Por Carlos Ripoll.
Introducción.
Honrar en el nombre lo que en la esencia se abomina y combate,
es como apretar en amistad un hombre al pecho y clavarle un puñal en el costado.
José Martí.
Hablamos en la conferencia anterior de cómo se falsifica la historia en Cuba, de cómo se presentan los hechos y las figuras del pasado de manera que parecen dar razón al gobierno y a sus abusos del poder. Lo que niega esa continuidad, por supuesto, no se dice, y da la impresión que durante más de un siglo la historia de nuestro país ha estado de alguna manera gestando el marxismo-leninismo. Una parte del pueblo cree esas mentiras, y otra se confunde o desarrolla ante ellas la mayor indiferencia; pero con esos crédulos y esos confusos o indiferentes, siempre con el auxilio de la coacción, del terror y de la propaganda, es más fácil disimular el fracaso y el egoísmo de los gobernantes.(1) Y hablamos también aquí de la necesidad de rescatar la historia no sólo por prurito de patria, y para que nos sirva de guía en la búsqueda del destino nacional, sino porque, como se ha demostrado en los antiguos países socialistas, hay una misteriosa relación entre la verdad histórica y el progreso de la sociedad, y citamos el caso de la Unión Soviética, cuyo primer paso, con la esperanza de salir del caos económico y político en que se encuentra, no fue otro que el de desmentir los infundios que se le habían hecho creer al pueblo: reivindicar la memoria de los mártires que la mentira presentó como traidores, bajar de su pedestal a los verdaderos culpables y acusar a los encargados de la leyenda. Ha sido un proceso doloroso para el país, una vergüenza: tener que decirle a la población que el sacrificio había sido inútil, que el sistema no funciona, que era un castillo de arena cuanto se había fabricado a precio de tantas privaciones y de tanta sangre, que sin el menor esfuerzo el enemigo los había derrotado, y que había que acudir a él con la cabeza baja y la mano extendida por el fracaso y la amenaza del hambre a pedirle limosna.
Ha sido un proceso doloroso: en un documental de televisión, cuando las primeras revelaciones que hizo Gorbachev, se vio a un grupo de moscovitas bebiéndose en la calle las noticias de los periódicos: el reportero y su traductor se acercaron a un grupo, y le preguntaron a una mujer fornida con el pañuelo apretado entre la frente y la barbilla: "¿Qué piensa? ¿Qué piensa usted de todo esto?" La mujer guardó silencio unos segundos, levantó con lentitud la cabeza, y, sin mirar a quienes le preguntaban, como hablando consigo misma y mientras movía su índice rollizo frente a ella, respondió: "Yo los pondría a todos, a todos, ahí, de rodillas, a que me pidieran perdón..". Y un viejo alto, a su lado, de bigote profuso y nariz de águila, metido en las palabras de la mujer, repitió casi con un grito la frase de la otra: "Da, da", exclamó, "Sí, sí, a todos, a todos ahí, de rodillas, para que nos pidan perdón.."., y enseguida añadió apuntando con una ametralladora imaginaria al grupo de hinojos: "...a que nos pidan perdón, sí, pero sólo un minuto antes de fusilarlos...", y le temblaban las manos y el bigote por la ira y los tiros del arma. (Cuánto debe haber sufrido un pueblo para generar deseos de tanta venganza! (Cuántas penas debieron sufrir por la mentira aquellos infelices: las aventuras militares, las privaciones, los esfuerzos baldíos, las falsas promesas, la juventud perdida!
