domingo, 27 de diciembre de 2015

Encuesta y embargo.

Por Guillermo I. Martínez.

No nos equivoquemos. Muchas de aquellas personas que han ganado mucho dinero en el exilio ahora han comenzado una enorme campaña para convencer a políticos y al resto de los cubanoamericanos que hay que levantar el embargo.

Hay que levantarlo lo más pronto posible, para que el presidente Barack Obama pueda ir a la isla antes de dejar la Casa Blanca el 20 de enero de 2017.

Primero vino una encuesta que divulgaba que la mayoría de los cubanoamericanos en el exilio ahora favorecen levantar el embargo.

Después vino un anuncio que llenaba una página entera de The Miami Herald en el cual 10 prominentes exiliados explicaban que acababan de regresar de un viaje a Cuba y que ellos querían entusiasmar a otros a que hicieran lo mismo para que vieran de primera mano como los pequeños empresarios crecían sus negocios en Cuba.

Después vino un editorial del New York Times urgiendo a la Administración del presidente Obama que le pidiera al Congreso que eliminara la Ley de Ajuste Cubano para así detener el flujo de cubanos que abandonan Cuba, ya sea por aire, mar o tierra. Y, si el Congreso no lo hace, la junta editorial del diario le sugiere al presidente que tome cartas en el asunto y que desmantele todas las partes de la ley que pueda en forma ejecutiva.

Es interesante que nadie en esta trilogía haya mencionado a los disidentes en la isla y lo que sufren a manos de agentes de la Seguridad de Estado. Ah, y nadie dice que Cuba es gobernada por una dictadura brutal que he ejecutado a miles de cubanos y ha encarcelado a decenas de miles de ellos.

Hubo una época, hace ya más de medio siglo, que Estados Unidos buscaba la forma de alejarse de los dictadores del hemisferio. Poco a poco ayudaron a sacar del escenario político a Fulgencio Batista en Cuba; a Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana; y a Anastasio Somoza en Nicaragua. Y todavía faltan los del sur del continente.

El mundo aplaudía la nueva política de Estados Unidos. Pero con los años, eso ha ido cambiando. Los hermanos Castro ya llevan 56 años como verdugos del pueblo cubano. Y ya pasó de moda criticar a los dictadores.

¿A quién le importa cuántas personas han sido asesinadas por el régimen? ¿Por qué preocuparnos por los cientos o miles que mueren tratando de escapar de la isla?

No me sorprende que el New York Times sugiera que ya es hora de eliminar la Ley de Ajuste Cubano. El diario ha sido el mejor aliado de Castro desde 1956 cuando Herbert Mathews entrevistara a Fidel Castro en la Sierra Maestra. Al diario no le importa cuántas personas el gobierno de Cuba ha matado.

La encuesta fue manipulada. Los cubanoamericanos en la misma no son cubanos que han obtenido la ciudadanía americana. Todo cubano que haya pisado suelo americano es aceptable para ser encuestado. Y además, ¿por qué casi la mitad de los encuestados viven fuera del sur de la Florida?

Por último, ¿qué podemos decir de esos que fueron a Cuba para luego firmar una carta publicada como anuncio en el periódico? La mayoría de ellos han ido a Cuba más de una vez y necesitan que se levante el embargo para poder comenzar a hacer negocios en Cuba.

A ellos no les importa que Raúl Castro diga que Cuba no va a cambiar ni siquiera un ápice. No les preocupa que el comunismo que impera sea sagrado y que no puede ser modificado. El gobierno totalitario de Cuba –uno de los más brutales en el hemisferio occidental– quiere dólares pero quiere esos billetes verdes sin condiciones.

¿Hay alguien que cree que esta campaña no está muy bien organizada para ver si logran que Obama pueda ir a Cuba antes de que se termine su período como presidente? Por supuesto que a nadie le preocupa eso. Hay que cambiar; esa el la orden del día.

A ellos no le importa un bledo si en Cuba golpean, encarcelan y maltratan a los disidentes. El espíritu de Navidad no ha tocado a este grupo de avariciosos. Al igual que el espíritu de Navidades pasadas en la novela de Charles Dickens, a ellos lo único que les interesa es oír las monedas sonar en sus bolsillos.
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