jueves, 30 de diciembre de 2021
El Estado fallido y la nación despedazada.
Por Alberto Méndez Castelló.
Policías y agentes del Ministerio del Interior patrullan el Paseo del Prado, en La Habana.
Cuba concluye 2021 en un estado de penuria económica y zozobra sociopolítica como nunca antes en 63 años de dictadura castrocomunista. Si según Noah Webster una nación es “un cuerpo popular que habita un mismo país y está constituido bajo un mismo gobierno”, pero a decir de Aristóteles “un montón de gente no es una república”, habría que decir que los cubanos todavía estamos, según el concepto aristotélico, lejos de la república yP cerca del montón respecto a los poderes de un Estado omnipresente.
Si nación es “un cuerpo popular que habita un mismo país y está constituido bajo un mismo gobierno”, entonces… ¿Qué es el Estado? Un concepto clásico de Estado es el de Normann Heller: “Una unidad de dominación, independiente en lo exterior e interior, que actúa de modo continuo, con modos de poder propios y claramente delimitado en lo personal y territorial”.
Según la Convención Panamericana de Montevideo de 1933, cuatro elementos deben integrarse para que un Estado sea sujeto de derecho internacional: población, territorio, gobierno y capacidad de entrar en relación con otros Estados.
En El político y el científico, un ensayo de 1919, ya Max Weber conceptuaba al Estado como “una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de su territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, con este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los seres humanos que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas”.
Respecto a esas “jerarquías supremas”, muchísimos años antes que Weber, Nicolás Maquiavelo, en su ensayo El príncipe, escrito en 1513, dijo: “los Estados y soberanías que han tenido y tienen autoridad sobre los hombres, fueron y son, o repúblicas o principados”, y respecto a ellos la mejor estrategia y la única realmente efectiva es la destrucción de la ciudad conquistada y la dispersión de sus habitantes, porque, según Maquiavelo, “no hay medio más seguro de posesión que la ruina”.
Y no parecen caber dudas de que Fidel Castro debió hacer concienzudas lecturas de la obra de Maquiavelo, particularmente de El príncipe, antes, durante y después de tomar el poder el 1ro de enero de 1959, a juzgar por el culebreo de su discurso político. Recordemos que el mandamás primero negó que era comunista para luego afirmar que siempre fue marxista.
Fidel Castro hizo efectivo ese maquiavelismo destruyendo al pueblo cubano, partiendo de sus células primigenias, que fueron la familia y el municipio, y dispersando a sus habitantes, quienes luego de 63 años de castrocomunismo, no paran de huir de su tierra, mientras Cuba, como nación, es un país sumido en la ruina económica y en la mendicidad cívica.
Estado fallido, Estado en crisis, Estado vulnerable, Estado en descomposición o Estado colapsado no son conceptos académicos sino expresiones de políticos, sociólogos y periodistas refiriéndose a lo que una figura controvertida, pero ineludible en derecho político, Jean-Jacques Rousseau, conceptuó cuando dijo: “Renunciar a la libertad es renunciar a la cualidad de hombre (ser humano), a los derechos de humanidad e incluso a los deberes”.
Retratando a la nación cubana y al régimen castrocomunista ahora mismo en 2021, ya en 1750 Rousseau sentenciaba: “Mientras el gobierno y las leyes proveen lo necesario para el bienestar, las ciencias, las letras y las artes, menos despóticas y quizás más poderosas, extienden guirnaldas de flores sobre las cadenas que las atan, anulan en los hombres el sentimiento de libertad original, para el que parecían haber nacido, y les hacen amar su esclavitud y les convierten en lo que suele llamar pueblo civilizado. La necesidad creó los tronos; las ciencias y las artes los han fortalecido”.
En 1919, Max Weber identificó al Estado fallido por la pérdida del monopolio de la “violencia legítima”. Dicho de otro modo: por la incapacidad de ejercer los poderes del Estado a través de sus instituciones armadas, policiales, judiciales o administrativas. Visto desde ese prisma, ninguna duda cabe de que, por su capacidad de represión, el totalitarismo castrocomunista no es un Estado fallido, sino uno eficientísimo, y así lo ha demostrado desde los fusilamientos en masa de 1959 hasta los encarcelamientos de mujeres, hombres y niños por las protestas del pasado 11 de julio.
Pero observemos indicadores bien definidos y divididos en cuatro grupos principales. Desde 2005, Fund for Peace (Fondo para la Paz) publica el Índice de Estados Frágiles, calificándolos a través de una escala de 120 puntos, donde el puntaje más alto indica una situación más débil, más vulnerable o más frágil. En 2021 fueron evaluados 179 Estados, entre los que Finlandia, con 16,2 puntos, alcanzó la categoría de muy sustentable; Cuba, con 59,5, se encuentra entre los gobiernos estables; Venezuela, con 92,6 puntos, quedó situada en alerta, mientras que Yemen, con 111,7 puntos, califica como un Estado en muy fuerte alerta. Luego cabe preguntar: ¿Es Cuba un Estado estable?
Atendiendo a los indicadores económicos, sociales o políticos en los que puntean deuda pública, productividad, desigualdades de desarrollo humano, migración, nivel de vida de la población –suministros de alimentos, agua potable, medicamentos e higienización–, legitimidad del Estado, representatividad, apertura del gobierno, niveles de confianza de la población en las instituciones gubernamentales, integridad de las elecciones, capacidad de los servicios públicos, protección de los ciudadanos, derechos humanos, o Estado de derecho… ¿Es Cuba un Estado estable o fallido?
Cuba, la nación y el Estado son fallidos porque, aunque sobran razones de hecho y de derecho para hacer de Cuba una nación donde con orgullo nazcan y crezcan nuestros hijos y nietos, cada vez son más los que, por las miserias y la falta de libertad en su patria, huyen, haciendo crecer otras naciones mientras Cuba se va haciendo vieja con sus mejores hijos en la cárcel por decir y actuar como piensan, mientras los peores viven de sinecuras a costa de los que se doblegan y callan. Y en situación así no existe nación ni Estado, sino oprobio.
miércoles, 29 de diciembre de 2021
La otra cara de la dolarización cubana.
Por Orlando Freire Santana.
Cubanos hacen cola ante un banco, en La Habana, para entregar sus dólares en junio pasado.
Después de tantos años con dos monedas circulando, y de presenciar un extenso discurso oficialista en el que se brindaban detalles acerca de la inminencia de la unificación monetaria, muchos cubanos pensaban que al fin el peso cubano, conocido también como moneda nacional, quedaría como el único signo monetario en el país.
Sin embargo, la realidad no se ha comportado de esa manera. El dólar irrumpió con fuerza entre nosotros, auspiciado por el propio gobierno, que creó tiendas especiales en las que oferta artículos deficitarios y muy demandados por la población, y donde el pago se efectúa únicamente en dólares. La dolarización ha creado una especie de apartheid que discrimina a las personas que no poseen la codiciada “moneda del enemigo”.
De inmediato las autoridades castristas incorporaron a su arsenal una justificación con la que pretendían dejar de ser vistos como los malos de la película. La dolarización se había implementado para captar las divisas con que adquirir en el exterior los productos que irían a surtir las tiendas que comercializaban en moneda nacional. O sea, un supuesto beneficio indirecto para los ciudadanos desprovistos de dólares en sus tarjetas magnéticas.
Mas, pronto la dolarización enseñó su otra cara. La misma que ha contribuido a disparar una inflación que hoy destruye los bolsillos del cubano de a pie. Sucede que muchas empresas estatales, en medio de la vorágine colectiva por captar dólares, comenzaron a exigir el pago en dólares al sector no estatal -trabajadores por cuenta propia y cooperativistas- por los bienes y servicios que les ofertaban. Y comoquiera que estos actores no estatales, en lo fundamental, solo comercializan sus producciones en moneda nacional, tenían que adquirir esos dólares en el mercado informal, ya que los bancos no venden dólares. Esa operación “ilícita” se realiza a un tipo de cambio muy superior al establecido por el gobierno (hoy está a cerca de 70 u 80 pesos cubanos por cada dólar, en contraste con los 24 pesos cubanos por dólar que mantiene el oficialismo).
Entonces, claro está, esos actores no estatales han llevado ese tipo de cambio inflado a sus costos de producción, y después a sus precios de venta. Precios que los diseñadores de la Tarea Ordenamiento jamás calcularon que alcanzaran la magnitud que hoy exhiben.
Como vemos, no han sido la especulación ni el ansia de obtener cuantiosas ganancias por parte de cuentapropistas y cooperativistas, tal y como lo repite el discurso oficial, los elementos que, en esencia, han avivado las llamas de la inflación. Ha sido la dolarización implementada por el castrismo la causante, en buena medida, de la espiral inflacionaria. Lo anterior sin descartar el hecho de que las entidades estatales han fijado también precios más elevados en su comercio directo con la población.
Los jerarcas del castrismo parecen haber olvidado que siempre la moneda más poderosa va desplazando a la más débil. Y eso precisamente es lo que ha venido sucediendo en la relación entre el dólar y el peso cubano.
Por lo demás, es curioso cómo la realidad se aparta muchas veces del discurso de los gobernantes cubanos. En su reciente informe de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el primer ministro Manuel Marrero expresó que “se mantiene el objetivo planteado de otorgar al peso cubano su papel como centro del sistema financiero en el país”.
No obstante, los acontecimientos parecen marchar en sentido contrario al deseo del jefe de gobierno. Aunque la cúpula del poder no quiera reconocerlo, cada día aumenta el interés de los cubanos por poseer dólares, la moneda poderosa.
martes, 28 de diciembre de 2021
Militares Objetores de Conciencia: “En 2021 el pueblo conoció por primera vez su fuerza”.
Tomado de Cubanet.
Manifestación ante el Capitolio de La Habana, el 11 de julio de 2020.
En un comunicado hecho público este martes, el grupo Militares Objetores de Conciencia (MOC) de Cuba reconocieron que el año 2021 terminará con “triunfos inobjetables y paradigmáticos por parte del sufrido pueblo cubano”.
“Por primera vez, al régimen se le ha caído el mito de la invencibilidad. Ante los ojos del mundo, las continuas protestas de la población cubana han llevado un mensaje claro que ha logrado que muchos países comiencen a dudar de su pretendida naturaleza benigna y monolítica. En 2021 el pueblo conoció por primera vez su fuerza y el poder tuvo que enfrentarse a su debilidad. Nada será igual de ahora en adelante”, reza el comunicado.
Los Militares Objetores de Conciencia recuerdan que este logro ha sido el resultado de “un proceso ascendente e imparable”.
“Primero ocurrió la marcha del movimiento LGTB en mayo de 2019. Esa gesta fue la precursora del llamado a la insumisión general que se produjo en noviembre del siguiente año con la huelga de hambre de los valientes artistas del Movimiento San Isidro (MSI). Su mensaje de rebeldía no cayó en oídos sordos. En noviembre de ese mismo año, al día siguiente del operativo policial contra el MSI, fuimos testigos de la masiva manifestación de cientos de artistas e intelectuales frente al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre”, recuerdan.
