miércoles, 30 de junio de 2021

Cuba, a las puertas de un verano con más hambre.

Por Miriam Leiva.

Una bodega en Cuba.

La Habana refleja la crítica situación alimentaria de toda Cuba, que empeorará por la carencia de dinero y créditos para importar y sin la compensación con los productos agrícolas nacionales debido a las demoradas y erráticas medidas gubernamentales. 

Una se pregunta cómo se lograron dos candidatos vacunales contra la COVID-19 en menos de 13 meses, y alguien más podría responder que había premura para divulgar los éxitos del socialismo, vacunar a los cubanos, auxiliar a Venezuela y vender las vacunas, aunque los amigos rusos y chinos ofrecieran las suyas. 

El ineficiente acopio estatal se refuerza, a pesar de que el gobernante Miguel Díaz-Canel expresó en junio de 2020: “Yo sigo insistiendo en que la única forma para distribuir los alimentos no tiene que ser Acopio. Hay que crear otras estructuras. En un batey con que haya una estructurita pequeña es suficiente para que se encargue de gestionar la compra con los productores y ponerlo en el mercado local”.

Por su parte, José Ramón Machado Ventura sostiene lo contrario, secundado por el vicepresidente Salvador Valdés Mesa y otros jerarcas. La orgullosa unicidad de la Revolución nos privilegia por ser el país con mayor cantidad de máximos directivos e instituciones involucrados en la agricultura, sin capacidad para eliminar las trabas obsoletas.

El director general de la Empresa de Acopio de La Habana, Esmel Seyeram,  anunció el comienzo de un mercado estatal de nuevo tipo, que transforma también  los servicios, las ventas por calidad y la diversidad de las ofertas, según reportó el noticiero de la Televisión Cubana este 23 de junio. El anuncio se realizó en el mercado concentrador Trigal, creado en 1988 en la periferia de La Habana, pero cerrado en 2019 para reorganizarlo tras acusaciones de mal trabajo y corrupción. 

Seyeram expresó que un nuevo mecanismo económico-financiero cortará la cadena de impagos existente durante años en las empresas estatales rectoras de la capital.  El comercio electrónico se utilizará mediante la plataforma EnZona, específicamente para el pago con las tarjetas cuando llegue el camión, y también en los comercios para el cobro a los clientes. 

El Noticiero de Televisión también precisó que paralelamente se trabaja por garantizar los niveles de suministros de productos agropecuarios, razón de ser de los mercados. ¡Elemental! 

Por otra parte, las cooperativas agropecuarias se fortalecerán y consolidarán con la propuesta de innovación y la creación de un Instituto de Fomento y Desarrollo Estatal, sin fecha de ejecución anunciada. 

Las largas colas para comprar los pocos alimentos comercializados fuera del corto sistema de racionamiento se reproducen en toda Cuba. Las viandas y hortalizas, el arroz, los frijoles, la carne de cerdo y la leche en polvo alcanzan precios astronómicos en el mercado informal, a pesar de que las Brigadas de Lucha contra Coleros y Revendedores, cuyos integrantes en muchas ocasiones forman parte del entramado subterráneo, están envueltas en la hipocresía oficial para pasar las culpas al mismo pueblo que las padece. 

Los mercados estatales están cerrados o se mantienen vacíos. Los espacios rentados por las cooperativas solo tiene mangos y cebollinos;  ni siquiera hay los pocos boniatos que se ofertaban antes, ni los plátanos burros, pimientos, berenjenas y zanahorias que desde hacía años apenas se veían en La Habana. 

Las tarimas de los mercados de oferta y demanda son pocas, porque los comerciantes privados se retiraron desde hace meses, cuando el Gobierno estableció precios topados muy bajos. Algunos ofertan a altos precios aguacates y mameyes, la añorada pulpa roja cubana que pasó hace tiempo a ser denominada fruta exótica.

Además, en el desabastecimiento incide la carencia de combustible, el cierre de los accesos a las provincias suministradoras debido a la pandemia de COVID-19, aunque oficialmente se divulga que los camiones de alimentos pueden transitar. Además, a partir de julio suelen disminuir las cosechas por razones meteorológicas, de manera que si la ciencia y la academia no logran acelerar la apertura a los campesinos, el verano será de más hambre.

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