viernes, 10 de enero de 2025

Cuba se sigue dolarizando.

Por Iván García.

El supermercado situado en los bajos del hotel Gran Muthu, en la barriada de Miramar, al oeste de La Habana, abrió sin ser anunciado en la prensa estatal. De manera discreta, los camiones comenzaron a descargar sus mercancías a finales de noviembre.

En diciembre, después de una reunión de los directivos con los empleados, donde se informó la probable fecha de apertura, “fue que nos enteramos que se pagaría con dólares en efectivo, tarjetas de créditos foráneas y la tarjeta Clásica, nueva tarjeta de FINCIMEX -una entidad del emporio militar GAESA- que se vende al precio de cuatro dólares”, cuenta un empleado del establecimiento.

“Cuando preguntamos por qué se excluían a las tarjetas MLC, nos dijeron que era una orientación de arriba. Se pensaba abrir el 22 de diciembre. Pero hubo demoras por la aprobación de una licencia operativa. El nuevo mercado no pertenece a ninguna entidad extranjera asentada en Cuba. Es del Grupo Gaviota, que pertenece a GAESA. El hotel lo administra MGM Muthu Hotels, cadena hotelera de la India, pero los militares cubanos son los dueños”, señala el empleado.

El supermercado, llamado 3ra. y 70, abrió el pasado 2 de enero. El aburrido noticiero de televisión no le dedicó ni una reseña. Las tiendas en dólares no son una novedad en la Isla. A partir de 1993, cuando Fidel Castro despenalizó el dólar, se autorizó ese tipo de comercio en un país de ideología comunista que paga en pesos a sus trabajadores.

¿Por qué tanto misterio?, le pregunto a un ex funcionario de la Corporación CIMEX. “La cautela se debe a que el Estado conoce lo impopular que son las tiendas en divisas. Existen hace 32 años, pero ya no funcionan los argumentos que justifican su presencia. Cuando surgieron en el 93, ya habían tiendas en dólares conocidas como Diplomercados, exclusivos para diplomáticos y extranjeros radicados en Cuba o turistas de paso, y que se convirtieron en una fuente de negocios ilícitos para un sector de la población”.

“Se vendían artículos y alimentos de mayor calidad que los que se vendían a la población por pesos y por eso se colocaban cortinas, para que la gente no los viera. En la década de 1990, durante el Período Especial se vino abajo el Estado Benefactor debido a la desaparición de la URSS. Fue entonces que se amplió las cadenas de tiendas en dólares. La idea fue de Fidel: los antiguos gusanos, con los dólares que enviaban de remesa, sufragarían a la revolución y sus políticas sociales”.

“Supuestamente, los dólares que se recaudarían servirían para la importación de medicamentos y el desarrollo del país. En la práctica fue una mina de oro. En esos años se desconocía el monto exacto de dólares que circulaba en Cuba. Como hasta 1993 fue una moneda prohibida, si te pillaban con divisas te podían sancionar a cuatro años de cárcel. Las entidades económicas del gobierno no calcularon que las remesas anuales escalarían de cientos de dólares a 3,500 millones de dólares anuales”.

“Al principio, el billete verde era controlado por el Consejo de Estado, posteriormente por GAESA. Con ese dinero, más las divisas obtenidas por la exportación de servicios médicos, fue que los militares invirtieron en el desarrollo hotelero. Construyeron 80 mil habitaciones gracias al expolio con el salario a los profesionales de la salud y las remesas enviadas por los emigrados a sus parientes en la Isla”, indica el ex funcionario de CIMEX.

El esquema se ha mantenido invariablemente durante 32 años. Lo único que ha cambiado son las formas de pago. De 1993 a 2005 se pagaba con dólares en efectivo. Pero después que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos descubriera cuentas de la dictadura castrista por un monto superior a los cuatro mil millones de dólares y multara con cien millones de dólares al banco suizo UBS, un iracundo Fidel Castro cambió la forma de pago en esas cadenas de tiendas en divisas de dólares a pesos cubanos convertibles (CUC), una moneda sin poder de compra fuera de Cuba, y que sirvió para camuflar a la moneda estadounidense.

De paso, Castro encareció el envío de remesas al imponer un gravamen del 20 por ciento a cada dólar de la ‘yuma’ que entraba al país. También comenzaron a escalar los precios en las tiendas por divisas con leoninos impuestos del 240%, lo que le sirve a la dictadura para sufragar al aparato burocrático del partido comunista y a la Seguridad del Estado, su brazo represor.

Sucedió lo inevitable en una economía de corta y clava dirigida por militares. El CUC sustituto del dólar, se desvalorizó al emitir papel moneda sin el respaldo de divisas. Los importadores foráneos dejaron de venderle mercancías a la Isla debido a los impagos y deudas. Fue entonces que la dictadura se planteó ordenar sus finanzas.

