miércoles, 15 de noviembre de 2023

El debate.

 Por Zoé Valdés.

Jacques Attali –no confundir con Gabriel Attal, ministro de la Educación y de la Juventud en Francia, de los pocos que está haciendo bien su trabajo– fue de los hombres más influyentes y cercanos al presidente François Mitterrand, sigue siendo influyente, pese a su edad, que en algunos casos, como en este, reafirma aquella frase de no sé quién, «los viejos idiotas de hoy son los jóvenes idiotas de ayer», además se puede afirmar que es uno de los más entusiastas armadores de ese proyecto loco de las «migraciones» invasivas, como si los hombres fueran pájaros, y llama «migrantes» a los inmigrantes, y cree que la salvación del planeta radica en el reemplazamiento poblacional mediante esos «movimientos migratorios» que sólo benefician a las mafias y al tráfico humano… Pues bien, Jacques Attali publicó recientemente un artículo ilustrado por una «imagen» de Goya, el titulado Tres de mayo, el contenido del artículo no emparejaba mucho con la «imagen», pero Goya siempre viste bien a los pretendidos intelectuales de postín.

No saben lo mal que me cae leer «imagen» para definir una obra monumental del arte universal. Bien pudieran haber escrito «obra», o «pintura», pero cuando escriben «imagen», pues tal vez creen que eso fait cool y quizás moderno, digo yo… El hecho es que ahí está esa obra tan poderosa del arte universal español, y al verla pensé de súbito en la calle… Las calles. Al revisar los vídeos en YouTube (no veo nada que tenga que ver con la prensa oficial gubernamental) de los medios y plataformas independientes, relacionados con las manifestaciones en Ferraz y en distintos lugares de España, me dije que qué gran obra hubiera dado el pincel de Goya al narrar estos acontecimientos. A menudo hago estas comparaciones en mis visitas a los museos, e imagino una u otra actualidad para cada pintor de antaño. Es un juego interesante, háganlo…

Pero no existe hoy en día nadie, ningún artista, a la altura de Goya, como no existe tampoco un pueblo en otra parte, sólo en España, como el que yo vi en las calles, por fin entendiendo de qué va la cosa; manifestaron pacíficamente y cuando los encapuchados pagados por Soros y por el régimen del autócrata corrupto llegaron para reventar las manifestaciones, el pueblo mismo los echó a gritos y a gestos airados. Nada de violencia, ni una vidriera rota, ni un basurero encendido, ni un policía herido de muerte o inválido de por vida por culpa de un mal trastazo adrede de un golpista. El pueblo de Goya, sin duda alguna. Ojalá, si se repitieran elecciones, ese mismo pueblo no la cagara de nuevo y no se pusiera a la altura de este que llaman artista multimillonario que corta vacas en fragmentos iguales y les pega diamantes a las calaveras (olvidé a propósito su nombre).

Puerto Rico es la Isla del Encanto, Cuba devino la Isla del Espanto, por culpa de un autócrata psicópata del cual el que hoy ocupa la Moncloa ha bebido bastante… En Cuba las manifestaciones estuvieron estrictamente prohibidas por el régimen comunista durante más de sesenta años hasta el 11 de julio del 2021 en el que gran parte del pueblo se echó a las calles también pacíficamente y desarmado; el resultado fueron dos muertos, una madre suicidada al enterarse de que le mataron al hijo, y más de mil cien presos políticos, entre los que se incluyen menores, el pelele suplente alentó a una guerra civil y Putin salió a cacarear a favor de los represores… Con el pretexto de «la calle es de los revolucionarios», mantra castrista, volvieron a vaciarse las calles de la isla. Los revolucionarios por fin no son más los viejos barrigones dirigentes comunistas, entre otras cosas porque ninguna revolución dura 65 años; los verdaderos revolucionarios son los que aquel día salieron a liberar a Cuba sin más armas que sus almas. Pero dentro de un régimen tiránico no sólo se doblega hasta al lenguaje, además nada es lo que parece, como en la novela de Orwell, 1984, que en Cuba ya se ha sobrepasado con creces. Bien, les sueno toda esta cantilena para subrayar una y otra vez, que España ya está en esa vía, y que ya es de facto e infarto una dictadura de corte comunista donde el dictador y sus secuaces intentan venderle al mundo que los melones son peras y las uvas manzanas.

No obstante, todavía tenemos al pueblo español, aunque no aparezca un Goya por ninguna parte, porque Goya sólo hubo uno, y cualquier intento sería forzosamente desastroso… Entonces el pueblo español está ahí, presente, ha tomado las calles con todo el derecho que les corresponde, aunque la prensa oficialista sanchista cuente el cuentecito desde la ultraextrema izquierda (más de 150 millones de víctimas) de otra vez, recórcholis, qué aburridos, de la «violencia de la ultraextrema derecha» y los escritorzuelos cortesanos de toda la vida xuiteen que esa gran masa que reclama la verdad y exige derechos es toda nazi, mientras por otro lado alaban a los verdaderos nazis actuales, que son los terroristas de Hamas y los invasores putinescos.

He recobrado algo de esperanza al ver la calle plena de resistentes, y me digo que igual se salva España, entonces sólo me queda decidir cuándo estaré también en la calle, como una más y de ninguna forma callada. ¿De quiénes son las calles? De los españoles, faltaría más, y yo lo soy, pésele a quien le pese.

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