“Desde entonces no escampa para la dictadura. A lo largo de 2021 se produjo una nueva protesta frente a ese ministerio el 15 de enero, la sentada cívica de protesta por las detenciones arbitrarias en la calle Obispo de La Habana Vieja, y las crecientes protestas a lo largo y ancho de la Isla que fueron documentadas mes a mes por el Observatorio Cubano de Conflictos. Ese proceso ascendente de rebeldía hizo eclosión en las manifestaciones masivas a lo largo y ancho de la Isla, el 11 de julio. Ese día, a pesar de las incontables penurias por las cuales pasan los cubanos, el grito de LIBERTAD de todos los participantes, en su mayoría jóvenes, opacó otras consignas también reivindicativas. Tembló el régimen, como lo demuestran el odio y el rencor con que reprimieron a estas multitudinarias protestas”, aseguran.
Los Militares Objetores de Conciencia también recuerdan que “el mediocre presidente designado a dedo para asumir ese cargo por Raúl Castro, dio la ‘orden de combate’ [el pasado 11 de julio]: la policía entraba a las casas pistola en mano y en más de una ocasión disparó con munición de guerra contra los desarmados manifestantes, armó con palos y barras de acero a un grupo de cubanos exhortándolos a golpear a sus propios hermanos, se realizaron más de un millar de detenciones arbitrarias y fueron sancionados en juicios sumarios y enviados a las prisiones cubanas cientos de jóvenes, a sufrir nuevas palizas y subsistir como delincuentes comunes en las pésimas condiciones de insalubridad y mala alimentación que tienen todas y cada una de nuestras penitenciarias”.
De acuerdo con el comunicado, el año 2022 será “decisivo para las aspiraciones de libertad de un pueblo que ha sido oprimido bárbaramente por más de 62 años”.
El grupo también reiteró su llamado “a los soldados, clases y oficiales de las FAR y al MININT a que no usen la fuerza de las armas, sean del tipo que sean, contra un pueblo indefenso, cuya única defensa radica en la palabra y cuyas ansias de libertad y prosperidad (…) son compartidas por muchos militares objetores de conciencia de dentro y fuera de la Isla, en activo y en retiro”.
“Hoy hacemos también un llamado de atención a los jueces y fiscales del inexistente poder judicial por el uso incorrecto, desproporcionado y cruel de las herramientas jurídicas. ¡Ninguno de estos jóvenes [procesados por manifestarse el 11J] son culpables de los supuestos delitos que se le imputan! Vistan esas togas con dignidad: anulen sus causas”, pidieron los militares.
miércoles, 22 de diciembre de 2021
La soberbia y el falso dilema cubano.
Por Mel Herrera.
Gabriel Boric Font.
Boric ganó y los cubanos y las cubanas, como ocurre cuando hay elecciones en la región, nos mantenemos expectantes, hacemos nuestros análisis y pronósticos, damos nuestra opinión y, lo que más nos cuesta, aprendemos la complejidad y las verdades a media de la democracia.
El exilio es quizás el más duro. Nos exige todo el tiempo que dejemos de mirar para tal sitio y nos concentremos en nuestro dilema que, a fin de cuentas, es nuestro y lo debemos resolver nosotros. ¿Por qué deberíamos atender a las elecciones de otros países de la región con tanto que hay que hacer en el nuestro? Pues para eso mismo; para tomar experiencias de otros países en transiciones democráticas.
No faltan entre nosotros los que dan lecciones sobre lo que no tenemos, y son los más entendidos en democracia, participación, elecciones y pluripartidismo. Son especialistas en pronosticar y advertirle a los demás lo que ocurrirá en sus países si votan por el partido o candidato tal, como si el resto de los pueblos estuvieran despojados de agencias propias y solo nosotros fuéramos los premiados con el llamado sentido común. Lo peor que tenemos los cubanos es que nos creemos la última Bucanero del Caribe.
Yo no sé qué camino tome Chile a partir de ahora. Tampoco sé si Boric es la solución. Tengo la humildad para admitir que desconozco el conflicto chileno y que mis conocimientos en política pueden ser muy limitados. Todo lo he aprendido a golpe de decepción, de experimentar ese sentimiento lispectoriano de «no pertenecer», de no sentirme acogida en ningún proyecto de país, porque muchos de estos dejan fuera otras intersecciones de mi cuerpo que es, al fin y al cabo, la única patria que conozco, el territorio que defiendo por encima de todo.
Si fuera chilena o residente en Chile habría votado por Boric sin lugar a dudas. Para decirlo de la manera más torpe, simpatizo con Boric porque no simpatizo con Kast. Es decir, con nada que rezuma neofascismo, pinochetismo, colonialismo, ultraderecha. Nada que ponga otras demandas de mi cuerpo en un segundo o tercer escalón de prioridades o que de plano las anule, tal cual lo ha hecho el Estado cubano. Simpatizo con Boric porque cuando miro lo más rancio de la derecha, a esos salvadores blancos en los cuales algunos cubanos ven la libertad -Vox, Monasterio, Abascal, franquistas, el Partido Popular español, Trump, Bolsonaro, sus ansias de recolonizar las zonas deshumanizadas, de controlar los cuerpos y las sexualidades, y esa añoranza de barracón y de ingenios- entiendo que ahí no puedo estar, así como también entiendo que quienes simpatizan con ellos lo hacen porque no ven amenazados sus privilegios y derechos más elementales.
Comprendo el terror cubano al «comunismo»; un terror tal que a cualquier cosa que no cumpla las expectativas o esté en línea con las ideas políticas de algunos se le llama «comunismo». Lo que no entiendo es ese falso dilema nuestro que a menudo lleva a huir de un autoritarismo para refugiarse en otro, que deja solo dos opciones, las más extremistas siempre.
No siempre es mejor un mal conocido que un bueno por conocer. No sabemos a ciencia ciertas qué giro dará Chile con Boric. Todo lo que se puede decir son especulaciones y prejuicios valorados según el sufrimiento nuestro, que no tiene por qué ser centro ni medidor en este caso. En cambio, sí sabemos perfectamente qué iba a pasar en Chile con Kast.
Prefiero arriesgarme por quienes hablan un nuevo lenguaje, fresco, a expensas de que más tarde, como todo proceso revolucionario, caiga en estatismo, posiciones conservadoras o se convierta en lo que un día derrocó. Quien ha resistido la soledad o la desafección política no cree en políticos ni salvadores. A Boric lo criticaré si solapa los autoritarismos y dictaduras latinoamericanas de izquierda, y estaré pendiente de su programa de gobierno. Pero no me pidan que simpatice con partidos de extrema derecha por el simple hecho de que se opongan al Estado cubano y lo reconozcan como dictadura, cuando esos mismos partidos no muestran simpatía por personas como yo ni por otras también marginalizadas por el Estado cubano.
Escribo desde el cuerpo que habito y no puedo hacerlo desde otro sitio por más que quiera. Como mujer transgénero negra jamás podría decidirme por partidos y políticos que desearían exterminarme de diferentes formas: anular mis derechos, volverme a meter en closets, mantenerme en la zona de las «vidas invivibles» de las que habla Judith Butler.
No es un secreto que los partidos de extrema derecha son abiertamente racistas, xenófobos, antiinmigrantes, antifeministas, anticientíficos, LGBTIfóbicos, y es una pena que después de que hayamos vivido el eterno drama cubano de cruzar el Estrecho de la Florida, de huir a otros lugares del mundo, de experimentar la represión y la criminalización del disenso político, la precariedad, el racismo estructural, las UMAPs, lleguemos a otros países y nos aliemos con partidos que sostienen todo lo anterior, que con el cuento del sentido común, esa racionalidad tan euroccidental, quieren destruir el Estado de bienestar, las ayudas públicas, cualquier cosa que les huela a «comunismo» o justicia social, y no son capaces de inventar una alternativa mejor.
Yo creo que los cubanos no huimos de Castro ni del comunismo ni del hambre. Huimos de la baja autoestima que nos persigue desde tiempos inmemoriales y que nos cuesta asumir, pero que en muchos casos levantamos a costa de aplastar a alguien más y sacar todo lo miserable que podemos ser. Vox y el Partido Popular han querido derogar leyes antidiscriminación y la Ley Trans en España. No puedo sentirme complacida. Sin embargo, para algunos debería hasta aplaudir porque son los partidos que rechazan y reconocen la represión política en Cuba. En resumidas cuentas, otros que son un peligro para la democracia.
No van a anularme poniendo ejemplos de pares míos adeptos a esas ideologías. Vox exhibe a su trans y a su negro como payasos de feria justamente para anular los discursos críticos. Ser trans o ser negro por sí mismo no implica una conciencia de lo que significa serlo en un mundo eurocéntrico y cis-hetero-patriarcal. Se tiene que haber realizado un trabajo muy profundo y hacer añicos, o al menos estar en proceso, «las herramientas del amo».(1)
Porque rechace y me oponga al estado de las cosas en Cuba no voy a irme a los brazos de ningún extremo político. Girando hacia allí no se va muy lejos de donde estamos. Podemos intentar lo que dice Paul Preciado: «Inventar […] una nueva imaginación política capaz de confrontar la lógica de la guerra, la razón heterocolonial y la hegemonía del mercado como lugar de producción del valor y de la verdad».
Algunas zonas de la oposición cubana, por el desgaste o por lo que fuere, carecen de imaginación y creatividad; son empecinadas y no han sabido construir alianzas ni hacerse del todo de un lenguaje nuevo. No han sabido siquiera ganarse otros cuerpos en pugna con el oficialismo, porque para ellas también son cuerpos e identidades desechables. Diseñan proyectos de país, movimientos y plataformas que hablan de pluralidad, y es la pluralidad que se sustenta en la idea de que todas las opiniones son válidas y respetables y que está bien sentar en una misma mesa posiciones irreconciliables para que lleguen a acuerdos en nombre del bien común, es decir, aquello que es comúnmente bien para los mismos de siempre, cuando todos sabemos que en esos acuerdos no son ellos los que más tienen que sacrificar.
Ponen, por ejemplo, al activismo por los derechos de la disidencia sexual y de género a dialogar con el fundamentalismo religioso que les quiere coartar esos derechos. Pregonan sobre la libertad, la democracia, tumbar la dictadura… Y yo no sé qué es todo eso, porque quienes lo piden con mayor ímpetu tampoco saben. Al final, volvemos a lo que conocemos desde hace más de 70 años: autoritarismo, y esa baja autoestima nacional que nos hace dependientes de Estados Unidos o de Europa, como quien por dependiente emocional mantiene una relación con alguien a quien en realidad no le importa, y no se da cuenta. Esa fascinación por el Norte y esa desconexión con los procesos del Sur global, con las personas más empobrecidas y marginalizadas, como quien se la pasa todo el tiempo avergonzado del lugar de origen porque se cree algo diferente.
