sábado, 18 de diciembre de 2021

Exportación de servicios médicos: fracasa otro negocio del castrismo.

Por René Gómez Manzano.

Uno de los temas predilectos de la agitación comunista es el del enfrentamiento al “imperialismo yanqui”. En Cuba, los plumíferos y cotorrones al servicio del castrismo abordan el tema con frecuencia cotidiana. También se deshacen en elogios al pueblo cubano, que en la retórica de la propaganda que ellos mismos diseñan, “se enfrenta valientemente al Imperio”.

Hablan -pues- como si la política de permanente hostilidad hacia nuestro gran vecino norteño hubiese sido decidida por los once millones de habitantes de la Isla. Como si ese diferendo que conduce hacia ningún sitio se mantuviese por el deseo de los mismos que lo sufren, y no por la contumacia de los jefes, que lo ha decidido por sus espurios intereses de grupito de extrema izquierda.

Pero en esa retórica anti-norteamericana hay aspectos que la propaganda comunista suele evitar. Digamos, ellos insisten hasta el aburrimiento en el embargo (al que prefieren darle el nombre mentiroso de “bloqueo”), pero eluden reconocer que, por ejemplo, la mayor cantidad del pollo al que tiene acceso ahora mismo el pueblo cubano (principal y casi única fuente de proteína animal a su alcance) ¡proviene justamente del “Gran Satán”!

Los “rojillos” se abandonan también a exhaustivos inventarios de los éxitos (pocas veces reales y casi siempre imaginarios) que ellos y sus amigotes alcanzan, supuestamente, en sus enfrentamientos con el gobierno de Wáshington. Pero guardan un hermetismo total cuando los hechos tienen un signo opuesto. En tales ocasiones, se hace necesario que el analista lea entre líneas para comprender por dónde andan los tiros.

Una situación de ese tipo pudimos observarla el pasado martes. Ese día, el Noticiero de la Televisión Cubana, en su Emisión del Mediodía, informó sobre una reunión sostenida por el primer ministro Manuel Marrero Cruz con directores provinciales de Salud Pública, así como rectores y decanos de centros de altos estudios consagrados a la Medicina.

En la noticia figuró de modo destacado el ministro de esta última especialidad, doctor José Ángel Portal Miranda. Se trataba de algo que era de esperar en un evento que, al decir de la locutora Gisela García Rivero, estaba centrado en el objetivo de “dar un vuelco de calidad al Programa del Médico y el Enfermero de la Familia en 2022”.

En su intervención, el mencionado ministro del ramo, refiriéndose al supuesto propósito de mejorar de modo sustancial esa asistencia primaria, expresó: “Ya pasamos la etapa donde la colaboración internacional competía con ese principio”. A lo cual agregó una frase que aclara aún más cuál es la situación actual: “Ni la masividad de la colaboración hoy está presente…”.

Aquí es conveniente que, para beneficio del lector (sobre todo si es extranjero), aclaremos cuál es la verdadera esencia de esa política a la cual aludió el mayimbe de la medicina antillana. Estamos hablando de las llamadas “misiones internacionalistas” que implican el envío de profesionales cubanos de esa rama a prestar servicios en otros países.

Aunque la propaganda comunista, cada vez que aborda el tema, insiste en el hipotético “altruismo” que lo preside, en realidad se trata de un negocio harto provechoso para el régimen de La Habana. Los profesionales de la salud abandonan su país y a sus seres queridos durante años para radicarse en lugares a menudo apartados, insalubres y hasta peligrosos. A cambio de sus servicios, el país receptor desembolsa unos honorarios que se ajustan a las normas internacionales.

El pago lo recibe no el profesional universitario, sino el codicioso “Estado revolucionario cubano”. Este reparte la suma (que como regla supera los mil dólares mensuales) con el facultativo del que se trate. Las cifras varían de un país a otro; ¡pero la norma es que los “patronos socialistas” entreguen alrededor del 20% del dinero y se engullan el 80% restante!

Se trata de un negocio redondo (para los comunistas, claro; no para los explotados galenos). En medio de la debacle que el aparato de producción de bienes y prestación de servicios de Cuba ha sufrido bajo el castrismo, los ingresos provenientes de esa “colaboración médica internacionalista” llegaron a convertirse en el principal rubro de ingresos del esmirriado presupuesto de la Isla.

Ha sido Estados Unidos el país que ha llevado la voz cantante en la batalla mundial por desenmascarar ese negocio turbio y ese trato leonino. Los norteamericanos han denunciado esas operaciones como una nueva modalidad del tráfico de esclavos; como una violación gravísima y flagrante de los derechos humanos y laborales de médicos y enfermeros.

¡De lo dicho en televisión por el ministro Portal Miranda se colige que esa denodada campaña ha alcanzado el éxito! Ella ha logrado desenmascarar y esclarecer la verdad de lo que se esconde tras la pantalla de “desinterés y altruismo” que, para consumo de socios y tontos útiles, exhiben los comunistas y repiten y divulgan sus medios masivos de comunicación.

Si la “colaboración internacional” en ese campo ya no “compite” con la prestación de mejores servicios médicos a los desatendidos cubanos de a pie, ¡no es porque el régimen castrista haya renunciado buenamente a ese pingüe negocio! Si ya no se prevé que haya “masividad” en esa colaboración, ¡es sólo porque la demanda ha mermado de modo notable! Y debemos suponer que, en esa merma, la decidida campaña estadounidense haya desempeñado el papel central.

Pero claro que los portavoces y alabarderos del castrismo no hablan tan claro ni usan tan pocas palabras para expresar las cosas. Para ello hay que interpretar sus enmarañados dichos y desentrañar el sentido de los eufemismos que utilizan. Creo que, por esta vez, el Ministro de Salud Pública de Cuba habló de más, y sólo gracias a ello podemos enterarnos del fracaso parcial sufrido por el castrismo en la venta de servicios médicos.

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