domingo, 31 de enero de 2021

La Presidencia de Biden es el caballo de Troya en el intento del izquierdismo de transformar Estados Unidos.

Por Julio M. Shiling.

Joe Biden es el 46º presidente de Estados Unidos. A diferencia de otros jefes de Gobierno de la nación anteriores, su Administración funcionará más como un régimen que como un Gobierno.

En una democracia, los gobiernos y la sociedad civil desempeñan papeles diferentes. En este momento, instituciones fundamentales como la prensa y sus equivalentes del siglo XXI, las redes sociales, son brazos políticos extendidos del Partido Demócrata en el poder.

Las empresas privadas reflejan en su conducta la regimentación corporativista fascista. Un régimen incluye un Gobierno, pero además, trae consigo un conjunto de instituciones, leyes, rituales, sistemas de creencias y una estructura de poder. Identificar a la Administración Biden como un gobierno simplemente, sería erróneo. Se trata de una presidencia postmoderna.

Para entender y apreciar todas las políticas que emanarán de la Casa Blanca de Biden, la racionalización que hay detrás de ellas y la visión del mundo sobre la que se construye, es primordial tener un poco de información sobre lo que es exactamente el postmodernismo. Básicamente, el postmodernismo es el marco intelectual en el que vivimos actualmente.

Comenzó a extenderse en la década de 1960. Esta visión integral del mundo fue importada de Francia y llegó de lleno con el marxismo alemán de la Escuela de Frankfurt. En esencia, lo que afirma es que la verdad y el conocimiento se construyen principalmente de forma social y no pueden descubrirse de forma objetiva. El postmodernismo afirma que lo que uno cree que es “verdadero”, es estrictamente una función del acuerdo de poder social existente.

Jean-François Lyotard, Michel Foucault y Jacques Derrida son considerados los “padres fundadores” emblemáticos del postmodernismo. Todos ellos eran plenos marxistas. El lenguaje y los conceptos, entendidos en el ámbito de una democracia liberal, carecen de sentido en términos postmodernos. Escribiendo en La condición postmoderna (1979), Lyotard expresó el sentimiento postmodernista del conocimiento y la legitimidad, dos señas de identidad de cualquier configuración de pacto social, con una observación inquietante e incómoda de “una erosión interna del principio de legitimidad del conocimiento”.

Para el postmodernista, la verdad, el conocimiento y los hechos, están determinados estrictamente por los esquemas de poder. En consecuencia, Foucault se expresó así en “Sobre el comienzo de la hermenéutica del yo: dos conferencias en Dartmouth“: “El individuo, con su identidad y sus características, es el producto de una relación de poder ejercida sobre cuerpos, multiplicidades, movimientos, deseos, fuerzas”.

En Posiciones (1981), libro que recoge tres entrevistas de Derrida, el innovador del precepto de la “deconstrucción”, decía que: “No se trata de la coexistencia pacífica de un “vis-a-vis”, sino de una jerarquía violenta. Uno de los dos términos gobierna al otro (axiológicamente, lógicamente, etc.), o tiene la ventaja. Deconstruir la oposición, en primer lugar, es anular la jerarquía en un momento dado”.

El régimen postmodernista emana de la Casa Blanca.

Todo lo que Biden ha hecho desde el 20 de enero y lo que hará en adelante, seguirá los estrictos confines de la noción de legitimación del postmodernismo y su creencia definitiva de que Estados Unidos es sistémicamente defectuoso y opresivo, junto con su remedio para la reivindicación de la “justicia social”. La gran conexión entre el postmodernismo y el marxismo es el predominio de este último en la base intelectual del primero

“Joe Biden es el 46º presidente de Estados Unidos. A diferencia de otros jefes de Gobierno de la nación anteriores, su Administración funcionará más como un régimen que como un Gobierno”. (EFE)

La hegemonía cultural, la reificación, la Teoría Crítica y la tolerancia represiva son las postulaciones que guiarán las acciones de esta administración. Las cuatro máximas mencionadas previamente son las que constituyen, lo que se denomina popularmente como, marxismo cultural. El postmodernismo fue el difusor.

A pesar de la falta de pruebas que el racismo, el sexismo, la homofobia, la transfobia y la xenofobia son problemas graves en los Estados Unidos hoy en día, la izquierda ha secuestrado la narrativa, ha alterado los hechos y ha presentado “soluciones” radicales que están en consonancia con las configuraciones del binomio neomarxista (marxismo cultural) opresor/oprimido. El postmodernismo, al relativizar la verdad y relegar el conocimiento a las constricciones sociales percibidas y determinadas por los acuerdos de poder, ha dado a la izquierda la munición para la utilización de la presidencia de Biden para iniciar la “deconstrucción” de Estados Unidos.

Algunos ejemplos de estas medidas dirigidas a los síntomas “identitarios” de la visión del postmodernismo son la disolución por parte de Biden de la Comisión 1776, una junta consultiva de educación concebida con el propósito de promover la historia americana, la conciencia cívica y los valores patrióticos.

En su lugar, la reinserción de la Teoría Crítica de Raza marxista como plan de estudios básico junto con la promoción del Proyecto 1619, una interpretación fraudulenta de la historia americana para adaptarse a la insignia necesaria de la victimización, tan requerida por el dictado marxista. Es importante señalar que la preocupación ya no es de la “igualdad”. Este desenfreno de la “justicia social” se presenta ahora como una batalla por la “equidad”.

La revisión liberalizadora pretendida de la política de inmigración de Estados Unidos, unida a la petición de impulsar las leyes de alzar el salario mínimo, en una época de escasez de mano de obra dada la paralización en una pandemia, es ilógico completamente según las leyes económicas sólidas. Sin embargo, el postmodernismo establece su propia lógica paralela. O como Lyotard lo llamó la “legitimación por paralogía”. La política de la acción empleada por un régimen postmodernista lleva su propia lógica que no tiene nada que ver con la verdad objetiva, el conocimiento o los hechos. 

La Presidencia de Biden es el caballo de Troya en el intento del izquierdismo de transformar Estados Unidos. El postmodernismo explica la lógica general empleada, mientras que el marxismo cultural nos dice cómo van a hacerlo. Los cimientos básicos de una sociedad democrática, como una prensa vibrante y libre, y un sector privado independiente, han capitulado y ahora son operativos orgánicos del nuevo régimen.

Las vías de libertad de expresión y asociación vastas que necesita la democracia se están reduciendo cada día más. El autoritarismo del poder suave se está introduciendo. 

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sábado, 30 de enero de 2021

Democracias, el Nuevo Totalitarismo Marxista.

Por Orlando Mangiagli.

El modelo democrático ha caducado.

Usaron y abusaron de un sistema que ofrecía poder a los pueblos y ahora es la nueva fórmula totalitaria de control y acceso a poder. ¿Para quiénes? Para los miembros más oscuros en cualquier país: los marxistas.

Desde el surgimiento del marxismo sus herramientas han consolidado “La Dictadura de las Minorías” a través de la visiones de “La Escuela de Frankfurt”. Hoy ha mutado a un sistema más poderoso y oscuro: la Dictadura de las Mayorías. Fue Gramsci y no Marx el responsable de lo que hoy vivimos llamando a “La Batalla Cultural” dejando de lado la estúpida “Lucha de Clases”.

A través de décadas de adoctrinamiento y supresión selectiva del Pensamiento Universal en escuelas y universidades, se ha creado una masa ignorante de la existencia de otras formas de gobierno exitosas. La combinación de políticas económicas fallidas, utilizando las herramientas más mortíferas de nuestros tiempos: los Bancos Centrales y sus devaluaciones. Como resultado han llevado a las sociedades a la pobreza como nunca nada lo había hecho desde los días cuando podíamos apreciar una verdadera crisis.

Las Bolsas de Valores han sido otro mecanismo de dominio social. La falta de regulaciones efectivas ha creado las llamadas Burbujas que han servido para el beneficio de los ya poderosos. Estos saben cuándo salir o soltar posiciones, dejando rezagados a los ciudadanos que usan estas inversiones para buscar un retiro digno. La Crisis Hipotecaria de 2008 lanzó al mercado de trabajo a miles o cientos de miles de adultos mayores que muchos pudimos ver trabajando en lugares de comida rápida o donde pudieran buscar sustento para subsistir a una vida de ahorros y trabajo sacrificadas en el altar de la avaricia y el ”nepotismo financiero».

Hoy no se vota por ideas, se vota por hambre o posibilidades de recibir.

Esto es terreno fértil para populistas y demagogos de izquierda que llenan de ofertas engañosas a la población más débil del estrato económico; al mismo tiempo se castran las oportunidades de vivir en independencia. No es fortuito que la sociedad presente esquemas socio-económicos configurados como una pirámide que será explotada siempre que no existan condiciones o equidad en las libertades individuales de los ciudadanos. Los sistemas marxistas en teoría se concentran en la utópica “Redistribución de la Riqueza”, en la práctica aplican esquemas de «él que comparte y reparte se queda con la mayor parte”.

Estos sistemas terminan siendo insostenibles y los males aledaños son parte fundamental de sus caídas. El “Mercantilismo y Clientelismo Político” acompañan la corrupción del manejo de recursos mientras el Materialismo impuesto por las nuevas campañas publicitaria y tendencias en Redes Sociales dejan atrás trabajo, ahorro o inversión por la necesidad de hacerse de la cosa pública o cualquier forma, así sea poco decorosas, como mecanismo de poder y dinero.

En esta desgracia hay un factor determinante.

La intelectualidad debería estar a la vanguardia de estas evaluaciones y la producción de nuevas ideas pero, estas mentes que muchos consideran brillantes, sienten merecen ser “mejores atendidas” por los sistemas. Al no ser retribuidos “como sienten lo merecen”, han creado repudio hacia el Capitalismo que premia audacia, compromiso de trabajo y disciplina sobre lo que ellos piensan en un bien, su saber. Ojo, eso no es algo nuevo. A principios del Siglo XX lo exponía el Filósofo Político Bertrand de Jouvenel (Los intelectuales Europeos y el Capitalismo; Lecturas de economía. Volumen II, Pág. 109)

La izquierda marxista en todas sus versiones se ha ocupado de promover el Marxismo Cultural y La Corrección Política como mecanismo de cercenamiento de ideas que vayan contra los paradigmas impuestos disfrazados de tolerancia y equidad. La perversión ha sido la mejor herramienta contra las tradiciones que han traído a la humanidad hasta estas fechas.

Familia, Hogar, Matrimonio e hijos son atacados por varios frentes mientras la proliferación del Lumpen avanza aupado por las ofertas y empoderamientos de presuntos derechos. El “Feels Good’ ha desplazado al “What’s Right”, dejando miles de años de historia y conocimientos atrás. Historias cargadas de caídas de reyes e imperios hundidos en sus propios pecados y conocimientos de gran avance para la humanidad.