¿Para qué se preocupan tanto por las personas negras, por los presos políticos negros? ¿Para qué hacen mención al color de la piel si tampoco tienen mucho interés en que ese deje de ser el color de las cárceles y de las víctimas de la represión policial? ¿Para qué hacen el paripé de preocuparse por los barrios cubanos marginalizados y las personas empobrecidas si el modelo económico neoliberal por el que lloran tampoco los va a mover de esas zonas?
¿Por qué denuncian la falta de garantías legales de mujeres y víctimas de violencia de género si los partidos que muchos aman no reconocen la violencia de género y son profundamente antifeministas? ¿Por qué se rasgan los vestidos cuando a una mujer trans el oficialismo o los cuerpos represivos no le respetan su identidad de género, si los partidos por los que babean quieren eso también? ¿Por qué le señalan al Estado cubano que los gais y lesbianas no tengan derecho a casarse al mismo tiempo que lo rechazan por conservadores o porque al régimen no se le pide derechos?
Los conservadores anticastristas no quieren que personas de la disidencia sexual nos nombremos, porque nombrarnos implica señalar cómo, por situaciones que nada tienen que ver con nuestras capacidades, se nos hace más difícil el acceso a lo que llaman una vida digna; situaciones desventajosas a las cuales dan la espalda, y de las cuales en la mayoría de los casos son también responsables. Pero en cuanto el Estado violenta a una mujer trans, la nombran en el titular. Matan o violentan a un negro y son muy rápidos en denunciar al castrismo, y la verdad es que a muchos ni les importan los negros, ni las cárceles, ni reconocen su profundo racismo y dan por terminado un conflicto persistente por más de 500 años diciendo que ya todos somos iguales, que existe una sola raza: la humana, y cuanto mensaje de paz y amor se les ocurra para frustrar un debate más serio y profundo.
El problema del racismo no es un problema del comunismo o del castrismo. Es estructural en cualquier sistema político-económico, en cualquier Estado nación. A muchos no les interesan las dictaduras más viejas, la del patriarcado, el colonialismo, el racismo, pero ya aprendieron a escribir patriarcado, colonialismo y racismo cuando se trata de un oponente político. ¿Qué hubiera pasado si el agresor sexual Fernando Bécquer fuera blanco y disidente? ¿Qué hubiera pasado si en lugar de Bécquer las denuncias de agresión sexual hubiesen sido a un opositor, un director de un medio independiente o un importante politólogo anticastrista? ¿Por qué entonces se le critica al castrismo lo que en democracia tampoco van a ser capaces de resolver ya que no les importan ni son prioridad las luchas de género, raza, clase y otras intersecciones?
Como leí ayer tras el triunfo de Boric, la derecha tendrá que adaptarse a que la justicia social va sí o sí, así como la izquierda tiene que aceptar que seguirá viviendo en capitalismo.
Muchos me dirán enseguida que no son todos. Claro está. O me asegurarán que en realidad no son tantos los cubanos que añoran el regreso de tiempos coloniales, batistianos, franquistas o cualquier otra cosa contradictoria con lo que exigen: democracia, libertad, derechos humanos, respeto por todas las vidas. Yo, a estas alturas, no estoy tan convencida.
Luego están los que no abogan por estos partidos ni extremismos políticos, pero critican cuando alguien habla de ellos. Es darles visibilidad, dicen, y que podemos concentrar energías en otras cosas. La maldita circunstancia del autoritarismo por todas partes. El problema es que siempre hay algo que es más importante. El resto, para después, y hay, en resumidas cuentas, todo un país que ha quedado para después.
Donde ellos ven que se les da visibilidad, yo veo contradiscursos. El fascismo y todas las formas de discriminación se combaten. Y hay que decirlo: no ganaron Boric y Chile solamente. Cuando se derrota al fascismo en cualquiera de sus formas, ganamos todos los que habitamos el planeta tierra, los que hemos sido sistemáticamente desplazados de la categoría «humano» y hasta los humanos de siempre.
Notas:
(1) Audre Lorde, «Las herramientas del amo no desmontan la casa del amo». Conferencia (1987)
Perdón, perdón y gracias.
Por Alfonso Ussía.
Con el fin de adaptarme anímicamente a la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la ETA, necesito pedir perdón. Y lo hago, en hinojos y humillado desde una petición de misericordia iluminada por la gratitud histórica. Quiero agradecer desde aquí a socialistas y comunistas su entereza y coraje por fusilar sin dudas a cinco mil peligrosos elementos de la Reacción conservadora en Paracuellos del Jarama, entre ellos, a 267 menores de edad. Obviamente, esos asesinatos, ya perdonados por la Ley de Amnistía, no pueden calificarse como tales. Cuando la izquierda fusila, ejecuta a fascistas. Cuando lo hace la derecha, asesina. Perdón por haberme confundido.
Como nieto de un ejecutado en Paracuellos, el escritor y comediógrafo Pedro Muñoz-Seca, quiero pedir perdón a socialistas y comunistas por haberlos responsabilizado de su muerte. El culpable fue él, escribiendo lo que no gustaba a socialistas ni comunistas. Y les agradezco, con muchos años transcurridos después de su valiente gesta, de haberse mofado de Muñoz-Seca, cuando herido de muerte sobre la tierra de Paracuellos, tuvo que esperar más de cuatro minutos de agonía mientras los milicianos, con gran sentido del humor, se reían de sus últimos estertores, para recibir el tiro de gracia. Y deseo agradecerles la eficacia de su tiro de pistola en la sien, tardío pero definitivo, prueba de la caridad y humanidad de quienes se vieron obligados, por culpa de sus comedias, a terminar con su vida.
Pido perdón en nombre de la familia Ceñal. Ocho hermanos asturianos. Ramón y Rafael y el mayor de todos no se hallaban aquella noche en su casa. Los primeros estaban en el Seminario, y el tercero se había incorporado al Ejército Nacional, el que ganó la guerra y hoy, afortunadamente, la ha perdido con más de 80 años de retraso. Pido perdón en nombre de su madre, que vio cómo, con justicia revolucionaria, se llevaron a sus cinco hijos para fusilarlos por el terrible delito de creer en Dios, y entre los cinco, al más pequeño, que había cumplido diez años de edad. Pido perdón a los que se vieron inducidos a fusilar a esos cinco jóvenes y peligrosos cristianos, y lo hago también en nombre de su madre, que no supo interpretar la situación, perdió la cabeza, y se fue apagando poco a poco en un hospital con un rosario entre las manos hasta que su merecido sufrimiento terminó con su vida.
Pido perdón y agradezco a socialistas y comunistas el fusilamiento de los cinco hermanos De la Quadra Salcedo y Arrieta Mascarúa. De los obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas, monjas y hermanas de la Caridad que murieron torturados y fusilados, ellas previamente violadas, por su empecinamiento antidemocrático de creer en Dios y no dar su brazo a torcer, prueba inequívoca de su soberbia, renegando de su fe. Pido perdón a socialistas y comunistas y al presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, por las muchas decenas de miles de militares y paisanos ejecutados, por no tener cabida, lugar ni sitio en la España roja y separada, paraíso de la igualdad, de Largo Caballero, Negrín, Prieto y Stalin. Y como la nueva Ley de Memoria Democrática alcanza hasta 1982, ruego encarecidamente a la ETA, hoy gobernante con sus votos, que me perdone por no saber aceptar las ejecuciones –jamás asesinatos–, de los vascos y demás españoles que no perdieron ni un segundo en intentar ser comprensivos con la valentía de sus comandos. Especialmente, los comandos que asesinaron niños, futuros fascistas.
Pido perdón y agradezco que, al fin, gracias a la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la ETA, haya alcanzado la luz de la verdad, y aprendido la diferencia que se establece entre el asesinato derechista y la ejecución obligada por motivos de progreso, sostenibilidad, empoderamiento y futuro.
Perdón, perdón, y gracias mil, Sánchez, Bolaños, Marlaska, ERC, Podemos y la ETA.
martes, 21 de diciembre de 2021
Cuando el Diablo se adueñó de Cuba.
Por Tania Díaz Castro.
Fidel Castro, en enero de 1959
Cuando el dictador Fulgencio Batista huyó de Cuba, llegó Fidel Castro, el Diablo, y se adueñó del país, el 8 de enero de 1959. Modificó la Constitución de 1940, una de las más progresistas del continente, estableció la pena de muerte y comenzó a fusilar a cientos de policías, militares y civiles vinculados al régimen depuesto.
En el transcurso de ese mismo año, organizó y financió invasiones a Panamá, República Dominicana y Haití, que fueron derrocadas, y calificó de traidores a quienes criticaran su política.
En 1960 declaró la guerra a la libertad de prensa por medio de una nacionalización forzosa de periódicos, revistas, estaciones de radio y televisión.
El 1º de mayo de ese año preguntó en un discurso: “¿Elecciones para qué?”. Y en junio se robó los hoteles y todas las propiedades estadounidenses, sin compensación alguna. Por su parte, los cubanos comenzaron a huir de las garras del Diablo.
El 7 de agosto suspendió los programas religiosos de la TV. El 13 de septiembre, cuando se anuncia la implantación de un embargo comercial contra el régimen, lo que hizo fue acusar al presidente Eisenhower de hostigarlo. Cuatro días después nacionalizó todos los bancos estadounidenses, 105 centrales azucareros, todas las fábricas, las principales tiendas por departamento del país, los ferrocarriles, las destilerías, más las empresas industriales y comerciales.
Mientras que vociferaba que los Andes serían la Sierra Maestra del continente y que promovería revoluciones anticapitalistas en Latinoamérica, el 30 de octubre reconoció el fusilamiento de 1.330 anticastristas y la existencia de 10.000 presos políticos en las cárceles; expulsó a todo el clero considerado contrarrevolucionario, nacionalizó todos los centros de enseñanza y prohibió la instrucción religiosa.
En 1961, el Diablo impuso el racionamiento de los productos alimenticios y de vestir por medio de una libreta de control de abastecimiento. En 1966 ofreció la ayuda cubana a todos los guerrilleros del mundo y acusó a los soviéticos de traidores por desautorizar el apoyo a la subversión.
Por último, se volvió loco el Diablo y “una noche de delirio”, el 13 de marzo de 1968, confisca 11.878 bodegas, los restaurantes, fondas, cafeterías, puestos de fritas, lavanderías, talleres, barberías, carpinterías, bares, carnicerías y otros hasta 55.636 pequeños negocios.
Hoy, tras largos años con el agua al cuello, el Diablo muerto y muerta la economía cubana, ¿cómo perdonarlo?
lunes, 20 de diciembre de 2021
El alcalde de Camporredondo saca los colores al Senado por la Ley de Memoria Democrática.
Tomado de Libertad Digital
Casa consistorial de Camporredondo.