En Cuba se ha mentido mucho. La historia fue la primera víctima, pero también será el último juez. No es de extrañar que los mayores esfuerzos por sumarse el pasado los dediquen allá a Martí, sin duda la personalidad más peligrosa para ellos, no sólo porque sus palabras y su vida niegan las ideas y las prácticas del marxismo-leninismo, sino por lo dentro que está en la conciencia cubana. Al tiempo que es una suerte el que tengamos en la misma persona el patriota más alto, la inteligencia mayor y la pluma de más brillo, esa coincidencia de méritos singulares en un solo hombre, tiene también sus visos de infortunio. Otros países han recibido el regalo del valor, de la virtud y del talento en varias figuras que fueron una vez, y hasta varias veces, grandes, pero Martí lo fue muchas, y en tierra donde nunca escaseó el arrojo, la honradez y la poesía. Es una desgracia porque, de esa manera, el país ha sido más vulnerable a la ambición de quienes han logrado controlar a Martí. Todo lo noble anterior a él, por uno u otro camino, en él se resume, y lo poco bueno que le sucedió, en no escasa medida, a él se lo debemos; así llegó a ser la aspiración de todo pícaro el apoyo de Martí, el presentarlo como ejemplo y guía de conducta. No fue extraño tampoco el manejo de Martí en tiempos de la república: parodiando a la joven patriota de Francia, como ella de la libertad, también podemos decir de Martí; "(Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!" Pero al igual que sucedió con otros males que teníamos a escala menor, el actual gobierno de Cuba le ha dado ahora proporciones gigantes a la falsificación de Martí.
"Martí y Lenin".
Para estudiar el proceso, que es lo que va a ocuparnos esta noche, parece conveniente empezar recordando la manera en que los comunistas criollos trataron a Martí antes e inmediatamente después de 1959. La figura más notable del marxismo cubano era Juan Marinello, y el más capacitado para hablar de Martí. En 1935, siendo profesor titular de literatura en la Escuela Normal para Maestros, en La Habana, escribió en el Repertorio Americano, que se publicaba en Costa Rica, un artículo titulado "Martí y Lenin", en el que dijo, y éstas son sus palabras, que Martí había sido "un gran fracasado", y un "abogado de los poderosos", por lo que era conveniente "dar la espalda de una vez a sus doctrinas"; pero concluía su escrito, sin embargo, con una gran verdad, y es que las ideas de Martí, ante el marxismo-leninismo, y vuelvo a sus palabras, no podían "servir más que como trampolín de oportunistas..." (2) El tiempo probó que los "oportunistas" iban a ser ellos mismos, veinticinco años después, los marxistas criollos, usarían a Martí como "trampolín" para subir en la escala del poder junto a Fidel Castro. Poco después de ese trabajo, y también con el propósito de desacreditar el pensamiento martiano, como miembro de la Asamblea Constituyente de 1940, dijo Marinello en una carta que publicó Antonio Martínez Bello, quien trataba por su parte de acercar a Martí al marxismo: "...Estamos frente a un poeta que da [rienda] suelta a su elán por el camino político, no frente a un investigador exigente de los que hacen diario ejercicio de la razón. En verdad que sólo en nuestro tiempo, con Lenin, nace el guiador político injertado en el hombre científico..."(3)
Pero, por supuesto, esas opiniones de Marinello hoy las ocultan en Cuba, y no están siempre en la relación de sus obras, ni en las recopilaciones de sus trabajos sobre Martí. Ninguno de los escritos aquí citados se recogieron en sus Obras martianas, donde hubieran podido incluirse en la sección dedicada a "El pensamiento de Martí y nuestra revolución socialista"; en el prólogo detallado que preparó para esta edición Ramón Losada Aldana, se pasa como por sobre ascuas al mencionar esos trabajos de Marinello, y se echa mano a las disculpas de Salvador Morales en su libro Ideología y luchas revolucionarias de José Martí, donde afirma que se debieron esas omisiones a "los vaivenes pequeños burgueses y la inmadurez de las filas marxistas... Sus criterios procedían", sigue diciendo, "de un análisis aún poco concreto y esencial a causa de las deficiencias de la historiografía cubana"; y concluye con estas palabras: "Es significativo que cuando Marinello recogió en un volumen sus Ensayos Martianos partió de lo hecho de 1941 en adelante. Hombre de meditación, seleccionó lo que creyó más vigoroso, en todos los aspectos que puede considerar un marxista, de sentido martiano..."