martes, 15 de junio de 2021

La pandemia del hambre en Cuba.

Por Tania Díaz Castro.

Un mercado desabastecido, en Cuba.

Aunque en Cuba se han diagnosticado casi 160.000 personas con la COVID-19 y habían fallecido 1.098 pacientes hasta este lunes, según datos oficiales, podríamos decir que la Isla afronta otra pandemia acaso peor -la del hambre-, que golpea a todos.

Pero la pandemia del hambre en Cuba no es nueva. Tuvo sus inicios a principios de los años 60, cuando Fidel Castro nacionalizó las fábricas y empresas cubanas y extranjeras, las puso en manos de personas ineficientes y anunció el racionamiento de las grasas, el 14 de junio de 1961. Días después, proclamó el carácter socialista de la Revolución e hizo el juramento de “promover revoluciones anticapitalistas en América Latina”.

Desde entonces, los cubanos se apretaron el cinturón para aliviar el hambre, sobre todo cuando, el 12 de marzo de 1962, Fidel impuso la libreta de racionamiento de productos alimenticios, vigente hasta hoy. En ese entonces la cartilla ofrecía 33 kilos de arroz y frijoles al año para cada cubano (el consumo en 1953 era de 66 kilos).

¿Qué podía entonces inventar el socialismo cubano para alimentar al pueblo, si las fábricas del Este socialista europeo, llamadas por Fidel “pura chatarra”, dejaban de funcionar ante cualquier dificultad; y “Cuba era el único país donde no se trabajaba”, según Raúl Castro? Los trabajadores no respondían al llamado de un partido único que limitaba la democracia y el pluralismo, y era incapaz de atender al productor primario, debido a la desvinculación entre las bases productivas y las estructuras empresariales.

En 1990, zas, comienza en Cuba el llamado Período Especial. Y mientras el socialismo soviético daba sus últimos estertores, en La Habana se comía gato y los productos del agro brillaban por su ausencia.

Aunque hoy ya el Muro de Berlín no exista y los mapas cambien de color, Cuba sigue igual, con su partido único diciendo que lo primero que tiene que hacer la agricultura es producir más comida.

Entonces, ¿cómo encadenar la agricultura y la industria, si en 40 años el socialismo cubano nunca pudo lograrlo?

Los mapas seguirán cambiando de color y el unipartido comunista nada podrá hacer para evitar la pandemia de hambre que ya padecemos. 

Recientemente, el Parlamento Europeo ofreció un último aviso a todos, no para destruir, sino para levantar la vida de un pueblo. Mientras, los legisladores cubanos solo piensan en mantener un régimen carente de derechos humanos e incapaz de lograr una economía que ofrezca vida y no muerte a la población. Y encima de todo vienen y nos vacunan: ¿Desde cuándo una vacuna se hace en días y horas? ¿No sería mejor contar con alimentos saludables? 

Recordemos cuando el liderazgo del Kremlin renunció a puertas cerradas y al día siguiente el mundo entero tuvo la noticia de que el socialismo soviético ponía punto final a su historia. No creo que eso sea imposible en Cuba, con un gobernante que en pocos meses ha transformado su semblante: el sufrimiento de su incapacidad se retrata en su rostro. 

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