domingo, 30 de abril de 2023

Cuando en Cuba había una gran industria de zapatos.

Tomado de cubanet.org


Fábrica de calzado en Cuba antes de 1959.

Antes de enero de 1959 era admirable el desarrollo de la producción de calzados en Cuba. Abundaban las marcas nacionales, que competían en cuanto a calidad con las importadas. Las marcas Amadeo, Vallés, Montané, Cordobán, Bulnes e Ingelmo satisfacían ampliamente la demanda.

Entre 1902 y 1907, la fábrica-peletería fundada por Amadeo Villa radicó en la céntrica avenida Belascoaín. La calidad de sus calzados alcanzó reconocimiento a nivel nacional e internacional, clasificando entre las tiendas de excelencia que vendía el calzado a la medida, preparando una horma específica para el cliente. Su fábrica principal se estableció en el Cerro, y a partir de la década de 1930 pasó a manos de Pedro González Fernández, que mantuvo los estándares de calidad hasta agosto de 1960.

Se estima que en el año 1954 se fabricaron en Cuba 15 millones de pares de zapatos, para una población de poco más de seis millones. Era más que suficiente para satisfacer la demanda interna y exportar; de modo que la producción de calzado cubano se convirtió en un rubro altamente rentable y con un envidiable sello de calidad, aventajando incluso a los famosos fabricantes italianos de la época.

La marca Ingelmo, fundada por Cristóbal Ingelmo García —nacido en Salamanca— fue catalogada como la más importante a nivel global entre una selección de 185 fábricas de calzado masculino.

Lo que había comenzado como un pequeño taller se convirtió en una próspera fábrica que ganó prestigio internacional gracias a la calidad de sus productos, elaborados con los mejores cueros y tecnología moderna para garantizar elegancia, flexibilidad y confort.

Estos establecimientos fueron nacionalizados por Fidel Castro y destinados a otros fines. Incluso la Bulnes, que se mantuvo funcionando hasta los años setenta, fue desmantelada y abandonada a su suerte hasta que el interés estatal la convirtió en un cine 3D, cuya existencia resultó tan efímera que ya pocos lo recuerdan.

La imponente fábrica Ingelmo fue convertida en la empresa de productos musicales “Fernando Ortiz”, otro fracaso de la planificación estatal socialista.

Hoy la mayoría de los insulares desconoce, y muy pocos recuerdan, que aquellos zapatos hechos en Cuba ocupaban un sitio bien visible, privilegiado, en los escaparates de grandes tiendas de Nueva York y Europa. Calzado cubano de calidad, producto de una pujante industria ganadera, del libre mercado, la experticia de los artesanos y el espíritu emprendedor de nacionales e inmigrantes.

Share:

El orgullo de ser Fidel.

Por Javier Prada.


La gente ha estallado en redes sociales -otra vez- ante un nuevo capítulo de abuso policial, esta vez en la provincia de Ciego de Ávila, contra un hombre negro, presumiblemente joven, que al parecer dijo algo contra el gobierno que a los gendarmes no les gustó. En el video se observa cómo un policía, sin cuidarse de que había otras personas presentes y extralimitando su autoridad y mala sangre, acorrala al ciudadano contra un poste y le grita, con un lenguaje grosero, que nada tiene que hablar del gobierno. “Yo soy comunista, ¿qué pinga é?”, repetía, acercándosele mucho al hombre, provocándolo, pues lo que el esbirro quería realmente era que aquel infeliz ripostara, que dijera cualquier cosa, o moviera un dedo siquiera, para romperle la vida ahí mismo.

Embutido en su vestimenta azul, con un colega al lado y la patrulla detrás, el esbirro gritaba en la cara de su cautivo: “¡Yo soy Fidel!”, y claro que lo es. Esa sabandija es el ejemplo más acabado de lo que inoculó el “máximo líder” en el pueblo cubano. El paso de Fidel Castro por Cuba fue violencia en estado puro y en todas sus expresiones; desde persecución e intimidación, hasta humillaciones públicas, cárcel, torturas y paredón.

El video está siendo visto por millones de personas, y es importante que corra mucho más, para callarles la boca a los que siguen afirmando, sin base ninguna, que en Cuba no existe abuso policial ni discriminación racial. Todavía no aparecen las muestras de indignación de los “amigos de Cuba”, que se escandalizan ante el proceder de la policía estadounidense y, cada vez que se publica alguna de las muchas barbaridades que ocurren aquí, dicen, como si a los cubanos les importara, que en Estados Unidos es peor.

El policía del video es uno de tantos que no vale un centavo sin su uniforme, como aquel otro que, a principios de año, le cayó a gaznatones, por gusto, a un joven campesino que ni siquiera se defendió. Su modus operandi es humillar, amenazar, golpear y, finalmente, poner las esposas. Si así trataron a ese infeliz avileño en plena calle, delante de otros, duele pensar qué le habrán hecho dentro del calabozo.

Eso es Cuba comunista, la huella indeleble del totalitarismo. Todo el que diga “Yo soy Fidel” necesita atención psiquiátrica y vigilancia estrecha. Esa gente que se entusiasma con los discursos del caudillo, se tatúan su imagen y postean frases suyas como si de un evangelio se tratara, son el germen de una enfermedad mortal.

Lo más triste del video, además de la flagrante violación de varios derechos humanos, es ver a un muerto de hambre con uniforme maltratar a un civil que también pasa hambre. Cuánta miseria moral, cuánta falta de humanidad hay en esas imágenes.

Tanto han invocado a la piedra de Santa Ifigenia que constantemente resucita en matones como ese, en los ditirambos de El Necio, o en la parafernalia pseudo guerrillera de Ana Hurtado.

“¡No hables ni pinga de lo que no tienes que hablar!” le grita el policía al hombre, como antes lo hacían los batistianos, porque son iguales, y para ellos tampoco puede haber perdón. Por menos que eso fueron condenados a muerte, en juicios sumarios, soldados y policías de la era de Batista. El terror revolucionario cayó por igual sobre torturadores, asesinos y hombres cuyo único delito fue vestir el uniforme del viejo orden. Bastaba la acusación formulada por algún “revolucionario” para ser procesado sin evidencias.

Lo que ha sufrido y continúa sufriendo el pueblo cubano va más allá del perdón. Es absurdo pretender que exista un entendimiento entre ciudadanos oprimidos y una dictadura que ampara y justifica hechos como estos. Que miren bien el video quienes andan por las redes sociales pidiendo un nuevo Zanjón, sin sanciones de Estados Unidos, pero también sin democracia ni amnistía para los presos políticos. “Del lobo un pelo. Que por lo menos liberen la economía”, dicen, casi siempre desde la otra orilla.

El hombre piensa como vive. Por ello, los que siguen cocinándose a fuego lento en el infierno antillano, saben que no puede haber diálogo ni perdón. Los que patentan y azuzan el odio, como quienes lo ejecutan sobre las espaldas de un pueblo indefenso, tienen que pagar. Véanse en esta Cuba quienes defienden el comunismo, porque miseria y muerte sin derecho a protestar es lo que les toca, y lo que se merecen.

Share:

Reducen el pollo de la libreta: será solo para menores de 14 años.

Tomado de cubanet.org


Despacho de azúcar en una bodega cubana.

En el mes de mayo, el pollo que regularmente se expende como parte de la canasta básica solo será distribuido a adolescentes de menos de 14 años. Así lo informó Francisco Silva Herrera, director general de Ventas de Mercancías del Ministerio del Comercio Interior (Mincin).

El funcionario lo aseguró a la agencia estatal de noticias ACN en una nota que fue repuplicada por otros medios, aunque no explicó hasta cuándo se extenderá la medida

Silva precisó que el pollo para los niños de hasta 13 años y dietas médicas se encuentra en distribución. Por otra parte, para los consumidores mayores de 14 años se distribuyen  productos cárnicos, como picadillo y mortadela.

Cuando apenas falta día y medio para que finalice el mes, varios de los productos de primera necesidad como aceite, frijoles y chícharos apenas es que comienzan a distribuirse. La información oficial apunta a que es una consecuencia de la actual crisis de combustible “que golpea a la economía y población cubana”.

La nota también admite que algunos alimentos, correspondientes a abril, no podrán ser repartidos este mes.

Por ejemplo, el café de abril no podrá entregarse, pues “está en producción por la industria y se prevé concluir en los primeros días de mayo”.

“En estos momentos está en proceso de distribución el completamiento de la canasta familiar normada de abril, en aquellos territorios, donde aún está pendiente la entrega de frijoles y chícharos; así como del aceite”, indicó el directivo, según una nota publicada en el sitio web del ministerio..

Lamentablemente esta es una situación recurrente en la isla. En marzo, Silva Herrera reconoció la existencia de atrasos en la venta racionada de los alimentos que conforman la canasta básica. Entre los productos afectados mencionó la compota para niños, café, frijol, chícharo, arroz, aceite azúcar y pollo.

También a finales de febrero,  la mayoría de los productos de la canasta familiar normada, entre ellos arroz, frijoles, azúcar y aceite están viendo afectada su distribución, informó el Ministerio del Comercio Interior (MINCIN)

Share:

viernes, 28 de abril de 2023

Corrupción socialista: entre lo público y lo escondido.