(4) Y es natural que oculten aquellas opiniones de Marinello, pues, ¿cómo se podría explicar el tránsito de ese Martí antileninista, como en verdad fue, a un Martí preleninista, como jamás hubiera podido ser y ahora lo presentan? Nunca Marinello, ni su partido, se retractaron de haber opinado así, pero, cuando ya formaban parte del gobierno de Castro se dispusieron a adaptarlo para que fuera heraldo del marxismo: entonces escribió Marinello en la presentación de las Obras Completas de Martí, publicadas entre 1963 y 1973 por la Editorial Nacional de Cuba: "La postura martiana... es un antecedente poderoso y legítimo de nuestra etapa socialista... la patria martiana construida por la revolución encabezada por Fidel Castro es la que lleva a todos los cubanos la obra del libertador del 95..."(5) Y nadie, por supuesto, le pudo recordar a Marinello lo que había dicho antes, que Martí era "un gran fracasado", un "abogado de los poderosos", y que lo correcto era "dar la espalda de una vez a sus doctrinas". Y ese Martí apócrifo, precursor de Castro, es el que se ha impuesto en la mente de gran parte del pueblo cubano, porque, protegida por el silencio a que obliga la censura, ha prosperado la mentira.
El mito de Carlos Baliño.
Uno de los recursos más usados, de las mentiras más escandalosas para hacer a Martí cómplice del marxismo-leninismo es afirmar que el líder estudiantil Julio Antonio Mella decía que Carlos Baliño, de la emigración de Cayo Hueso y más tarde fundador del partido comunista en Cuba, le había dicho, que Martí, a su vez, le había asegurado que la revolución que estaba haciendo para lograr la independencia no era, en verdad, su revolución, que su revolución era la que iba a hacer después en la República.
Tantas veces se ha repetido ese chisme, pues no se trata de otra cosa que de un chisme, que casi todos allá lo creen, y nadie se ha puesto a indagar si es verdad que Martí dijo eso, o lo que hay de mentira en las palabras de Baliño y Mella; lo cierto es que no existe la menor prueba de que Martí dijera tal cosa, sino todo lo contrario, hay pruebas abundantes de que Martí jamás pensó, ni quiso para Cuba, una revolución social, y es de todo punto imposible que dijera lo que negaba su prédica en favor del establecimiento en el país de un gobierno democrático, justo, republicano y libre. Y también es más que improbable que, para una confesión de esa naturaleza, hubiera escogido a Carlos Baliño, uno de los tantos emigrados que apoyaban a Martí, y no a otros más allegados a él y con un historial de revolucionario mucho más rico que el de Baliño. O mintió si hubiera sido eso lo que dijo, o mintió Mella por haber inventado la patraña, y así mintieron quienes dicen que se lo oyeron a Mella. Pero esa mentira ha hecho su efecto, porque se le hace razonar al pueblo de la siguiente manera: si Martí iba a hacer una revolución social en Cuba, y su muerte se lo impidió, y en 1959 se hizo una revolución que tuvo a Martí de "autor intelectual", la revolución de Castro es la revolución de Martí y, por lo tanto, hay que someterse a ella y no cuestionar la capacidad del líder ni sus órdenes: Martí habla por la boca de Fidel Castro, y el que niega a Castro, niega a Martí, y eso sí que no puede hacerse en Cuba: se puede negar a Martí con actos, con la más reprobable conducta, pero con palabras, no, y ésa fue la primera lección que les dio Castro a los comunistas criollos: con todo su saber mentir cuando era conveniente, puesto que "el fin justifica los medios", tuvo que venir Fidel Castro para mostrarles que, desde el poder, y con el control totalitario, Cristo y Judas caben en la misma silla: José Martí y Carlos Marx.
