viernes, 17 de noviembre de 2017

La flojera de la UE con Cuba.

Por Zoé Valdés.

No hay nada que me reviente más que la posición extremadamente cobarde de la Unión Europea frente a la tiranía de Raúl Castro. Federica Mogherini y sus acólitos no sólo levantaron la Posición Común creada en época del presidente José María Aznar -que por lo demás tampoco debilitaba demasiado al régimen de La Habana-, además aflojaron considerablemente las supuestas tensiones que -según afirmaba el mismo régimen- creaba esa Posición Común, posición de resistencia frente a la total y absoluta violación de los derechos humanos, a la represión, encarcelamiento y asesinato de los verdaderos opositores (porque ya conocemos que existe una falsa oposición creada por Raúl Castro con la intención de maquillar sus supuestos cambios, que no han sido más que fraudes y engaños a la población con la complicidad del Gobierno de Barack Obama, de Soros y de la prensa izquierdista internacional).

La Unión Europea recién ha apretado y ha tomado medidas similares a lo que sería un embargo en contra del régimen de Nicolás de Maduro en Venezuela, lo que yo aplaudo, pero ¿acaso ignoran que la dictadura de Venezuela es una copia al carbón de la tiranía castrista, y que el primer mal que hay que eliminar de raíz es el castrismo? Por supuesto que lo saben, pero no quieren dar su brazo a torcer, no reconocerán jamás su equivocación con Cuba, que es la verdadera amenaza, algo que está más que probado y comprobado.
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"Cuba abre ..."

Por Félix Luis Viera.

Este muchacho medio obesito canciller del Gobierno cubano, Bruno Rodríguez, lanzó hace poco una de esas frases con la volatilidad del humo y de esencia manida. Y lamentable, como siempre o casi las que llegan del régimen de la Isla.

Dijo “El gobierno de Estados Unidos cierra, y Cuba abre”.

Esto lo afirmó a raíz de que el Gobierno de la Isla aflojara un poquito -solo un poquitico- en cuanto a las posibilidades del cubano exilado para visitar su país. A saber: en lo adelante no será necesario que las embajadas castristas sellen el pasaporte del isleño emigrado con lo que se ha dado en llamar “Habilitación”.
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jueves, 16 de noviembre de 2017

Conversación con José Lezama Lima.

Por Armando Álvarez Bravo.

AAB: Se le conoce y se le reconoce como un poeta enigmático. Para muchos es usted el oscuro por excelencia de nuestra poesía. No cabe duda que su quehacer inaugura un novedoso modo de ver las cosas en el que todo no se entrega fácilmente al lector, sino que demanda de éste una actitud alerta. Al cabo de veinticinco años, ¿qué piensa de lo que se ha dicho y se dice de estas características de su poesía?

JLL: No creo que la contemplación de mi poesía ofrezca en la actualidad mayor dificultad que la que pueda presentar la contemplación de cualquier prisma poético. Es cierto que nuestro romanticismo y luego nuestro modernismo no poseían elementos que pudieran ser considerados como enigmáticos. Pero este hecho no puede servir para unir, como se acostumbra, los conceptos enigmático y oscuro. Ambos son conceptos que no tienen tangencia obligada. En cierta ocasión, me decían que Góngora era un poeta que tornaba oscuras las cosas claras y que yo, por el contrario, era un poeta que tornaba las cosas oscuras claras, evidentes, cenitales. He subrayado que entre los antiguos juglares aparecieron los trovar clus, que eran juglares, que hacían poesía oscura. Así vemos que aun la juglaría, por definición simple, no tiene que ver nada con la claridad, puesto que ya había entre los juglares quienes hacían poesía oscura y hermética. Inclusive en los países nórdicos hubo reyes que fueron escaldos en su propio palacio, que cultivaron la poesía oscura; de la misma manera que hubo reyes que actuaron como bufones en su propia corte. Los versos de los primeros eran siempre nebulosos y de difícil comprensión. Por ejemplo:
   Pongo la serpiente redonda
   en la lengua de la alcándara
   junto al puente del escudo de Odín.
Lo que quiere decir que se ponía una sortija en el dedo pequeño de la mano. Es necesario saber que alcándara significa la mano del halconero que lleva el halcón. La lengua es el dedo pequeño. Y el puente del escudo de Odín era el brazo del cual el guerrero llevaba suspendido el escudo. De un escaldo, un trovador nórdico hermético, se cuenta que invitó a un rey a tomar sopa de cerveza. El monarca aceptó y el poeta lo condujo a la orilla del mar, donde le dijo: «ahí está la sopa; cuando la termines tendrás la cerveza». Cito estos ejemplos de escaldos para que se vea que la poesía oscura no tiene que ver con el barroco, con el barroco meridional de Marini, Chiabrera, Góngora. Hay la poesía oscura y la poesía clara. Este es un hecho que tenemos que aceptar con sencillez, como aceptamos la existencia del día y de la noche; de las cosas que se hacen por el día y las cosas que se hacen por la noche. Pero usted comprenderá, amigo, que en definitiva ni las cosas oscuras lo son tanto como para darnos horror, ni las claras tan evidentes para hacernos dormir tranquilos. Pero esto de oscuridad y claridad ya me va pareciendo trasnochado. Lo que cuenta es lo que Pascal llamó los pensée d'arrière. Es decir, el eterno reverso enigmático, tanto de lo oscuro o lejano como de lo claro o cercano. La tendencia a la oscuridad, a resolver enigmas, a cumplimentar juegos entrecruzados es tan propia del género humano como la imagen reflejada en la clara lámina marina, que puede conducirnos con egoísta voluptuosidad a un golpe final, a la muerte. No hay que buscar oscuridades donde no existen.
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miércoles, 15 de noviembre de 2017