Se hace viral una carta del alcalde de Camporredondo al Senado ante el requerimiento para quitar el nombre a la calle Calvo Sotelo de este municipio.Casa consistorial de Camporredondo | Wikimedia
El municipio vallisoletano de Camporredondo, cercano a Medina del Campo, está presidido por el alcalde Javier Izquierdo García, que firma una carta de respuesta a la presidenta del Senado, Pilar Llop, para defender su municipio frente al requerimiento de la Cámara Alta para retirar el nombre de la calle Calvo Sotelo de ese municipio.
Reproducimos la carta íntegra:
PRESIDENTA DEL SENADO DE ESPAÑA
MARIA PILAR LLOP CUENCA
Calle de Bailén, 3
28013-MADRID
En relación con su comunicación del acuerdo de la Mesa del Senado, adoptado en las reuniones de fecha 16 de febrero y 16 de marzo de 2021 de solicitud de informe a instancia de Carlos Mulet García sobre la nomenclatura de la Calle CALVO SOTELO de este municipio le comunico lo siguiente:
1. El que suscribe es el representante de un Ayuntamiento del que seguramente Vds. ni saben localizar en el mapa de España. Para ayudarles en esa tarea, les informo que Camporredondo se encuentra en la provincia de Valladolid, cuenta actualmente con 155 habitantes, con una única funcionaria, la Secretaria-Interventora, que acude un solo día a la semana a esta Administración Pública y con 5 concejales que no perciben retribuciones ni indemnizaciones por su cargo.
2. Esta Corporación hubiera deseado recibir una comunicación de la Cámara Alta de su país en el que se interese por las necesidades, carencias, problemáticas de este municipio, y en definitiva, de sus vecinos, ya que ellos, forman parte de la España no vacía sino ya VACIADA Y OLVIDADA para casi todo, menos para pagar los impuestos que sufragan sus altos salarios.
Sin embargo, y no sorprendentemente vista la deriva actual del poder ejecutivo y legislativo de España, Vds. no solo no se interesan por esta España que aún subsiste sino que tienen el atrevimiento de enviarnos un requerimiento por estar incumpliendo la Ley 52/2007, de "Memoria Histórica" por la nomenclatura de un vial municipal denominado "CALVO SOTELO". Y todo ello en base al "trabajo de investigación del Gran Tour del Franquismo", del que Vds. nos envían un enlace web y nos indican que ha sido publicado en numerosos medios de comunicación, como que dichos datos aportaran de por sí un rigor histórico y una legalidad que desde luego no posee.
En relación con dicho "trabajo de investigación", nos vuelve a sorprender que un organismo tan importante como es, al parecer, el Senado realice un requerimiento basándose en un trabajo final de un Máster en Diseño de la información y Visualización de Datos cursado en el centro Shifta by Elisava, adscrito a la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y redactado por un creativo publicitario que reside fuera de España.
Como es lógico, tiene el mismo rigor histórico y legalidad que el que puede realizar cualquier vecino de este municipio.
Otro ejemplo de dejadez de nuestras instituciones en defender la verdadera historia de España , se manifiesta en el ejemplo reciente de que la tumba de Blas de Lezo, uno de los grandes héroes de la historia de este país, y que actualmente se encuentra en un solar, antiguo convento de Santo Domingo en Cartagena de Indias (en la imagen), va a quedar sepultada bajo los cimientos de un hotel que se está construyendo. / Ayto Camporredondo
3. La Mesa de la Cámara que Vd. Preside, nos solicita copia de las actas de los acuerdos del Pleno de este Ayuntamiento en el que se aprueba la retirada de ese símbolo que el Senador Carlos Mulet, basándose en un trabajo de final de Máster, considera que incumple la citada Ley 52/2007.
De los antecedentes expuestos, de la falta de rigor histórico y legalidad de ese "trabajo de investigación" y desde luego de la ignorancia histórica que poseen todos los que forman la Mesa de la Cámara, le informo que este Ayuntamiento no ha adoptado ni va a adoptar en el futuro acuerdo alguno al respecto dado que, a diferencia de otras instituciones, ello supondría adoptar un acto contrario al ordenamiento jurídico, es decir, nulo de pleno derecho conforme al artículo 47.1 letra f) de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas (cuyo contenido entendemos que lo conocen….) por las siguientes razones:
Al senador Carlos Mulet, con tanto trabajo diario que tiene y un salario "ínfimo" de 86.004,80 euros, se le ha olvidado especificar qué "Calvo Sotelo" incumple la Ley 52/2007, existiendo por si no lo saben todos Vds. dos posibles personas que merecen el nombre de un vial en cualquier municipio no solo de España sino también de cualquier país que se considere democrático:
a) El Sr. Leopoldo Calvo Sotelo, Presidente del Gobierno de España entre febrero de 1981 y diciembre de 1982: en este caso no podríamos adoptar el acuerdo que nos solicitan porque la Ley 52/2007 sólo se debe aplicar a los protagonistas de la sublevación militar del 18 de Julio de 1936, de la Guerra Civil y de la Dictadura del General Francisco Franco siendo la Presidencia del Gobierno de este primer "Calvo Sotelo" de 1981 y 1982.
b) El Sr. José Calvo Sotelo, Ministro de Hacienda en 1925, Diputado de Renovación Española en las elecciones de 1933, amenazado de muerte por Dolores Ibárruri, y asesinado a tiros por Luis Cuenca, socialista, en la madrugada del 13 de julio de 1936, cinco días antes del golpe militar, cuando lo llevaban ilegalmente detenido en una camioneta desde su casa a la Dirección General de Seguridad.
En este caso, tampoco podríamos adoptar el acuerdo que nos solicitan porque, tal y como ya se ha expuesto anteriormente, la Ley 52/2007 solo se debe aplicar a los protagonistas de la sublevación militar del 18 de Julio de 1936, de la Guerra Civil y del Régimen del General Francisco Franco, y como la historia de este país no se puede cambiar, el Sr. José Calvo Sotelo no fue uno de los protagonistas de la sublevación del 18 de Julio de 1936, ni de la Guerra Civil ni del Régimen del General Franco porque YA ESTABA MUERTO.
En consecuencia, no sólo no se le puede aplicar la citada Ley 52/2007, sino que si atendemos al hecho objetivo de que el Sr. José Calvo Sotelo fue asesinado por un militante socialista por sus ideas políticas su figura debería ser honrada por todos nosotros.
4. Este Ayuntamiento considera que en la actualidad se está tergiversando el significado de la palabra MEMORIA con requerimientos como el realizado a este Ayuntamiento y acontecimientos tan cercanos como el ocurrido el pasado 11 de Noviembre de 2021 en el Parlamento Vasco cuando se celebró el mal denominado "Día de la Memoria", homenajeando a familiares de asesinos (banda terrorista ETA) de personas que también tenían ideas diferentes, y no constando en este Ayuntamiento que el Senado que Vd. Preside, ni Carlos Mulet ni ningún otro miembro de la Mesa de la Cámara haya adoptado acuerdo alguno para defender la memoria de las más de 800 víctimas de la banda terrorista ETA y, en definitiva, la MEMORIA de este país. Por ello, esta Administración Pública espera que sus próximos acuerdos relativos al cumplimiento de la Ley 52/2007 tengan una fundamentación estrictamente legal e histórica que no conlleve una pérdida de tiempo como es este escrito de contestación.
5. Finalmente, después de este breve resumen de la Historia de España y de la realidad actual que Vds. deberían de conocer, y si no es así les pido como ciudadano que dejen su escaño y el gasto inútil que supondría, les sugiero que su trabajo se destine a satisfacer las necesidades de los ciudadanos, resolver los muchos problemas del presente y cuya solución depende nuestro éxito en el futuro y, ante todo, que el Senado y el Congreso de los Diputados velen para que no se intente manipular con fines políticos la historia de este gran país que es ESPAÑA.
Sin otro particular, sin que Vds. merezcan saludo alguno.
(Documento fechado y firmado electrónicamente a 16 de noviembre de 2021)
El Alcalde, Don Javier Izquierdo García
sábado, 18 de diciembre de 2021
Los mandamases cubanos siguen apostando por el estalinismo.
Por Luis Cino.
En el más reciente Pleno del Partido Comunista de Cuba (PCC), los mandamases de la Isla insistieron en la importancia de la enseñanza del marxismo-leninismo. Esto, más que preocupar, asusta, porque ese marxismo-leninismo que es el referente de los mandamases no es otra cosa que el estalinismo.
El que acuñó el término “marxismo-leninismo” fue José Stalin. El estalinismo no fue una desviación del marxismo-leninismo, como algunos pretenden hacer ver, sino su máxima expresión. Lo que hizo Stalin, como sucesor de Lenin, fue concretar y llevar a la práctica las interpretaciones arbitrarias, descontextualizadas y distorsionadas que de la teoría marxista había hecho Vladimir Ilich, creador de la dictadura comunista burocrática- militar que se hizo llamar “dictadura del proletariado”.
A ese marxismo-leninismo del dogma y los miedos pretenden remitirse los mandamases en la hora más difícil para su régimen de más de 62 años que se empeñan tozudamente en mantener a flote, así haga agua por todas las vías y siga perdiendo la arboladura.
Que los mandamases de la continuidad fidelista mantengan su apuesta por el estalinismo es otra evidencia de que en el seno del régimen ha logrado imponerse el sector más retranquero, ortodoxo e inmovilista, ese que ha obstaculizado las reformas.
Hundiéndose, con el agua llegándoles a las narices, los mandamases han tenido que hacer, a regañadientes, retoques –actualizaciones las llaman ellos– a sus políticas económicas, pero siguen tercamente aferrados a la planificación centralizada y la hegemonía de la empresa estatal socialista, sin importarles que estas recetas hayan probado su ineficacia y fracasado estrepitosamente, una y otra vez, durante seis décadas.
Para el capitalismo de Estado militarista del neocastrismo nada mejor que el unipartidismo, la unanimidad forzosa y la represión irrestricta del menor disenso. Y todo ello, cerrazón ideológica mediante, envuelto en una mal formulada retórica socialista. De la peor, al estilo soviético.
Al socialismo verde olivo solo le quedan recetarios fallidos y consignas gastadas a las que los actuales mandamases se aferran, como el pintor a la brocha cuando le quitan la escalera.
¿Qué cabe esperar ahora que llaman a “reforzar el trabajo político-ideológico con las masas”? ¿El regreso de los manuales del marxismo chato y basado en un par de fórmulas fáciles de memorizar de la Academia de Ciencias Soviética? ¿La reimpresión de aquellos libros hechos por la Dirección Política de las FAR que se utilizaban como libros de texto escolares para la enseñanza de la historia de Cuba? ¿La vuelta de las Escuelas Básicas de Instrucción Revolucionaria? ¿La creación de cientos de filiales de la Escuela Ñico López?
¿Pretenderán los panzudos mandamases hablarle de la concepción dialéctica de la historia a este pueblo agobiado por el hambre, la escasez y los abusos?