La trayectoria sobre las supuestas palabras que le dijo Martí a Baliño es la siguiente: en un artículo de éste, publicado en La Voz Obrera, órgano del Partido Obrero Socialista, en agosto de 1906, en La Habana, afirmó: "...Aquel paladín [Martí] que a algunos no gustaba porque tenía ideas «socialistas», solía decirnos a los obreros, sus amigos de siempre: «Todo hay que hacerlo después de la independencia. Pero a mí no me dejarán vivir. A vosotros os [sic] tocará, como clase popular, como clase trabajadora, defender tenazmente las conquistas de la revolución»"(6).
Esta supuesta recomendación de Martí, como se ve, nada dice de hacer una revolución en la República. Por su parte, las Glosas de Mella, publicadas originalmente en América Libre, en abril de 1927, no son más que un trabajo breve y ligero, como lo prueban sus numerosas inexactitudes cuando cita a Martí, y al recoger el recuerdo de Baliño lo altera al decir: "...Martí comprendió cuando dijo a uno de sus camaradas de lucha -Baliño- que era entonces socialista [?] y que murió militando magníficamente en el Partido Comunista: «¿La revolución? La revolución no es la que vamos a iniciar en las maniguas sino la que vamos a desarrollar en la República»"(7). Pero ni aun con este cambio de las palabras de Baliño hay motivo para afirmar que la "revolución" que hubiera querido Martí era una revolución social, y una prueba concluyente es que el propio Marinello, en el "Prólogo" de ese mismo escrito afirma de manera categórica: "Sostener hoy que José Martí dejó trazadas las líneas de la acción revolucionaria en Cuba es obra de la ignorancia o de la mala fe..."(8). Y, ciertamente, han sido "la ignorancia" y "la mala fe" las que dieron origen y mueven el chisme, por la falsedad de la conclusión y de la premisa mayor en este torpe silogismo: Baliño, comunista; Martí, amigo de Baliño; por lo tanto, Martí comunista.
Es ya tiempo también de descubrir el falso razonamiento por el que se pretende acercar a Martí al marxismo tomando como base sus relaciones con Carlos Baliño. Sí, éste fundó el Partido Comunista de Cuba en 1925, pero, cuando con tantos otros emigrados estuvo junto a Martí, si era algo concreto, era anarquista. Como tal, y no como marxista, lo conoció y estimó Martí, quien con gran habilidad supo aprovechar su apoyo toda vez que el anarquismo cubano le negaba ayuda a la lucha por la independencia. Para entender esas relaciones basta recordar el único discurso de Baliño que le publicó Martí en Patria, el del 10 de Octubre de 1892, en el que para lograr el apoyo del anarquismo cubano citaba a Dyer Lum, el anarquista amigo y confidente de Robert Parson, ajusticiado en Chicago; al anarquista español Pedro Estévez y al alemán Justus H. Schwab, quien había fundado en Nueva York un Club Revolucionario semejante al de August Spies en Chicago; a Fanelli, el anarquista italiano que había fundado en España la Alianza Internacional de Trabajadores; a Mijail Bakunin, el ruso fundador del anarquismo como movimiento revolucionario internacional, enemigo de Marx, y el primero que predijo que la dictadura del proletariado terminaría como dictadura sobre el proletariado. Y Martí, en Patria, subraya estas palabras en el discurso de Baliño: ". ..los anarquistas como tales deben ver en toda rebelión contra el tirano un acto de protesta que les toca alentar..." Y los clubs que funda o preside Baliño en apoyo del Partido Revolucionario Cubano llevan los nombres de notables anarquistas: "Fermín Salvoechea", el activo revolucionario de Cádiz que en los días en que se fundaba en Cayo Hueso el partido de Martí tomaba la ciudad de Jerez con los grupos de anarquistas de Andalucía; y "Enrique Roig", el propietario del periódico El Productor, el más prestigioso anarquista de Cuba.