Por René Gómez Manzano.

Raúl Castro junto a Manuel Marrero y generales de las FAR.

Este jueves, los medios de agitación y propaganda del castrismo se hicieron eco de la reunión celebrada por la plana mayor del régimen (incluidos los recién ratificados jefes de Estado y Gobierno) con funcionarios de la Contraloría General de la República (CGR) y el Sistema Nacional de Auditoría (SNA).

En textos de contenidos similares y pequeñas diferencias de redacción, la Agencia Cubana de Noticias (ACN), Cubadebate y los diarios nacionales Granma y Juventud Rebelde, a una sola voz, ensalzan lo que ellos mismos califican como “una de las tareas fundamentales” de las dos ramas contables arriba mencionadas: “la lucha contra la corrupción”.

Refiriéndose a la CGR y el SNA, el “Presidente de la República”, en su alocución, “destacó el acompañamiento y apoyo que han dado a la dirección del país en todas las tareas que se han planteado”. Y precisó: “No hay medida que se apruebe por parte del Gobierno, del país, (…) a la que ustedes no le busquen enseguida una interpretación de esas medidas para que tengan efecto, desde el trabajo de la Contraloría y del Sistema Nacional de Auditoría”.

La información, al particularizar en los diferentes tipos de organismos en los que se centrará ese interés, menciona los “ministerios, entidades nacionales, empresas, órganos locales del Poder Popular y otros ramos”. Una vez más brilla, por su ausencia en esa relación, la compañía catalogada como “sociedad anónima”, pero la cual regentea en esta “Cuba socialista” los negocios que rinden mayores ingresos: GAESA.

Como se sabe, se trata de un pulpo militar, dirigido por altos oficiales ya retirados. Sus siglas corresponden al sintagma Grupo de Actividades Empresariales, S.A. Goza del privilegio de operar no con las depreciados e inservibles pesos cubanos (CUP), sino con las codiciadas divisas extranjeras.

Pero por alguna razón desconocida se ha librado del indeseable interés de la señora Gladys Bejerano Portela, la contralora general. Pero aquí vendría al caso que los comunistas cubanos recordaran al teniente coronel golpista venezolano Hugo Chávez, y que rememoraran una de sus frases a las que se le ha dado más publicidad: “Por ahora”.

También en la Patria del Libertador, durante decenios, campearon por sus respetos los “malversadores socialistas”. Ellos, amparados en las patentes de corso que les otorgaban su condición de miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela y del gobierno chavista, succionaron durante decenios, hasta sacarles sangre, las generosas ubres estatales.

Gozaban de absoluta impunidad. Parecía que el alegre carnaval del amillonamiento y el peculado no tendría fin. Los órganos de control prestaban oídos sordos a las denuncias políticas que de tiempo en tiempo se alzaban desde las filas opositoras. No iban a perseguir a sus mismos compañeros de las filas gubernamentales. ¿O sí!

El permanente festejo a costa de los dineros públicos del pueblo venezolano duró hasta comienzos del presente abril. Tal vez forzado por la merma de los ingresos del Estado, el dictador Maduro se animó a desatar una gran cacería de brujas contra los presuntos malversadores enquistados en la fuente fundamental de moneda fuerte: el monopolio PDVSA (Petróleos de Venezuela).

Son veintenas los altos funcionarios puestos a buen recaudo en los numerosos centros represivos que defienden al régimen chavista. Entre los ahora defenestrados que están sufriendo en su propio pellejo el brutal tratamiento dispensado por los cuerpos policiacos, no ha faltado ni siquiera algún “suicidado”.

Por supuesto que, también “por ahora”, la brutal represión no ha alcanzado a algunos de los máximos responsables. Como el mismo jefe superior de la gran cloaca de PDVSA: Tareck El Aissami, quien estuviera hasta hace unas semanas al frente del negociazo petrolero, pero se apresuró a presentar su renuncia al inicio mismo de la actual purga. Para ayudar a “esclarecer” los malos manejos, dijo.

Ahora se plantea incluso que este “pichón de moros” está destinado a ocupar una embajada en algún país árabe. Aunque eso está por verse. Aquí está presente también la constante contradicción entre lo público y lo escondido que caracteriza a estos regímenes autoritarios. Pero incluso si El Aissami continúa disfrutando de impunidad, esto les sirve de poquísimo consuelo a las veintenas de implicados en la imponente trama de malversaciones del pulpo petrolero.

Lo que nos lleva de vuelta a las desgracias de nuestra Cubita bella. Si en Venezuela es PDVSA la máxima fuente de ingresos, en esta Gran Antilla es GAESA. Y si en este Grupo de Actividad Empresarial hubiese también una trama de corrupción (lo que, claro, sólo se podrá saber y reprimir cuando contralores y auditores tengan acceso a sus cuentas internas), entonces no envidio la situación de los grandes jefes del pulpo militar.

Y menos aún si Díaz-Canel y sus socios de equipo, ante la desesperada situación económica en la que está sumida nuestra Patria, se animan a imitar la reciente purga de Nicolás Maduro contra PDVSA, y lanzan contra GAESA a sus contralores y auditores (¡y también a sus fiscales, claro!). En tal caso, ¡que Dios los coja confesados!

Share:

martes, 25 de abril de 2023

El neocastrismo quiere ser moderno e inclusivo.

Por Luis Cino.


El régimen de la continuidad castrista, pese a seguir estancado en el inmovilismo estalinista, quiere posar de moderno e inclusivo para no lucir desfasado respecto a la izquierda mundial en temas de género, raza y ambientalismo.

Acostumbrados como están a los manuales del marxismo-leninismo de la época soviética explicados por viejitos resabiosos y dogmáticos en la Ñico López, los temas de la agenda de la izquierda actual les resultan demasiado complejos y chocan con su mal disimulada mojigatería pacata y su miedo atávico a la diferencia.

Lo de la Escuela de Frankfurt, Gramsci y el marxismo cultural se lo dejan, para que lo revisen por arribita y lo manoseen cuando sea preciso lucir la chaqueta academicista, Abel Prieto, Enrique Ubieta, Iroel Sánchez y algún que otro sesudo de confianza. Los mandamases, que no tienen hábito de leer ni demasiadas luces para la retórica, a la hora de dar teque prefieren aferrarse, antes que al marxismo de Marx y Engels, muy enrevesado para ellos, al marxismo-leninismo, más simple y que no es otra cosa que el estalinismo en que siempre se han movido.

¿Cómo hablar de derechos para todos y de respeto a las diferencias en una sociedad cerrada a cal y canto por un régimen aberrado y paranoico que penaliza la discrepancia con el pensamiento oficial?

Por mucho que se esfuercen los mandamases en venderse como inclusivos, no les resulta, no les pega.  Lo que les sale, como en todo lo que no sea represión, son chapuzas y papelazos.

Están la Comisión Aponte y el CENESEX, pero no se acaban los clichés y los chistes racistas —y también los homofóbicos— incluso en la TV. Y los muchachos negros siguen siendo siempre  los principales sospechosos de todo tipo de delitos para la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Y, casualmente, son también los muertos cuando disparan los policías.

Los tíos Tom de la Comisión Aponte de la UNEAC, subordinados al Partido Comunista, poco pueden hacer. Sus actos son solo folklore y pantomima para engatusar en pro del castrismo a ciertos académicos europeos y norteamericanos con cargos de conciencia por el pasado colonial que quieren subsanar con la teoría crítica de la raza y haciéndose los comprensivos benefactores del Tercer Mundo.

¿De qué sirve el Decreto-Ley No. 31 “De bienestar animal” que tanto trabajo costó que aprobaran? Esa ley no se cumple como mismo no se cumple el plan de las no sé cuántas medidas para la agricultura y tampoco las medidas antiinflacionarias. El hambre, la sarna y las chinches azotan tanto a humanos como animales. Si no hay comida y medicinas para las personas, ¿qué va a haber para los animales? Si no se respetan los derechos humanos, ¿qué van a respetarse los derechos animales?

Tenemos un Código de las Familias tan avanzado que pudiera parecer del Primer Mundo, pero nunca los jerarcas del castrismo ni los mandamases sucesores suyos han pedido perdón por las UMAP, la parametración y la homofobia de Estado de las décadas de 1960 y 1970.

¿Ya se les olvidó a los activistas del CENESEX que en 1980 obligaban a los que querían irse del país a declararse homosexuales para que les permitieran salir, como “escorias y antisociales”, por el puente marítimo de Mariel?

El miembro de la comunidad LGBTIQ que ose disentir del régimen y apartarse de su pachanga sabe que hasta ahí llegará el amparo del CENESEX, que es solo para revolucionarios. Los represores, cuando se dirigen a afrodescendientes y homosexuales que se oponen al régimen, nunca han dejado de tratarlos como “maricones y negros de mierda”. Y si se ponen bocones, tienen el gaznatón garantizado, incluso las mujeres.

Que el Estado comunista se entrometa en la vida de las familias no es algo nuevo. Pero ahora, con el Código de las Familias, los mandamases se desentendieron de los ancianos dejándolos en manos de sus parientes y sustituyeron la patria potestad por una “Responsabilidad parental”, que es como un saco donde todo cabe para que el día que lo decidan puedan amenazarte con quitarte a tus hijos “si no te quitas de la oposición”.