Hoy la mayoría depende del Estado.

Como dependientes votan por más Estado, para recibir una ayuda de 50 dólares en contraposición a la posibilidad (desconocida) de independencia económica y libertad real. La crisis económica de esta llamada Pandemia ha arrojado a la base de la pirámide a más de 100 millones de seres humanos. En medio del terror y la necesidad han abrazado al Estado, ese mismo estado base de control y poder de unos pocos.

En estas democracias fallidas, las agrupaciones políticas escogen por quien votaras y el voto no es más que una sello húmedo de aprobación de los designios de los nuevos jerarcas en las franquicias partidistas. Franquicias que han abandonado filosofía política y económica. Hoy todas compiten en «El Gratis Socialista» de diversas formas prometiendo más efectividad y menos corrupción en las fórmulas de entrega de la miseria en una gran mentira.

Esto ha empoderado a marxistas, gobiernos ineficientes, agotan la producción al penarla con más impuestos ahogando los recursos del Estado en un déficit inmanejable. La corrupción y el “Gratis” deja de llegar. Entonces el hambre y la indignación aparecen en forma de Voto Castigo, un acto visceral a favor del futuro gobierno “de derechas” que fracasa desde su concepción inicial. Al encontrar una camisa de fuerza en la deuda y el gasto público se verá impedido para mostrar alguna bondad en cortos periodos constitucionales. Y nuevamente, los mentirosos harán capital político para ir nuevamente a los círculos nefastos de nuestras democracias volviendo a la Primera Mentira.

Tiempos difíciles requieren soluciones drásticas.

Las sociedades latinoamericanas y más recientemente las de países que considerábamos más evolucionados, han demostrado tener un comportamiento de organismo. Si vamos a esta apreciación deberíamos traer la estratificación del psicólogo humanista Maslow y uno de sus trabajos más trascendentes: La Pirámide que lleva su nombre.

Según Maslow en la franja inferior de su estratificación, el hombre responde solo a las necesidades más básicas de forma instintiva y primitiva mientras pensamiento y raciocinio solo podemos verlos en etapas más avanzadas de su estudio. Solo hasta la cuarta estratificación el Ser Humano (La Sociedad) se reconoce a sí mismo como un ente individual, merecedor de reconocimiento y respeto. De nosotros acompañar este pensamiento, ¿cómo podemos esperar que esa masa base pueda responder en forma coherente a la responsabilidad del voto?

No somos los responsables de que esto haya ocurrido pero hoy con conocimiento de estas realidades estamos obligados a cambiar nuestros paradigmas y formas. La ética exige que no solo obremos conscientemente, también de forma efectiva y en servicio a las mayorías, incluso las que no entiendan deberán ser guiadas con fórmulas diferentes de pensamiento por caminos poco ortodoxos.

Pensar que la solución al problema a los que todos nos han llevado esta en ellos, es una definición clásica de un futuro fracaso.

Veo venir tiempos oscuros y dados a la suerte de hombres que entiendan estas situaciones y se hagan del poder por la vía de facto. Una Ruleta Rusa pareciera se cierne sobre Latinoamérica a la espera de buenas intenciones y pocas acciones a manos de ciudadanos incólumes. Estamos llegando a un punto de no retorno donde las consecuencias serán inciertas y posiblemente desafortunadas. Quizás estemos dando espacio a dictaduras conservadoras de libre mercado. Puede ser, ya que son las únicas que han demostrado eficiencia en el rescate moral y económico con la terrible alternativa de corromperse a través del ejercicio del poder.

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Joseph Brodsky y los intelectuales excluidos por el castrismo.

Por Luis Cino.

Joseph Brodsky.

En San Petersburgo (Leningrado en la época soviética) hay un museo dedicado al poeta Joseph Brodsky. Radica en la casa de dos habitaciones donde Brodsky residió con sus padres durante sus primeros 32 años, desde su nacimiento, en 1940, y  hasta que se fue al exilio, en 1972.

Iosif Aleksandrovich Brodsky, como Solzhenitsyn, Pasternak, Sajarov y Grossman, es otro más de los muchos artistas e intelectuales  que luego de ser represaliados y negados  durante décadas por el régimen soviético, son hoy reverenciados en Rusia.

En 1964, recién cumplidos los 24 años, Brodsky fue encarcelado. Lo acusaron de “parásito y vago”.  Las autoridades soviéticas, pese a que Brodsky escribía poemas desde que era un adolescente y al ser arrestado le confiscaron el poemario "Stikhotvoreniia i poemy",  no lo aceptaban como poeta. En el juicio le preguntaron dónde había estudiado poesía. Cuando Brodsky les respondió que la poesía no se estudiaba, sino que era un don divino, lo acusaron de tener serios problemas ideológicos.

Fue a parar al Gulag (Sistema penal de campos de trabajos forzados). Lo condenaron en 1964 a cinco años de trabajo forzado, pero fue indultado un año y medio después  gracias a las protestas de numerosos artistas y escritores de varios países.

Aunque Brodsky, luego de salir del campo de concentración, nunca se proclamó abiertamente disidente, las autoridades comunistas lo marginaron.  En 1972  emigró a Estados Unidos, donde pudo desarrollar su obra. En 1987 ganó el Premio Nobel de Literatura.

Brodsky nunca regresó a su país. Murió en New York, en enero de 1996. Está sepultado en Venecia.

Las vicisitudes de Brodsky bajo el régimen comunista no pueden asombrar a los escritores y artistas cubanos. Todos ellos, desde que en 1961 un edicto decretó que el arte tenía que ser “dentro de la revolución”, han tenido problemas con el régimen castrista. Todos. De una forma u otra. Aunque algunos no lo quieran admitir o prefieran hacerse los olvidadizos. Aunque algunos serviles quieran ver esos problemas  como “contradicciones inherentes a intelectuales inmersos en tiempos de revolución”.

En algún momento, han sido acusados de pequeños burgueses, blandengues, desviados ideológicos, penetrados culturales, poco combativos, revisionistas, centristas, etc. Algunos, los de más edad, fueron enviados a los campamentos de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) o los parametraron sólo por causa de sus orientaciones sexuales (los artistas revolucionarios tenían que ser machos probados, salvo alguna que otra excepción).

La peor de todas las acusaciones era la de contrarrevolucionario. Y si escribías poesía, eso agravaba la situación. Te enviaban directo a la cárcel. Recordar los casos de  Heberto Padilla, Belkis Cuza Malé, Tania Díaz Castro, María Elena Cruz Varela (a quien arrastraron por una escalera y a golpes le hicieron tragar sus versos), Raúl Rivero, Manuel Vázquez Portal, Jorge Olivera y Ricardo Alfonso.

El comunismo es lo mismo, en cualquiera de sus variantes: leninista, stalinista, maoísta, castrista.  De haber vivido en Cuba, a Brodsky también lo hubieran acusado de parásito y antisocial.  Le hubieran aplicado la Ley del Vago, la Peligrosidad Social Predelictiva, la Ley Mordaza, o cualquier otro arbitrario engendro de inspiración fascista de los que  abundan en los almacenes del castrismo.

Por acá también preguntan donde se estudió poesía. Y pintura, música y periodismo. Hay que estudiar en universidades para revolucionarios para que te sea permitido escribir poemas, novelas, cuentos, hacer periodismo o pintar.

¿Se imaginan que habría dicho José Martí si le hubiesen preguntado dónde estudió poesía y en qué universidad aprendió periodismo?

Los mandamases castristas no admiten autodidactas ni creen en dones concedidos por Dios. Con el Decreto.Ley 349, que fue de las primeras medidas del régimen continuista de Díaz-Canel, pretenden poner en manos de un Estado-Gobierno-Partido, cuyos máximos representantes no se caracterizan por su intelecto, la facultad de determinar quién es artista y quién no, y qué es arte y qué no lo es.

Ya ni siquiera valen para los mandamases los títulos concedidos por sus “universidades para revolucionarios”. Si te apartas un ápice del pensamiento oficial, si resultas poco dócil, demasiado crítico, conflictivo, con diploma y todo te pueden acusar de “mercenario”, asignarte un número de expediente policial y meterte en la cárcel cuando lo estimen oportuno.

Por eso, y porque sabemos que el arte, si está sujeto a los intereses y conveniencias del poder, será cualquier cosa, remedo, propaganda, panfleto, lo que sea, pero no arte, los creadores cubanos estamos dando la batalla por la libertad.

Ojalá no esté lejos el día en que los artistas e intelectuales represaliados y excluidos por el castrismo gocen, como Joseph Brodsky, del reconocimiento que se merecen en su patria.

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jueves, 28 de enero de 2021

El castrismo ordeña a los emigrados cubanos.

Por Iván García.

En plena nevada, una jubilada de 78 años residente en Suiza, se llega a una sucursal de la Western Union para enviarle dinero a un amigo en Miami, quien posteriormente se lo reenviará a su nieta en La Habana, pues desde la nación helvética no se pueden hacer transferencias a Cuba. Mensualmente, además, la señora envía a su familia una o dos cajas con medicinas, jabones, pasta dental y papel sanitario, entre otros artículos de primera necesidad. El correo cubano solo admite un kilogramo y medio. Y por cada kilogramo extra cobra el equivalente a 20 dólares.

Una caja de cuatro kilogramos ronda los 60 dólares. “Es un atraco. No recibimos ropa de marca ni nada de lujo. Por una caja con calditos de pollo, sazonadores y dos mudas de ropa, un gel de baño, almohadillas sanitarias y chocolate para mi hija, pagué 62 cuc. Y se rumora que no están entregando paquetes -algunos acumulados desde hace meses- esperando a ponerle precios más altos. Es el colmo. Nuestros parientes en el extranjero también nos hacen llegar el dinero para poder sacar los paquetes», dice Mireya, ama de casa.

Los envíos de dinero y bultos postales, por vía aérea o marítima, llegan a Cuba desde los cinco continentes. Llamémosle Osvaldo, un ingeniero agrónomo que vive en un kibutz cerca del desierto de Néguev, Israel, y se dedica a cultivar naranjas y vive en un kibutz , a sus familiares en la Isla todos los meses les gira 300 dólares, les recarga el teléfono móvil y la cuenta de internet de datos.

Los cubanos que regularmente le mandan dinero y cosas a sus familias en Cuba, son emigrados domiciliados en el exterior. Pero igualmente lo hacen compatriotas que temporalmente se encuentran fuera: si consiguen un empleo informal, le transfieren dinero a los suyos. Incluso los cooperantes cubanos enviados al exterior por el régimen a prestar asistencia médica, se las ingenian para trabajar en negro, mandar remesas y ahorrar. Dunia, doctora, estuvo en Sudáfrica y los fines de semana laboraba en una clínica privada donde realizaban abortos. “Como el gobierno se queda con la mayor parte del salario (entre el 70 y el 90 por ciento), muchos médicos, especialistas y técnicos buscan trabajar por la izquierda y ganar un dinero extra. Haciendo abortos gané bastante y cuando regresé a Cuba me pude comprar una casa y un auto».

