jueves, 11 de abril de 2024

Cuba, un país en guerra sin cañones.

Por Iván García.

Las calles interiores de La Perla, un reparto en el municipio Arroyo Naranjo, al suroeste de La Habana, parecen cráteres causados por un bombardeo aéreo. En la esquina se acumula una montaña de basura y las ratas hambrientas hurgan en busca de comida. Los perros y gatos sin dueños, como en muchos sitios de la ciudad, han desaparecido.

“A falta de proteínas, la gente caza los gatos y se los comen. Y los perros, o se han muerto de hambre, o los tipos que se dedican a las peleas de perros los matan para dárselos de comer a sus bulldogs o rottweilers y abaratar los costos de su alimentación, pues la carne de res está muy cara”, aclara  Ignacio, viejo jubilado que considera que lo peor está por llegar.

“Veremos horrores. Cuba va por muy mal camino. Ya no hay una pizca de valores cívicos. Aquí, en La Perla, un familiar le dió una puñalada a un pariente porque se comió su posta de pollo de la libreta, un padre por dinero se acostó con la novia de su hijo y un drogadicto le robó a su madre para comprar marihuana y pastillas. La agresividad ha aumentado en el país. No me asombra que en un futuro se practique el canibalismo. Cuando una sociedad pierde sus valores, puede ocurrir cualquier cosa”, afirma Ignacio.

Al caer la noche, la oscuridad es absoluta. Xasi todas las bombillas del alumbrado público las pandillas del barrio las han destrozado a pedradas. La policía solo entra si se produce un delito de sangre. En un pequeño parque la gente fuma marihuana abiertamente. En La Perla se vende de todo. Se alquilan chicas en fiestas. Se consiguen cajas de cerveza ‘caídas del camión’ (robadas). Funcionan ‘burles’ (casinos ilegales de juegos de apuestas). Vendedores clandestinos ofertan carne, camarones y langostas.  Y, por supuesto, los vecinos se quejan del fracasado régimen.

A Lourdes hace dos semanas que no le entra agua en su casa. “En otros lugares van a quejarse al delegado del poder popular. Pero en los barrios duros de La Habana, resolvemos los problemas por nuestros medios. Como el gobierno no hace nada por nosotros, no tiene sentido que te peloteen y te caigan a mentiras. Resolvemos pipas de agua por la izquierda o de manera furtiva nos enganchamos a una red de abasto de agua cercana. Lo que nos toca no hay que estarlo mendigando ni pidiendo favores. Lo cogemos y punto”, dice Lourdes, alias la ‘reina de la perla’.

En barriadas habaneras pobres suele proliferar el pandillerismo. También la práctica de la santería y el palo monte. Según Ignacio, ser abakuá o masón se ha puesto de moda, como si fuera algo folclórico. «Los más jóvenes quieren ser ñangué porque les da un toque de cabrón, pero muchos no tienen moral. Son abusadores, ladrones, malos hijos y peores amigos. Deshonran cualquier religión”.

La falta de dinero, de opciones recreativas y de transporte público ha generado gentrificación en los barrios de Cuba. En el caso de La Perla, la movilidad social ha disminuido bastante. Antes, las personas podían coger un P-10 e irse a la playa de Marianao o a un bar en Miramar. 

«Al no haber guaguas, la recreación se limita a una fiestecita en tu barrio o en zonas aledañas como Vieja Linda, Poey, El Naranjito. Ya ni siquiera pueden ir a La Víbora o La Güinera. Eso sin contar con el aumento de la violencia. Por la noche es peligroso andar por las calles, a pie, en bicicleta o moto. Otro fenómeno es la ausencia de instituciones del Estado en los barrios periféricos de la capital, por la general los más pobres y conflictivos», explica una ex trabajadora social.

En La Güinera, Tamarindo y el Fanguito arreglaron las calles y pusieron farolas después de las protestas del 11 de julio de 2021. Pero en La Habana existen cientos de barrios marginales y comunidades vulnerables.

«Muchos padres, al no tener leche ni desayuno ni merienda que darle a sus hijos, no los están mandando a la escuela. Y el Ministerio de Educación y los jefes  de sector de la policía, atrapados por la corrupción y el pasotismo que afecta a toda la sociedad, no están frenando la deserción escolar. Cada vez más, la educación y la salud pública retrocede en el país. Niños y adolescentes están creciendo en barriadas con drogas y juegos ilegales. Y donde los personajes exitosos son las jineteras, los chulos que explotan a cinco o seis muchachitas que se inician en el mundo de la prostitución  o el tipo que se enriquece vendiendo carne de res obtenida del sacrificio ilegal de ganado. Cuba se encuentra en una espiral muy peligrosa. La delincuencia se consolida y va ocupando el espacio de las instituciones estatales”, asegura la ex trabajadora social.

Desde Mantua, en Pinar del Río, hasta Baracoa, en Guantánamo, prevalece la percepción de que cada cubano es dueño de su destino y que el futuro depende de nosotros, de nadie más.  

Un músico santiaguero residente en la capital no confía en las instituciones «y mucho menos en sus dirigentes. En el subconsciente popular se normalizado protestar ante las sedes del partido municipal y reclamarle agua, corriente o comida a las atoridades. No se dan cuenta que quienes han creado el desastre, es imposible que lo solucionen. Sí, hay que calentar la calle, pero para exigir que renuncien, que se larguen”.

Un ingeniero de Santa Clara, provincia Villa Clara, a 280 kilómetros al este de La Habana,  considera que la disfuncionalidad del gobierno es evidente. «No tienen estrategias ni argumentos de cómo salir de la crisis y ponerle comida en la mesa a la población. Cuando un estadista justifica el desastre económico, la emigración y la devaluación del peso con el ‘bloqueo’ y no ofrece alternativas racionales, está dando a entender que el problema se solucionará cuando la Casa Blanca derogue el embargo. Cuba es un país en guerra, aunque no hay bombardeos aéreos y no rugen los cañones.  Probablemente en Ucrania, en medio de la guerra contra Rusia, haya más alimentos y menos necesidades materiales y apagones que en la Isla”.

En opinión del ingeniero villaclareño, la  solución pasa por no seguir haciéndole el juego al régimen. “Cada vez que una persona va a un desfile del 1 de mayo u otro acto político, lo está legitimando. Cada vez que va a votar en elecciones que no resuelven nada, está dándole credibilidad a los culpables del desastre. Los cubanos no debemos participar en los paripés y puestas en escena del partido comunista. Lo que tenemos que hacer es una huelga de brazos caídos». 

Lo mismo piensa Ignacio, el jubilado que vive en La Perla. “La situación en Cuba es de sálvese quien pueda. El país se ha dividido en clanes. GAESA y los militares son dueños de las remesas, las gasolineras y los hoteles. La mayoría de las MIPYMES son fomentadas por enchufados o parientes de jerarcas del gobierno. En Comercio Interior, Gastronomía, Turismo y Vivienda, entre otros, roban los de arriba. Y abajo, los pandilleros  te roban un celular o una moto eléctrica para no morirse de hambre». 

En esta piñata del régimen por apropiarse de las riquezas de la nación, el perdedor es esa mayoría silenciosa de cubanos honestos que reciben miserables salarios y pensiones que no alcanzan para comprar un cartón de huevos. Y todo indica que la represión y la inflación aumentarán.

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