¿Alguien se acuerda de las tarjetas amarillas que recibían los que peleaban en Angola, avisándoles que sus esposas les eran infieles y tenían que divorciarse para salvar su honor y su moral comunista?

Ah, pero no importaba, era una prueba de que eran unos machazos, que los jefazos del Partido y los oficiales de las FAR y el MININT tuvieran amantes y las exhibieran en sus guateques y recholatas.

¿De verdad alguien se cree que la sociedad cubana ha dejado de ser machista, patriarcal y violenta? ¿De qué sirven el Código de las Familias, el CENESEX y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) si aumentan los feminicidios? Solo ahora, porque no podían ocultar más el fenómeno, es que las autoridades empiezan a reconocer su existencia y a prestarle atención.

Ahora que anunciaron tolerancia cero ante la violencia de género, ¿empezará la PNR a dejar de considerar que “en las broncas entre marido y mujer nadie se debe meter”? ¿No ha escuchado a algunos que dicen que las muchachas que violan es por culpa de ellas, “se lo buscaron porque, ¿quién las manda a andar por ahí de noche y con vestidos provocativos?”

Todos quisiéramos una sociedad más humana, armoniosa y mejor, pero sin libertad, en dictadura, eso es imposible.

En una sociedad que va de mal en peor, donde nada funciona bien excepto la represión, es muy hipócrita que los mandamases del inmovilismo finjan haber cambiado de mentalidad y pretendan posar de abiertos, desprejuiciados  e inclusivos. Que los compre quien no los conozca.

Share:

Hundir la Isla en el mar antes que perder el poder.

Por Dimas Castellanos.

La Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en la sesión constitutiva de la X Legislatura, el pasado 19 de abril, designó a Miguel Díaz-Canel como presidente de Cuba por segunda vez y ratificó a la casi totalidad de los principales funcionarios del Estado y del Gobierno en sus cargos.

Lo ocurrido no fue sorpresa: es la conclusión de un proceso que la historia -herramienta imprescindible para entender e incidir en los fenómenos sociales- nos devela. El 16 de octubre de 1953, hace ya casi siete décadas, en el juicio seguido contra los asaltantes al cuartel Moncada, su líder, Fidel Castro, dijo: "nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie".

La frase, de corte numantino, expresada mucho antes de que el caudillo asumiera el poder, encubría un propósito estrechamente relacionado con lo ocurrido en la última sesión de la ANPP este 19 de abril: la pretensión de decidir sobre la vida y la muerte de los demás sin tener que consultarles.

Para realizar esa intención en un país dotado de libertades y derechos refrendados constitucionalmente, se requería de una premisa: desmontar la infraestructura política, económica, cívica e institucional fraguada durante el medio siglo de República que precedió al asalto, y que el propio Fidel Castro mismo describió en el citado alegato de 1953: "Os voy a referir una historia. Había una vez una República. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades; presidente, congreso, tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El Gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya solo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos y en el pueblo palpitaba el entusiasmo".

Claro está que con esa infraestructura, aunque aún joven, ningún hombre o partido político podía determinar la suerte de Cuba. Se imponía su desmantelamiento, un proceso realizado esencialmente en los dos o tres primeros años de poder revolucionario.

La Constitución que tenía aquella República, la de 1940, en lugar de ser restablecida plenamente como se había anunciado en el discurso de defensa, fue sustituida en esos primeros años de revolución por la Ley Fundamental del Estado cubano, unos estatutos que  eliminaron la división de los poderes públicos, declararon la no necesidad de realizar elecciones libres, concentraron  los poderes de gobierno en un Consejo de Ministros presidido por el líder de la revolución, sustituyeron la diversidad de asociaciones cívicas por las llamadas organizaciones de masas, mientras el Estado monopolizaba la propiedad, la enseñanza, la cultura y los medios de comunicación, a la vez que erradicaba el pluralismo político: la figura del ciudadano desapareció, y el terreno quedó listo para el inmovilismo y la continuidad.

El retroceso sufrido en la agricultura, la industria, la energía eléctrica, el transporte, el sistema de salud y las finanzas; los millones de cubanos reducidos a la pobreza; la desnutrición; la elevada inflación; el aumento de la represión, y el éxodo masivo que solo hacia EEUU huyeron más de 270.000 cubanos en 2022, acumularon un descontento que se manifestó con fuerza en dos de los últimos hechos: las manifestaciones del 11 de julio de 2021 -un acontecimiento inédito en la historia política de Cuba por su extensión, magnitud y espontaneidad-, y la elevadísima abstención en las "elecciones" del 26 de marzo de 2023. Una situación que ubica a Cuba como Estado fallido, aunque aún conserve el control del territorio nacional.

La manifiesta decisión gubernamental de mantener el poder, que llevó al Gobierno a desestimar las oportunidades de cambiar gradualmente, ha conducido a una crisis sistémica profunda en la que ya ninguna reforma parcial puede revertir el proceso.   Una reforma estructural, que es lo que se requiere, conducirá inevitablemente, en el corto o mediano plazo, a lo que la oligarquía totalitaria no está dispuesta: la pérdida del poder; de ahí el peligro del atrincheramiento de la elite que controla al Partido-Estado-Gobierno.

La continuidad del deterioro que representan públicamente el presidente Díaz-Canel y los funcionarios ratificados en sus cargos, se corresponde palmo a palmo con lo manifestado por Fidel Castro el 16 de octubre de 1953: disponer la suerte de un pueblo sin su consentimiento; ahora con una diferencia sustantiva: el Partido-Estado-Gobierno -estructura creada por el caudillo para perpetuar el mando-, no solo actúa sin el consentimiento del pueblo, sino contra su voluntad soberana, manifestada en las protestas populares, las "elecciones" y el éxodo.

Los que ocuparon el poder, al clausurar todos los caminos cívicos para el cambio, son responsables de lo ocurrido en más de seis décadas decidiendo el destino de Cuba con la balanza inclinada hacia el retroceso, un tiempo en el que han contraído intereses económicos -concentrados esencialmente en el holding GAESA, como ha demostrado la Asociación Cuba Siglo XXI- que el grupo gobernante está decidido a defender. Esto ha llevado a esta devenida elite oligárquica, a tratar de copiar el modelo más cercano a sus intereses: el poder oligárquico encabezado por Vladimir Putin en Rusia.

La imposibilidad de esa elite de mantenerse ante su avanzado estado de descomposición, permite asegurar que Cuba está abocada a una salida violenta, bien por una crisis al interior del poder, bien por una nueva oleada de manifestaciones masivas, circunstancias en la que todos seríamos perdedores, y cuya responsabilidad, de producirse, recaerá únicamente en quienes decidieron que primero se hundiría la Isla en el mar -y esclavizaron, eso sí, a todo un pueblo- antes de perder el poder.

Share:

jueves, 20 de abril de 2023

El Partido Comunista llevó a los cubanos a la ruina.

Por Roberto Jesús Quiñones Haces.


Desde Fidel Castro hasta Miguel Díaz Canel Bermúdez, pasando por un espectro variopinto de castristas donde algunos destacan por su inteligencia y la mayoría por su mediocridad, han sido múltiples los dirigentes de la dictadura que se han encargado de propagar que el Partido Comunista de Cuba (PCC) es la fuerza política de vanguardia de nuestra sociedad.

En su afán por otorgar legalidad a lo que es un hecho ajeno a nuestras tradiciones e historia desde la promulgación de la primera constitución mambisa hasta el funesto golpe de Estado de Fulgencio Batista, los ideólogos del castrismo han llegado a otorgarle a su organización política rango constitucional.

En la carta magna impuesta por los comunistas está el artículo 5, que en su primer párrafo establece: “El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista, marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”.

Ante el reiterado discurso oficialista y el citado precepto constitucional resultan inevitables estas preguntas: ¿Qué es un partido de vanguardia y cuáles son los hechos que permiten otorgarle esa calificación?

Una simple deducción lógica nos indica que un partido es de vanguardia cuando su acción es evidentemente transformadora y revolucionaria, resuelve los problemas nacionales y no se enquista en la reproducción de métodos de profunda ineficacia.

Esa transformación debe constatarse en actos concretos que cuenten con la aprobación de los ciudadanos, pues no se puede obviar el hecho de que el carácter de vanguardia se lo otorga el pueblo, algo que solo puede medirse mediante elecciones democráticas y no ha ocurrido jamás en Cuba desde 1952. Todo partido proyecta una imagen revolucionaria y transformadora y esa posibilidad puede hacerse efectiva plenamente cuando llega al poder por mandato popular. Una vez allí su proyección transformadora debe ser probada y su condición de vanguardia ratificada por el pueblo. Si se priva al soberano del derecho de expresar su aceptación o rechazo del programa político que se le impone a nombre de un partido, este no es revolucionario porque atenta contra un ineludible elemento para su validación, la voluntad popular.

Más allá de la evidente contradicción existente en el primer párrafo del artículo 5 de la Constitución castrista, donde se mezclan conceptos excluyentes como las ideas de José Martí con el marxismo leninismo, el Partido Comunista de Cuba no tiene —ni ha tenido jamás— un vínculo permanente con el pueblo. Mucho menos ha escuchado el reclamo popular de cambios, sino que siempre lo ha reprimido. Aunque asegura ser martiano, el PCC ha olvidado que el Apóstol de nuestra independencia dejó escrito en la Base Cuarta del Partido Revolucionario Cubano (PRC), que este no se proponía “perpetuar en la República Cubana, con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia…”.

