domingo, 5 de marzo de 2017

Raúl Castro intensifica la 'diplomacia de rehenes'.

Por Soren Triff.

La ejecución extrajudicial del activista Hamell Santiago Maz Hernández es la señal escandalosa y brutal de que Raúl Castro activa la "diplomacia de rehenes" que pone la vida de un sector de la población en la mesa de negociación para que Occidente se olvide de la liberación de Cuba. Maz Hernández murió mientras se encontraba bajo custodia penal en la cárcel Combinado de Este, en La Habana, en medio de detenciones y encarcelamientos arbitrarios de activistas por todo el país solo un mes después de entrar en vigor el Acuerdo Político y de Cooperación con la Unión Europea (UE).

Hay varias razones para que Castro vea la captura, encarcelamiento y expulsión de individuos como la  opción "diplomática" más lógica. Primero, Castro lo ha hecho muchas veces y sigue un patrón de conducta que funciona bien. Castro detiene a unos activistas, los encierra con o sin juicio y envía un mensaje a sus interlocutores internacionales con sus "demandas" o como respuesta a las exigencias de apertura democrática. Cuando desea subir la parada mata a un activista. Por ejemplo, en 2002 el expresidente Jimmy Carter dio un discurso en La Habana en el que elogió el Proyecto Varela mientras la UE invitaba a Fidel Castro a integrarse al grupo de África, Caribe y Pacífico. En respuesta Castro acorraló, enjuició y encarceló a 75 activistas, y fusiló a tres jóvenes en 2003.

Segundo, como la comunidad internacional critica la pena de muerte, Raúl Castro sencillamente ha incrementado las ejecuciones extrajudiciales como herramienta "diplomática". Una de las más brutales fue la ejecución de Orlando Zapata Tamayo mientras se encontraba en prisión bajo una huelga de hambre en 2010. La respuesta a los reclamos internacionales fue "regalarle" a España los mismos prisioneros políticos mantenidos como rehenes en 2003. Bajo Raúl Castro se extendieron las muertes alíderes de la oposición con el asesinato de Laura Pollán en 2011 y de Oswaldo Payá al año siguiente.

Castro realiza un exitoso intercambio de un estadounidense por cinco espías cubanos presos en EEUU. En 2009 Castro arbitrariamente capturó, despojó, enjuició y encarceló al excontratista estadounidense Alan Gross. El excontratista declaró que supo que era un rehén de Castro desde principios de 2010. Gross le dijo a la periodista Karen Caballero: "Sentí que quería intercambiarme [por los espías]". Y agregó: "En ese momento me dije: 'Bien, mi detención arbitraria es como un secuestro. Me secuestran para obtener un rescate'. Y Los Cinco [espías] fueron el rescate".

En 2013 Raúl Castro anunció que se retiraría en cinco años y desde entonces ha recibido el apoyo de la comunidad internacional, incluido EEUU, la neutralidad de un importante sector del exilio y parte de una simbólica sociedad civil. Cuba es un Estado cliente de la UE y firmó en diciembre de 2016 un favorable acuerdo con su patrón que entró en efecto hace un mes. Sin embargo, mientras lo finalizaba, Castro preparaba un nuevo "portafolio" de víctimas de violaciones de los derechos humanos y presos políticos. Castro arreció los ataques contra las Damas de Blanco, encarceló a mujeres con hijos menores, estigmatizó a trabajadores privados y redobló su persecución.

La ejecución de Maz Hernández sería una señal de que el líder eleva la parada, con exorbitantes exigencias imprevistas, para que sus interlocutores internacionales acepten resignados el statu quo, el abuso de poder y los presos políticos como rehenes, en vez liberar a los cubanos.

Todos desean cambios democráticos "desde arriba". Todos esperan que Castro deje el poder el año que viene en manos de alguien en el que se pueda confiar. Pero los asaltos contra sectores de la sociedad indican que Castro no piensa irse y que sus herederos no son mejores que él.

Estas acciones recientes le dan la razón a Gross. Cuando le preguntaron qué piensa de Cuba, dijo: "Es un sistema fascista, muy corrompido… Si uno examina la Convención de Naciones Unidas sobre el Genocidio, hay ciertos criterios para distinguir el genocidio. Muy cercano a esos criterios [están] los que Naciones Unidas llama crímenes lesa humanidad. Y al retardar el desarrollo de la población como este Gobierno cubano hace, ellos son culpables de crímenes lesa humanidad".

Los países "acompañantes" de Castro tienen que dejar claro que no puede usar la violencia contra sectores de la población con los que entra en conflicto, ya sea económico, social o político. Eso es un crimen de lesa humanidad. Castro tiene que crear zonas seguras para que la población resuelva sus conflictos pacíficamente dentro de las fronteras, y con los recursos del país.
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