La propaganda del régimen, alardeando de justicia social y de haber hecho una revolución que en abril de 1961 Fidel Castro proclamó que era «de los humildes, por los humildes y para los humildes», se diluye cuando se conocen las estructuras y funcionamientos de diferentes empresas, sociedades mercantiles y corporaciones que administran y se apropian del 80 por ciento de la divisas que entran a Cuba.

Un ex funcionario de CIMEX, que en su web se presenta como ‘una sociedad mercantil con más de 40 años de creada, que importa, exporta, produce y comercializa bienes y servicios’, cuenta que “esa firma y otras que son compañías fantasmas, eran supervisadas por los hermanos Castro. Ahora la más poderosa es GAESA (Grupo de Administración Empresarial S.A.), cuyo presidente ejecutivo es el general de brigada Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, ex yerno de Raúl Castro. No es la única. Hay alrededor de medio centenar de empresas que pertenecen a altos cargos de las Fuerzas Armadas, el Ministerio del Interior y el Consejo de Estado, que tiene firmas como Palco. Las auditorías e inventarios se realizan de manera interna. No son transparentes».

Al frente de la burguesía militar se encuentra Raúl Castro, pero ese conglomerado empresarial también responde a ‘históricos’ de la revolución como José Ramón Machado Ventura y Ramiro Valdés (no a Miguel Díaz-Canel, el actual presidente, considerado una marioneta por la gente de a pie). El comandante Guillermo García Frías, un campesino analfabeto que se enroló en el Ejército Rebelde, no ocupa ninguna cartera ministerial, pero dirige la Empresa Nacional de Flora y Fauna y es dueño de caballos de raza y de gallos de pelea, aunque las apuestas son ilegales en Cuba. Según el ex funcionario de CIMEX, los “históricos y algunos generales connotados de las guerras civiles en Angola y Etiopía, todos de la raza blanca, han formado una cofradía que maneja varios negocios, cuentas en paraísos fiscales e inversiones en el país o el extranjero”.

El envío de remesas a Cuba es una estadística secreta. El régimen oculta el monto de divisas que entra a la Isla a través de la emigración. Expertos en temas económicos y financieros sitúan esa cifra entre 2,500 y 4 mil millones de dólares anuales. Empresas militares administran los bancos que efectúan las transacciones, hoteles, agencias de viajes, envíos de dinero y paquetes, transportistas, cadenas de restaurantes, cafeterías, telecomunicaciones, gasolineras, tiendas y otros servicios. El ex funcionario de CIMEX afirma que casi todas las agencias de viaje, envíos de dinero y paquetes situadas en México, Panamá o Miami son manejadas tras bambalinas por consorcios militares cubanos. Es un negocio boyante.

En el dossier La apuesta hotelera en Cuba, investigación realizada por los periodistas Jessica Domínguez y Julio Batista , publicada en El Toque en octubre y noviembre de 2019, se reportaba que «los 332 proyectos de alojamiento presentados originalmente por el Plan del Ministerio de Turismo tenían un costo superior a los 19 mil millones. Según el Anuario Estadístico de Cuba (2017 y 2018), esta cifra supera cómodamente la suma dedicada por el Presupuesto del Estado a los rubros de Actividades productivas, Ciencia e innovación tecnológica, y Cultura y deportes, entre los años 2012 y 2018″. En otro párrafo, los autores se preguntaban:»¿A quién beneficia realmente la construcción de hoteles en Cuba, en especial el paso abrumador de las inversiones respaldadas por GAESA? ¿A qué escenario concreto apuesta el consorcio militar en un futuro cercano? ¿Qué información posee para arriesgar tal volumen financiero en un plan que, a corto y mediano plazo, no parece tener lógica?».

Miami, la capital del exilio cubano, es zona de especial interés para la autocracia verde olivo. En la ciudad del sol radican casi dos millones de cubanos que anualmente envían miles de millones dólares en efectivo o mercancías. Una fuente en ETECSA señala que solo desde Estados Unidos, principalmente Miami y Tampa, las recargas telefónicas e internet de datos en Cuba superaron los 200 millones de dólares el año pasado.

Muchas de esas empresas y compañías extorsionan a los emigrados cubanos con precios elevados. En el corazón de Hialeah, entre pequeñas cafeterías que venden guarapo, pasteles de guayaba y sandwiches criollos, existen locales que cobran las llamadas a la Isla a un dólar el minuto, entre las tarifas más caras del mundo. Antes que las compañías aéreas comerciales iniciaran sus vuelos a Cuba, agencias de viajes en Miami autorizadas por el régimen cubano, vendían entre 500 y 700 dólares un pasaje de ida y vuelta a la isla, a 45 minutos de vuelo. “Y las libras extras la cobraban a tres y cuatro dólares. Ordeñaban a los emigrados como si fueran vacas”, rememora un habanero residente en Kendall, Miami.

La naturaleza explotadora del castrismo se observa en el manejo que ha logrado en las diferentes firmas que a través de internet, a los cubanos residentes en Estados Unidos, Canadá y Europa, oferta alimentos, artículos de aseo y electrodomésticos destinados a sus familiares en la Isla. Pero algunas se aprovechan de la escasez existente en la Isla y cobran demasiado por los envíos a Cuba, donde los precios son gravados con una tasa del 240%. Hace dos meses, un compatriota radicado en Tampa, hizo una factura de comida que le alcanzara para un mes a su familia en La Habana. Le cobraron 840 dólares. “Si el gobierno autorizara a enviar comida directamente desde Miami, me hubiera ahorrado casi la mitad. Después mis parientes me dijeron que el costo de los alimentos recibidos, comparado con los precios en las tiendas por divisas, era dos veces más caro”.

Hay firmas, como Katapulk, con precios más bajos. Oferta desde carne de res y de cerdo, camarones, pescado fresco, calamares y embutidos hasta leche, helado de chocolate y cerveza Cristal. Algunos de esos productos no se venden en la red de tiendas nacionales, ni en dólares ni en pesos. Diario Las Américas contactó con un representante de Katapulk para conocer el origen de la firma. “Es información clasificada”, dijo.

Consultado al respecto, el antiguo funcionario de CIMEX explicó que “ese tipo de negocios son auténticos chiringuitos creados por un sector del empresariado militar o parientes de pesos pesados del gobierno. Su misión es recaudar dólares y luego guardarlos en cuentas ubicadas en paraísos fiscales”. Si un cubano residente en la Isla quiere comprar al cash o con una tarjeta MLC (moneda libremente convertible), implementada por el régimen para sus tiendas en divisas, Katapulk no lo permite. “Solo aceptamos tarjetas Visa, Mastercard, American Express, Discover o de cualquier otro banco foráneo”, respondió vía WhatsApp el representante de Katapulk. En cambio sí aceptan pagar desde la Isla con esas tarjetas de crédito.

¿Y por qué los cubanos con acceso al dólar no pueden comprar directamente desde su propio país? El ex funcionario de CIMEX aclara que esas firmas trabajan para otros operadores. “Es el mismo dólar, pero el de las tarjetas MLC supuestamente va al Banco Central de Cuba y el dinero de estos negocios termina en una cuenta en el exterior a nombre de una compañía fantasma administrada por una empresa militar o un cacique que viste de guayabera”.

Dos analistas consultados opinan que la llamada Tarea Ordenamiento, que incluye una subida considerable de los precios minoristas, está diseñada para atraer la mayor cantidad posible de dólares, euros y otras divisas de los cubanos radicados en otros países. La ecuación básica sería: costear la revolución «de los humildes, por los humildes y para los humildes» proclamada por Fidel Castro hace 60 años, con el dinero de los ‘gusanos’.

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lunes, 25 de enero de 2021

La Cuba del futuro (formateando mentes).

Por Carlos Lechuga.

La Habana. Cuba.

He cogido tremendo insulto con mi socia Alicia porque acaba de llegar de Dinamarca y lo único que hace es hablarme mal de los cubanos que estamos acá, de los que todavía permanecemos en este raro lugar. Alicia, como se imaginarán también es cubana, está cerca de los 40 años y hace un tiempo decidió que tenía que irse huyendo porque este no era país para criar un muchacho. Alicia quería tener control total, o, por lo menos, mantener bajo la lupa la educación de su bebé. Según ella, aquí todo plan y esfuerzo por lograr una buena crianza es por gusto, porque, a fin de cuentas, el hijo te va a coger la calle, la escuela y como los niños son esponjitas, absorben lo malo y después es más difícil salir a flote.

Entre rones, mi amiga me comenta que a las pocas horas de aterrizar fue a visitar a dos o tres amigos en común, cubanos y cubanas que como yo viven acá, y que por supuesto no pararon de hablar de lo cara que está la comida y del trabajo que se pasa para conseguir algo. Mi socia me abre los ojos y me dice: «Hay que formatearle el disco duro mental a todo el mundo. La gente está muy mal.» Yo muevo la cabeza diciendo que sí y me tomo otro ron.

Mi amiga se niega a seguir haciendo visitas. No quiere que la depriman. No está para esa cantaleta. Todo el mundo habla de lo mismo. No hay otro tema. No hay nada enaltecedor. Nada que te «eleve», me dice y mueve los brazos.

Ella sigue hablando y hablando y cae en mis textos. Ha leído algunos y me pide de favor que pase a otra etapa. Ya no quiere escuchar más nada de miseria, de necesidad, de falta de alimentos, de sexo. No quiere saber más nada de esta Cuba. Ya es hora de empezar a contar la Cuba del futuro.

Aquello me movió. ¿Contar la Cuba del futuro? ¿Cómo se hace eso? ¿Cuál es el futuro de la isla? Alicia sigue con su teoría loca y me dice que aquí a todos nos han follado, nos han cogido en cuatro, pero también, y lo que es peor, nos han follado la cabeza. En esta olla de presión es imposible pensar en otra cosa que no sea el precio de la bola de helado de Coppelia, cada cuánto tiempo pasa el nuevo rutero, o quién es el último de la cola y si hay tickets.

Prendo un tabaco, me pongo a mirar las vistas de la ventana y escucho cómo me habla de lo fácil que es quedar con un grupo de amigos (afuera), tomarse unos vinos, conversar de algún libro, una película, un viaje, un nuevo diseño. Me habla de que las niñas y los niños allá si se visten como niñas y niños y no andan en esa vulgaridad del bailoteo sexual del reguetón y el perreo.  En el fondo le doy la razón, la mayoría de mis amigos se han ido, como ella, o simplemente no tienen tiempo para nada. Hay que sobrevivir. Cuando nos vemos siempre terminamos angustiados hablando del futuro, de la vejez, de la falta de todo. Reunirse acá se ha hecho difícil, tortuoso. Acabas quemado.