Y también escribió el Apóstol en la Base Quinta: “El Partido Revolucionario Cubano no tiene por objeto llevar a Cuba a una agrupación victoriosa que considere la Isla como su presa y dominio…”.

A pesar de proclamarse martiano, el PCC ha impuesto y perpetuado en nuestro país el espíritu autoritario de la colonia y ha convertido a su burocracia y a las fuerzas represivas que defienden sus privilegios en los únicos ciudadanos con derechos. Ellos son los únicos beneficiados de un ejercicio de poder que jamás ha sido otorgado por el pueblo y han terminado convirtiendo a Cuba en presa y dominio de su ideología, la misma que el Apóstol calificó como extranjerizante e impropia para el desarrollo humano, pues solo servía para enseñorear a unos hombres sobre otros, como ha demostrado la historia de todos los países donde se impuso. Por esa razón el PCC no puede ser calificado como martiano.

Lenin reconoció que el carácter vanguardista del partido bolchevique sería otorgado por el pueblo y, además, estaría reconocido por su composición proletaria. Pero ni siquiera él escapó al pecado de las violaciones de lo que se presentaba como una teoría infalible. El toque final al macabro experimento lo darían José Stalin, Mao Zedong, los jemeres rojos y la monarquía constitucional socialista establecida por Kim Il Sung, aunque de los horrores no escapa ningún país autoproclamado socialista, incluido Cuba.

Algo significativo en el caso del único partido legal en Cuba es la composición de sus más altas estructuras de mando. Después de la muerte de Luis Alberto Rodríguez López Calleja, en el Buró Político hay 13 miembros y ninguno de ellos procede de la clase obrera. La única persona de esta instancia partidista que está vinculada a un sector productivo es Marta Ayala Ávila, directora general del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.

En el Secretariado hay seis miembros, todos miembros de la burocracia partidista.

El Comité Central tiene 98 miembros:

  • 5 altos dirigentes del gobierno
  • 2 altos dirigentes del partido
  • 18 dirigentes administrativos de nivel nacional
  • 15 dirigentes administrativos de instancias provinciales
  • 20 dirigentes políticos de instancias provinciales
  • 5 altos oficiales de las FAR
  • 4 altos oficiales del MININT
  • 1 es un alto dirigente de la UJC
  • 3 rectores de universidades
  • 4 investigadores
  • 3 trabajadores de servicios de Salud Pública
  • 3 profesores universitarios
  • 7 dirigentes de organizaciones sociales y de masas
  • 2 dirigentes de instancias políticas municipales
  • 1 campesino
  • 3 periodistas
  • 1 jurista
  • 1 embajador

No hay un solo obrero en las máximas instancias del PCC, algo que es una evidente contradicción, pues este se presenta como el genuino representante de los intereses de la clase trabajadora.

El Partido ha sido incapaz de transformar la economía cubana en más de sesenta años de poder absoluto, un lapso en el que países más atrasados que Cuba en 1959, como Taiwán y Singapur —por solo citar dos ejemplos— se han convertido en prósperas economías.

Pero la mejor prueba de que el PCC es totalmente conservador y profundamente reaccionario está en nuestra inocultable realidad, consecuencia directa de la aplicación de la ideología que propugna y de sus métodos económicos.

Share:

Díaz-Canel y la ideología woke.

Por Víctor Manuel Domínguez.


En el marco de la visita del alto mando del Partido Comunista a Santa Clara la semana pasada, Díaz-Canel asistió al Primer Encuentro Voces de Mujeres por la No Violencia de Género.

A la reunión, que congregó a más de 400 personas de las provincias Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Villa Clara y La Habana, también asistieron el miembro del Buró Político Roberto Morales Ojeda, la viceprimer ministra Inés María Chapman, y la secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas, Teresa Amarelle Boue, además de las principales autoridades de Villa Clara.

El encuentro sobre la violencia de género se da cuando las autoridades, debido a las denuncias de las organizaciones independientes, se han visto obligadas a dar una mayor visibilidad al problema de los feminicidios, que negaron durante mucho tiempo.

Recientemente, catorce organizaciones de la sociedad civil instaron al régimen a declarar el Estado de Emergencia por el aumento de la violencia de género, implementar una Ley Integral Contra la Violencia de Género y el cese de la criminalización del activismo feminista y LGBTI.

Hasta ahora no pasan de ser promesas, se han quedado en papeles, el Programa de Adelanto de la Mujer y el Observatorio de Violencia de Género. Y la Línea 103 de telefonía para ayudar a las cubanas no estuvo activa ni un año.

Llega tarde el Encuentro Voces de Mujeres por la No Violencia. No podrá salvar las vidas  de Ana Ibis Llanes, asesinada por su expareja, quien se encuentra prófugo, o de la adolescente Leydis Bacallao, asesinada dentro de la estación de policía por su amante, que casi le triplicaba la edad, ni de otras decenas de víctimas de feminicidios.

¿Que pueden pensar los familiares de las víctimas de este espectáculo politiquero y oportunista que acaban de escenificar en Santa Clara?

A la bandería comunista le viene muy bien, le encaja como anillo al dedo, la ideología woke (despierto, en inglés), usada para referirse a quienes enfrentan a la discriminación por raza, género y orientación sexual.

Le interesa la ideología woke a los comunistas por dos puntos clave: el potencial político que encierran las minorías históricamente desfavorecidas por la mayoría blanca, heterosexual y machista, y porque es un fenómeno descentralizado y fácil de controlar y manipular. Pero, fundamentalmente, le conviene porque sustituye “la lucha contra la explotación del estado capitalista opresor”, eje del marxismo-leninismo, por la defensa de unas “minorías” que también son víctimas del capitalismo.

El régimen de la continuidad castrista de Díaz-Canel, para no quedar rezagado de los yanquis y posar de moderno, oportunistamente se adhiere a la ideología woke. El castrismo, supuestamente para defender a las mujeres de los machistas y empoderarlas, tiene a la misógina Federación de Mujeres Cubanas (FMC), presidida por Teresa Amaruelle Boue; de las personas sexodiversas se ocupa el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), dirigido por la diputada Mariela Castro, hija del dictador Raúl Castro; y para ocuparse de los afrodescendientes está la Comisión Aponte, presidido por el periodista Pedro de la Hoz, otro síndico del Partido Comunista.

¿Dónde estaban la FMC y la Policía Nacional Revolucionaria cuando asesinaron a 34 mujeres el año pasado y a 26 en lo que va de este? ¿Dónde están el CENECEX y la Comisión Aponte cuando reprimen a personas negras y homosexuales de la sociedad civil no sometida al régimen?

Todo eso queda fuera del armario woke de Díaz-Canel, que cuando ocurren esas cosas, se mantiene, como dice uno de los personajes del animado Madagascar, “tranquilito y calladito, que así se ve más bonito”.

En sociedades libres y democráticas, el movimiento woke puede servir para analizar y resolver los problemas de las mal llamadas minorías; pero en regímenes cerrados, como el que impera en Cuba, donde no hay libertad de expresión, reunión y asociación, se aprovechan los problemas de estos grupos sociales para distraer y reforzar el discurso opresivo.

Share:

miércoles, 19 de abril de 2023

El legado nefasto del presidente designado.

Por Roberto Jesús Quiñones Haces.


Este 19 de abril se cumplen cinco años de la designación de Miguel Díaz-Canel Bermúdez como presidente de la República de Cuba. Ocupa ese cargo por decisión expresa del General de Ejército, Raúl Castro Ruz, cuando este todavía era el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y el Presidente del Consejo de Estado.

El “movimiento de cuadros” no fue más que un cambio aparente en la estructura gubernamental del castrismo, un ilusionismo político que luego se completaría con la promoción de Díaz-Canel al máximo cargo del PCC mientras las mieles del poder continuaron siendo libadas por Raúl detrás del proscenio.

El mismo Díaz-Canel ha reiterado que es un fiel continuador de la obra de sus predecesores, quienes gobernaron el país durante 59 años sin haber sido electos por el pueblo. A su programa de gobierno lo ha llamado continuidad, una especie de contumacia que ha profundizado el declive experimentado por Cuba desde 1959 y que hoy tiene todas las características de una crisis humanitaria.

Lo triste de la situación es que se desconoce cuánto más pueda durar la dictadura y mucho menos si una vez muerto Raúl Castro el poder que se ha encargado de afianzar continuará siendo el verdadero controlador de todo. Eso es lo único que se puede concluir, lo demás pertenece a las especulaciones.

Precisamente, este 19 de abril va a constituirse la X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), que esta vez tendrá solo 470 legisladores. Me resisto a llamarlos diputados y a endilgarle el nombre de parlamento a ese órgano de gobierno de la dictadura. Estas personas “elegirán” al Consejo de Estado, al Presidente y al Vicepresidente del país, un hecho que también ha provocado algunas especulaciones.

