miércoles, 21 de agosto de 2019

“La Habana es una vieja con colorete”.

Por María Fernanda Muñoz.

El edificio que sufrió un derrumbe en La Habana y ahora el régimen no quiere darle nuevas casas a los afectados / Foto: Diario de Cuba
El edificio que sufrió un derrumbe en La Habana y ahora el régimen no quiere darle nuevas casas a los afectados.

Lo que atrae a cientos de turistas. La “decadencia”, la sensación de estar “congelados en el tiempo”, la nostalgia de épocas pasadas, es una realidad con la que día a día los cubanos no solo en La Habana, sino en distintas provincias, deben pasar sin sentirse a gusto con ello.

Un artículo publicado en el medio estatal Juventud Rebelde, recoge el malestar de habitantes de un edificio -no identificado- al que, como tantos otros en La Habana, se le echa una pintura en el mejor de los casos y cuya recuperación queda a medias.
«Empezamos temprano, a las ocho de la mañana», dijeron. Eran casi las 11 y no habían comenzado. «Sí, claro, nos encargamos también de reparar», aseguraron, y todavía el muro lateral del balcón está a punto de caer.
«Pintamos la fachada y los laterales, y las ventanas y las puertas», afirmaron, y además de que es más lo que falta que lo que ya está listo, sobrecoge ver las capas de pintura encima de la vetusta, sin raspar antes, sin lijar, sin preparar la superficie, comenta.
Quienes deciden que no se le haga eso a sus espacios, son apuntados como responsables de que el edificio no quede “embellecido”, como si así fuese a quedar luego de las labores de las brigadas de mantenimiento.

Vista de La Habana Vieja
Vista de La Habana Vieja.

Pero como manifiesta el más antiguo de los habitantes del inmueble, citado en el artículo: «La Habana es, hace mucho tiempo, una vieja con colorete. Unas cuantas manos de pintura y nada más»

El artículo agrega, que aun cuando en diferentes ocasiones se ha tenido el presupuesto, el equipo y la disposición inicial para ejecutar obras de recuperación, terminan quedando a terminar o sirviendo solo para el día de la recuperación.

“Las buenas intenciones, el buen gusto, el valor de lo trabajado y la complacencia de los habitantes y visitantes se pueden trastocar en nostalgia, suspiros y esperanza, si las cosas se hicieron a la ligera. Pongámosle amor a lo que lo necesita”.
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