Alicia me habla de un millón de posibilidades de becas y cursos. Quiere ayudarme. Tengo que acabar de escapar. Le discuto. Tengo 38 años, ¿A dónde me voy a ir a estudiar?, ¿de qué voy a vivir? Mi amiga lo hace con buenas intenciones. Me menciona lo bien que le va a toda la gente que está afuera. Gente que conocemos, gente cercana. Le empiezo a mirar el cuello y bajo por su pecho. Tiene un escote abierto. Unos pechos hermosos. Bajo la mirada y disimulo con el vaso para que no me vea. Le detallo la cinturita y unas caderas amplias que llevan a un par de muslones. Dios, me doy cuenta que tiene razón, hay que formatearme el disco duro.

Vuelvo a pensar en la Cuba del futuro. Quizá la Cuba del futuro no tiene nada que ver con la isla. Quizá esté compuesta por toda la gente inteligente que se ha ido, que ha podido coger un aire y ha ordenado un poco más la cabeza y que ha dejado afuera toda la información tóxica de haber nacido aquí.

Cada vez que alguien quiere construir algo nuevo, algo mejor, los de acá no nos sumamos. Nos vence el desánimo, la apatía. A veces no es siquiera el miedo a la represión. Es peor. A veces es solo eso, cansancio. No es para menos, no la hemos tenido fácil. Las palabras «justicia», «derechos», «crecimiento» suenan muy bonitas, pero muchos no tenemos ni la posibilidad de llegar a esa primera conversación. Hay que pensar en pagar las cuentas a fin de mes. ¿Cómo te vas a mover, dónde vas a conseguir un muslo de pollo? En ese sentido estamos achicharrados. ¿Cómo vamos a pensar en la nueva Cuba?

Dice Alicia que ella está segura de que a principios de la revolución los dirigentes se dieron cuenta de que había que entretener al pueblo para evitar otra revuelta. Por eso, teniendo la posibilidad de que el transporte urbano pasara cada cuatro minutos, inventaron un plan macabro para que pasara cada una hora. La vida de la gente se hizo más lenta, el tiempo se volvió una melaza. Luego pusieron difícil conseguir alimentos, así no podíamos pensar en más nada. Según ella, estamos como estamos porque es la mejor manera de dominarnos como ganado menor que somos.

Me echo a reír y le doy la razón. Ahora pongo el vaso en la mesa y sí la miro con ganas, sin ninguna pena. La quiero agarrar, tirarla en esa cama inmensa y darle duro. Morderla. Sentir su olorcito de afuera. Seguro que hace rato no se viene como toca. Me vuelvo a detener. Pienso que los cubanos somos unos creídos. Que mis calzoncillos están llenos de huecos. Que hace rato no choco con proteína dura. ¿Por qué nos creeremos tantas cosas? Hambre y gritería. Somos los mejores. Estamos en el medio de la mierda y creemos que somos algo. Locura total.

Me sirvo otro ron y Alicia habla de su felicidad. Se lleva dos perritos para Copenhague. Dos perritos cubanos, que unas tías de Ciego se los están cuidando. Alicia no para de describir su casa de allá, sus espacios. Lo feliz que va a estar su hijo. La manera en que la despierta la luz. El calor en la piel del sol de verano.  Esa conversación tan sencilla la extrañaba. Hablar de cosas inmateriales, de sensaciones. Algo más sutil, menos violento. Cuba es un país muy violento. No hay espacio para nada más.

Voy a por todas y le digo: «Alicia, mi amor, vamos a singar, anda. Te voy a dar una mamadita de bollo como la que ningún europeo te ha dado en tu vida». Alicia se echa a reír, se levanta, me agarra, me da un abrazo y me dice: «Coño, Carlos, ya casi no te quedan amigos, aprovéchame, no la eches a perder». Asiento. Se me baja el rabo.

Alicia atraviesa el salón y regresa con unos libros para mí, un dinero y una laptop. Me dice que me va a ayudar. No puedo perder mi talento acá. Le agradezco. No me siento nada bien. No tengo ganas de que nadie me ayude.

Bajo las escaleras. Me detengo en un kiosco y con el dinerito me compro una botella de ron. A veces la gente no quiere ni ser salvada. A veces no aceptamos la ayuda. Camino, empinándome, el litro y trato de pensar en becas, en libros nuevos, en cosas «enaltecedoras» Pero mi cabeza solo piensa dos cosas: a quién voy a llamar para singar y cómo voy a conseguir el pollo del mañana.

Hay que formatear a mucha gente, empezando por uno mismo, solo si queremos que la Cuba del futuro no empiece en el 2099. Just saying.

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sábado, 23 de enero de 2021

La nueva versión de la historia en Cuba.

Por Martha Beatriz Roque Cabello.

Cuba y su historia, más Fidel Castro.

Hace algunos años corrió por las redes un video que mostraba la ignorancia sobre la historia y la geografía de algunas personas en Cuba. Una de las más graciosas -si se pudiera decir que algo tan bochornoso cause gracia- fue una maestra que daba clases en un preescolar, a quien le preguntaron de qué provincia era Maceo y no lo supo decir, a lo que respondió: “lo mío son las feméride (efemérides)”. ¡Pobres niños con ese mal comienzo!

Pero hace apenas un mes el debate de unas estudiantes de Secundaria Básica se llevó el trofeo al “desconocimiento histórico”. Las adolescentes, al parecer de séptimo grado, estaban en uniforme, escondidas detrás de una columna y fumando. Allí discutían de un trabajo práctico o algo así, y una afirmaba que Martí había ido a Santiago de Cuba para dirigir el Asalto al Moncada. Las otras le rebatieron, a lo que ella contestó: “¿Y cómo fue el autor intelectual?”.

Estas dos anécdotas pueden dar una idea del desconocimiento de la historia en Cuba, y no solo de los estudiantes, sino también de personas graduadas con títulos universitarios, incapaces de situar en tiempo y espacio muchos hechos relevantes de las guerras de independencia de nuestro país.

Si usted pone atención a las figuras estampadas en los billetes de pesos cubanos que ahora circulan hasta la denominación de 1.000 se percatará de lo irrespetuosos que han sido hasta con los mártires. Entre el billete de un peso y el de cinco apareció el de 3 pesos, con la imagen del Che, convirtiéndolo en una figura más importante que algunos de los que lucharon en las guerras de independencia. Entre la denominación de 10 y 50 está la de 20, con Camilo Cienfuegos. La de 200 muestra a Frank País, antes que a Ignacio Agramonte, que es el billete de 500. Y por último, el billete de mil tiene el retrato de Julio Antonio Mella.

Como se puede apreciar, el régimen ha querido convertir en personajes de mayor importancia histórica a algunos que no tuvieron participación en la independencia de Cuba de la metrópoli española, y de esa forma tergiversan los hechos.

El grupo contestatario “Compromiso Democrático” pretende, dentro de sus líneas de trabajo, colocar en diferentes lugares del país pensamientos de José Martí y de otros destacados luchadores de las guerras del Siglo XIX. Pero esto resulta inadmisible para la dictadura, ya que en estos pensamientos se difunden las inclinaciones democráticas del Apóstol, que no tienen nada que ver con el “antimperialismo” que quieren venderle al mundo, y con el que embuten el cerebro de los estudiantes. Cada vez que detectan un disidente con octavillas con cualquier tipo de pensamiento los arrestan, les hacen Actas de Advertencias y en algunos casos hasta los multan.

El próximo 28 de enero es el aniversario del nacimiento de José Julián Martí Pérez, algunos niños lo asocian a la casita de la calle Paula, lugar donde hace algún tiempo los llevaban ese día. Las condiciones económicas ya no permiten el traslado de los estudiantes de la capital a tan histórico lugar. Sin embargo, en las calles Prado y Cárcel hay un monumento al Apóstol que contiene una réplica de cuatro celdas bartolinas y la capilla de la Real Cárcel de La Habana, donde cumplió prisión a los 16 años.

Estos restos permanecen allí gracias al primer historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring. En ese lugar fue internado Martí el 4 de abril de 1870, con el número de recluso 113, por el delito de infidencia, y a pesar de su corta edad fue condenado a 6 años de trabajo forzado.

Aunque los restos de esta prisión permanecen allí como monumento y un lugar de interés histórico, no todos los que pasan por el Parque de los Enamorados saben su significado.

Cuando Cuba alcance la democracia hay que escribir de nuevo la historia, tomando como base los antiguos libros de texto que narraban la verdadera situación de los que combatieron por la libertad de la nación.

También sería bueno que otros grupos trasladaran a la sociedad el pensamiento martiano como lo hace Compromiso Democrático, sería una forma de dignificar el natalicio del Apóstol en su 168 aniversario, a pesar de que la dictadura hostiga sin piedad a todo el que quiere difundir sus ideas fuera de los cánones establecidos.

Está demostrado que cuando en Cuba se quiere hacer algo de forma masiva se puede hacer, y en estos días está el ejemplo del apagón al Noticiero Nacional de Televisión de las 8 de la noche. Si usted camina por las calles de la capital son pocas las casas que tienen encendido el televisor en ese momento en el que se transmite lo que el pueblo ha dado por llamar “el menticiero”.

No se puede dejar a un lado uno de los pensamientos más cortos de Martí, pero también de los más conocidos: “Honrar, Honra”.

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viernes, 22 de enero de 2021

Allende, el suicidio y la posverdad.

Por Rafael Rojas.

Beatriz Allende habla en el homenaje póstumo a su padre en La Habana el 28 de septiembre de 1973.

En "Beatriz Allende. A Revolutionary Life in Cold War Latin America" (University of North Carolina Press, 2020), Tanya Harmer se detiene en una escena que resume la disputa por el relato de la Guerra Fría latinoamericana. Luego del brutal golpe de Estado contra Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, la familia del presidente partió al exilio. Hortensia Bussi, viuda del socialista derrocado, e Isabel, la hija menor, se establecieron en México. Beatriz, la más cercana a su padre, y Miria Contreras (la Paya), amante y secretaria particular de Allende, se radicaron en La Habana.

Cuenta Harmer que en las semanas que siguieron al golpe se estableció una sutil rivalidad entre el México de Luis Echeverría y la Cuba de Fidel Castro por las honras fúnebres de Allende. La Habana se impuso rápidamente, al organizar una gran conmemoración el 28 de septiembre de 1973, aprovechando el aniversario de la creación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). La historiadora de la London School of Economics dice que, inicialmente, Hortensia Bussi no quería viajar a La Habana por desconfianzas o recelos, además de su natural enojo por la presencia de Contreras, pero sus hijas la convencieron.