Entre los especuladores no faltan los académicos o renombradas figuras intelectuales y políticas de Estados Unidos, Europa y América, quienes se presentan ante la opinión pública como expertos en asuntos cubanos, aunque sus opiniones solo provocan estupor o risa. Tal es el caso de la señora Susan Eckstein, quien hace pocos meses, durante una conferencia de prensa en una de las sedes del Instituto Watson de Asuntos Internacionales y Públicos de EE. UU., afirmó que en Cuba los gobernantes se habían deslindado del marxismo leninismo para identificarse únicamente con las ideas de los héroes que lucharon por nuestra independencia, para rematar con la afirmación de que en Cuba ya no había castrismo. Ellos, como el discurso oficialista, proyectan la imagen de un país virtual.

Pero la realidad es más contundente que las especulaciones y demuestra que por muy deficiente que haya sido la administración castrista en toda su historia, durante el mandato de Díaz-Canel el país no solo continuó profundizando su decadencia con muestras de una inopia e inflación nunca antes vistas por los cubanos, sino que la represión ha alcanzado una extraordinaria sistematicidad con el vergonzoso contubernio de gran parte de la comunidad internacional.

Si cuando Díaz-Canel asumió el poder alguien pudo pensar que por pertenecer a otra generación representaría un camino diferente y una respuesta efectiva a los problemas del país, se equivocó por completo. El quinquenio transcurrido desde entonces demostró que es más de lo mismo. La prueba más palmaria de que Díaz-Canel es tan represor como sus antecesores fue su actuación durante el 11 de julio de 2021, cuando, violando la propia constitución de la dictadura, ordenó reprimir a los cubanos que se lanzaron a las calles pidiendo cambios y libertad.

El rechazo que cotidianamente recibe este dirigente cubano en las redes sociales es significativo. No se trata de que Fidel o Raúl Castro hayan actuado mejor que él o fueran menos crueles, sino de que el castrismo está en una etapa de profunda descomposición e ineficiencia donde la proclamada continuidad solo ha provocado más incertidumbre y desesperanza.

Los cubanos tendrán un nuevo presidente -o el mismo- que será nuevamente designado el próximo 19 de abril por un órgano de gobierno que sesiona a puertas cerradas y que, históricamente, más que representar intereses trascedentes del pueblo, ha defendido los de los Castro y sus acólitos. Antes de que se efectúe la votación seguramente “el partido” dará a conocer sus orientaciones.

Díaz-Canel no fue elegido por el pueblo en 2018 mediante elecciones democráticas y multipartidistas -las mismas que prometió Fidel Castro al levantarse en armas contra Batista-, sino por 603 personas dependientes del Partido Comunista. Lo mismo ocurrirá este 19 de abril, aunque esta vez serán 470 los legisladores.

Carente de carisma, sin dotes para la oratoria, con evidentes problemas en su pronunciación y en la expresión coordinada de sus ideas, incapaz de refutar con argumentos convincentes los cuestionamientos que gran parte del pueblo hace a su gestión de gobierno en las redes sociales, Díaz-Canel no es más que otra imagen de los “logros” del castrismo.

Si a partir de 1959 Cuba se enrumbó por un camino antidemocrático, al menos los nuevos usurpadores del poder podían ufanarse de contar entre sus filas con figuras como Carlos Rafael Rodríguez y Raúl Roa, quienes decidieron poner sus capacidades al servicio del mal, pero que eran indudablemente cultos.

No puede decirse lo mismo de quienes hoy dirigen los destinos del país, empezando por el presidente designado. Quien analice la composición del Buró Político del PCC concluirá que no hay en él un solo pensador político, tampoco un intelectual o un político trascedente. Hace ya mucho tiempo que en Cuba se sustituyó al mérito por la obediencia para acceder a cargos políticos y administrativos.

Díaz-Canel no surgió de la familia Castro Ruz, pero le sirve con una fidelidad entusiasta, al extremo de que en cinco años puede afirmarse sin tapujos que es otro dictador a tener en cuenta en la historia de nuestra patria y Latinoamérica.

A quienes especulan sobre un posible sustituto para el villaclareño habría que decirles que el problema no es de nombres. Mientras viva Raúl Castro habrá dictadura. También la habrá cuando muera el general sin victorias si no se desarticulan los tentáculos de la mafia enseñoreada sobre Cuba.

Lo que ocurra este 19 de abril no pasará de ser otro acto propio de la cosmetología política del castrismo.

Share:

Ley del robo y de la expropiación.

Por Zoé Valdés.

El parecido no lo es tanto todavía -pero todo se andará-, la semejanza con aquella Ley de Reforma Urbana implantada en Cuba por los Castro en 1960, a sólo un año de haber impuesto su revolución en la isla, con esta Ley de la Vivienda que se acaba de estrenar en España, no estriba solamente en lo evidente, sino a lo que apuntan algunas evidencias históricas: el control por parte del estado de las propiedades privadas, que cada vez más dejarán de serlo para devenir propiedades compartidas con el Estado, o sea, con el régimen castrista en la época, y con el régimen sanchista hoy.

De ahí al «exprópiese» hay pocos pasos, múltiples intenciones…

Mi padre, ebanista, había heredado de mi abuelo dos mueblerías en la calle Salud, que era la calle de las mueblerías en La Habana. Desde los catorce años trabajaba en la reparación y confección de muebles sin descanso; en una de las mueblerías él y otro señor reparaban muebles, en la otra los confeccionaban, y en ambas se vendían, en lo que era un comercio como otro cualquiera. ¿Quién le iba a decir a mi padre que ese sencillo negocio iría a molestar a Fidel Castro, y a una revolución a la que él había apoyado aunque tímidamente?

No sólo el negocio de mi padre y aquellos que fueron propiedades de numerosos cubanos en la isla incomodaron a Castro, además enseguida fueron nacionalizados, o sea, confiscados, para pasar a ser propiedad del régimen; mi padre quedó como empleado de su propio negocio, y como dependiente del régimen, que le pagaba como lo que ellos decidieron que fuera: como un esclavo.

Peor sucedió con mi abuela paterna, quien era propietaria de un edificio de cuatro pisos en la Calle Dragones, en una de las arterias más populares del Barrio Chino habanero. Tras la Ley de Reforma Urbana, impuesta por Castro, como ya dije, en 1960, mi abuela fue obligada a bajar el precio de los alquileres a los niveles impuestos por el Estado, sucesivamente, como las ganancias no compensaban lo que significa poseer una propiedad: mantenimiento, arreglos, etcétera… el mismo estado le propuso comprársela, con pago retroactivo, o sea, nada, por lo que ya habían pagado en el pasado sus inquilinos, que ahora devenían dueños de sus apartamentos, aunque al 50 por ciento con el estado, y sin derecho a venta de ningún tipo. Mi abuela sólo pudo poseer el apartamento en el que vivía, y al cincuenta por ciento con el Estado, como el resto. O sea, de haber ayudado a construir un edificio, o de haberlo adquirido, con el esfuerzo de dos mueblerías, mi abuela y mi padre se quedaron sin mueblerías, sin propiedades, y sin herencia.

El régimen, al notar el descontento de mi señora abuela, envió a uno de sus esbirros para proponerle que vigilara el barrio de los posibles malhechores y contrarrevolucionarios, no sé si por pánico o por lo que fuera, mi abuela accedió, y se convirtió no sólo en la Jefa de Vigilancia de la cuadra, de los Comités de Defensa de la Revolución, en cuanto fueron creados, sino que además se hizo una de las chivatas más connotadas del barrio, tanto, que inclusive no vaciló en delatar a su propio hijo y de tal modo enviarlo a la cárcel durante cinco años, sin juicio, hasta el exilio definitivo, donde mi padre murió sin regresar jamás a su país. La historia es mucho más larga y tétrica, pero por pudor con ella, con mi abuela paterna, prefiero dejarla ahí…

Esta no es sólo la historia de mi abuela y de mi padre, esta es la historia de millones de cubanos bajo el castrismo, que debieron obedecer a una Ley de Vivienda, o sea, de Reforma Urbana, como la que les acaba de imponer el sanchismo a los españoles. Sepan, españoles, que cada ley socialcomunista los conducirá a otras leyes, a más y más leyes, que contribuirán a despojarlos de todo, hasta el último resquicio de libertad, hasta el último respiro de vida, si el sanchismo lo considerara necesario.

La Ley de Reforma Urbana en Cuba, que aquellos que no gozaban de propiedades aplaudieron hasta el agotamiento, alegres frente al robo del Estado contra los que ellos llamaban «ricos» y no eran más que miembros de la clase media que habían podido desarrollar, esforzados, un patrimonio familiar, muy pronto se volvió contra ellos también, al transformarse en propietarios junto al régimen de un patrimonio castrista que sólo había cambiado de nombre de propietario único: el castrocomunismo. Los nuevos dueños no sólo no podían vender, tampoco sus hijos podían heredar, y el control se amplió a impedir la simple libertad de movimiento a lo largo y ancho de la isla, con informes y prohibiciones previas y duraderas…

Share:

martes, 18 de abril de 2023

La tenaz lucha de los cubanos por la subsistencia.

Por Gladys Linares.

Una cola para comprar alimentos en Cuba.