Una revisión breve de las actividades de Baliño desde 1882, cuando estaba en Cayo Hueso, hasta el inicio de la guerra del 95, demuestra que él era una persona sin ideas claras, con cierta inclinación al anarquismo, jamás marxista.(9) En 1886 Baliño pertenecía a la logia masónica Los Caballeros de la Luz, y se le encomendó para que organizara dos otras logias en Tampa: Porvenir número 7 y Unión y Fraternidad. En ese mismo año se inscribió en los Caballeros del Trabajo, el movimiento reformista que pretendía poner de acuerdo a los obreros con los capitalistas. En 1889 fundó en Cayo Hueso el periódico La Tribuna del Trabajo, que mereció la aprobación entusiasta de Enrique Roig, quien lo calificó en su periódico de "querido camarada", y proclamaba: «Los trabajadores no deben ocuparse de otra cosa que de sí propios, sin preocuparles poco ni mucho la república o la monarquía, la democracia o el absolutismo".(10) En 1890 Baliño ayudó a fundar en Tampa la Liga Patriótica, sociedad burguesa dedicada a promover los ideales democráticos de la Guerra de los Diez Años y de la Guerra Chiquita. También en 1890 fue director del club Francisco Vicente Aguilera, con el nombre del rico terrateniente de Bayamo, quien había sido vicepresidente de la República en Armas y murió en el exilio, en Nueva York, en 1877. En 1893 el club Enrique Roig, por el anarquista cubano, y fue también vicepresidente del club Diez de Abril, nombrado en recuerdo de la Constitución republicana y parlamentaria de Guáimaro. Al año siguiente perteneció a la directiva del club Ramón Pintó, por el rico catalán separatista que había sido ejecutado en La Habana al conspirar contra España, y también fundó el club Fermín Salvoechea, en memoria del atrevido anarquista de Cádiz, y el club Leopoldo Turla que honraba al poeta anexionista, que tanto alabó a Narciso López, y que murió en Nueva Orleans en 1877.
Martí tuvo noticias de Baliño por vez primera cuando Flor Crombet le escribió para presentárselo. La carta completa la imagen del inquieto y voluble revolucionario que jamás fue a la guerra; dice así:
"Key West, 27 de abril de 1888. Sr. José Martí. Mi querido amigo: Tengo el placer de presentar a Ud. mi buen amigo Carlos Baliño, caballero distinguido que hace mucho tiempo viene siendo su admirador. Le incluyo una tarjeta de él, única marca de cariño que hoy puede dar a Ud. Mi presentado comenzará a publicar un periódico de señoras el mes entrante con el nombre de "El Hogar" y desea ardientemente que Ud. le honre con su colaboración. El primer número saldrá el doce de mayo y suplica a Ud lo favorezca con un trabajito; yo a mi vez también lo deseo, pues sé con cuánto placer leemos todos sus escritos. No diga abusa de su bondad su siempre afmo. amigo. F. Crombet".(11)
Sin duda Baliño intentaba imitar una revista con el mismo título que publicaba en La Habana el poeta José E. Triay, en el que aparecían trabajos de escritores cubanos conocidos, y que se publicaba desde enero de 1888.
A pesar de tanta evidencia contraria, en Cuba siguen presentando a Baliño como marxista cuando estuvo cerca de Martí. En la más completa biografía publicada hasta la fecha, hay un capítulo sobre su "adhesión al marxismo" que lo hacen extender desde su llegada a los Estados Unidos como exiliado político, en 1869, hasta su regreso a Cuba en 1902. La autora del libro afirma que durante ese tiempo Baliño asumió "posiciones marxistas", aunque nada se sabe de cuándo tuvo conocimiento del marxismo, si lo tuvo en aquella época, y afirma que cuando entró en contacto con Martí en Tampa y Cayo Hueso, Baliño se consideraba un marxista y que, armado de esa ideología, hacía propaganda de sus ideas en la prensa obrera.(12) Y Fidel Castro, en el colmo de la falsificación llegó a afirmar que Baliño "simboliza la conexión directa entre el Partido Revolucionario Cubano, de Martí, y el primer Partido Comunista de Cuba".(13)
El Centro de Estudios Martianos.
