sábado, 18 de noviembre de 2023

45º aniversario de la masacre de Jonestown: del paraíso socialista al suicidio revolucionario.

Por Yésica Sánchez.

La comuna socialista de Jonestown se tiñó de rojo el 18 de noviembre de 1978, la fecha en la que su líder -el reverendo Jim Jones- ordenó el suicidio colectivo de los miembros de la secta apocalíptica que él mismo había fundado como "acto revolucionario". "Acabemos con esto ya" fue la frase que dio el pistoletazo de salida al que está considerado como el mayor asesinato masivo de la historia. Más de 900 personas (entre ellas, alrededor de 200 niños) murieron, convencidos u obligados por su gurú.

Quienes conocieron a Jones lo definen como un predicador atento y carismático, al tiempo que un líder autoritario y oscuro. Nació el 13 de mayo de 1931 cerca de Lynn, en el estado de Indiana (Estados Unidos), y desde niño estuvo obsesionado con la religión. Creció en la fe de la Iglesia Evangélica Pentecostal, fue pastor de la Iglesia Metodista y en 1955 fundó el ‘Templo del pueblo’ en Indianápolis. Defendía las políticas integradoras y adoptó el socialismo como "Dios todopoderoso".

Hizo suya la lucha por la igualdad racial y la justicia social, lo que le fue muy útil para captar nuevos adeptos para si iglesia. Tanto es así que la mayor parte de sus fieles eran negros. Junto a su esposa Madeleine, adoptó a seis niños de diversas razas en busca de su promocionada "familia arcoíris", a la que criarían "en comunidad". Pero sus ideas innovadoras no terminaban de encajar con el carácter conservador de la región del Midwest norteamericano.

Imagen utilizada para promocionar el 'Templo del Pueblo' (1972). 

De manera que se trasladó a California con un grupo de seguidores. Y posteriormente a San Francisco, donde supo relacionarse bien y sus adeptos se multiplicaron sustancialmente. Sin embargo, a principios de los 70, el admirador de Stalin protagonizó varios escándalos que hacían peligrar la supervivencia de su iglesia y decidió crear su propia utopía en Guyana. Un "paraíso socialista" ubicado en medio de la selva tropical, cerca de Venezuela y lejos del control de las autoridades estadounidenses.

El reverendo ordenó a los fieles de su iglesia que vendieran sus propiedades y con el dinero que le dieron compró los terrenos en los que se instaló la comuna. Un asentamiento al que Jim llamó ‘Proyecto Agrícola del Templo del Pueblo’, pero que todos conocían como Jonestown. Alrededor de un millar de personas se trasladaron allí desde California en 1974, persiguiendo el ideal socialista que su líder les había vendido. Pero lo que se encontraron allí estaba muy lejos de ser el paraíso prometido.

De las "noches blancas" a la revolución de la sangre.

En 1976, vieron la luz multitud de denuncias que apuntaban a que los residentes en Jonestown eran objeto de todo tipo de abusos, trabajos forzados y torturas. Y que los líderes de la secta hacían uso de distintas drogas para controlar a los adeptos. Algunos exmiembros del grupo incluso aseguraban que no les habían devuelto a sus hijos cuando decidieron marcharse del "proyecto". Acusaciones que desencadenaron la visita del congresista estadounidense Leo Ryan y la matanza de inocentes que le siguió.

Pero lo cierto es que Jim Jones, que estuvo ligado al Partido Comunista de Estados Unidos y en los últimos años se abrazó a las teorías de la conspiración, preparaba su macabro "acto revolucionario" desde hacía tiempo. Prueba de ello son las aterradoras ‘Noches Blancas’ que el pastor organizaba para los habitantes del asentamiento de Guyana y que no eran otra cosa que la simulación de un suicidio colectivo. De ahí que, cuando decidió ejecutarlo, el plan no falló.

El detonante: la visita de Leo Ryan.

El 14 de noviembre de 1978, una delegación encabezada por el congresista estadounidense Leo Ryan se dirigió a Jonestown en busca de respuestas, ante el clamor del incremento de las denuncias de abusos que se producían en el asentamiento. Jones se vio finalmente obligado a recibir al demócrata en una visita que se dibujaba amistosa pero tensa.

Lo hizo el 17 de noviembre, un día antes de la masacre. Según la información de la que dispone el FBI, la situación se complicó a raíz de que varios miembros de la comuna expresaron su deseo de marcharse. Eran demasiados para viajar en el mismo avión y Ryan quería que volaran todos juntos, por miedo a posibles represalias.

El congresista retrasó la salida del primer vuelo hasta que llegara el segundo avión. Una decisión con la que -sin saberlo- firmó su sentencia de muerte. El 18 de noviembre, mientras el grupo esperaba en una pista de aterrizaje local, llegaron -en un camión- varios hombres de la comuna armados que abrieron fuego contra ellos.

Entre ellos se encontraba Larry Layton, el único miembro del ‘Templo del Pueblo’ que fue juzgado en Estados Unidos por los actos criminales de Guyana. Finalmente fue extraditado y sentenciado a cadena perpetua. La matanza de Jonestown fue la peor pérdida de civiles estadounidenses hasta que los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El acto revolucionario de la muerte.

Tras asesinar a cuatro componentes de la delegación estadounidense y herir a varios miembros de la secta que querían abandonar el "proyecto", Jones se dio cuenta de que no había marcha atrás.

Había llegado el fin de su liderazgo y de la iglesia que había fundado. Así que decidió que era el momento de perpetrar su macabro plan. Un par de horas después, Jim ordenó el suicidio colectivo de sus fieles como "acto revolucionario".

Unos murieron convencidos y otros -muchos- fueron forzados a hacerlo. El parecer de los miembros del ‘Templo del Pueblo’ a este respecto no era unánime, como reflejan las grabaciones que se conservan del verano de 1978. En cualquier caso, un total de 909 cadáveres -entre ellos los más de doscientos niños- yacían amontonados en el suelo del asentamiento cuando llegó el ejército guayanés.

Los adultos tomaron una bebida de Kool-Aid (mezcla en polvo para preparar refrescos de distintos sabores) que había sido envenenada con cianuro. A los menores más pequeños y a los bebés les inyectaron la fórmula letal con jeringuillas. El cuerpo sin vida de Jim Jones estaba sobre su "trono", pero con un tiro en la cabeza. No hay certeza sobre quién efectuó el disparo -si él mismo u otra persona-, pero se cree que el objetivo era eludir la muerte agónica a la que condenó a los miembros de su secta.

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