La escasez como herramienta de dominación ha sido siempre una de las premisas del sistema comunista implantado en nuestro país, pues no hay manera más eficaz de impedir a los ciudadanos pensar en democracia, pluripartidismo o elecciones libres que mantenerlos ocupados luchando por la supervivencia diaria e ideando alguna forma de llevar a la mesa un bocado de comida o al menos algo con qué mitigar el hambre (no digamos ya una dieta balanceada y mucho menos saludable).

Así pues, desde hace casi 60 años los cubanos nos hemos visto obligados a adquirir una serie de productos básicos únicamente mediante una libreta de racionamiento que, si bien no satisfacía todas las necesidades alimentarias del mes, al menos representaba hasta cierto punto una tabla de salvación, especialmente en los momentos críticos de mayor escasez durante el llamado Período Especial de los años 90. 

Hoy, la crisis alimentaria no solo es más grave que aquella, sino que además se ve agudizada por el hecho de que ahora el régimen ni siquiera es capaz de garantizar los ya exiguos productos de la mal llamada canasta básica. Esto nos obliga a depender de un mercado informal que impone precios desmedidos, aunque frecuentemente más leves que los de las tiendas en divisas, ahora MLC, a las cuales no todos tienen acceso y que tampoco escapan al desabastecimiento general.

Ahora bien, con la entrada en vigor de la Tarea Ordenamiento aumentó el precio de los alimentos, mas no su calidad. El extranjero que escuche en la prensa oficial la propaganda sobre la distribución de “productos cárnicos” por la libreta de racionamiento seguramente no es capaz de imaginar que las raciones mensuales se limitan a una libra de pollo y un cuarto de libra de picadillo de soya, o de picadillo “extendido” (aumentado quién sabe con qué), o en su defecto un cuarto de libra de mortadela, y todos, a excepción del primero, de olor y sabor tan nauseabundos que ni siquiera después de varias décadas hemos logrado los cubanos asimilarlos sin asco.

La presente crisis no es, por cierto, obra de la pandemia de COVID-19 desatada en el 2020, por muy oportuna que esta le haya resultado al régimen. Ya para el año 2017 la escasez se hacía notar en el día a día: la carne de cerdo comenzó a desaparecer gradualmente de los puntos de venta, los agromercados permanecían con muy pocos productos o vacíos la mayoría de las veces y en las pescaderías apenas se vendía algo y en cantidades muy limitadas. 

Igualmente, fueron clausurados por falta de mercancías aquellos contenedores de barrio donde se vendían en CUC alimentos y artículos de aseo. Con todo, para viandas y hortalizas aún podíamos contar con los puntos de venta particulares que, aunque más caros, al menos estaban un poco mejor surtidos y resolvían en parte la situación. En cambio hoy sus precios sobrepasan el poder adquisitivo de los ciudadanos, sobre todo de los pensionados, que son los más perjudicados por la crisis y el “ordenamiento” monetario.

La Tarea Ordenamiento, de un impacto indiscutiblemente demoledor, sumió a la gran mayoría de la población en la miseria. Esto lo percibimos desde el primer momento, no solo porque los datos referentes al presupuesto de la canasta básica informados por los medios oficiales eran irreales, sino también porque simultáneamente aumentaron de manera dramática los precios de servicios básicos estatales como agua potable, electricidad, gas, transporte público o teléfono, así como del transporte privado y de bienes indispensables como medicamentos y materiales de construcción, entre otros. De modo que la población de la tercera edad quedó de un porrazo en la miseria, hasta tal punto que en la actualidad una gran cantidad de ancianos apenas logran hacer dos paupérrimas comidas al día.  

Ya para 2022 la inflación, según algunos economistas, creció cerca de un 40%. Y es que ante la escasez los precios aumentan por horas a la vez que disminuye nuestra capacidad para acceder a productos básicos. De nada sirve que los ministros se reúnan y reúnan, y hablen y hablen de “regular” y “enfrentar” los precios abusivos, pues eso no ocurrirá mientras los mercados no estén debidamente abastecidos. ¿Y cómo lograrlo, si no hay productividad? 

Entretanto, el nuevo experimento -o, más exactamente, la nueva maniobra de distracción- consiste en conferirle protagonismo a las micro, pequeñas y medianas empresas privadas (mipyme), esta vez con la asesoría de especialistas rusos, en un aparente intento por resucitar la maltrecha economía cubana, aunque el ejemplo ruso deja mucho que desear. 

Como hemos visto a lo largo de estos años con otros proyectos, las trabas impuestas por el Gobierno los hacen fracasar. Esta vez las nuevas mipyme se tendrán que enfrentar además al considerable obstáculo de la falta de fuerza laboral joven y capacitada, pues nuestros jóvenes, ante la falta de oportunidades, deciden emigrar.

Share:

viernes, 14 de abril de 2023

“Atractiva, duradera y sostenible”: el régimen proyecta su nueva Tribuna Antimperialista.

De cubanet.org



La Tribuna Antimperialista de La Habana, explanada construida por orden del fallecido dictador Fidel Castro a finales de los años noventa del pasado siglo, continúa sometida a una reparación capital que se extiende por casi cuatro años.

Un reporte del portal digital Cubadebate señala que, a pesar de que las brigadas no cesan su labor, aún no existe una fecha exacta para la culminación de la obra.

El medio oficialista entrevistó recientemente a Rafael Becerra Cardelo, experto principal de la Empresa de Servicios Especializados y Dirección Integrada de Proyectos (ESEDIP), entidad que tuvo que asumir la restructuración el pasado año.

El joven indicó que la inauguración de la nueva Tribuna Antimperialista estaba prevista para el 26 de julio de 2023, aunque aseguró que “la situación energética por la que atraviesa Cuba no permitirá cumplir con este plan”.

“Al constituir una obra civil, el estado prioriza otros factores. Además, en esta última etapa las afectaciones presentadas no han sido por cuestiones técnicas, sino netamente energéticas del país. Aun así, la obra no se ha paralizado, hemos trabajado por jornadas intensas”, dijo Becerra Cardelo a Cubadebate.

Según el experto, se trata de una obra “que requiere de muchos equipos”: cargadores, retroexcavadoras, martillos neumáticos, compresores y camiones. Asimismo, precisó que el cemento para la obra debe ser trasladado del desde la provincia de Cienfuegos, lo que dispara aún más el gasto de combustible.

Sobre como será la nueva Tribuna, Becerra Cardelo explicó que se le dará espacio a vegetación adulta, por lo que se agregará “un sistema de riego subterráneo” para la misma.

Quienes desarrollan la obra insisten en que la nueva Tribuna Antimperialista debe ser duradera y sostenible, así como proyectar una imagen atractiva.

Construida en apenas 80 días en el espacio que ocupaba el parque Cuatro de Julio, la Tribuna Antimperialista fue inaugurada el 3 de abril del 2000 y se convirtió en el epicentro de la llamada Batalla de Ideas lanzada por Fidel Castro a raíz del caso de Elián González, y posteriormente durante la campaña en favor de los cinco espías de la Red Avispa.

Sin embargo, luego de que el dictador abandonara sus responsabilidades por problemas de salud en 2006, la Tribuna pasó a un segundo plano y sus estructuras fueron casi consumidas por el salitre y la humedad.


Share:

Eduardo Heras León, un patético rehabilitado.

Por Luis Cino.


Ha muerto en La Habana, a los 82 años, el escritor Eduardo Heras León, quien fuera en la década de 1960, junto a Jesús Díaz y Norberto Fuentes, de los principales exponentes de la llamada narrativa de la violencia.

En 1971, el libro de relatos de Heras León "Pasos en la hierba" provocó la ira de los mandamases, particularmente del entonces ministro de las FAR Raúl Castro, que se indignó por la visión que daba el escritor -quien había sido artillero- de los soldados de la Revolución.   

La edición hecha por Casa de las Américas de "Pasos en la hierba" apenas circuló: fue recogida de las librerías y convertida en pulpa de papel.   

En el número 46 de "El Caimán Barbudo" (mayo de 1971), una nota de resonancias inquisitoriales anunció la expulsión de Heras León del Consejo de Redacción de la revista “por las connotaciones de criticismo tendencioso que, amparado en pretendidas posiciones revolucionarias, se evidencian en su libro”.

Heras León fue enviado a la acería de El Cotorro para que, como obrero metalúrgico, demostrara proletariamente su fidelidad a la Revolución. Y se esforzó por conseguirlo, no solo trabajando como un esclavo, sino escribiendo, dentro del más puro realismo socialista, obras como "Acero".

Demoró más de dos décadas la rehabilitación definitiva de Heras como “escritor revolucionario”.  

La segunda edición de "Pasos en la hierba" apareció ya entrada la década de 1990, en pleno Periodo Especial. Curiosamente, la imagen de la portada del libro evocaba a otro represaliado del Decenio Gris, el pintor Servando Cabrera. 

En la presentación de la nueva edición, su autor solo atinó a alzar el libro y gritar “Gané” para celebrar el fin de su largo ostracismo.

En junio de 2006, los comisarios, confiados de la prudencia y lealtad de Heras León, en las tres primeras páginas del número 334 de "El Caimán Barbudo", le concedieron el derecho a réplica que le habían negado 35 años atrás, cuando lo expulsaron a cajas destempladas.