Con esos antecedentes de la transformación de Martí por la magia marxista, veamos ahora el organismo que allá fomenta y coordina su falsificación. Es una dependencia del Ministerio de Cultura: el Centro de Estudios Martianos, especie de tribunal del Santo Oficio, inquisidor de herejías, gendarme del dogma oficial. El Centro de Estudios Martianos se creó con el fin de manipular a Martí para servir al gobierno y, con la ayuda de otras agencias, lo tienen como en un nuevo presidio. No lo dejan hablar con toda su voz de la libertad, de la democracia, de los abusos del poder, de los derechos individuales, de la soberanía, de la justicia, de la espiritualidad, sino que allí, con marcada preferencia, le escogen algunas ideas o palabras, las ponen fuera de contexto, y así hacen ver que Martí tenía unas intenciones y unos proyectos para Cuba que justifican todo lo que se ha hecho. Y, para esconder la trampa, se quejan porque, antes de 1959, se les disimulaba a Martí, o no se le daba la merecida importancia, a su prédica antiimperialista, anticapitalista, anticlerical y antirracista, y ahora le inventan unas intenciones, una postura y unos caminos que jamás tuvo, y la complicidad con un sistema al que en toda circunstancia hubiera rechazado. Con la mayor insistencia aparecen los trabajos sobre Martí amparados en una serie de lugares comunes. Martí ya no es en Cuba el "Apóstol", el "Místico del deber", el "Santo de América" y otros atributos Col que en algunos casos no está mal del todo-; el epíteto obligado allí es "el autor intelectual del Moncada". Por otra parte repiten que la consagración de Martí como revolucionario se produjo con esas "glosas" que publicó en 1927 Julio Antonio Mella, y con La historia me absolverá, de Fidel Castro; y que los parámetros para su estudio se encuentran en la "Plataforma Programática" del Partido Comunista de Cuba y en los discursos del "Comandante en Jefe" y de algunos de sus cortesanos.
Entre los trabajos inocuos de varios literatos y críticos que se prestan a cubrirle la farsa a las autoridades, se prefiere en Cuba cuanto resalta el antiimperialismo de Martí, como si por haber luchado contra el imperialismo yanqui hubiera tolerado la entrega de su patria a otro imperio que se la usó mientras quiso, y que ahora la arroja exprimida y en ruinas porque ya no la necesita, o no le interesa. Y van por el mundo los rusos nuevos burlándose de la tierra de Martí con un desdén que supera al de los "ultraguilistas" de su tiempo, con una arrogancia que les envidiarían James G. Blaine y A. K. Cutting. Ahora mejor que nunca se comprueba la condición de colonia de la Unión Soviética que ha tenido Cuba: como antes la economía estaba a merced de los caprichos y las crisis de Wall Street, hoy Cuba padece por el descalabro del mundo socialista, que ha hecho que se quebrara "la amistad fraternal, la ayuda y la cooperación de la Unión Soviética", como reza servil la Constitución cubana de 1976; y es ahora que el domador, por no darle más comida, suelta su bestia de circo, gastada e inútil, cuando le nace a la bestia del circo una soberbia que hasta ayer no tenía o le domaban, y dice que no baila más al son de la pandereta porque es libre... Es que no se le hizo caso a la advertencia de Martí, de que "cambiar de dueño no es ser libre".(14)
Pero sigamos con el Centro de Estudios Martianos. El decreto que le dio vida, en 1977, decía: "Por cuanto, José Martí, autor intelectual del ataque al Cuartel Moncada, fue inspirador y guía de nuestro pueblo en su lucha por la definitiva liberación nacional... la tarea de esclarecer los vínculos profundos entre el ideario martiano y la revolución contemporánea lo han venido realizando muchos estudiosos del pensamiento martiano y del pensamiento marxista-leninista... El Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros [decreta] crear un Centro de Estudios Martianos adscrito al Ministerio de Cultura [el cual tendrá a su cargo] auspiciar el estudio de la vida, la obra y el pensamiento de José Martí, desde el punto de vista de los principios del materialismo dialéctico e histórico..."