Dice Harmer que una primera prueba para Beatriz, embarazada de su segundo hijo, en La Habana, fue enfrentarse a la versión oficial cubana de que su padre había muerto en combate. La tesis había sido sostenida poco después del ataque a la Moneda por Luis Renato González Córdoba (Eladio) y otros militantes chilenos y cubanos, pertenecientes al Grupo de Amigos Personales (GAP), una suerte de guardia presidencial creada por el gobierno de la isla. Cuando Beatriz le aseguró a Fidel que la información que disponía la familia apuntaba al suicidio, el mandatario no se inmutó.

El libro de Harmer sugiere que la tesis de que Allende había sido abatido se construyó en las horas posteriores al golpe por los aparatos de inteligencia cubanos. El objetivo de esa construcción mediática era desmentir la versión de la muerte de Allende, que comenzaba a manejar la dictadura de Pinochet, pero también eludir cualquier valoración ennoblecedora del suicidio. La estigmatización del suicidio, propia de la ideología y la psiquiatría oficial soviética y cubana, se proyectaba en aquel rápido montaje de una narrativa con todos los elementos de lo que hoy llamamos “posverdad”.

En la documentación privada, consultada por Harmer, hay elementos para sostener, como hace la historiadora, que Beatriz y su madre aceptaron a regañadientes el relato oficial cubano de la muerte de Allende. Ese relato comenzó a autorizarse desde el discurso de Fidel Castro, aquel 28 de septiembre. Luego de negar que la llegada al poder de Unidad Popular significase “el triunfo de una Revolución”, en contra de lo que el propio Allende argumentaba, una y otra vez, Fidel narró con lujo de detalles la caída del presidente chileno: un primer disparo en el estómago lo hizo inclinarse de dolor, un segundo en el pecho lo derribó y luego “ya moribundo fue acribillado a balazos”.

Gabriel García Márquez, en su libro Chile, el golpe y los gringos (1974), dio rienda suelta a la ficción. Allende, según el escritor, había muerto en un intercambio de disparos con los golpistas. “En un rito de casta”, los militares pinochetistas habían disparado en masa sobre su cuerpo. Ya muerto, según García Márquez, un oficial le había destrozado la cara con la culata del fusil. De acuerdo con la exhumación y la autopsia realizadas en 2011, la cabeza de Allende estaba destrozada porque se disparó con un fusil automático en el mentón.

En La novela como historia (2018), Eduardo Posada Carbó se ha ocupado del peso de la ficción en los apuntes históricos y la obra periodística de García Márquez. Aquel gusto por la hipérbole y la distorsión era compartido por su gran amigo Fidel Castro. No sólo las novelas, también las memorias y no pocas piezas periodísticas de García Márquez estaban plagadas de invenciones sobre las guerras civiles del siglo XIX, la “matanza de las bananeras” de 1928, el Bogotazo, las guerrillas o el narcotráfico.

Beatriz Allende junto a su padre.

Lo que se desprende de la investigación de Harmer es que el relato oficial de la muerte de Allende fue construido a sabiendas de que era falso. El suicidio, con tantos célebres antecedentes en la tradición republicana antigua y moderna y que en Chile remitía a una figura por la que Allende no ocultaba su admiración, José Manuel Balmaceda, no era para el socialista chileno ese acto de cobardía o debilidad que diagnosticaba el machismo soviético y cubano.

Beatriz Allende, que en el libro de Harmer aparece como una víctima de ese machismo en varios sentidos, también optó por el suicidio. Su abuelo materno y su padre habían sido suicidas; ella también lo sería. Su padre se había matado con el AK que le regaló Fidel Castro; ella con la Uzi que también le regaló Fidel Castro. Al día siguiente, 12 de octubre de 1977, Granma dio la noticia asegurando que la joven Allende, “víctima del fascismo”, había tomado una “decisión errónea”.

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jueves, 21 de enero de 2021

Sobre la subversión ideológica: cómo se ha fabricado nuestro mundo.

Por Eduardo Arroyo.

Parte 1

Parte 2

Al hilo de lo expuesto en esta misma columna la semana anterior acerca de la manera en que se subvierte un país, me viene a la memoria una entrevista realizada por un antiguo oficial del KGB soviético, que se hizo famoso allá por los años 80 hablando de la "subversión ideológica". El mencionado oficial atendía por el nombre de Yuri Bezmenov pero su verdadero nombre era Thomas David Schuman y nació en la URSS en 1939. Su trabajo en la agencia de noticias comunista Novosti le permitía dedicarse a sus tareas como espía de la URSS en los EEUU. La cuestión no es que espiara sino que, como contó a Ed Griffin en 1984, su tarea no tenía nada que ver con el espionaje. La "subversión ideológica" era algo mucho más complejo que, en su opinión, de acuerdo con la información aportada por otros espías del KGB de su mismo calibre, también desertores en Occidente, acaparaba más del 80% de los recursos del KGB, algo muy distante de las tareas de inteligencia a lo James Bond.

¿En qué consistía la "subversión ideológica"? Se trataba de un proceso lento consistente en "transformar la percepción de la realidad de cada norteamericano de modo que, prescindiendo de la abundancia de información, nadie fuera capaz de alcanzar conclusiones significativas interesantes para la defensa de sí mismos, sus familias, su comunidad y su país". Schuman añadía que se trataba de "un gran lavado de cerebro que procede lentamente y que se divide en cuatro fases". La primera de ellas es la "desmoralización", que dura entre 15 y 20 años porque este lapso de tiempo es el mínimo requerido para educar a una generación de estudiantes en el territorio enemigo, de manera que la "ideología marxista leninista es insuflada en el interior de los maleables cerebros (soft heads) de por lo menos tres generaciones de estudiantes… sin que sea contrarrestada por los valores americanos básicos".

El resultado es una generación de intelectuales que "están programados para pensar y reaccionar a ciertos estímulos de acuerdo con un cierto patrón. No puedes cambiar su mentalidad incluso si les presentas información auténtica. Incluso cuando les demuestras que el blanco es blanco y el negro es negro, tampoco puedes cambiar la percepción básica y la lógica del comportamiento". Para una persona sometida al proceso "desmoralizador", "la exposición a información auténtica ya no importa" porque por que el sujeto "es incapaz de valorar la información verdadera… los hechos no significan nada para él incluso si recibiera una ducha de información con pruebas auténticas, con documentales y fotos… él rehusará creerlo. Esta es la tragedia de la situación de desmoralización".

Llegados a este punto el proceso de "desmoralización es irreversible" y se necesitan otros 15 o 20 años para educar a otra generación en un sentido opuesto. Según Schuman (a) Bezmenov, el proceso de desmoralización había finalizado a mediados de los años 80 en los EEUU y había alcanzado, gracias a la "perdida de estándares morales", esferas que ni siquiera el por entonces director del KGB Yuri Andropov y sus expertos hubieran podido sospechar.

El paso siguiente es la "desestabilización", otro proceso de entre 2 y 5 años de duración, que afecta básicamente a la economía, las relaciones exteriores y la defensa. Bezmenov o Schuman, como se quiera, se asombra de la enorme influencia que alcanzaban por aquél entonces las ideas marxistas en los EEUU y es aquí donde su profecía verdaderamente truena: "La mayoría de los políticos americanos, periodistas y educadores enseñan a otra generación de gente que creen que viven una época de paz. Falso. Los EEUU se hallan en estado de guerra, una guerra no declarada y total contra los principios básicos y fundadores de su sistema. Y el que ha iniciado esta guerra no es el camarada Andropov, por supuesto, sino el sistema".

Finalmente, en la fase siguiente de "crisis", que se prolonga por un período de unos 2 o 3 meses, se alteran de manera crítica la concepción y la propia situación de relaciones económicas, de política exterior o de defensa. En opinión del experto soviético, puede llevar el tiempo señalado conducir a un país a la "crisis", pero ésta desemboca finalmente en la última fase de "normalización", un cínico concepto acuñado por la propaganda comunista cuando el aplastamiento de Checoslovaquia por los tanques, que puede durar indefinidamente y que hace que una situación que violenta radicalmente los intereses y la propia supervivencia de un país se enquiste como si fuera algo "normal".

Es posible que el entrevistador de Schuman-Bezmenov fuera una persona controvertida e incluso dudosa. G. Edward Griffin era miembro de la John Birch Society, una organización de "extrema derecha" a la que se culpó del mismísimo asesinato de JFK, pero ese tipo de descalificación es irrelevante para un espíritu crítico sensato porque lo que de verdad importa es si lo expuesto por

Schuman era o no cierto y si el KGB llegó a poner a punto técnicas para actuar a largo plazo, sobre generaciones enteras.

A nuestro juicio no es de extrañar. Quienes vimos por aquellas fechas la propaganda "pacifista" que solicitaba abiertamente el "desarme unilateral" de Occidente y pedía el desmantelamiento de los misiles Pershing mientras Europa era apuntada por infinidad de misiles balísticos SS-20, no podemos dejar de pensar que Schuman tenía razón. Además, observe ahora el lector crítico e inteligente –o sea, los que no leen prensa- y desmenuce este proceso tetrafásico para intentar explicar cómo se ha transformado la realidad española a golpe de "desmoralización" y subsiguientes. ¿Es que hay un agente del KGB debajo de la cama? Sin duda no. Pero sí que existen varias generaciones de personas educadas por la propaganda prosoviética y marxista en los 60 y 70 que ocupan ahora cargos respetables, sin rendir en absoluto cuentas de su pasado oscuro. Además, posiblemente este proceso de "desmoralización" sea el mejor que pueda idearse para transformar la mentalidad de una sociedad al punto de que llegue a aplaudir todo lo que le envenena, mina y reconcome hasta su destrucción.

Es posible que los plazos aquí expuestos deban modificarse y matizarse pero sin duda cuestiones como el invierno demográfico, la inmigración masiva, el aborto, el capitalismo global, la desmoralización absoluta o todo lo que fomenta el odio al propio país han llegado por medio de estrategias muy parecidas a las que aquí describe Bezmenov. La "memoria histérica" o la "educación para la majadería" que propone el gobierno son ejemplos paradigmáticos de técnicas soviéticas de educación de la población general. Sirva este modesto artículo para poner en guardia a nuestros compatriotas de qué es lo que realmente nuestro país enfrenta.

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Negocios privados intentan sobrevivir en Cuba.

Por Iván García.

El eco de los tacones de una joven que entró del brazo con un hombre a una paladar en la barriada habanera de La Víbora, resonó sobre el pulido piso de granito y provocó que los dependientes regresaran a sus puestos de trabajo. Cuando la pareja llegó al salón del restaurante privado, la pianista empezó a tocar los acordes de La vie en rose, canción inmortalizada por la francesa Edith Piaff. Enseguida, el cantinero se acomodó su pajarita, los cocineros dejaron de jugar con sus teléfonos inteligentes y una sonriente camarera se acercó y les mostró la carta.