Recientemente, Miguel Díaz-Canel, en su cuenta de Twitter, imploró a Fidel Castro que le hable. Quien quita que suceda un milagro y el Máximo Líder le responda. Pero en vista de los desaciertos en su desempeño, que no se asuste el actual presidente de la república y primer secretario del Partido Comunista si el difunto le suelta un regaño.
Se me ocurre que pudiera ser como el chaparrón que le echó el 13 de marzo de 1962, durante un acto en la escalinata de la Universidad de La Habana, al capitán Fernando Ravelo, de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).
En aquella ocasión, Fidel Castro, que quería ser más grande que Lenin y Stalin juntos en la reinterpretación del marxismo, bramó: “¿Cómo esta manera de pensar puede llamarse marxista? ¿Cómo esta clase de fraude puede llamarse socialismo? ¡Qué miopía, sectarismo, estupidez y sentido retorcido! ¿Qué están queriendo hacer con esta revolución? ¿Transformarla en una yunta de bueyes o en una escuela de títeres?”
¡Qué diría el Comandante hoy cuando sus temores se han materializado –y de qué manera– en el grotesco gobierno de sus continuadores!
Exportación de servicios médicos: fracasa otro negocio del castrismo.
Por René Gómez Manzano.
Uno de los temas predilectos de la agitación comunista es el del enfrentamiento al “imperialismo yanqui”. En Cuba, los plumíferos y cotorrones al servicio del castrismo abordan el tema con frecuencia cotidiana. También se deshacen en elogios al pueblo cubano, que en la retórica de la propaganda que ellos mismos diseñan, “se enfrenta valientemente al Imperio”.
Hablan -pues- como si la política de permanente hostilidad hacia nuestro gran vecino norteño hubiese sido decidida por los once millones de habitantes de la Isla. Como si ese diferendo que conduce hacia ningún sitio se mantuviese por el deseo de los mismos que lo sufren, y no por la contumacia de los jefes, que lo ha decidido por sus espurios intereses de grupito de extrema izquierda.
Pero en esa retórica anti-norteamericana hay aspectos que la propaganda comunista suele evitar. Digamos, ellos insisten hasta el aburrimiento en el embargo (al que prefieren darle el nombre mentiroso de “bloqueo”), pero eluden reconocer que, por ejemplo, la mayor cantidad del pollo al que tiene acceso ahora mismo el pueblo cubano (principal y casi única fuente de proteína animal a su alcance) ¡proviene justamente del “Gran Satán”!
Los “rojillos” se abandonan también a exhaustivos inventarios de los éxitos (pocas veces reales y casi siempre imaginarios) que ellos y sus amigotes alcanzan, supuestamente, en sus enfrentamientos con el gobierno de Wáshington. Pero guardan un hermetismo total cuando los hechos tienen un signo opuesto. En tales ocasiones, se hace necesario que el analista lea entre líneas para comprender por dónde andan los tiros.
Una situación de ese tipo pudimos observarla el pasado martes. Ese día, el Noticiero de la Televisión Cubana, en su Emisión del Mediodía, informó sobre una reunión sostenida por el primer ministro Manuel Marrero Cruz con directores provinciales de Salud Pública, así como rectores y decanos de centros de altos estudios consagrados a la Medicina.
En la noticia figuró de modo destacado el ministro de esta última especialidad, doctor José Ángel Portal Miranda. Se trataba de algo que era de esperar en un evento que, al decir de la locutora Gisela García Rivero, estaba centrado en el objetivo de “dar un vuelco de calidad al Programa del Médico y el Enfermero de la Familia en 2022”.
En su intervención, el mencionado ministro del ramo, refiriéndose al supuesto propósito de mejorar de modo sustancial esa asistencia primaria, expresó: “Ya pasamos la etapa donde la colaboración internacional competía con ese principio”. A lo cual agregó una frase que aclara aún más cuál es la situación actual: “Ni la masividad de la colaboración hoy está presente…”.
Aquí es conveniente que, para beneficio del lector (sobre todo si es extranjero), aclaremos cuál es la verdadera esencia de esa política a la cual aludió el mayimbe de la medicina antillana. Estamos hablando de las llamadas “misiones internacionalistas” que implican el envío de profesionales cubanos de esa rama a prestar servicios en otros países.
Aunque la propaganda comunista, cada vez que aborda el tema, insiste en el hipotético “altruismo” que lo preside, en realidad se trata de un negocio harto provechoso para el régimen de La Habana. Los profesionales de la salud abandonan su país y a sus seres queridos durante años para radicarse en lugares a menudo apartados, insalubres y hasta peligrosos. A cambio de sus servicios, el país receptor desembolsa unos honorarios que se ajustan a las normas internacionales.
El pago lo recibe no el profesional universitario, sino el codicioso “Estado revolucionario cubano”. Este reparte la suma (que como regla supera los mil dólares mensuales) con el facultativo del que se trate. Las cifras varían de un país a otro; ¡pero la norma es que los “patronos socialistas” entreguen alrededor del 20% del dinero y se engullan el 80% restante!
Se trata de un negocio redondo (para los comunistas, claro; no para los explotados galenos). En medio de la debacle que el aparato de producción de bienes y prestación de servicios de Cuba ha sufrido bajo el castrismo, los ingresos provenientes de esa “colaboración médica internacionalista” llegaron a convertirse en el principal rubro de ingresos del esmirriado presupuesto de la Isla.
Ha sido Estados Unidos el país que ha llevado la voz cantante en la batalla mundial por desenmascarar ese negocio turbio y ese trato leonino. Los norteamericanos han denunciado esas operaciones como una nueva modalidad del tráfico de esclavos; como una violación gravísima y flagrante de los derechos humanos y laborales de médicos y enfermeros.
¡De lo dicho en televisión por el ministro Portal Miranda se colige que esa denodada campaña ha alcanzado el éxito! Ella ha logrado desenmascarar y esclarecer la verdad de lo que se esconde tras la pantalla de “desinterés y altruismo” que, para consumo de socios y tontos útiles, exhiben los comunistas y repiten y divulgan sus medios masivos de comunicación.
Si la “colaboración internacional” en ese campo ya no “compite” con la prestación de mejores servicios médicos a los desatendidos cubanos de a pie, ¡no es porque el régimen castrista haya renunciado buenamente a ese pingüe negocio! Si ya no se prevé que haya “masividad” en esa colaboración, ¡es sólo porque la demanda ha mermado de modo notable! Y debemos suponer que, en esa merma, la decidida campaña estadounidense haya desempeñado el papel central.
Pero claro que los portavoces y alabarderos del castrismo no hablan tan claro ni usan tan pocas palabras para expresar las cosas. Para ello hay que interpretar sus enmarañados dichos y desentrañar el sentido de los eufemismos que utilizan. Creo que, por esta vez, el Ministro de Salud Pública de Cuba habló de más, y sólo gracias a ello podemos enterarnos del fracaso parcial sufrido por el castrismo en la venta de servicios médicos.
miércoles, 8 de diciembre de 2021
Los aseres ilustrados.
Por Luis Cino.
Pedro Juan Gutiérrez, Alexis Leyva Machado (Kcho) y Leonardo Padura.
Luego de 1959, en los medios intelectuales cubanos ha proliferado un curioso espécimen: el asere ilustrado. No importa cuán culto sea: entre citas beisboleras, de Lezama o de algún filósofo europeo -mientras menos conocido mejor- salpica su conversación con palabrotas y términos y frases de la jerga presidiaria.
Parece que ciertos escritores, cineastas y pintores creen que demuestran su cubanía y lo campechanos y desenfadados que son saludando con “qué volá”, hablando de “jevas” y llamando “asere” lo mismo a sus amigos que a cualquiera que se les ponga por delante, siempre que no sea un dirigente.
Es como si los hubieran hecho en un molde, todos se parecen: mal hablados, jaraneros, bebedores largos, machistas que presumen de ser ligones. Y rudos como son, pasan fácilmente -sobre todo cuando están curdas y el otro no se lo espera- del sentimentalismo y la afabilidad extrema al gaznatón.
Los escándalos en lugares públicos protagonizados por algunos de ellos, casi siempre borrachos, han pasado a ser leyendas urbanas.
Estos personajes se originaron en la atmósfera populista y populachera prevaleciente en los primeros años del régimen castrista, cuando, para no ser mal visto y poder abrirte paso en la nueva sociedad de proletarios que construían el socialismo, lo mejor era dejar a un lado los buenos modales y el refinamiento, para que a nadie se le ocurriera tomarte por un burgués, un señoritingo, un bitongo, un blandengue. O peor aún, un cundango.
De ese clima salieron los primeros aseres ilustrados: los que vistieron uniforme miliciano, cortaron caña y pudieron estudiar -con especial énfasis en el marxismo según los manuales soviéticos- en la Facultad de Letras de la universidad para los revolucionarios o en la Escuela Nacional de Arte (ENA).
Los aseres pontificaban, se sentían más sueltos y en confianza para lucirse ante cortesanas y esnobistas, mejor que en las mesitas de la UNEAC, bebiendo aguardiente Coronilla en sus tertulias y cenáculos, en alguna exposición en la Casa de las Américas, o en la Cinemateca, mientras esperaban que empezara la tanda con alguna película de Federico Fellini, Jean-Luc Godard o Glauber Rocha.
Sus descendientes, aunque menos apegados al dogma y los formalismos del socialismo castrista, se formaron en becas y escuelas en el campo donde, como predominaba la ley del más fuerte, había -¡vaya si lo sabré!- que ser duro para que te respetaran. Eso implicaba echar malas palabras a cada paso, no dejarte sopapear y estar listo a tromponearse con cualquiera. Ello no impedía que a muchos nos gustara la literatura, el buen cine y la música de Led Zeppelin y Pink Floyd, o de Creedence Clearwater Revival, como es el caso de Leonardo Padura, que al igual que su personaje novelesco y casi que alter ego (el teniente y luego librero por cuenta propia Mario Conde) es un confeso admirador del grupo californiano que sonaba cual si fuese de Memphis o New Orleans.
Leonardo Padura, junto a Pedro Juan Gutiérrez, uno de Mantilla, el otro de Centro Habana, son los más emblemáticos de los aseres ilustrados. El hecho de que ambos sean los más leídos escritores cubanos de los últimos 25 años indica que la fórmula de ser como son (o aparentarlo) funciona y da buenos dividendos, si de marketing literario se trata.
El real Padura, por muy de Mantilla que sea y mucha pelota manigüera que haya jugado en sus calles, es el que descubrió su afición por la escritura leyendo vorazmente a Vargas Llosa y a Cabrera Infante, por muy prohibidos que estuviesen. Lo demás se lo dio su innegable talento para el oficio, la ciudadanía española y la zorrería para lograr colarle goles a la censura.
Y allá el que se crea el pendenciero, cínico, sexomaniático y escatológico Pedro Juan de los solares habaneros que se inventó Pedro Juan Gutiérrez para su narrativa y sus poemas. En la vida real, el Bukowski criollo es un tipo culto, de buen gusto y con dinero y relaciones suficientes como para pasar, al igual que Padura, más tiempo en Europa que en Cuba.