(15) Y el día que se inauguró ese Centro dijo en un discurso el Ministro de Educación: "...Orientado por el materialismo histórico, e inspirado en la enseñanza de Fidel en el Moncada, el Centro de Estudios Martianos debe cumplir el compromiso de estudiar las relaciones entre el pensamiento de José Martí y las tareas de la revolución socialista. Grande y valioso aporte hará el Centro de Estudios Martianos si con el pensamiento de José Martí y con el instrumento científico del materialismo histórico logra exponer, con información y datos concretos, los lazos que unen el movimiento democrático revolucionario del Maestro con el ideario socialista de Marx, Engels y Lenin. Bastaría con este empeño para justificar la existencia de la institución.."(16) Es decir, que ese Centro rector de los estudios sobre Martí no se creó para buscar la verdad, para exponer lo que cada investigador o estudioso encontrara en la figura, que es la única noble misión del intelectual, sino para "esclarecer los vínculos profundos", dicen, "entre el ideario martiano" y el marxismo-leninismo, para estudiar "las relaciones entre el pensamiento de José Martí y las tareas de la revolución socialista", para "exponer... los lazos que unen" a Martí "con el ideario" de Marx, Engels y Lenin... Y obsérvese que se da por sentado que la relación existe, y que de ahí hay que partir, y siempre el estudio "orientado por el materialismo histórico, e inspirado en la enseñanza de Fidel..."
"El autor intelectual del Moncada".
Otro ejemplo nos puede servir para ilustrar cómo se fuerza en la mente del pueblo la identificación de Martí y Fidel Castro. Me voy a referir a una de las publicaciones de ese Centro de Estudios Martianos: es una colección de textos en los que Castro por algún motivo menciona a Martí: el libro lleva el título -¿y cuál otro podría llevar?- de El autor intelectual. Se publicó en 1983 y, como en Cuba la práctica estalinista que impone el gobierno alienta hasta el ridículo el culto de la personalidad, es oportuno leer algunos pasajes del prólogo que escribió, en representación del Centro, Luis Toledo, quien luego fue director de la institución; verán cuánto los adjetivos y los adverbios, la adulación y el servilismo, recuerdan aquellas crónicas sociales que en el pasado de Cuba usaban algunos periodistas cursis para ganarse el favor de los encumbrados y de los políticos -me perdonarán la cita algo extensa, pero en un texto semejante es difícil detenerse- dice así:
"La radicalidad inagotable que definió al Héroe de Dos Ríos, así como el consiguiente legado cuya prolongación nos permitiría alcanzar martianamente, lo que la Segunda Declaración de La Habana replanteó para toda nuestra América como "única, verdadera e irrenunciable independencia", se abrazan en sustancial fusión histórica, donde una interpretación acertada y creadora ha dado entre sus imperecederos resultados las páginas que siguen. Ellas son el fruto del más eficaz modo de análisis científico: aquél donde la sabiduría y la devoción devienen unidad indivisible. El hecho contribuye a dar carácter incompleto al libro: la presencia de Martí alcanza en el autor jerarquía tal que el examen explícito, la valoración tácita, la glosa y la mención constituyen expresiones de un aprendizaje que fluye en el pensamiento y en la sangre, y difícilmente podría fragmentarse o escogerse con rigurosa precisión textual... La investigación profunda y extensa reclamada por el tema permitirá en su momento esclarecer ese itinerario, el cual hace pensar en orígenes que se remontan a tempranas vivencias... La luminosa prolongación de Martí en el pensamiento y los actos de Fidel Castro, alcanza en la transformación socialista protagonizada por nuestro pueblo con la invulnerable orientación del materialismo dialéctico e histórico, su más adecuado monumento, y de ello dan constancia las páginas de José Martí, autor intelectual..."
Hasta ahí la sin par introducción del nunca bien ponderado libro: una serie de textos en los que aparecen menciones de Martí las más de las veces accidentales e intrascendentes.
