Por Pablo S. Otero.
"La fe de un cristiano y la fe de un revolucionario no se pueden simular. Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo. Yo pienso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar unido con el comunista marxista para transformar el mundo", reflexionaba Fidel Castro allá por el año 1985 en pleno mundo bipolar.
El líder cubano fue comunista, es verdad, pero... ¿qué comunismo practicaba? ¿De que materiales intelectuales y espirituales estaba hecho el comunismo de un hombre que creció inmerso en un mundo plasmado por la catolicidad hispánica? ¿Qué visión del mundo tenía, que sistema de valores? ¿Cuál era el horizonte al que aspiraba?
Un apasionante tema que aborda de manera rigurosa el historiador italiano Loris Zanatta. Gran conocedor de América latina, del fenómeno populista y en especial del peronismo (al cual le dedicó valiosos libros e innumerables visitas a nuestro país), Zanatta presentó recientemente su último trabajo Fidel Castro: el último rey católico (Edhasa, 509 páginas) en el cual plasmó una investigación de más de cuatro años basada en una extensa bibliografía y en una lectura minuciosa de la casi totalidad de los discursos del revolucionario cubano.
Desde su casa en Bolonia, al norte de Italia, y a pocos días de la finalización del invierno europeo, Loris Zanatta dialogó -vía zoom- con La Prensa sobre su atrapante libro.
-¿Cómo fue la niñez de Fidel Castro?
-Fue un niño crecido en una familia poderosa y de mucho dinero. Su padre fue un gran propietario de tierras. Sin embargo, no era una familia burguesa, era una familia de campesinos gallegos con sus típicas costumbres. Pero con el dinero podía ir a la escuela de la elite. Esta psicología, antes que la ideología anti-burguesa, tiene este origen. Era un niño al que le tomaban el pelo porque estaba con otros chicos de la elite sin ser burgués. Era un campesino de familia española. Años después se vengó...con todo.
EN FAMILIA.
-¿Y su formación religiosa?
-Desde los 8 años hasta el ingreso a la universidad fue un interno en colegios jesuitas, la Compañía de Jesús fue su familia. En su casa en el campo, en Oriente, volvía sólo los veranos. Y su familia, como dicen ustedes en Argentina, "no le daba mucha bola". El mismo dijo que los jesuitas fueron su familia. A pesar de ser un hombre medianamente culto, pero inteligente, absorbía lo que estudiaba. No cabe la menor duda que durante toda su vida el libro que más lo influenció y que más conocía a fondo fue la Sagrada Escritura.
-¿Cuáles serían las características que Fidel heredó de los jesuitas?
-Según los lugares de formación, la época o la psicología, no todos los jesuitas están hechos con el mismo molde. La conclusión a la que yo llego es que Fidel fue un jesuita hispánico que viene de una formación integrista. La característica es la de un comunista que ve el comunismo como la antigua utopía cristiana. Es decir, el comunismo de los orígenes que ya está en los profetas del Antiguo Testamento y atraviesa toda la historia del mundo occidental. Es la idea de la restauración del Reino de Dios en la tierra y un rechazo a los elementos fundantes de la modernidad occidental como el individuo, la propiedad privada y el comercio. Todas estas cosas representan el mal y la corrupción del Reino de Dios en la tierra. Y es ahí, frente al pecado, que el jesuita hispánico aparece con su misión de redención. O de Revolución que es la palabra secular para decir redención. Esa será, en definitiva, la misión en la vida de Fidel. No tengo dudas de que él pensaba seguir el camino de Jesucristo. La historia tiene una finalidad y esa es la redención.
-Según se desprende de su libro, esa misión de Fidel se ve reflejada sobre todo en su léxico.
-Totalmente. El tiene un discurso típico de un cristiano antiguo e hispánico. Los jesuitas que lo formaron eran falangistas y venían de una tradición del nacional catolicismo. Y efectivamente Fidel Castro hereda del nacional catolicismo la idea de la Nación como comunidad política y como comunidad de fe, una sola cosa. La España de la Reconquista que ha restaurado la pureza de sangre y eliminado la pluralidad étnica, cultural y religiosa.