En los últimos años, los epatantes aseres ilustrados de la nueva hornada, para no incurrir en lo políticamente incorrecto, han modificado algunos de los rasgos típicos de la especie. Extremándose en las citas y el lenguaje críptico, por no decir la palabrería metatrancosa, han decidido ser (o aparentar que son) más cultos que populares. Pero siempre irreverentes, lo mismo en el ambiente artístico y letrado que cuando “perrean” en una discoteca.
La principal transformación en las conductas de algunos, impensable hace unos años, es que ahora, en vez de posar de supermachos y “ligones de jevas”, desenfadadamente, y sin que nadie indague su orientación sexual, presumen de ser los más “open mind”.
No obstante, algunos petulantes de campeonato, en Cuba o fuera de ella, cuando tienen una perreta o quieren llamar la atención porque se sienten relegados, se les olvida la corrección política y se muestran groseramente machistas, homofóbicos y racistas. Son aseres al fin y al cabo, por muy pulidos y posmodernos que parezcan.
Lenguaje y neocastrismo: el cuento del socialismo “próspero y sostenible.”
Por Jorge Luis González Suárez.
En las peroratas de la alta dirigencia neocastrista son frecuentes tres palabras: vulnerable, próspero y sostenible. Las acepciones de esas palabras son bastante amplias y prestas a numerosas interpretaciones, según el contexto en que se empleen.
Vulnerable, según el diccionario de la Academia de la Lengua Española, significa: “que puede ser herido o dañado física o moralmente”. Sus sinónimos son “débil, endeble delicado, frágil, inerme, indefenso, desvalido”.
El número de personas a las cuales atribuirle la condición de vulnerables en Cuba hoy es alto: niños, ancianos, familias numerosas con bajos recursos económicos, pobladores de los barrios marginales. Pero se puede añadir también las grandes masas de población trabajadora a la cual sus salarios, debido a la gran inflación originada por la Tarea Ordenamiento, no les alcanzan para cubrir sus más elementales necesidades.
Ante esta amplia gama de personas cabe preguntarse cómo clasifica el gobierno a todos estos grupos para discernir quienes son verdaderamente vulnerables o no, pues, según la retórica socialista, todos tienen derecho a recibir ayuda del Estado.
Según información fidedigna que obtuve de personas vinculadas al asilo San Rafael, en el municipio de Marianao, uno de los mejores del país, a los ancianos ingresados allí, al no haber leche, cada mañana les dan como desayuno un vaso de cocimiento y un pan con aceite. ¿No son vulnerables esos ancianos? ¿Qué hace el Estado por ellos?
Luego de las protestas del 11 de julio, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel y otros altos dirigentes del gobierno y el Partido Comunista recorrieron -y aún lo hacen- numerosos barrios marginales, fundamentalmente en La Habana. Allí han prometido que mejorarán las condiciones de vida de sus pobladores. En esa localidades, muchas personas moran en viviendas indecorosas o inhabitables. Pero también hay quienes viven en casas que están en buen estado. Por tanto, no son todos los residentes de esos barrios quienes requieren una atención priorizada.
Si tenemos en cuenta el mal estado de las viviendas y otras condiciones, como la insalubridad, un gran por ciento de la capital y de otras ciudades y pueblos del país caerían dentro de la clasificación de vulnerabilidad. Por todo esto, la definición de vulnerabilidad para los gobernantes cubanos es harto dudosa.
Las palabras “próspero” y “sostenible” para calificar el socialismo al que dice aspirar el régimen (actualización del modelo económico mediante) también merecen un análisis. Según el Diccionario de la Lengua Española, próspero significa: “progresivo, desarrollado, favorable, feliz, floreciente, rico, fértil, opulento, boyante, pujante, propicio, triunfante, afortunado, venturoso”. En total, trece acepciones. Y ninguna de ellas parece corresponder a las características del socialismo cubano.
Los gobernantes neocastristas insisten en que solo mediante el socialismo Cuba llegará a la prosperidad. Sin embargo, en más de 62 años de “siembra” socialista, solo se ha recogido destrucción y empobrecimiento.
“Sostenible” es la otra palabra en cuestión. El Diccionario de la Lengua Española la define como “que se puede sostener, mantener firme”. ¿Qué es lo que se puede sostener o mantener firme: el régimen o los hambreados habitantes del país?
Los gobernantes neocastristas, viendo amenazada su permanencia en el poder, han arreciado aún más la represión y las restricciones. ¿Esta es la manera que consideran mejor para hacer sostenible el socialismo en Cuba?
Para que exista prosperidad y una economía sostenible, los gobernantes del neocastrismo tendrían que renunciar al socialismo al estilo soviético y recurrir a una fórmula que se niegan a aplicar: democracia y libertad económica. No hay otra. Pero no quieren aceptarlo, y siguen con su palabrería, sus promesas vanas y culpando al “bloqueo yanqui” de los fracasos.
lunes, 6 de diciembre de 2021
domingo, 5 de diciembre de 2021
La maldita pesadilla de Cuba.
Por Alfredo Triff.
Eduardo René Chibás y Ribas.
10 de marzo, 5 de abril
Carlos Prío Socarrás despierta gritando en medio de la húmeda noche. Ha tenido una pesadilla escalofriante: Guillermo Alonso Pujol lo persigue por las escaleras de Palacio con un machete. Prío, corriendo como un loco, llega al despacho presidencial y al abrir la puerta se encuentra a Batista sentado en la silla, sonriéndole, mientras fuma un cigarrillo. Mira a su alrededor para convencerse de que ha escapado de la garra onírica del futuro.
Mary, su mujer, está a su lado. Le pasa la mano consolándolo:
—¿Carlos, estás bien?
—Sí, fue una pesadilla.
—¿De nuevo?
—Me humilla, mi amor, me persigue. ¿Qué puedo hacer?
—Ya te he dicho, olvida todo eso. Deja que el pasado sea pasado.
—Ojalá pudiera, me siento preso.
—Carlos, te he dicho, tienes que ser más decidido con la gente, con todo.
—Veremos.
Él le da un beso, se vuelve y cierra los ojos.
Vuelve la garra quimérica. Suena el timbre escandaloso del teléfono. Millo Ochoa lo llama de urgencia. Los generales Cabrera Uría y Soca Llanes han sido detenidos en sus mansiones de la Ciudad Militar. Juan Consuegra está preso. La jefatura en poder de Salas Cañizares. Una compañía de tanques, con el capitán Julio Sánchez Gómez a la cabeza se ha sumado al golpe. La aviación está en manos del excoronel Manuel Larrubia.
—¡¿Batista?!
—Sí, señor presidente.
Prío se viste y corre para Palacio. Lo reciben sus colaboradores íntimos. No puede creer que creyera en Batista.
—Esto se veía venir, señor presidente, Batista es un ladino indecente.
Millo Ochoa lo llama de nuevo:
—Hay que resistir, señor presidente, la FEU está con nosotros. ¡Cuba lo necesita en esta hora suprema!
Llaman sus hermanos Antonio y Miguel:
—Carlos, este tipo si tiene que matar, mata. Lo mejor es dejarlo que se estrelle y se joda. Ya tú cumpliste con la patria.
Llama Carlos Hevia:
—Señor presidente, Cuba lo necesita.
Este es el momento de la verdad.
“Y qué hago ahora…”.
La indecisión es un zigzag delirante. Le perturba el revoloteo de la conciencia, luchando por fraguar la voluntad que pende entre irse o quedarse, luchar o rendirse, vivir o morir. ¿Por la patria? Todo, casi todo. Entre la espada y la pared no hay acomodo. Tres horas después Prío, despeinado, convoca una conferencia de prensa:
—Tengo noticias de que el Estado Mayor del Ejército ha sido tomado por antiguos oficiales del general Batista. Al pueblo no le puede pasar inadvertido lo que significaría para la República que se rompiera el régimen constitucional. En los cubanos confío.[1]
Contempla la amplia ventana que da al soleado jardín. La primavera ataviada con crisantemos, tulipanes y begonias. Las mariposas atontadas vuelan sobre el rosal. El presidente tiene las manos recogidas sobre el pecho. Siente una profunda angustia que lo hace temblar. Suda frío cuando la punta de algo duro y metálico se afinca contra la tela almidonada y lisa de la camisa. Apenas cierra los ojos en medio del estruendo, seco, apagado. Herida helada en el pecho, pasado del ebrio delirio.
—¿Qué pasa, viejo?
—La maldita pesadilla de nuevo.
—A ver, que estás empapado en sudor.
—¿Qué hora es?
—Las 3 y media de la madrugada.
—¿Qué día es hoy?
—Carlos, estamos en abril, 5 de abril.
—¿De qué año?
—¿Pero qué te pasa, estás loco?
—Dime, por favor.
—1977, ¿qué año va a ser?
¡Pueblo cubano, despierta!
Se levanta un domingo inflamado en La Habana de agosto de 1951. En el estudio de la CMQ, Chibás lanza su perorata incendiaria. Grita y gesticula en la cabina, pero no ha podido presentar la prueba. Algo repetido muchas veces: el acusado Aureliano Sánchez Arango y el supuesto robo de los fondos del Desayuno Escolar amén de la construcción de un reparto en Guatemala. Chibás es la montaña cívica, Sánchez Arango, el pantano fétido.
La polémica vital del circo nacional se discutirá en el Hemiciclo de Educación. Debate y contradebate: Baquero le zafa al Gastón con Francisco Ichaso de moderador. La noche señalada aparece Chibás, maleta en mano, anillo en dedo. Le es prohibida la entrada. Ni puertas ni ventanas abiertas. Del hemiciclo a Aureliano en los micrófonos (las malas lenguas dicen que Chibás se apendejó, pero hay fotos del ortodoxo en la puerta, enmaletado).
El humor criollo se ensaña con Chibás. Hasta en la comparsa de Santiago se baila la conga La maleta y el loco. La culpa la tiene La Osa de Bohemia, por instigar la bronca. Chibás cae en la trampa. El 29 de julio promete pruebas: “Oiga bien el pueblo, el próximo sábado a las nueve y media de la noche”. No habrá pruebas. El Sagitario de la Ortodoxia debe inmolarse. Toma el micrófono ese 5 de agosto. Es el último aldabonazo.
La alocución comienza así: “¡Pueblo cubano, despierta! Hace cinco siglos el tribunal de la Inquisición le gritaba a Galileo: ‘¡Mentiroso!’”. El plan es tirarse un tiro que le roce la pierna, pero con el nerviosismo se descarga la pistola en la ingle. El traje de dril cien se enchumba en sangre. La Habana entera es testigo de la agonía. Llevan a Chibás al hospital, donde un joven periodista de nombre Pinelli lo entrevista en un elevador.
Once días después, 15 de agosto: el médico y senador sale del hospital. La suerte lo acompaña. El golpe de Estado liderado por el general Batista se descubre; los implicados terminan en la cárcel. Chibás sale electo presidente por el partido Ortodoxo en las elecciones de 1952.