Pero la pareja, luego de ver el menú y los altos precios, dio media vuelta y se marchó. El dueño de la paladar bajó la cabeza resignado y los empleados volvieron al cotilleo y a chatear en las redes sociales. En la última semana, los únicos clientes habían sido tres amigos que se sentaron en la barra del bar a tomar cerveza mientras veían un partido de la liga española de fútbol. Cuenta el propietario que desde 2019 ha tenido pérdidas considerables.

“Familiares y amistades no estuvieron de acuerdo que abriera la paladar en La Víbora, fuera del circuito turístico de la capital. Por tradición, a la gente que vive en la periferia de La Habana, le gusta ir a pasear y comer al centro de la ciudad o a barrios elegantes como Vedado o Miramar. Tampoco invertí tanto dinero por capricho. Hice un estudio de mercado y me pareció que el proyecto podría salir adelante. En la zona vendían comida criolla y pizzas, había cafeterías, bares y paladares baratas. Treinta mil dólares, que obtuve por la venta de un automóvil, lo invertí en reformar una casona y transformarla en un restaurante de lujo. Lo abrí en 2013 y arrancó lento. Pero después aumentó muchísimo la clientela. Si la gastronomía es de primera, no importa la ubicación de un restaurante particular”, precisa el dueño.

Parece que ha pasado mucho tiempo desde aquel 17 de diciembre de 2014, cuando Barack Obama y el dictador Raúl Castro saltaron de sus trincheras cavadas durante la Guerra Fría y restablecieron relaciones diplomáticas. Entonces Cuba se puso de moda. Los cruceros atracaban a diario en el Puerto de La Habana y en 2018 casi 5 millones de turistas visitaron la isla, entre ellos más de 600 mil estadounidense, que asombrados recorrían ciudades cubanas, en particular la capital, sin publicidad comercial, malas conexiones a internet, decenas de edificios en ruinas, pero que todavía conservaba una valiosa arquitectura. Además de buen clima, gente cordial y niños pidiendo chicles, pero sin secuestros ni asaltos a los turistas, salvo contados casos.

Los visitantes llegaban a un país sin libertades políticas, pero con miles ciudadanos creativos, obligados por la pobreza socializada. Juan Carlos, chofer de un Chevrolet descapotable, con pesimismo recuerda que “en esa etapa tu dabas una patada en el suelo y aparecían decenas de turistas, muchos americanos, para rentar el auto. Hice bastante dinero. Creo que esos tiempos nunca volverán”.

Desde su surgimiento, los cuentapropistas han sido sospechosos habituales de un régimen de corta y clava, donde generar riquezas es síntoma de debilidad ideológica o un rezago pequeño burgués. La autocracia verde olivo los ha aceptado a regañadientes, bajo un control riguroso y la cuchilla fiscal afilada. No se les permite tener varios negocios y si suman ceros a sus cuentas bancarias, corren el riesgo de ser detenidos y procesados.

“No exagero, de 1959 a la fecha, el gobierno nos ha visto como presuntos delincuentes. A la primera van con todo pa’arriba de nosotros. En teoría, los trabajadores particulares no debiéramos prosperar, debido a los altos impuestos y poe no existir un mercado mayorista, entre otras causas. Pero nos escapamos al diablo por debajo de la mesa”, comenta Saúl, dueño de dos camiones, cuatro autos y dos jeeps utilizados en transportar pasajeros.

El cuarto acápite de los Lineamientos Económicos, una especie de biblia doctrinal por la que se rige el régimen, abiertamente expresa que en Cuba no se permitirá acumulación de capital de ninguna persona o negocio privado. Alexander, propietario de una cafetería, y su esposa Marta, al frente de una peluquería, señalan que “aprovechando la corrupción de la mayor parte de los inspectores estatales, utilizando doble contabilidad, brindando un servicio personalizado y de calidad marcábamos la diferencia. Sin contar que pagábamos mejores salarios que el Estado”.

Era la época de las vacas gordas de los particulares. Usted recorría La Habana de noche y la mayoría de los paladares y bares privados estaban cerrados por capacidad. Los habaneros preferían cenar o tomarse unas cervezas en negocios dos o tres veces más caros. Se entiende. La gastronomía estatal era un antro. Diez meseros desocupados charlando boberías y usted como un tonto haciendo señas sin que nadie le haga caso. Te trataban como un perro, la comida era un bodrio y por lo general los aires acondicionados estaban rotos.

El presidente designado, Miguel Mario Díaz-Canel, se preguntaba en público por qué los centros gastronómicos estatales no podían tener la misma cultura del detalle que los privados. La respuesta era simple: el sentido de la pertenencia, Díaz-Canel. Pero el régimen sigue delirando y desempolvando los inservibles manuales marxistas. Antes de que llegara la Tarea Ordenamiento, que más que un disparate económico se antoja un haraquiri político, en Cuba había aterrizado, procedente de Wuhan, China, el terrible coronavirus.

Eso fue en marzo. El confinamiento, cierre de fronteras y agudización de la crisis económica, se conjugaron para asestarle un golpe demoledor a los negocios privados. Con un alarmante desabastecimiento en todo el país, precios de los alimentos que se multiplicaron por cuatro en el mercado negro y el cierre de bares y locales nocturnos, los negocios más boyantes como gastronomía, hostelería, taxis, peluquerías y gimnasios sufrieron afectaciones severas. En los diez meses que lleva la pandemia, el régimen no ha concedido ninguna ayuda financiera a los particulares. Sin embargo, a las descapitalizadas empresas estatales, que generan pérdidas millonarias, el Estado les asignó 18.000 mil millones de pesos. En un año, un 40 por ciento de los cuentapropistas han entregado sus licencias. De los 625 mil existentes, la cifra ha bajado a poco más de 400 mil.

Oneida piensa probar suerte otra vez, pero no en un paladar. “Cualquier restaurante que se respete tiene que tener una carta con veinte o treinta platos, algo que se dificulta mucho por la escasez de alimentos. Quiero abrir una cafetería sin grandes pretensiones, vendiendo empanadas de guayaba, pan con mayonesa y refresco instantáneo. Subieron los salarios, pero nadie está dispuesto a pagar una comida que te cueste dos mil o tres mil pesos. Y para ser rentable, hay que tener en cuenta que debido al tarifazo eléctrico y los elevados costos de los alimentos, los precios se dispararán”.

Guillermo, dueño de una casa que alquila habitaciones, considera que las secuelas del Covid-19 se pueden superar, que en algún momento los índices económicos volverán a la normalidad y regresarán los turistas. «Pero el gran problema de Cuba es la competencia desleal del gobierno. Les molestamos. Y de un manotazo nos apartan, divulgando en la prensa redadas policiales contra emprendedores privados o afirmando que ponemos precios abusivos, cuando ha sido el Estado el que ha impuesto precios entre cinco y quince veces más altos. Nosotros solo podemos triplicar los precios, de lo contrario violamos la ley. El Estado no se esconde. Privilegia a las empresas estatales”.

Yoel, propietario de una cafetería, considera que la Tarea Ordenamiento y la feroz crisis económica, afectan a los negocios privados más rentables. “El plan del gobierno es sepultarnos utilizando tácticas financieras. Al no poder pagar los mismos salarios, pues nosotros pagamos según los rendimientos, muchos de los empleados privados se irán. Su estrategia es que el desabastecimiento y los precios topados que nos quieren imponer nos obliguen a cerrar. Los pocos negocios privados que quedaran en el futuro, serán los de llenar fosforeras y arreglar zapatos o sombrillas”.

Osmany, dueño de un negocio que repara equipos informáticos, piensa que el “régimen está aprovechando la actual coyuntura para liquidarnos. O al menos menguarnos económicamente. No les interesa impulsar las PYMES, de la cual han hablado, pero no han creado un marco jurídico”. Remberto, propietario de una paladar, tampoco es muy optimista. “Superar este golpe va ser complejo, porque a la pandemia y la crisis económica se suma una maniobra solapada del Estado para minimizar el trabajo por iniciativa propia”.

Si en algo coinciden los dueños de negocios particulares, es que el experimento del gobierno de otorgarle protagonismo a las empresas y servicios estatales está condenado al fracaso, por la mala calidad de su oferta y su servicio. Nunca funcionaron. Ahora no tiene por qué ser diferente.

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martes, 19 de enero de 2021

Disculpa masiva.

Por Candace Owens.

Ahora que el FBI ha anunciado públicamente que la ′′ insurgencia ′′ en el Capitolio de los EE. UU. fue un ataque pre-planeado, TODOS LOS MIEMBROS del CONGRESO (todos los demócratas y algunos republicanos), que participaron en esa farsa de una acusación ayer le deben al presidente Trump & Su familia, 75 millones de partidarios patrióticos y 75 realmente todos los Estados Unidos una DISCULPA MASIVA!

Todos los millones de miembros vengativos y repugnantes de los medios de comunicación y las redes sociales que tomaron su iniciativa de Nancy Pelosi y los demócratas del Congreso y se presentaron ante el mundo y MENTIRA sobre los acontecimientos de ese día deberían estar realmente avergonzados!

Ahora se sabe que la policía del Capitolio tenía conocimiento previo de este ataque planeado, que les proporcionó el FBI en los días previos al enero. Evento 6 La Policía del Capitolio notificó apropiadamente al sargento del Congreso (que informa directamente a Pelosi), y en ese momento la Policía del Capitolio también solicitó presencia en NG. De hecho, CP pidió a Pelosi y al alcalde Bowser en numerosas ocasiones que llamaran a NG para recibir apoyo y fueron rechazados. Por qué? Según se informa, Pelosi, el alcalde de DC, Schumer y otros pensaron que los ′′ OPTICS SERÍAN MALOS "????

Pelosi y otros aparentemente sabían antes del ′′ ataque ′′ y parece que esta ′′ insurgencia ′′ y los trágicos acontecimientos que siguieron fueron usados por Pelosi y otros como sólo un último intento de los demócratas de DC para dañar el nombre del presidente Trump y Legado!

Ahora sabemos la razón por la que Pelosi se apresuró con esa falsa acusación, antes de que los hechos tuvieran tiempo para salir!

Los miembros del Congreso que se pararon y dijeron las cosas más viles  imaginables, en una audiencia pública, acerca de nuestro presidente mostró al mundo lo despreciables seres humanos que algunos estadounidenses pueden ser. Fue irresponsable de su parte precipitarse a juicio basado en hechos que aparentemente fueron diseñados / utilizados por Nancy Pelosi y otros demócratas en el Congreso en un intento de arruinar la vida de un estadounidense honesto y decente. Espero que paguen un precio serio, incluida la retirada del cargo. Los demócratas  en Estados Unidos se han convertido en personas muy peligrosas y el odio que esconden por aquellos que consideran que son ′′ débiles ′′ es como nada que yo haya visto antes. Su deseo por el poder está más allá de la comprensión.

