domingo, 21 de abril de 2024

El trabajo voluntario: otro rasgo guevariano del castrismo.

Por Orlando Freire Santana.

Miguel Díaz-Canel en un trabajo voluntario el pasado 15 de abril.

Como parte de su concepción idealista de quemar etapas en la construcción de la sociedad comunista, y de formar cuanto antes al “hombre nuevo” que, según la teoría, construiría semejante sistema social, el Che Guevara le brindaba una gran importancia al trabajo voluntario. Por tal motivo, durante los años 60 de la pasada centuria, y en especial en la etapa que el guerrillero argentino-cubano permaneció en la Isla, el trabajo voluntario, que el Che consideraba vital para fortalecer la conciencia del hombre, fue algo muy frecuente en todas las empresas y entidades del país. 

Con la celebración del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975, y la institucionalización de la Isla al estilo soviético, quedaban en un segundo plano las concepciones idealistas del Che Guevara, y la propaganda oficial comenzó a insistir en la observancia de las leyes objetivas del socialismo, entre ellas la ley del valor y las relaciones monetario-mercantiles entre las empresas. 

En ese contexto, el trabajo voluntario quedó prácticamente olvidado. Los trabajadores aspiraban a que se les pagara por todo el trabajo que realizaran. Así surgieron las primas y los premios. 

Pero el trabajo voluntario no sería ajeno a los bandazos que experimentaba la sociedad cubana. Hacia 1986, mediante la denominada “Política de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas”, se retomaron muchas de las prédicas guevarianas, entre ellas la de restablecer la práctica del trabajo voluntario.   

Sin embargo, no serían unas jornadas voluntarias tan masivas y frecuentes como las escenificadas en los años iniciales del castrismo. Entonces, tras su resurrección y casi hasta nuestros días, el trabajo voluntario se convocaría  a discreción, donde realmente hiciera falta y con una participación limitada de trabajadores. De aquí se derivan dos razonamientos. En primer término, un reconocimiento de lo improductivo y despilfarrador de recursos que resulta un trabajo voluntario masivo, donde las personas choquen unas con otras, sin realizar realmente una labor útil. Por otra parte, se abandonaba el carácter formador del trabajo voluntario ―su incidencia sobre la conciencia del hombre―, y se acudía solo a su vertiente utilitaria.  

Por todo lo anterior ha resultado sorpresiva la concurrida jornada de trabajo voluntario del pasado día 14 de abril. De una parte Miguel Díaz-Canel y Roberto Morales Ojeda, junto a más de un centenar de trabajadores y cuadros del Comité Central del Partido, laborando en áreas agrícolas del artemiseño municipio de Bauta. Por otro lado, Ulises Guilarte de Nacimiento, el mandamás de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), y Liván Izquierdo Alonso, recién nombrado jefe del Partido Comunista en La Habana, participando en un trabajo voluntario en un organopónico de la localidad de Fontanar, perteneciente a la Empresa Agropecuaria Metropolitana de La Habana.  

Mas, no se trató de un trabajo voluntario signado solo por la cantidad de participantes, sino también por las concepciones expresadas por las personas que tomaron parte en esa faena. 

Uno de los funcionarios partidistas que laboraron junto a Díaz-Canel, al referirse al trabajo que realizaban, apuntó: “Tenemos que hacerlo, porque aparte de sus efectos directos, por lo que podemos aportar, enseña, te forma, te ayuda a comprender que quienes trabajan en la agricultura se sacrifican bastante, además, tiene un componente importante de socialización con tus compañeros del centro laboral”.

Es decir, que se retoma la hipotética incidencia del trabajo voluntario sobre la conciencia del hombre, con lo que los actuales dirigentes castristas dan otro paso en el reforzamiento del legado guevariano sobre la sociedad cubana. El paso inicial en este sentido había comenzado antes, con la batalla contra los que consideran “precios abusivos y especulativos”, que son en verdad los precios que indica el mercado como parte de la relación oferta-demanda. Un mercado, como sabemos, tan denostado por el malogrado guerrillero argentino-cubano. 

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