Durante los próximos cuatro años, el presidente, presionado por un Partido Comunista que se ha hecho muy fuerte, comienza una política de nacionalizaciones contra las compañías estadounidenses. En las elecciones de 1956, Chibás vuelve a salir, aunque por un margen muy pequeño. Lleva de ministro sin cartera de justicia al agitador Fidel Castro Ruz. A poco, el gobierno se desboca en la crisis. Hay rumores de una intervención americana. Castro, apoyado por el ejército, se adelanta con un golpe. Es el 1 de enero de 1959.
Chibás no puede creer que su brazo derecho lo traicione. Era izquierdo. Esa misma tarde, mientras Castro entra victorioso en La Habana, el presidente se dirige al pueblo desde los micrófonos de la CMQ. Ahora nadie lo escucha. Todo el mundo grita: “¡Fidel, Fidel!”. La breve alocución, justo antes del disparo fatídico nunca fue grabada. Comenzaba así: “Pueblo cubano…”.
¿Martí, dictador?
Cierra el siglo XIX. Nadar toma fotos en las catacumbas. Renoir, en su lúgubre cuarto, se orina en los pantalones. Gauguin, enfermo de sífilis, prepara otro viaje a París. Andrew Carnegie se compra un cuadro de Whistler. La reina Victoria se derrama té encima del vestido rosado que le regalara su madre. Un exgeneral judío de nombre Dreyfus se pudre en una ergástula en la Isla del Diablo.
El poeta está solo en su tienda. Se escucha la conversación alejada de los centinelas. Hay olor a hierba mojada, justo antes del llamado de la muerte. Martí termina la carta del día 18 a su amigo Manuel Mercado. Llega el general Masó. Más tarde aparece Gómez con sus tropas. Martí pronuncia un breve discurso. Nos dice Rafael Santmanat:
“El orador cálido y agitador de la palabra taumaturga y subyugante que fascinaba y atraía, hizo vibrar el alma de sus soldados, y hubo en el campamento como una inefable y vivificadora fragancia de libertad, de alegría y de valor”.
El enemigo se acerca. Gómez le ordena a Martí que permanezca en la retaguardia, junto a las fuerzas de Masó, protegido por sus ayudantes los hermanos Ángel y Dominador de la Guardia. Martí titubea y se dispone a salir, pero algo le dice que se quede. La intuición se presenta cual pájaro cetrino en el pasto seco, frente a su tienda. Vuelve adentro y espera.
Casi treinta años después, el achacoso poeta medita en el despacho de su residencia en el destierro de Miami, la conciencia mordida por el desliz de la historia. Un pájaro cetrino se posa en el marco de la ventana.
Quién le iba a decir que sería el primer presidente de Cuba y también su primer dictador.
lunes, 29 de noviembre de 2021
Régimen culpa al embargo de impedir el desarrollo económico de Cuba.
Tomado de Cubanet.
Ernesto Soberón Guzmán, director de la Daccre.
El régimen castrista acusó al Gobierno de Estados Unidos de obstaculizar los lazos de Cuba con los residentes en el exterior.
Las medidas adoptadas durante el gobierno del exmandatario Donald Trump, “continuadas y ampliadas por Joe Biden, han constituido una oportunidad para los defensores de una política agresiva estadounidense contra Cuba”, consideró el director general de la Dirección General de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior (Daccre), Ernesto Soberón Guzmán.
En entrevista publicada por el medio oficialista Juventud Rebelde, Soberón manifestó que “la persistencia de la política estadounidense de bloqueo atenta contra todos los cubanos sin importar el lugar donde residan” y culpó al embargo de impedir el pleno desarrollo socioeconómico del país.
Soberón Guzmán mencionó también las negativas de bancos a los connacionales en terceros países para realizar transacciones financieras o recolectar fondos para apoyar a Cuba.
Sobre el cierre de los servicios consulares en Cuba, acusó al Gobierno de EE.UU. de “obligar a los nacionales a viajar a terceros países sin garantía alguna de otorgamiento de visado”, así como de “afectar el derecho de los cubanos a viajar, e incluso, a emigrar, obstaculizando el flujo migratorio regular” debido a “la eliminación de vuelos a las provincias, excepto a La Habana”.
Con respecto a las restricciones de las remesas, el funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) consideró que “constituyen un tema familiar y humanitario, no un asunto político” y que “las familias cubanas tienen el derecho a recibir remesas sin que exista politización o manipulación de este tema”.
En julio pasado el presidente Joe Biden informó de la formación de un Grupo de Trabajo de Remesas para identificar la forma más efectiva de hacer que los envíos de dinero lleguen directamente al pueblo cubano sin mediaciones del régimen ni de sus dependencias empresariales.
De Ramonet al camarada Manú: peregrinos políticos en Cuba.
Por Víctor Manuel Domínguez.
El eurodiputado Manuel Pineda junto a Raúl Castro y Bruno Rodríguez.
Los peregrinos políticos que visitan Cuba para ejercer su militancia sexual, el idealismo etílico o la pasión gourmet que no practican en sus países de origen, tienen en la Isla un destino caro. Los altos costos no radican en pasajes de avión, hospedaje en hoteles ni alquileres de autos, sino en las actitudes abyectas en apoyo al régimen que les da esas y otras prebendas durante su estancia en el país.
Da igual si pasan por comunistas, gurús de la izquierda caviar o por intelectuales pogre; no importa si son afiliados a movimientos anticapitalistas, contra la globalización neoliberal o en defensa de la humanidad -cotos de caza para expertos en el arte de engañar-, estos vividores hablan y aplauden a la izquierda, pero viven a la derecha en el escenario político internacional.
De ahí que no sea extraño para ningún cubano que alguien como Ignacio Ramonet imparta en Cuba conferencias apocalípticas contra la hegemonía informativa del poder mientras apoya el monopolio del Estado cubano sobre los medios de información nacional y las leyes que criminalizan el uso de Internet en el país.
Tampoco es sorpresa para nadie que otro habitual como Frei Betto deguste un timbal de cerdo mamón ahogado con su chicharrón y piña acaramelada, y de postre un volcán de guayaba sobre crema de queso y sopa de mango” en los salones del capitalino Hotel Iberostar Grand Packard, donde, además de comer gratis y bien, imparte el conversatorio “Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional” en un país cuya población, por causa de la escasez, está obligada a consumir tripas de res y gallinas decrépitas.
Imposturas y burdas hipocresías como estas, o de superior nivel en el plano político e intelectual, serían cometidas por decenas de peregrinos que desde Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en los años 60, hasta Miguel Bonasso y Belén Gopegui en los primeros tres lustros de los 2000, llenaran de falsas lentejuelas triunfales el improvisado escenario ideológico del país.
La recién finalizada visita a La Habana y Matanzas del eurodiputado Manuel Pineda (Manú) es una muestra de continuidad en la engrasada maquinaria propagandística de la Revolución. Esto ya no hace efecto en la ciudadanía del país, pero tiende a confundir a unos y desmovilizar a otros que, más que creer, temen a la represión física y moral generada desde el poder.
Que al hidalgo caballerete español no le haya crecido la nariz de tanto mentir sobre lo “visto” en Cuba tiene una lógica explicación: a ellos se les hinchan los bolsillos, el vientre y los cachetes si cumplen su misión. Y Manú fue un portento a la hora de manipular, omitir y tergiversar la realidad. Dijo este haber encontrado un pueblo bien comandado, alegre, unido y satisfecho en torno al liderazgo del país. Ello denota la sordera política y la ceguera ideológica de la que hacen gala estos especímenes ante los medios de información. Decir esto en medio de las carpas del circo político montadas por el régimen en parques y plazas para impedir una Marcha Cívica por el Cambio muestra un claro cinismo alineado al poder.
Hechas estas y otras declaraciones absurdas y manipuladas sobre la realidad cubana, el camarada Manú seguirá cumpliendo su misión de agente de influencia del régimen cubano en Bruselas y Madrid. Pero muy poco podrá hacer para ocultar los harapos de un Estado fallido que pretende vestirse de señor. Son tantas las heridas abiertas que sólo los cubanos las sanarán.
Recabar el apoyo “moral” de individuos comprados a los que poco interesa la suerte de sus propios países, más que solidaridad, demuestra temor y desesperación. La suerte está echada para el régimen. No existe discurso de peregrino político que lo pueda salvar. Ya comenzó el principio del fin.
Estampida migratoria a la vista.
Por Iván García.
El régimen castrista mueve fichas. El lunes 22 de noviembre las autoridades nicaragüenses establecieron “el libre visado para todos los ciudadanos cubanos que deseen ingresar al país”. La dictadura mixta de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo dicen que su decisión responde a “la cantidad de solicitudes de hermanos ciudadanos cubanos con familiares en Nicaragua” y tiene “el fin de promover el intercambio comercial, el turismo y la relación familiar humanitaria”.
Sin palabras. Los regímenes de La Habana, Caracas y Managua se sienten amenazados. Y se defienden atacando. Las duras medidas implementadas por la administración Trump a la terna dictatorial de América Latina han provocado, con más o menos intensidad, agudas crisis económicas, políticas y sociales en las tres naciones.
La Venezuela del déspota Nicolás Maduro ha visto decrecer su PIB en un 80%. Los venezolanos necesitan una bolsa repleta de bolívares para comprar un cartón de huevos o una pierna de cerdo. El embargo petrolero y la terrible ineficiencia del gobierno chavista son una, entre otras muchas causas, para que cinco millones de venezolanos, otrora un país receptor de inmigrantes, emigren de su patria. La economía ha tenido que dolarizarse. Y la pobreza, corrupción y desigualdad social se han disparados. El 70 por ciento de la población venezolana vive en el umbral de la pobreza.
Nicaragua es un Estado fallido. El Frente Sandinista apartó del poder al tirano Anastasio Somoza el 17 de julio de 1979. La ilusión de los nicaragüenses era fundar una nación católica y democrática con oportunidades para todos sus ciudadanos. Pero el binomio de Ortega y Murillo, dos personajes que parecen sacados de un filme de brujas, superaron con creces a la dictadura somocista.
Montaron unas elecciones presidenciales en noviembre de 2021 que fue un chiste de mal gusto. Todos los candidatos que podrían superar a Ortega fueron conducidos a prisión a punta de pistola o se vieron obligados a irse del país. Su hermano Humberto Ortega, la poetisa Gioconda Belli y el escritor y compañero de armas Sergio Ramírez, entre otros, los convirtió en perseguidos políticos. Ortega es un sicópata de libro. Un tipo despreciable. Se sospecha que acosó sexualmente a su hijastra.
Completa el cuadro la Cuba de Miguel Díaz-Canel. El régimen ha sobrevivido gracias a la eficacia de sus operadores políticos que han diseñado un relato de justicia social y otras tonterías que jamás cumplen. El sostén principal de la autocracia es la Seguridad del Estado, su guardia pretoriana, una organización con miles de agentes y chivatos que goza de un poder absoluto.