En el local del Centro de Estudios Martianos, en un acto al que asistieron dirigentes del Partido y del gobierno, al presentar el libro, habló Roberto Fernández Retamar, quien entonces era director de la institución; dijo que en sus días universitarios Castro leía a Martí, y éstas son sus palabras, de "manera ávida y torrencial", a tal extremo, afirmó, que podía pensarse en el Apocalipsis, el cual recomienda "comerse el libro", y así Fidel, y repito sus palabras, "estaba haciendo a Martí carne de su carne y sangre de su sangre"; y por aquella extraña comunión, aseguró, el Partido Comunista de Cuba "había heredado" al Partido Revolucionario Cubano. Y después de afirmar que Fidel Castro era "el discípulo señero, el descendiente orgánico por excelencia de Martí", Fernández Retamar contó la siguiente anécdota: "El poeta ucraniano Dimitri Pavlichco, traductor y gran amador del magno cubano, nos deslumbró en una ocasión cuando -dando rienda suelta a su fantasía de poeta- nos decía que al leer Ismaelillo, le parecía ver sentado en el hombro de Martí, como un hijo pequeño suele estarlo en el padre, a Fidel..."(18) -claro, recordaba aquel verso del poemario que, recordando al hijo, empieza diciendo: "Ved: sentado lo llevo/ sobre mi hombro"(19)C (Imagínense ustedes la mole de Fidel Castro sobre el frágil hombro de Martí! Aunque, pensándolo bien, quizás el traductor al ruso, poeta, vate, adivino, quiso decir con esa imagen surrealista lo que, en su deslumbre, no advirtió Fernández Retamar: siguiendo sus alusiones religiosas, quizás la visión del ucraniano representa que, como Cristo con el madero, Martí allá tiene que cargar a Fidel Castro en el hombro como una pesada cruz...
En Cuba la bibliografía sobre Martí ha aumentado de manera considerable, y hay una actividad martiana sorprendente: hay cátedras José Martí, grupos juveniles de estudios, encuentros, concursos y premios, y en 1981 las Fuerzas Armadas crearon las salas "Lenin-Martí", por ese orden, para la instrucción militar y dar conferencias al pueblo, y hay, además, numerosos investigadores: orientados por el interés oficial, muchos de éstos se dedican a urgar con mayor o menor cinismo, de acuerdo con su capacidad y su falta de honradez intelectual, en la obra de Martí, y uno encuentra en la estructura del Partido Revolucionario Cubano el anuncio del "centralismo democrático" del Partido Comunista; otro, entre los amigos y colaboradores de Martí, una voluntad de clase; otro, en la revisión que hacía de la historia, un acercamiento a la ciencia marxista; otro, en su crítica de los monopolios, el anuncio del socialismo científico; otro, en sus denuncias del imperialismo yanqui, anticipaciones de la teoría leninista sobre "la fase superior del capitalismo" y el acercamiento a la revolución proletaria; otro, en su preocupación americanista, el germen del internacionalismo; y otro, en fin, en una sola palabra de Martí niño, una absurda teoría del odio, (en Martí que quería desarrollar en los pueblos una "campaña de ternura"! Y para completar la nómina de sacrilegios han creado una "Orden José Martí" que en su mayoría, ha sido concedida a notables estalinistas: (La "Orden José Martí"! De Cuba, a Fabio Grobart, el enviado de Stalin para organizar el comunismo criollo; a Nicolás Guillén, el de la poesía a "Stalin, capitán"; y a Blas Roca, el más fiel estalinista de este continente. Y entre otros campeones del totalitarismo, al déspota de Corea del Norte, Kim Il Sung; a Mikoyan, Gromiko y Tijinov, de la Unión Soviética; a Pham Van Dom y Le Duan, de Vietnam; a Ali Nasser Mohamed, de Yemen del norte; a Willi Stoph, de Alemania del Este; y a Mengistu Halle Moriam, de Etiopía...
/CONTINUARÁ)