Así se fue Severo Sarduy.

Por Ramón Chao.

Sarduy-2Cada vez que se veían a solas en la Radio, Severo le mostraba las nalgas. “Tengo el culo más bonito de Francia. No te lo pierdas.” Aprovechaba cualquier circunstancia para conquistarlo: Escribía artículos encomiásticos en el diario “Libération”, del que era crítico literario, sobre la traducción al francés de “El Lago de Como” y le invitaba a la fastuosa casa de  campo, sita en Compiègne, que poseía el filósofo Jean Wahl, mucho mayor que él, observador estoico de los jueguecitos de su “bailarina camagüeyana”.

Cierto día de aquel tiempo, el premio Nobel Miguel Angel Asturias invitó a Ramón al estreno  de su obra Torotumbo que tendría lugar en Colmar.

Salió temprano de París en tren para llegar hacia las doce a la ciudad alsaciana. Directo al hotel y en recepción ¿quién le estaba esperando? ¡Severo Sarduy! Según el cubanito, Miguel Angel Asturias le había encargado recibir a sus invitados e instalarlos en sus respectivas habitaciones. -¡Y resulta que nos toca en le misma!

Feliz como unas castañuelas, Severo le conduce al tercer piso, cámara 318 con una sola cama y vistas a la ciudad. Resulta que estaba ocupada por un apuesto muchacho italiano que desde los saludos ya hacía buenas migas con Severo. Ramón se retiró al excusado y oyó que Severo decía a su amigo por lo bajín: “No, no; este no entiende”, lo que en la jerigonza homosexual significa “no es de los nuestros”. Estaba sentado en la cama, Severo tumbado y  Ramón con la mano en el picaporte dispuesto a salir.

-Quédate un rato con nosotros, no te vamos a comer.

-No puedo; quiero pasar la frontera para comprar un magnetófano UHER en Alemania.

Después de la representación bastante aburrida de “Torotumbo”, Miguel Angel Asturias invitó a una cena íntima a cinco o seis personas: su esposa Blanquita y él; Severo y su querido italiano (Enzo, se lo presentaron y el trío disimuló); Pascal, secretario de Asturias y Ramón. Al final, los dos tortolitos se fueron a su habitación, y él hubo de alquilar otra que pagó por su cuenta pero sin ningún riesgo. Podrían haber terminado ahí los conatos de Severo, mas la presencia de un recinto no digo imperturbable, sino  indeciso, pareció alentarle.

Había contraído Severo la costumbre peligrosa, arriesgada y sin duda excitante, de frecuentar los retretes de la estación del Norte, situarse como a punto de orinar (el sexo en la mano) y aguardar  a que algún individuo se le pusiera al lado. Era conocido en todo París este lugar de citas, y desaconsejable por la cantidad de virus, bacterias o microbios que allí se atrapaban. A Ramón lo invitaba siempre que lo veía, y este le advertía de que iba a coger por lo menos el sida.

Así fue. Pronto se dijo por todo París que Severo estaba delgado, fiebroso, andaba con calenturas sin que nadie se atreviese a pronosticar la enfermedad moderna. Y él dale que te dale:

-Chico; ayer me cogí a un camionero que la tenía como un camión. No sabes lo que te estás perdiendo.

