Por Damián Fernández.
El Hotel Plaza, con 115 años de historia, combina la elegancia colonial con el confort moderno en el corazón de La Habana. Desde antaño, su ubicación privilegiada ha ofrecido impresionantes vistas desde balcones y terrazas.
Todavía hoy, el lugar conserva antiguos detalles arquitectónicos, como pisos de mosaicos franceses, techos casetonados y lámparas de cristal y bronce. Aunque actualmente mantiene su estilo histórico, el hotel ha incorporado comodidades modernas.
El origen del hotel se remonta a la demolición de las Murallas habaneras en 1863, propiciando el surgimiento de un nuevo reparto residencial donde la acaudalada familia Pedroso construyó su casa.
Estaba en los planes de un empresario norteamericano llamado Fletcher Smith convertir la residencia en un hotel, pero surgió un conflicto con otro personaje relevante de la época, Carlos Miguel de Céspedes, quien junto a sus asociados intentaron comprar las propiedades de Smith en el reparto Playa de Marianao.
La negativa del estadounidense a vender por una suma elevada resultó en amenazas por parte de Céspedes. No obstante, eventualmente terminó vendiendo su edificio al marqués de Pinar del Río. Fue este último quien dio origen al Hotel Plaza en 1909.
La apertura del hotel se celebró con un baile de caridad y se destacaron sus modernidades, como ascensores y música. Mientras, su cocina era alabada y la cafetería El Tívoli ofrecía una propuesta peculiar: café con buñuelos.
El Hotel Plaza ha sido testigo de la estancia de destacados personajes, como las bailarinas Ana Pavlova e Isadora Duncan, el ajedrecista José Raúl Capablanca y el mafioso Meyer Lansky.
También se hospedaron los aviadores españoles Mariano Barberán y Joaquín Collar, quienes realizaron el histórico vuelo Sevilla-Camagüey. Babe Ruth, famoso jugador de béisbol, estuvo además en la habitación 216 durante su visita a Cuba en 1920.
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