-Ingresando al tema de la Revolución Cubana de 1959, ¿por qué la compara usted con la Revolución de nuestro país del 4 de junio de 1943?
-La similitud entre ambos está en el hecho que en Cuba la Revolución representó el rescate, la venganza de la Nación Católica y de la Cuba hispánica, rural, del Oriente cubano contra el occidente secular, liberal y capitalista influenciado por Estados Unidos. Y en ese sentido, el paralelismo con el 43 argentino. Ahí también era la idea de que la Argentina católica volvía a triunfar sobre la Argentina liberal y la echaba. El puerto era derrotado por el Gran Buenos Aires, por el interior.
LA IGLESIA.
-¿La Iglesia cubana celebró la Revolución de Castro?
-Sí, justamente porque la consideró que era un rescate de la tradición católica. Una frase que lo resume todo fue la del arzobispo de Cuba que dijo: "La Divina Providencia ha escrito en el cielo de Cuba la palabra triunfo". Además, no hay que olvidar que la Iglesia y los militantes de Acción Católica participaron durante todo el Movimiento Revolucionario. Ejemplos: la mujer de Raúl Castro, Vilma Espín, o Celia Sánchez, una de las colaboradoras más cercanas de Fidel, eran militantes católicas.
-¿Los curas y los obispos se equivocaron?
-No, lo que pasa es que ellos en su gran mayoría eran españoles, faltaba un clero nacional, y tenían esa idea de la restauración de un orden cristiano que estaba todavía vinculado con los modelos corporativos de tipo fascista.
-¿Entonces por qué Fidel optó por el comunismo?
-Lo que pasó es que en el mundo de fines de los años "50 y principio de los "60 ya el fascismo no era una opción, había sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivían algunos, pero como herencia del pasado. El nuevo gran modelo antiliberal y anticapitalista en el mundo era el comunismo soviético, que también tiene una raíz cristiana, digamos el comunismo universal, como dijimos al principio. Se trata, además, de una dimensión pragmática, geopolítica y una de naturaleza ideológica. La pragmática es evidente, hay guerra fría. El mismo Fidel Castro estaba muy consciente de esto y el mismo lo dijo, que de haber triunfado la Revolución cubana en 1953, cuando fue el asalto al cuartel Moncada, la revolución no podría haber sobrevivido porque nadie habría podido protegerla. Ahora en 1959 es diferente, el equilibrio estratégico en el mundo ha cambiado.
-¿Y la dimensión ideológica?
-Tiene que ver con que Fidel Castro, como decenas de miles de militantes católicos, vive una transición ideológica. Muchos se formaron con el odio al liberalismo y al capitalismo, y por lo tanto a Estados Unidos, y a medida que crecieron se dieron cuenta que el modelo fascista no era más viable y que tampoco respondía a las necesidades de las sociedades de masas modernas. Por lo tanto, el mismo fue evolucionando hacia la ideología comunista, leyó a Lenin y Marx. Lo que pasa es que los leyó desde un filtro de su cristianismo hispánico y vio que finalmente se podía interpretar a Lenin o Marx a la luz del cristianismo hispánico, que la utopía comunista era una utopía cristiana. En un diálogo con el padre dominico brasileño Frai Betto, Fidel le dice: "Si la Iglesia hiciera un estado lo haría como el nuestro". Era claro que era al revés, era él que había creado un estado que tenía finalmente la Iglesia y el cristianismo como su inspiración. Pero su ego le impedía ver eso.
-¿Se puede afirmar que la elección por el comunismo fue más una cuestión de época que de ideología?
-Claro, yo siempre digo, medio en broma porque no se puede demostrar, que de haber nacido 15 años antes Fidel Castro habría sido el José Antonio Primo de Rivera cubano. O que de llegar al poder no en 1959 sino en los años "30 habría creado un orden corporativo tipo fascista, porque ese era el modelo del antiliberalismo universal.
-¿Cómo fue la relación del régimen con la Iglesia Católica?