Al desagravio de "El Caimán Barbudo" acudieron gustosos, como testimoniantes, los poetas Guillermo Rodríguez Rivera, Víctor Casaus y Germán Piniella y el cantautor Silvio Rodríguez, todos amigos de Heras y alguna vez también efímeramente relegados por los comisarios. 

Esa vez no hubo los mea culpa que entonaron durante demasiado tiempo para convencer a los mandamases de su lealtad perruna. Y para que no hubiera dudas, dieron por superados “los errores del pasado” y evitaron señalar a los verdaderos responsables de las prohibiciones y las represalias. Prefirieron hablar vagamente de incomprensiones, extremistas, burócratas y perseguidores de la cultura. Después de todo, dijeron, ya muchos de los inquisidores no están aquí: “fueron a buscar refugio en los acogedores brazos del enemigo”. Aludían a Jesús Díaz como si fuera el totí, pero no se atrevieron a nombrarlo, a él que tuvo el valor y la sinceridad de admitir sus culpas y romper a tiempo con el régimen. 

Heras León, El Chino, como lo llamaban sus allegados, tuvo muchos amigos y gente que lo quiso, particularmente por sus enseñanzas al frente del Centro de Narrativa Onelio Jorge Cardoso.

En 2014 le concedieron el Premio Nacional de Literatura. Hasta sus últimos días se mantuvo asegurando, como otros de sus amigos tronados del ayer: “Nosotros fuimos y somos revolucionarios”. 

Share:

viernes, 7 de abril de 2023

Teatro Sauto: un coliseo neoclásico para la Atenas de Cuba.

De cubanet.org


En abril de 1863 abrió orgullosamente sus puertas el Teatro Esteban, que luego sería rebautizado como “Sauto”, en la provincia de Matanzas. El imponente edificio, de estilo neoclásico, vino a ser la joya urbana más preciada de cuantas se habían construido en la pujante ciudad, que en menos de un siglo había pasado de ser un pueblo entre ríos a una urbe espléndida, gracias al desarrollo de la industria azucarera.

El acelerado progreso económico trajo consigo el despegue de la cultura y la sociedad. Se consolidaron notables centros educacionales e importantes instituciones artísticas y literarias. Pero no fue hasta 1858 que, al calor de la Sociedad Filarmónica, tomó cuerpo el proyecto de construir un teatro que fuera símbolo de la ciudad. Comerciantes, obreros y hacendados iniciaron colectas y se barajaron propuestas hasta que el propio Gobernador Civil anunció, públicamente, su consentimiento para construir el inmueble.

En mayo de 1860, la Junta Directiva, encabezada por el eminente ingeniero Francisco de Albear, aceptó dos proyectos de los seis presentados. Uno llevaba la firma del arquitecto italiano Daniel Dall’Aglio, quien finalmente tuvo el honor.

Para comenzar las obras hubo que destruir la plaza de toros y los depósitos de la Real Aduana, además de secar un amplio cenagal sobre el cual descansaría la parte posterior del edificio. Durante su construcción, en el sitio donde se extraía cal para las obras fueron descubiertas las Cuevas de Bellamar, una de las principales atracciones con que cuenta Matanzas.

Tres años duraron los trabajos del Sauto, el más fiel ejemplo del estilo neoclásico en la isla. Sobrio, elegante, simétrico, con amplios corredores y ventanales para facilitar la ventilación e iluminación, ha sido históricamente un sitio amado por los matanceros. El nuevo núcleo de la vida cultural satisfizo las expectativas en cuanto a porte, funcionalidad, distribución de los espacios, decoración y una acústica perfecta.

El lunetario, en forma de herradura, dispone de 775 capacidades. La sala principal está rodeada por tres palcos y posee una glorieta que, al ser erigida, se convierte en pista de baile. Por su escenario han pasado relevantes figuras de las artes escénicas como las primerísimas figuras del ballet Ana Pavlova y Alicia Alonso, el tenor Enrico Caruso, la actriz Sarah Bernhardt, el pianista Ernesto Lecuona, Antonio Gades, Libertad Lamarque y muchos otros.

En octubre de 1978, el Teatro Sauto fue declarado Monumento Nacional.


Share:

jueves, 6 de abril de 2023

Producen “helado” en Santiago de Cuba con harina de arroz.

Por Jeniree Paola Azuaje Huz.


La escasez de materia prima en Cuba ha llevado a las empresas que siguen trabajando, a ofrecer productos alimenticios elaborados con ingredientes sustituidos por otros, como es el caso de los “helados” en Santiago de Cuba.

En un reporte de la presa castrista revelaron que la Empresa de Productos Lácteos de Santiago de Cuba ubicada en Avenida de Garzón N. 54, entre Pizarro y Hernán Cortés, realizan “helados” con harina de arroz.

Este invento ni se acerca a la elaboración original de los helados para que estos tengan un buen sabor y textura, pero eso es lo que en la empresa han podido hacer para no dejar de ofrecer el producto, ante las dificultades para obtener la materia prima, por los precios elevados, además de que esta hay que importarla porque en Cuba no hay.

“La empresa ha trabajado en la investigación y desarrollo de conjunto con la universidad para elaborar otras variedades como: crema de queso untable, leche de soya concentrada… Existen problemas por las carencias anotadas, pero tampoco han faltado los helados combinados con frutas y soya a los que se les añaden almidón de maíz y harina de arroz, en sustitución del estabilizador lácteo”, dijo el director de la referida entidad, Eduardo Griñán Caballero.

Además, manifestó ante un medio oficialista de Santiago de Cuba, que para poder seguir ofreciendo los otros productos que realizan han tenido que adaptarse a los ingredientes que tienen.

“Hemos tenido que crecernos ante los problemas ocasionados, esencialmente por la falta de materias primas importadas, no obstante, la entrega normada de leche para los niños de 0 a 6 años se ha garantizado a toda costa, así como el yogurt o la mezcla láctea con soya para las edades comprendidas entre 7 y 13 años”, manifestó.

La producción en Cuba empeora cada día porque no hay materia prima en la isla para realizar los alimentos, y porque las empresas terminan en la quiebra porque el precio de los ingredientes que pueden conseguir, es muy elevado y para poder ofrecer “algo” terminan en pérdida.

Share:

El verdadero buitre se sale (por el momento) con la suya en Londres.

Por Emilio Morales.

En audiencia desarrollada el martes 4 de abril en la Alta Corte de Inglaterra y Gales, la jueza Sara Cockerill notificó a los abogados de las partes que desestimaba la reclamación de CRF contra el Estado cubano. La jueza reconoció que el Banco Nacional de Cuba (BNC) ya no representa al Estado cubano, papel que corresponde al Banco Central de Cuba desde su creación en 1997, pero consideró que CRF le adquirió legítimamente los derechos de dicha deuda y por lo tanto tiene capacidad para reclamar su pago a esa entidad. En este sentido, la Justicia inglesa asestó el martes un revés a La Habana al dar luz verde para proceder con un juicio que podría tener consecuencias potencialmente graves para el régimen cubano.

¿Este era un fallo esperado?

Sí. Primero que todo hay que tener en cuenta que la Constitución cubana establece que el Estado no es responsable de las deudas de sus empresas ni sus instituciones. Por tanto, nunca iba a ser posible enjuiciar al Estado cubano en la Corte de Londres.

¿Tendrá un desenlace positivo el proceso que seguirá contra el BNC?

Es muy difícil de pronosticar. El Gobierno cubano hace más de 20 años atrás jugó sus cartas para evitar que en el futuro reclamaciones como estas lo pudieran perjudicar. En este sentido, se hace necesario remontarnos a 1959 para poder entender toda esta madeja que el régimen cubano tejió en su momento para entrampar a los deudores reclamantes que surgirían en el futuro.

Antecedentes.

El Banco Nacional de Cuba comienza a operar en 1950 bajo el amparo de una ley que demoró en plasmarse ocho años después que fuera aprobada la Constitución de 1940.

En 1961, dos años después del triunfo de la revolución se aprueba en el mes de febrero  la Ley 930, la cual centralizaba en el BNC las funciones de banca central, y toda la actividad de banca comercial existente entonces en el país. Un año antes se habían nacionalizado todas las entidades bancarias nacionales y extranjeras, así como todas las empresas extranjeras y un número considerable de importantes empresas cubanas, cuyas acciones fueron endosadas al BNC.  Desde entonces el BNC paso a ser el dueño de todas las propiedades confiscadas en la Isla y de todas las empresas estatales que posteriormente fueron surgiendo en el proceso revolucionario.

Este movimiento convirtió al BNC en un banco con una gran cantidad de activos de alto valor, los cuales le servían de respaldo para pedir préstamos y líneas de créditos a entidades internacionales. Durante este proceso, muchas empresas que prestaban dinero y que habitualmente daban créditos a estas compañías que fueron confiscadas en los años 60 comenzaron a endeudarse. Dicha deuda comenzó a acumularse al pasar de los años, junto a otros préstamos que fueron gestionados por el BNC utilizando como respaldo a todos esos activos que en su momento fueron confiscados. Hay que recordar que estas empresas confiscadas eran empresas activas y producían bienes. Por ejemplos: los 161 centrales azucareros que fueron confiscados al triunfo de la revolución, la industria minera en todo el país, los puertos, aeropuertos, hoteles, etc. Todos estos bienes representaban cientos de millones de dólares en activos.