Pero era tan descomunal el desbarajuste, que por efecto dominó, la chapuza monetaria con tres tipos de monedas (peso cubano o CUP, peso convertible o CUC y USD) y cambios y una estrcutura económica disfuncional y anárquica se vino abajo. La Tarea Ordenamiento lanzada en enero de 2021 fue un rotundo fracaso. La feroz crisis económica, la pandemia y un grupo de medidas aprobadas por Trump en su primer mandato, provocaron una inflación indetenible desde 2019 hasta la fecha.

Una tormenta perfecta acompañada por el drástico descenso productivo en la agricultura, descapitalización industrial, la emigración en los últimos diez años de más de un millón de cubanos, el envejecimiento poblacional, el colapso de la infraestructura energética y los servicios básicos generaron un 89% de pobreza.

El régimen no ha sabido encontrar soluciones a la crisis. Su reacción ha sido huir hacia adelante. En su estampida ha agudizado los daños. El sistema bancario estafó a miles de cubanos que abrieron cuentas en pesos convertibles, CUC, una moneda que dejó de existir y en dos años vieron esfumarse sus ahorros.

“Gracias a mis ahorros tras varios años de servicios en Mais Médicos, en Brasil, logré reunir 20 mil pesos convertibles, que en ese momento equivalían a 20 mil dólares. A mí me pagaban en dólares. El gobierno se quedaba con el 70 por ciento del salario. Mediante transferencia bancaria en una cuenta en un banco cubano guardaba el veinte por ciento de mi salario”, dice una doctora.

“Mi proyecto era comprarme un apartamento. Cuatro años después de la Tarea Ordenamiento, por la desaparición del CUC y por no tener dólares el banco, lo que tengo en mi cuenta son 480 mil pesos que al cambio en el mercado informal, debido a la inflación, representan 1,476 dólares. ¿A dónde fue a parar mi dinero? Simplemente el Estado me estafó”, expresa la doctora afligida.

Gustavo, economista, considera que “el gobierno ha implementado una serie de mecanismos que han fracasado. En vez de apostar por reformas auténticas, siguen repitiendo los mismos patrones que no han funcionado ni van a funcionar. Esos errores provocaron el colapso y la pérdida de credibilidad del sistema bancario”.

“En los últimos cinco años se pasó de prohibir la circulación del dólar por, supuestamente, según la directora del banco nacional, ‘tener las bóvedas repletas de dólares’ a volver autorizar el uso del billete americano y ahora crear una nueva tarjeta de crédito y dolarizar la economía. Es una incongruencia tras otras”.

“Ya no funciona el relato que esas divisas se captan para reinvertir en la economía y en los servicios básicos. La gente no es tonta. Desde 1991 que Fidel denominó al turismo como la industria sin chimeneas, el país ha ingresado miles de millones de dólares que nunca se invirtieron en mejorar la infraestructura. El dinero se utilizó para construir hoteles y en inversiones que el pueblo desconoce mientras los hospitales y las escuelas se vienen abajo por falta de mantenimiento”.

“La nueva apertura de tiendas en dólares no va a modernizar la agricultura, la pesca y la ganadería donde está realmente la solución al déficit de alimentos. Ese tipo de negocios es parte de una batalla que sostiene el gobierno con el sector privado para captar dólares. Al régimen le es más rentable comprar mercancías y alimentos en el exterior y luego revenderlos en Cuba con ganancias de hasta un 300% que invertir en la agricultura. Por eso ahora rescatan las tiendas donde se puede pagar con dólares en efectivo. Y crean una nueva tarjeta de crédito por la que se debe paga cuatro dólares”.

“¿Y qué va a pasar con la tarjeta MLC, donde muchas personas tienen dólares enviados por sus familiares? Nada, que se las arreglan como puedan. La nueva estrategia va a provocar que para diciembre de 2025 el dólar cueste 450 o 500 pesos en el mercado informal. El gobierno quiere reducir el déficit presupuestario con medidas técnicas. Pero solo con producción de bienes y servicios se sale de una crisis económica. Lo que están haciendo es muy peligroso. Están multiplicando el descontento, la desigualdad y la inflación”, concluye el economista habanero.

En las afueras de la nueva tienda, ubicada en 3ra. y 70, Miramar, Gerardo, chofer de un viejo Moscovich de la era soviética, espera a un cliente que lo alquiló por 8 mil pesos, ida y vuelta, hasta su casa. A Gerardo le llama la atención la frivolidad de algunas personas que dicen, «Bienvenido al capitalismo. No se dan cuenta, por ignorancia o ingenuidad, que esta desgracia sufrida por los cubanos es peor que en la esclavitud. En cualquier país que la gente tenga que pagar los alimentos o bienes en otra moneda, hubiese habido un estallido social. Aquí hay personas mantenidas por sus parientes de Miami que ni siquiera se quejan. Se está normalizando lo anormal”.

La dictadura verde olivo es precavida. Durante las protestas masivas del 11J, tiendas en divisas fueron apedreadas y saqueadas debido al descontento que generan en la población. Con esta nueva estrategia, greel régimen intenta apagar el fuego con gasolina.


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