lunes, 25 de mayo de 2020

Interrogando a Lezama Lima (ix).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Ciro Bianchi: Hablemos de Orígenes. ¿Cómo surgió la revista y por tanto, el grupo? ¿Qué la mantuvo?

Lezama Lima: Nos conocíamos Ángel Gaztelu, Guy Pérez Cisneros, Gastón Baquero, Virgilio Piñera, Justo Rodríguez Santos, y el momento era propicio para hacer revistas. Casi todos, los escritores jóvenes, tenían el mismo desenvolvimiento, y en sus revistas está la verdadera historia del espíritu. No me imaginaba que lo que andando el tiempo se convirtiera en lo que fue, hubiese surgido con notoria indiferencia. Era el espíritu venciendo una coraza de dificultades. Recuerdo que en una ocasión en una librería, ante el asombro de mis asombros, un señor bibliómano buscaba la edición completa de Espuela de Plata. Este señor que no tenía ninguna conexión espiritual con nosotros y que jamás se hubiese interesado en el surgimiento de la revista, se acercaba como una hiena para reconstruirla. En el momento de su nacimiento estaba completamente adormecido porque esos señores nunca se daban cuenta de nada y cuando la campana llega a sonar en su oídos, el badajo es de palo. La raíz de Verbum, de Espuela de Plata, de Nadie Parecía, de Oírgenes fue la amistad, el trato frecuente, la conversación, el paseo inteligente. Estábamos muy al lado de los pintores Lozano, Mariano, Portocarrero, y de los músicos, Ardévol, primero, Julián Orbón, después. Esta amistad está por encima de hacer o no hacer revistas, porque las revistas fueron desapareciendo y la amistad ha subsistido. Claro que este tipo de amistad intelectual es extremadamente complicada, sutil, laberíntica, hecha de avances y retrocesos como la lucha de siempre entre el toro y la sutileza del cordel mediterráneo. Más entre nosotros en que el cordel está hecho por la fibras demoníacas del henequén que es, como todos sabemos, una cactácea donde a veces en el desierto el diablo se recuesta para preparar sus próximos paseos por la Plaza de la Catedral, donde busca adormecerse a la sombra de los campanarios, como en el cuento de Villiers. He hecho este distingo para expresar que la amistad, cuando de veras es creadora, no es tan sólo un disfrute, sino punzadora, a veces implacable, con misteriosas pausas, como sumergida por debajo del mar. Pero en la raíz del grupo de pintores, músicos, escritores, estaba implícito en todos ellos la tendencia a la universalidad de la cultura, a la búsqueda de nuestro paisaje (no se puede olvidad que esa fue una época de un gran pesimismo) y yo me creí obligado a levantar el mito de la insularidad en mi Coloquio con Juan Ramón Jiménez. Y sobre todo que la expresión es una experiencia total siguiendo la gran tradición griega cristiana, pues ahí coinciden Platón y San Agustín, que estaban acordes que era lo mismo hacer el bien que combatir el mal, y hacer un poema es el mejor gesto de protesta contra los poetastros pimpantes.
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