-Andate con cuidado Severo, que te vas a coger el sida.

Poco después hubo de encamarse. Aún así le llamaba por teléfono:

-Oye chico, vamos a jugar al médico y al enfermo. Te llamo, te pido una cita urgente, vienes con bata blanca y me tomas la temperatura. Mientras tanto yo te voy desabotonando y te agarro el miembro…

-¡Qué no, Severo! ¡Que lo que vas a vas a agarrar el sida!

La última vez que se presentó en público fue en la galeria Davidov, en una exposición de Guinovart. Estaba arruinado: flaco, pálido, tembloroso sin que por ello le bajara la fogosidad. Aún le dijo a media voz:

-Quisiera entrar en ti, cabeza con cabeza, pelo con pelo, boca contra boca…

Falleció el 8 junio de 1993, y lo lloramos mucho.
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Las huellas de Rusia en Cuba: 'bolos', Kamaz, 'polovinos'.

Por Marcelo Hernández.

"A veces sueño que regreso a Moscú pero los contornos de los edificios se ven borrosos", confiesa Valentina Rodríguez, de 72 años. Se casó con un cubano que estudió en una universidad moscovita en los años 80 y vivió muchos años en La Habana hasta que emigró a Estados Unidos.

Valentina tuvo dos hijos de aquel matrimonio, uno todavía vive en Ciego de Ávila, en el centro de la Isla, y el otro emigró a EE UU. Son los llamados polovinos, que en ruso significa la mitad de algo o el 50% de una cosa porque se parecen al "agua tibia, con un poco del frío ruso y del calor cubano", explica.

Nunca pensé que iba a terminar viviendo en Estados Unidos", confiesa en una grabación que mandó a 14ymedio.
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Lezama Lima, un viajero sin pasaporte.

Por Raúl Rivero.

El régimen cubano y su disciplinada y cauta servidumbre del sector cultural son ahora fervorosos promotores del intercambio cultural. En efecto, se aprecia en aquellos predios una pasión por viajar al sur de La Florida y a cualquier parte de mundo, lo mismo con un bongó que con unos versos, a mostrar el esplendor del arte y del talento criollo.

Lezama Lima, un viajero sin pasaporteLo que sucede es que debajo de las declaraciones públicas de aperturas y diálogos, los funcionarios de la dictadura conservan sus listas negras de artistas que no pueden entrar o salir de Cuba y el historial siniestro de cierres y cautiverios que vivieron y algunas de las figuras claves del país.

Voy a hablar de José Lezama Lima (La Habana, 1910-1976) el autor de Paradiso y Enemigo rumor, uno de los escritores más importantes del siglo XX en lengua española que, como ya se ha dicho vivió la mitad de su vida negándose a abandonar La Habana y la otra mitad obligado a permanecer, por prohibición oficial, en una ciudad que fue como su segunda piel.

Lezama hallaba, cómo no, momentos de felicidad en los mundos que inventó entre sus libros y el ritmo acompasado de su asma y de su máquina de escribir en la soledad de su casa de la calle Trocadero 162, pero había una amargura latente a la hora de asumir su encierro porque una cosa es tomar la decisión personal de no salir de tu casa y otra, muy diferente, es que la policía no te lo permita. Que los jefes de una dictadura decidan que en ninguno de los miles de aviones que despegan y aterrizan cada minuto habrá nunca un asiento reservado a tu nombre.

Aquí está ese sentimiento de prisionero, en una carta de 1972, a su hermana Eloísa: “Por la noche María Luisa y yo leemos algún libro que nos gusta, como el maravilloso Diario de Paul Klee. Me parece que vivo esas existencias maravillosas, mientras permanezco, aunque con disgusto, inmovilizado pues en el año pasado y en este he recibido como seis invitaciones para viajar a España, a México, a Italia, a Colombia y siempre con el mismo resultado. Me tengo que dar en mi casita hasta que Dios quiera. Estoy aburrido y cansado. Escribo a veces algún poemita eso me mantiene todavía en pie.”

La obra monumental y eterna de Lezama Lima le dinamitó a la dictadura todas las fronteras y dejó en ridículo la papelería burda y policial de sus aduanas. El habanero viajó y viaja todavía por naciones y temperaturas que los dictadores y sus guatacas no conocen. Ni van a conocer jamás por mucho intercambio cultural que propongan porque para ese universo, para esa geografía hecha de sueño y gloria, son ellos los que no tienen asientos reservados en ningún vuelo.

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