Afortunadamente para los estadounidenses, sin embargo, las tácticas solapadas de los demócratas una vez más no han sido capaces de obtener lo mejor de Donald  J. Trump. De nuevo, en esta la última semana de su exitoso mandato, sale ganador una vez más!

Durante más de cuatro años, Pelosi, Schumer y los demócratas del DC han intentado una y otra vez ′′ conseguir ′′ a Donald Trump y derribarlo. Se ha visto obligado a soportar Investigaciones  que continuaron durante meses y meses, (costando millones no contados en dólares de los contribuyentes), dos acusaciones basadas en ′′ pruebas ′′ fabricadas junto con mentiras implacables y otros ′′ cargos ", pero mantiene su dignidad, sostiene Su cabeza en alto, y continúa saliendo todos los días y haciendo el trabajo que fue elegido para hacer. Nunca ha habido un presidente mejor que Donald J. Trump. Gracias, Señor, por restaurar la grandeza en América!

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Redistribución de ingresos en la Absurdia socialista.

Por José Azel.

"El Emperador de Absurdia", de Chris Riddell, es un libro para niños donde, en la extraña tierra de Absurdia, nada es lo que parece. Absurdia es una alegoría idónea para los absurdos desaciertos de la ideología socialista donde “Redistribución de Ingresos” es un príncipe venerado.

En Absurdia se nos enseña a interpretar de forma incorrecta las estadísticas. Sí, es cierto que en términos de categorías estadísticas, los ricos han tenido mayores incrementos en los ingresos y una proporción creciente de ellos. A consecuencia de esto se ha ampliado la fisura de ingresos entre los grupos de ingresos superiores e inferiores. Pero, como señaló el economista y columnista Thomas Sowell, esto confunde lo que sucede en las categorías estadísticas con lo que ocurre realmente contigo y conmigo como personas reales. Veamos:

En Absurdia se pretende interpretar inequívocamente la redistribución de ingresos en términos humanos cuando la información que se ofrece está dada en categorías estadísticas. De esta manera, se oculta lo que realmente sucede con las personas que, con el tiempo, pasan de una categoría a otra. Cuando estudiamos los datos que rastrean individuos específicos, como las declaraciones de impuestos, la imagen es bastante diferente.

Por ejemplo, en términos de personas y no de categorías estadísticas, esos contribuyentes que en 1996 clasificaban en el 20 por ciento inferior, aumentaron sus ingresos en un 91 por ciento para 2005.  Por otra parte, en esas mismas fechas,  las personas que clasificaban dentro del 20 por ciento superior aumentaron sus ingresos en solo un 10 por ciento. Estos datos humanos no se ajustan a la narrativa: “los ricos se están haciendo más ricos y los pobres más pobres”.

Estas interpretaciones estadísticas aparentemente conflictivas no tienen por qué ser un misterio. Es simplemente que, con el tiempo, las personas se mueven entre categorías estadísticas. Los contribuyentes en el segmento de ingresos más bajos en 1996 vieron duplicados sus ingresos en nueve años. Esto movió a muchos de ellos hacia arriba, fuera del quintil inferior. Los datos de la declaración de impuestos siguen a las personas, mientras que los datos de la Oficina del Censo siguen las categorías estadísticas, pero no son las mismas personas las que caen en esas categorías.

Lo que les sucede a las categorías de ingresos no es lo mismo que sucede a las personas. El profesor Sowell nos dice lo que debería ser obvio. La mayoría de nosotros comenzamos nuestras carreras laborales con salarios iniciales en el quintil estadístico inferior. Los trabajadores más jóvenes están representados desproporcionadamente en esta categoría de bajos ingresos. A medida que adquirimos más habilidades y experiencia, nuestros ingresos aumentan y pasamos a niveles de ingresos más altos.

Este es un patrón común, y estoy seguro de que cada uno de mis lectores puede, por experiencia personal, dar fe de su validez. Más de las tres cuartas partes de los trabajadores estadounidenses cuyos ingresos estaban en el 20 por ciento inferior en 1975 se habían trasladado al 40 por ciento superior de ingresos en 1991. Solo el cinco por ciento de los que inicialmente estaban en el 20 por ciento inferior todavía estaban allí en 1991. Debemos preocuparnos más por los ingresos reales de las personas que por las categorías de ingresos estadísticos.

Robert Nozick, en su libro de 1974 Anarquía, estado y utopía señala que las filosofías de la redistribución del ingreso son incompatibles con la libertad. Nuestras dotes naturales de talento no violan la ley y no violan los derechos de nadie. Para imponer cualquier patrón de distribución de ingresos, el gobierno socialista de Absurdia tiene necesariamente que interferir continuamente con nuestras libertades.

Nozick señala que el término mismo “distribución del ingreso” es una expresión prejuiciosa que implica que alguna fuerza (providencia, gobierno, sistema de mercado, etc.) cometió un error al distribuir el ingreso. Cuando se obtienen ingresos por medios injustos, claramente no tenemos derecho a ellos y se impone una rectificación. Pero si los ingresos se obtienen de manera justa, ¿cuál es exactamente el principio bajo el cual se redistribuirán esos ingresos justamente adquiridos?

Todos queremos vivir en una sociedad justa, pero una distribución del ingreso ordenada por el gobierno rompe la conexión ética entre lo que producimos y lo que consumimos. No se imparte la justicia siguiendo algún concepto distributivo artificial que desconecte los ingresos de la productividad. La justicia debe subrayar principios de cómo se produce la distribución del ingreso. La redistribución en Absurdia solo se puede lograr violando continuamente nuestras libertades. Y, como enseñó Immanuel Kant, el hombre es un fin en sí mismo y no un medio para uso de otros.

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lunes, 18 de enero de 2021

Cuba en “ordenamiento”: Tantas casualidades y torpezas nos vuelven suspicaces.

Por Ernesto Pérez Chang.

La tragedia que viven millones de cubanos es descomunal.

“Si no nos morimos de esta, entonces quedaremos locos”, me ha dicho alguien en la calle cuando hablábamos de lo único que comentan cubanas y cubanos por estos días: los precios abusivos, el hambre, los dólares que hay que luchar, la burla del “aumento salarial” y la estafa del “reordenamiento económico”.

Tan solo el trauma de ver los ahorros convertidos en humo les ha hecho olvidar lo que pasó con los huelguistas de San Isidro. Lo que diga Humberto López en el NTV les resbala; no les preocupan Trump, Biden ni Raúl Castro, tampoco si hay o habrá una vacuna contra el coronavirus o si WhatsApp, Facebook y Google venden o venderán algún día su “privacidad” a una compañía cualquiera, desconocida, que al final resulte ser una pantalla del Ministerio del Interior, en su afán de perpetuarse como el big brother orwelliano o, en su defecto, emular el sistema Pre-Crime de Minority Report. 

Puede ser que exagere, que delire, que me exceda en generalizaciones pero es que hoy la tragedia que vivimos los millones que hemos quedado prisioneros del “sistema” —más que de la insularidad— es descomunal, demencial, catastrófica y general. 

Sí, general, total. Porque, si es cierto que existe un grupito —ya sea a las sombras del poder o apuntalados por las remesas— a salvo de la hambruna, también lo es que nos adentramos todos, sin excepción, en el momento más incierto de los últimos 30 años. 

Un terreno de arenas movedizas donde pudiéramos estar asistiendo a los estertores finales de un régimen. Pero igual nadie sabe lo “bueno” o “malo” que habrá de sustituirlo, reemplazarlo, o si el caos actual, el momento de incertidumbre que vivimos, es apenas virulencia de una metamorfosis al estilo ruso, en donde el verde olivo de una casta cambiará definitivamente en ese otro tono de verde, mucho más seductor: el de la Reserva Federal. 

Al menos una cosa ha quedado clara en estos años de “camaleonismo revolucionario”, incluso anteriores a la caída del Muro de Berlín; y es que mientras los socios políticos y comerciales les aseguren perpetuarse en el poder, harán lo que tengan que hacer, no importa si se los pidiera el papa, la Unión Europea, los Estados Unidos, China o Rusia. Porque no renunciarán al sueño de “cambiar todo lo que deba ser cambiado”, es decir, de transformarse de militares a empresarios.

Lo cierto es que, tal como el régimen ha manejado los últimos acontecimientos, de modo tan contradictorio, pareciera que al menos una facción del propio poder se alista a dar el golpe final sobre el tablero de juego, echando al suelo todas las piezas, las blancas y las negras, incluidos “reyes” y “reinas”, en una especie de, llamémosle, “rebelión silenciosa de los alfiles”. 

Han sido demasiados “descuidos” y “torpezas” en tan breve tiempo para creer que en verdad lo son. O al menos serían el resultado de esas facciones que se enfrentan. Unas, aprovechando lo inevitable del cambio y acelerando la caída, mientras se aseguran como poder económico; otras, las más retrógradas, intentando a toda costa desviar la atención del principal asunto político echando mano a los recursos que conoce de toda la vida: desabastecimiento, miedo, silenciamientos, control policial. 

Así, me cuesta trabajo creer que haya sido “burrada” o “casualidad”, muchos menos “ingenuidad”, que el “reordenamiento” fuese iniciado precisamente en medio de la más importante crisis política provocada por un grupo opositor y, además, durante el vórtice de la pandemia. 

En cuanto a esta última, me continúa pareciendo extremadamente raro, rarísimo, que el aumento casi incontrolado de los casos de contagios por COVID-19 no hubiese sido previsto cuando se decidió la entrada masiva de extranjeros y cubanos residentes en el exterior sin exigírseles una prueba de PCR negativa previa al viaje, habiéndose desmontado los centros de aislamiento y, sobre todo, en medio de la promoción de actividades políticas multitudinarias por todo el país.

Un relajamiento de los protocolos sanitarios y de la vigilancia epidemiológica precisamente cuando los candidatos vacunales cubanos, para poder pasar a la tercera fase de prueba, necesitaban de una población con un alto índice de contagios. Fue precisamente por ese detalle de avanzar en los ensayos finales, además de garantizar la producción a gran escala de la vacuna, que debieron llegar a acuerdos con Irán, donde el número de enfermos era el ideal. 

O son demasiadas coincidencias o tanta “mala intención” que nos rodea me ha vuelto demasiado “suspicaz”.   

Pero, retornando al tema del extraño manejo de la crisis política, tampoco puede ser casualidad que los “antídotos” mediáticos empleados por el Partido Comunista hayan sido el aparente desatino de echarle más leña al fuego. Porque si se tratara de calmar los ánimos, lo más coherente con el usual modo de actuar del régimen durante más de medio siglo, hubiera sido no llamar la atención sobre una oposición y unos medios de prensa independientes cuyas existencia e importancia siempre han sido negadas.

