presidente y nadie nos abre ese fuego. El gobierno cubano lo apoya porque le regala el petróleo. Maduro es un bofe, pero si Venezuela se jode, en Cuba nos las vamos a ver negras”.

Laritza, empleada en una cafetería privada, dice que su madre estuvo dos años en una misión en Venezuela. “Me contó que aquello estaba en candela. Adolescentes con ametralladoras en las esquinas de los barrios pobres y por las noches no se puede salir a la calle. Si manejas un auto no puedes parar en los semáforos. En Venezuela falta de todo, pero poseen cantidades industriales de petróleo: das una patada en cualquier lugar y brota el oro negro. Si a Maduro lo tumban del caballo, en Cuba regresamos al Período Especial”.

Orlando, peluquero particular, comenta: “Maduro es un coctel de clavos, gordo y chillón es insoportable cuando habla e impresentable cuando se pone a bailar con la mujer, que después que se tiñó de rubio parece más vieja. Si lo sacan de allá, seguro que viene pa’cá. Ya me lo imagino manejando una guagua en La Habana”, y suelta una carcajada.

Analistas y expertos económicos vaticinan que Cuba entrará en un ciclo de decrecimiento económico si Maduro dimite. “Pero nunca como en el Período Especial de los años 90, cuando el PIB cayó un 35 por ciento. Ahora la economía está más diversificada y pese a las trabas y regulaciones, el cuentapropismo se ha consolidado (recientemente, el Ministerio del Trabajo informó que más de 1,4 millones de cubanos laboran en el sector privado o sea, el 13% de la población). De cualquier manera, con Maduro o sin Maduro, el país va a entrar en recesión, pues no hay sustitutos del petróleo venezolano que se obtiene en concepto de trueque. El gobierno no tiene suficiente liquidez para derogar dos mil o tres mil millones en comprar petróleo en el mercado internacional”, subraya un economista habanero.

Ocupados en la odisea de conseguir comida y resolver los problemas cotidianos, salvo excepciones, los cubanos no tienen tiempo ni posibilidades de informarse sobre Nicolás Maduro y Juan Guaidó a través de medios foráneos e independientes. Con otros matices, Venezuela se les parece demasiado a lo que han vivido. Un deja vú.
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