-En un primer momento hubo una represión violenta. Algo común a todos los regímenes totalitarios como fundadores de nuevas religiones. Chocan con la Iglesia porque no hay espacio para dos instituciones eclesiásticas o para dos religiones en el mismo espacio. Pero la generación sucesiva, expulsados los miembros españoles del episcopado, entendió perfectamente que esto que se había creado en Cuba era una "herejía" pero que venía de la entraña del cristianismo, sin duda. La iglesia comienza a darse cuenta que el régimen con sus valores (estado ético, santa pobreza, unanimismo, corporativismo, etc.) es hijo suyo. Ya en los años sesenta, el nuncio apostólico celebra este orden. El padre jesuita Arrupe (superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983) nunca dudó de que Fidel Castro pertenecía a la familia jesuita y mas con el final de la guerra fría. Claro que la iglesia quería libertad de acción para ella, como institución, y ello fue fuente de conflicto. Pero pese a esto, el régimen cubano se puede cristianizar. Tiene ya en embrión, la simiente de un orden cristiano. Mucho peor sería que caiga el régimen castrista y se instaure un orden material y capitalista. Para evitar ese gran peligro se creó un modus vivendi con el régimen que funcionó bien y que continúa hasta hoy.
-¿Cómo evolucionó esa convivencia tras la caída de la Unión Soviética?
-El régimen cubano se vuelve cada vez más un miembro de la familia nacional popular. Repito...un hereje pero en familia. Todos en la familia tenemos un miembro un poco raro pero sabemos que es nuestro familiar.
-¿Con el papa Francisco la Iglesia se reconcilió totalmente con el castrismo?
-En la perspectiva de Francisco, se evidencia en el libro que escribió sobre el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998, su preocupación era que la ideología comunista marxista del régimen corrompiera la cultura francamente cristiana del pueblo cubano. Pero especialmente con el final de la guerra fría y el peligro de que triunfe en el mundo el paradigma tecnocrático -como él lo llama- el liberalismo, el neoliberalismo. Yo no dudo, y se entiende por sus palabras, que Francisco ve en el castrismo un régimen que finalmente no perdió la identidad cristiana del pueblo y que por lo tanto forma parte de la gran familia de los fenómenos nacionales populares latinoamericanos. A él no le interesa demasiado el tipo de régimen político. Los rasgos comunes de los grandes populismos latinoamericanos (peronismo, castrismo, chavismo) son precisamente el unanimismo: el pueblo es uno, la fusión entre poder político y poder espiritual.
-¿Cómo imagina que habrá sido para Fidel, por su formación, declararse ateo?
-El terminó declarándose ateo porque este tipo de personajes se sienten fundadores de religiones. El fundó una nueva religión y por eso el llega a decir que "el 90% de la ideología revolucionaria cubana coincide con el cristianismo". Es obvio que le falta un poco de autoconciencia. Esta convencido de haber creado una nueva religión que se parece mucho al cristianismo. Es más, el cristianismo se parece mucho a su religión. Pero como le ha pasado a muchos en la historia, lo que él hace es secularizar la enseñanza de la religión católica así como él la aprendió. Crea una religión política, seculariza el mensaje de la religión católica, en sentido profético, y lo transforma en un régimen político. Es bastante coherente, no importa que diga si cree en Dios, porque él es el nuevo sacerdote, el fundador de la religión. Aunque al final de su vida vuelve un poco a sus orígenes cuando teoriza que la "salvación llegaría con la unidad de todas las religiones contra el enemigo (el mundo secular occidental)".
-¿Este último Fidel, entonces, no se ha alejado demasiado del primer Fidel pre revolucionario?
-No se distanció mucho. Si bien hubo épocas en que se entusiasmó más con el materialismo científico, pero la verdad es que no se transformó nunca en una materialista científico. Los verdaderos materialistas científicos de los países del este europeo se agarraban de los pelos y decían (como Kruschev): "este es un español". En los "70 y los "80 adoptó un lenguaje más marxista, pero finalmente su formación lo ganó.