Pero resulta muy interesante el hecho de que, casi a diario, ocupando prácticamente la totalidad del tiempo de la edición estelar del NTV, se reitere una letanía de nombres y rostros, incluso hasta se enfatice en cuáles son los medios de prensa y los perfiles en redes sociales donde hay que acudir a seguirlos y leerlos. 

Los resultados de tanta propaganda ya son verificables en el aumento del número de seguidores en Internet que han ganado esos “enemigos” tan solo en los últimos días.

Propaganda negativa, difamaciones pero, paradójicamente, promoción de la buena en tanto una parte significativa del público que sintoniza todas las noches el noticiero de televisión es, precisamente, la que conforma ese ejército creciente de afectados, decepcionados, desesperanzados, burlados, abandonados, disgustados, otrora “revolucionarios fieles”. Son los que no toleran más mentiras porque han descubierto que su realidad está mucho mejor reflejada en el paquete semanal y en Internet que en los medios de prensa oficialistas donde se intenta dibujar un país de las maravillas que no existe, que jamás existió más allá de las promesas.

Hoy en las redes sociales se verifica, sin confusión alguna, cuáles son las fuerzas que inclinan la balanza de la “popularidad”. Y no son precisamente las que durante más de 60 años, desde el poder, han apelado a un populismo que ahora, con las terapias de choque, se revela como elitismo rampante de un grupo mucho más preocupado por acumular dólares que por mantener las “gratuidades indebidas” que ayer fueran “conquistas de la Revolución”. 

A diferencia de lo que me señalan algunos amigos en nuestros acalorados debates, y hasta de lo que yo mismo he llegado a pensar en ocasiones, cada día me convenzo más de que no hay locuras, torpezas y casualidades en el modo de desarrollarse los acontecimientos de los últimos meses. 

Intuyo que lejos de ser artimañas de pescadores y grumetes, de amotinados que aspiran a tomar el barco teniendo como armas apenas la pasión, hay “capitanes” demasiado listos que, a resguardo del puente y sin soltar el timón, aprovechan las aguas revueltas para que entre las sacudidas del oleaje y el mareo que nubla el entendimiento, no veamos cuál es el verdadero rumbo que lleva la nave nacional.

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Ancianos cubanos son los grandes perdedores.

Por Iván García.

Anciano vendiendo mani y chiviricos.

La última vez que Olga Lidia, 76 años, maestra jubilada, se lavó la cabeza con champú fue hace catorce meses. Pero hace más tiempo aún que ella ni su esposo Ricardo, 78 años, también jubilado, no toma cafén auténtico, no el sucedáneo de pésima calidad que venden por la libreta de racionamiento. A falta de pasta dental, se cepillan los dientes con jabón de lavar. Algunas noches, después de ver la novela en la tele, se ponen hablar de comida.

«¿Qué quisieras comer?», él le pregunta. “Un bistec de res con papas frita”, ella responde. Cuando tienen hambre, tuestan pan viejo al que luego le añaden aceite, ajo y sal. Antes de ir a la cama, planifican lo que harán al día siguiente. Olga Lidia hará la cola a ver si alcanza pollo y Ricardo recorrerá los agromercados en busca de viandas, cebollas, vegetales y frutas.

Cuando usted le pregunta al matrimonio cuál es su mayor deseo, recibirán una respuesta concreta: “Que haya comida”. Pero su lista de aspiraciones es más larga. “No tener que hacer colas. Que no falten las medicinas y poder comprarlas con nuestras pensiones. Y que los precios no sigan subiendo”.

Los que peor están pasando la feroz crisis económica, un desabastecimiento generalizado y el estrafalario ordenamiento económico decretado por el régimen, son los cubanos de la tercera edad. La mayoría aplaudió a Fidel Castro. Se movilizaron para realizar jornadas de trabajo voluntario, no tuvieron miedo a que desapareciera la Isla del mapa durante la crisis de los misiles en octubre de 1962 y se fueron a misiones de guerra en África. Son los jubilados de la revolución. Los hombres y mujeres que el socialismo castrista les prometió un futuro luminoso.

Guillermo, 71 años, mueve la cabeza de un lado a otro cuando recuerda aquella etapa. “Lo que decía Fidel era sagrado. Nadie ponía en duda su palabra. Fui de los que creía que Cuba iba a producir más carne de res que Argentina, más leche que Suiza y más queso que Holanda. Al final todo fue mentira”, dice Guillermo, sentado en un silla de ruedas en la Calzada de Diez de Octubre. Sobrevive vendiendo baratijas. Es uno de los 184 mil ciudadanos que en el país reciben una magra pensión de la asistencia social. “Me daban una mierda. Ahora me la subieron a 770 pesos que no me alcanza ni para pagar la comida que le venden a los necesitados en los comedores del SAF (Servicio de Atención a la Familia)”.

Aunque los ancianos son los grandes perdedores de las tímidas reformas de Raúl Castro, la perenne crisis económica y el reordenamiento monetario, el resto de la población cubana se siente al límite. Norge, 50 años, emprendedor privado, cuando compara el Período Especial con la ‘situación coyuntural’ de Díaz-Canel, opina que la única ventaja de la actual crisis es que no han llegado los apagones. “El Período Especial fue gradual. Comenzó en 1989 y dos años después, en 1991, Fidel alardeó de estabilidad económica y organizó los Juegos Panamericanos en La Habana. Los años más duros fueron del 92 al 95. Pero esta crisis económica se me antoja más dura. Y solo estamos comenzando”.

Por primera vez, en las más de seis décadas de autocracia verde olivo, el descontento popular con medidas emprendidas por el gobierno es casi unánime. En la calle, en las colas, en los añejos taxis colectivos y en las redes sociales, los cubanos de a pie no disimulan su enojo.

Las críticas al gobierno son subidas de tono. La pandemia aceleró y empeoró la situación económica. En diez meses, los cubanos han tenido que cumplir confinamiento, hacer colas durante días para comprar comida y ver como se multiplican por cuatro o cinco los precios de alimentos, aseos y medicinas.

La llamada Tarea Ordenamiento, una estrategia del gobierno para aumentar la capacidad exportadora de sus empresas y aminorar los subsidios estatales, ha sido el detonante del descontento popular. El régimen intentó vender el proyecto añadiendo una sustancial subida de salarios, pero en la práctica, mire como se mire, las nuevas medidas son un paquetazo neoliberal. Los sueldos subieron entre dos y cuatro veces, pero los precios se dispararon entre dos y veinte veces o más.

Según Gustavo, economista, el proceso inflacionario, que comenzó a crecer en los meses de pandemia, va camino a una inflación descontrolada. “El actual panorama tiene todos los ingredientes para convertirse en una híper inflación estilo venezolana. Subida de salarios sin respaldo productivo, desbarajuste económico, decrecimiento del 90 por ciento de los renglones productivos y crisis alimentaria por falta de fertilizantes y combustibles. A ello se suma que Cuba dejó de pagar la deuda al Club de París por falta de liquidez. Si en los próximos diez meses los sectores productivos no reaccionan, la opción del gobierno será echar a andar la maquinita de hacer dinero. El panorama es negro. La única salida, como yo la veo, es abrirse al mercado, vender cientos de empresas improductivas y privatizar a gran escala la agricultura, gastronomía y otros polos económicos”.

Por si no bastara, en los dos últimos meses, desde que Cuba abrió de nuevo las fronteras, surgieron rebrotes del Covid-19. De decenas de casos diarios se pasó a cientos (más de 200 diariamente en los últimos días). Las autoridades sanitarias no tienen contemplado comprar vacunas a Estados Unidos, China o Rusia. Apuestan por los cuatro candidatos vacunales desarrollados por la industria biotecnológica y farmacéutica local.

Una fuente dijo a Diario Las Américas que no “se puede decir que las vacunas cubanas sean un fracaso. Tenemos científicos capaces. Pero crear una vacuna o un medicamento lleva tiempo y recursos. Y los recursos nuestros son limitados. Y aunque los dirigentes intentan acelerar la vacuna -Díaz-Canel ha visitado el instituto de biotecnología varias veces- es un proceso que se debe certificar y comprobar antes de comercializarla. Por mi experiencia, creo que el proyecto con mejores opciones es Soberana 02. Pero no creo que salga antes de la primavera. Por tanto es responsabilidad individual y del Estado mantener un estricto control al Covid-19. La baja percepción de riesgo de la población está propiciando que aumente el contagio. Pero no se puede culpar solo a la población, el gobierno también bajó la guardia. Desde un principio se debió exigir a los viajeros que llegaban a Cuba un PCR negativo. Por intereses monetarios, se optó por hacer el PCR aquí cobrando 50 dólares”.

Para frenar el contagio, se comenzaron aplicar nuevas medidas de confinamiento, no tan rigurosas como las de la primavera pasada o la aplicada en La Habana en septiembre. A partir del sábado 9 de enero, el transporte público trabajará de cinco de la mañana a nueve de la noche. Después de las siete de la tarde todos los centros gastronómicos deben cerrar. Los bares, gimnasios y discotecas estarán cerrados hasta nuevo aviso. Desde el mes de enero, disminuyó el número de vuelos internacionales. American Airlines, de alrededor de veinte vuelos diarios, solo está efectuando siete.

La disminución de turistas y de cubanoamericanos que visitan a sus parientes pobres impactará en el flujo de dólares que circula en el mercado subterráneo, único suministrador de divisas a la población, pues los bancos estatales por falta de liquidez no están vendiendo dólares. Esta reducción de visitantes y la falta de oferta de bienes y servicios han provocado el aumento de la cotización del dólar paralelo. Mientras el Estado lo cotiza artificialmente a un dólar contra 24 pesos, en el mercado negro subió de un dólar por 40 pesos a un dólar por 50 pesos.

Si damos crédito a un cambista ilegal, en las próximas semanas “de mantenerse la poca llegada de viajeros y las tiendas desabastecidas, con el aumento de salarios, muchísima gente buscará comprar dólares, pues es la única manera de conseguir artículos de primera necesidad. Dentro de un mes el dólar se cotizará a uno por 70 pesos”. Al alza del billete verde, se añade que cada uno de los productos y servicios ofertados han subido de precio.

“Es un escándalo. Una pizza casera que costaba 12 pesos ahora vale 35. Un dulce de 5 pesos subió a 10 o 15. Un pelado de mujer, de 25 a 60 pesos Ahorita en vez de café vamos a tener que desayunar dinero”, acota Diana, oficinista. No obstante, considera Olga Lidia, los que más están sufriendo son los ancianos y los jubilados. “Somos los que menos dinero recibimos, los que peor nos alimentamos y ya no tenemos energía para estar haciendo cola todo el día. Además de ser las personas de más riesgo por la pandemia”.

Lo peor de la actual crisis económica en Cuba, vaticinan algunos expertos, es que todavía no hemos tocado fondo.

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