Pero el arma migratoria Fidel Castro la supo utilizar como ningún otro dictador comunista. Cuando el descontento social aumentaba, abría las fronteras para que miles de cubanos se marcharan. No sin antes humillarlos obligándolos a realizar trabajos forzados, recibiendo escupitajos, huevazos y ofensas en actos de repudio legitimados por el gobierno. A los emigrantes Castro los llamó ‘escoria’ y ‘gusanos’.
Cuando el comunismo soviético dijo adiós en 1991, principal sostén de su dictadura, Fidel Castro diseñó un nuevo modelo. Empresas militares comenzaron a recaudar los miles de millones dólares de remesas para invertir en negocios que favorecieran a la élite gobernante. El plan maestro de Raúl Castro, cuando su hermano le transfirió a dedo el poder, pasaba por reactivar la economía y legitimar el poder negociando un acuerdo con Estados Unidos, el antiguo enemigo de la Guerra Fría.
La negociación se hizo, con el apoyo de Obama. Pero el miedo del régimen a perder parcelas de poder los llevó a tirar del freno de mano. Por prejuicios raciales, quizás por envidia (Obama era más popular entre los cubanos de a pie que los hermanos Castro) o porque embriagados de ego se creyeron que merecían un trato de alfombra roja.
Sacaron mal sus cuentas. Pensaron que Hillary Clinton ganaría las elecciones de 2016. Y que por extensión, seguiría la misma estrategia de Obama. Un video clandestino que circuló durante la etapa de distención, un presuntuoso Díaz-Canel, sabiendo que sería el próximo presidente, en un encuentro con funcionarios políticos decía que «Cuba no tenía que dar nada a cambio a Estados Unidos».
La soberbia y estupidez les jugó una mala pasada. Daban por hecho que cualquier dirigente demócrata en la Casa Blanca iba a sostener negociaciones ventajosas para el régimen de la Isla. Se equivocaron con Biden. Además de una vuelta de tuerca de las sanciones de Estados Unidos contra el régimen y una crisis económica que no toca fondo, llegó el virus chino junto con una errada implementación monetaria que ha generado una inflación galopante.
Fue la tormenta perfecta. Las arcas públicas están en cero. Y el creciente descontento popular quedó patente el 11 de julio, cuando miles de cubanos se tiraron a la calle a reclamar libertad y democracia.
Biden no ha reaccionado a las decenas de misivas y ruegos a dialogar del régimen. ¿Qué cartas tiene la dictadura en sus manos para forzar una negociación? La emigración descontrolada, desde luego. También, aprovechan el contexto internacional: que la Casa Blanca está enfocada en Rusia, que ha desplegado en la zona fronteriza con Ucrania una fuerza militar impresionante; que el dictador bielorruso, Lukashenko, probablemente azuzado por Putin, empujó a miles de inmigrantes hacia la frontera polaca, creando una crisis con la Unión Europea; o que Beijing, cada vez más agresiva en el Mar de China, amenaza con invadir a Taiwán.
El régimen cubano siempre utilizó el arma migratoria contra Estados Unidos cuando presidentes demócratas ocuparon la Casa Blanca. En Camarioca, Mariel, 1994 o la última en 2015. Permitir viajar sin visado a Nicaragua es abrir la talanquera para miles cubanos deseosos de emigrar. La opción de Rusia o Serbia, a donde también se puede viajar sin visa, es más cara y mucho más complicada para encontrar residencia en algún país de la UE.
Además, el destino de Estados Unidos es la opción favorita para los potenciales inmigrantes cubanos. La estrategia tiene más a favor que en contra, según su percepción. Si la Casa Blanca los acusa de instigar la crisis migratoria, las autoridades castristas cínicamente dirán que cumplen con los preceptos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de no restringir el libre derecho de viajar a sus ciudadanos.
Probablemente lo negativo sería que le pueden crear una crisis de inmigrantes en la frontera sur de Estados Unidos a su aliado, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. La jugada es brindarle a los futuros manifestantes callejeros, jóvenes en su mayoría, una opción migratoria como puerta de salida del manicomio local.
La dictadura desenfunda una estrategia gastada. Pero que les ha funcionado. No creo que les importe el número de muertos en su intento por llegar a Estados Unidos. Lo verían como daños colaterales. Como hasta ahora han visto a los miles de cubanos muertos en el mar, en selvas y ríos o a manos de traficantes de personas.
martes, 23 de noviembre de 2021
La manía izquierdista de la novísima disidencia.
Por Luis Cino.
De izquierda a derecha el escritor Carlos Manuel Álvarez, el dramaturgo Yunior García Aguilera y Harold Cárdenas, editor jefe de La Joven Cuba.
De Yunior García Aguilera me sorprendió, como a todos, su apresurada partida a España, facilitada (digan lo que digan) por el chantaje de la dictadura. Lo que no me cogió por sorpresa fue su devoción por la izquierda que no se cansa de proclamar. En realidad, nunca la ocultó. En esa devoción se basaba su esperanza de que, apelando a la Constitución, al leguleyismo castrista, las instituciones de la cultura oficial y solicitando la mediación de Silvio Rodríguez, terminaría por convencer de las buenas intenciones de la Marcha Cívica a la dictadura que todavía llamaba “revolución” y consideraba reformable.
Conozco en la disidencia a muchos así, pricipalmente jóvenes y con pretensiones intelectuales. Son esos disidentes que antes de entrar en materia anticastrista -si es que alguna vez entran y no se van antes por las ramas y se quedan enredados en ellas- creen necesario, imprescindible, declarar que son de izquierda, anticapitalistas y que aspiran, como si eso fuera posible, a un socialismo democrático y participativo.
En la plataforma Archipiélago abundan esos que, justo cuando el oficialismo arreciaba el barraje de su artillería contra ellos, atribuyéndoles siniestras intenciones a la marcha cívica, trataban de justificarse explicando que no eran de ningún modo “contrarrevolucionarios”, creían en la perfectibilidad del socialismo castrista y estaban en contra del embargo, que invariablemente llamaban “bloqueo”.
La novísima disidencia se opone al régimen de la continuidad inmovilista, por considerarlo desfasado y fallido, pero no rompe con los esquemas ideológicos del socialismo castrista, sigue atrapada en ellos, apropiada de su discurso y su metarelato, sin acabar de sacarse del alma a Fidel Castro y Che Guevara.
En Cuba, la manía izquierdista viene de lejos en la historia. En la República, luego de la revolución de 1930 contra la dictadura de Machado y hasta el triunfo de la insurgencia fidelista, en el espectro político predominó la izquierda. Y no me refiero precisamente al PSP (Partido Socialista Popular). Tanto los auténticos de Grau como los ortodoxos de Chibás eran de izquierda, socialdemócratas. Hasta Batista, que no dudó en pactar con los comunistas, fue alguna vez de izquierda.
Y luego vino el atontador bombardeo de adoctrinamiento ideológico al que han estado sometidos más de tres generaciones de cubanos durante los 62 años del régimen castrista.
No olvidemos que algunos de los más prominentes líderes de la primera oposición (Elizardo Sánchez, Manuel Cuesta Morúa, Vladimiro Roca) provenían de la izquierda.
En la mayoría de los casos de los novísimos disidentes, si no es producto de una confusa indigestión ideológica ese radicalismo izquierdista es pura pose esnobista, oportunismo. Sinvergüencería del hombre nuevo. Alharaca para llamar la atención mediática, pero sin quemar las naves, quedando bien con los muertos y no del todo mal con el matador.
Y hablo de la mayoría de los casos, porque en otros, el surgimiento de ciertos personajes es jugada preparada por el régimen para crear, a su imagen y semejanza, una oposición leal que esté disponible cuando necesite usarla para simular una apertura.
Muchos jóvenes, intoxicados desde la escuela primaria por el adoctrinamiento castrista, aunque se lo propongan, no disponen de otro discurso al que echar mano que no sea el que escucharon desde niños, cuando eran pioneritos por el socialismo. Por eso se apropian y replican con fervor de catecismo ese discurso.
Les crea sentimiento de culpa, cargo de conciencia, asquitos, que alguien pueda pensar que están a la derecha. Consideran que ser conservador abochorna, es de mal gusto, demodé. En cambio, ser progre, de izquierda, es chic, tiene onda.
La derecha, tan poco fotogénica, no parece conseguir tener la razón ni siquiera cuando efectivamente la tiene. La izquierda, que lleva la mejor parte en la guerra de los símbolos, luego de recomponerse como pudo de la debacle que significó el derrumbe del comunismo soviético en Europa Oriental, se apropió de causas de buen ver como el feminismo, el anti-racismo, el matrimonio igualitario, el multiculturalismo, el ecologismo. No importa si después que llega al poder se convierte en tiranía y tira esos temas por la borda. Hasta la justicia social queda relegada solo a los discursos.
Los novísimos opositores de izquierda, a falta de talento, lo aparentan, manejando un lenguaje metatrancoso, salpicado de abundantes citas de filósofos griegos, de Marx, Gramsci y los sociólogos de la Escuela de Frankfurt.
Estar a la izquierda, mostrarse como tal, les abre las puertas de los medios académicos e intelectuales en medio mundo. Con un poco de suerte, les lloverán los premios, las becas y los reconocimientos. Y si no los hay, no se dan por vencidos. Los lucharán denodadamente. Para autoalabarse y darse bombo no necesitan de sus abuelitas. Luego de tanto ninguneo colectivista, si de algo no carecen estos personajes de las nuevas disidencias es de petulancia, engreimiento y autosuficiencia. Se creen cosas y dándose ínfulas, haciéndose los sabihondos, los irreverentes, hablan, y escriben, hasta a veces bien, sin que alguien les haya pedido su opinión de lo que es y de lo que no es, de lo que saben y de lo que no. Lo demás es robarse el show. Y en eso, son expertos.
Algunos de estos personajes que lamentan los quieran expedientar como contrarrevolucionarios y “gusanos” (¡qué horror!), proclamándose anticapitalistas y socialistas, buscan raros posicionamientos políticos: bakuninistas, trostkistas, titoistas, etc. Y como si a alguien le preocupara su filiación sexual y las ideologías tuviesen que ver con el culo, presumen de ser pájaras y quir (así, no queer, para que no los crean pro-yanquis).
A cada rato, lanzan alguna piedrecita contra los Estados Unidos. Se encargan de recordarnos constantemente la conquista del Oeste, las bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki, los años de la segregación racial, la guerra de Vietnam. Les disgusta el american way of life. Pero eso es hasta que los dejan salir y van a parar a Miami.
Ya afincados en Miami, en México, Madrid, o donde sea, con la entrada a Cuba garantizada, siguen abogando por la izquierda y el socialismo, y hasta se muestran más comprensivos con “los defectos y los errores” del régimen castrista, que aseguran funcionaría mejor si no fuera por la hostilidad de los gobiernos norteamericanos.
¡Y con tanta payasada todavía quieren que los tomen en serio y los respeten!