Ya a finales de los años 80, la deuda externa cubana era considerablemente alta. Ante esta realidad, Fidel Castro, quien siempre fue reacio a pagar la deuda externa cubana incentivó fuertes campañas políticas internacionales cuando Cuba ocupaba la presidencia del llamado Grupo de Países no Alineados. Dichas campañas tenían el objetivo arrastrar a otros países a estas campañas políticas para no pagar la deuda a numerosos acreedores. En su cruzada, llegó a afirmar que "la deuda externa era un cáncer creado por el imperialismo". Llegó incluso a publicar un mesiánico libro titulado: Fidel Castro y la deuda externa, donde intentaba dar al mundo su visión sobre la situación de la deuda externa en los países del Tercer Mundo, desde su origen hasta la imputabilidad de esta.

A comienzos de los 90 la situación de la economía de Cuba se agravó debido al derrumbe de los países socialistas de Europa del Este y a la desintegración de la Unión Soviética, lo cual significó la pérdida del 85% de las exportaciones cubanas. También el precio del azúcar tuvo un fuerte declive en el mercado internacional, lo cual afectó a la principal industria del país. El país entró en el llamado Periodo Especial, lo cual que llevó al Gobierno a implementar una serie de medidas económicas dirigidas a revertir la grave crisis económica.

En este sentido, se implementaron varias medidas para descentralizar la economía. Entre estas medidas podemos mencionar la apertura a la inversión extranjera, al turismo internacional, la apertura a los envíos de remesas, la creación de un mercado minorista dolarizado, la libre circulación del dólar, el trabajo por cuenta propia, la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) y la apertura de mercados agropecuarios, industriales y artesanales.

Esto derivó en la creación de cientos de nuevas empresas mixtas y sociedades anónimas dentro y fuera del país para dar respaldo estructural a la nueva economía que se estaba construyendo, canalizar las inversiones extranjeras en el país y conseguir nuevos créditos.

Mientras tanto, los acreedores de la deuda cubana se desgastaban infructuosamente en tratar de cobrar las respectivas deudas que el Gobierno cubano tenía con ellos.  Dado el deterioro de todas esas industrias que fueron confiscadas en los 60, este nuevo tejido empresarial surgido a finales de los 80 y en los 90 pasó a conformar los nuevos activos que tenía el BNC para gestionar sus créditos internacionales. Al mismo tiempo, comenzó a convertirse en objetivo financiero de los acreedores que no podían cobrar sus deudas.

Ante esta realidad, el régimen cubano hizo un movimiento opaco en su banca y traspasó todos los activos del BNC (propiedad confiscada y nuevas empresas creadas) al Banco Central de Cuba (BCC), el cual fue creado el 28 de mayo de 1997 por el Consejo de Estado, a través del Decreto Ley 172, con la finalidad de dividir las funciones desempeñadas hasta entonces por su antecesor, el BNC. Dicha operación tuvo el objetivo de dejar al BNC solo con la deuda y poner a resguardo y bajo custodia del BCC todos los activos que habían sido endosados con anterioridad al BNC.

De esta forma, el BNC quedaba sin activos, lo cual significaba que se convertía en una entidad sin capacidad de pago. En este sentido, toda la deuda adquirida y acumulada por el BNC al paso de los años tendría que ser gestionada a través del BCC por medio de un engorroso proceso burocrático, el cual establece que si un acreedor quiere ceder sus derechos de deuda pública está en la obligación de remitirla al Ministerio de Finanzas y Precios, y este, a su vez, al Consejo de Ministros, en su función de máximo órgano del Gobierno de la República de Cuba, para su procesamiento y aprobación. En otras palabras, ese mecanismo que se convertiría a la postre en una especie de limbo financiero del cual iba a ser muy difícil salirse, donde los acreedores quedarían atrapados en un callejón sin salida.

La deuda externa cubana crece y ahuyenta las inversiones.

Uno de los principales problemas que tiene el régimen cubano para atraer la inversión extranjera es el  abultado lastre de ser mal pagador. Hoy, la deuda externa que tiene el país lo asfixia financieramente, y lo encarcela en la cárcel de la desconfianza, al convertirlo en un mercado de extremadamente alto riesgo para la inversión.

Recientemente el régimen cubano pospuso una vez más su pago de la deuda externa con el Club de París correspondiente al 2022, después de no haber pagado el 2021, el 2020 y parte del 2019. La imagen de mal pagador sigue creciendo aceleradamente. Esta realidad está ahuyentado a los pocos suicidas que todavía miran con desconfianza dónde invertir en el país. La Isla se ha convertido en el paraíso del riesgo, donde los inversionistas extranjeros hoy presentes se encuentran atrapados entre el impacto que dejó la pandemia, la inflación desatada por la Tarea Ordenamiento, el nuevo mercado cambiario y el corralito financiero que ha impuesto el Gobierno.

Las cuotas dejadas de abonar al Club de París ya superan los 200 millones de dólares de un pacto realizado en el 2015, en el cual le condonaron al régimen cubano 8.484 millones dólares de 11.084 millones que debían a dicha organización, quedando por saldar 2.600 millones a pagar por cuotas anuales hasta el 2033.  

Lo cierto es que el régimen cubano ha perdido toda credibilidad y ha desaprovechado tremendas oportunidades para poder recuperar la confianza con los acreedores. El escenario generado por el deshielo de las relaciones entre EEUU y Cuba constituyó una plataforma fértil para hacer realidad ese propósito. Sin embargo, seis años después el tema de la deuda ha vuelto prácticamente al punto de partida de cuando se comenzó la negociación con el Club de París: La Habana no paga sus cuentas.

Anterior al acuerdo alcanzado con los acreedores pertenecientes al Club de París, el Gobierno cubano había restructurado con éxito su deuda externa con acreedores comerciales de Japón, México, Rusia, China y Uruguay, logrando una reducción sustancial del 81,6%, lo que significó en su conjunto la condonación 42.089 millones de dólares. El saldo de la deuda por pagar quedaba en 9.466 millones de dólares, de los cuales 2.600 millones de dólares corresponden a los deudores agrupados en el Club de París, ya mencionados arriba.

Es importante señalar que los acuerdos de condonación de la deuda externa cubana no incluyeron la deuda con acreedores privados y con países como Venezuela y Brasil, la cual en el año 2010 se estimaba en 11.336 millones de dólares y 1.050 millones respectivamente.  En el caso de Brasil incluye los casi 700 millones de dólares de préstamo que otorgó para el proyecto de construcción del puerto y obras de infraestructura en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM). Tampoco se incluye la vieja deuda con Argentina, que es de 4.805 millones de dólares y que pudiera llegar a ser 6.800 millones de dólares si se toma en cuenta los intereses moratorios y punitorios que correspondería aplicar por el no pago de dicha deuda. También quedó fuera la deuda con el Club de Londres, la cual suma 1.400 millones de dólares.

Hoy, el Gobierno cubano se ha quedado prácticamente sin líneas de créditos, no bastó el borrón y cuenta nueva que generó el deshielo con EEUU. El régimen cubano ha vuelto a su mala práctica de no pagar. Esto le está pasando factura en estos momentos tan críticos que el país afronta una crisis sistémica. Ya ni sus aliados políticos le dan créditos. China y Rusia han tomado un fuerte distanciamiento financiero del régimen cubano.

A finales de diciembre del 2020 Rusia tenía suspendido 50 proyectos de inversión en la Isla por falta de pago. Para esa fecha la caída de las importaciones de productos chinos a la Isla mostraba un declive de 75% con respecto al 2015. Estos datos dejan dudas sobre este distanciamiento. Incluso España, el país extranjero con mayor cantidad de inversiones en la Isla también ha tomado distancia. La reciente retirada de Bankia y tres hoteles de Meliá en Cuba así lo demuestran.

En el periodo 2015-2020 las importaciones de productos chinos cayeron en un drástico 74,57%.  De 1.900 millones reportados en 2015 declinaron a 483 millones en 2020. Estos datos muestras cuán tensas se han puesto las relaciones financieras entre Pekín y la Habana.

Hoy el régimen cubano reconoce una deuda de unos 20.000 millones. Sin embargo, debe otros 26.000 a otros acreedores a los que no pretende pagarles. Al final suman 46.000 millones de dólares, unos 4.000 millones más que los que tenía hace siete años cuando un grupo de acreedores le condonó 42.000 millones a raíz del deshielo con EEUU.

Conclusiones.

Cuando en 1997 el régimen cubano hizo su acto de "magia" al traspasar los activos que pertenecían al BNC para ponerlos bajo la sombrilla del Banco Central de Cuba, nadie imaginó que 26 años después de haber sembrado esta trampa, el régimen cubano en su primer encontronazo con los deudores que lo persiguen para cobrarle lo que les deben, comenzaría a recoger los frutos de este acto de mala fe. Hoy el BNC es una entidad llena de deudas y sin activos, es como una especie de cascarón vacío que no tiene ningún valor. Al cual será muy difícil cobrarle deuda alguna.

Ante esta realidad se impone hacer un descubrimiento de todos los activos que tenía el BNC al momento de adquirir la deuda que es objeto de demanda por parte de CFR I en la Corte de Londres. ¿A dónde fueron a parar esos activos? ¿Quiénes son sus nuevos dueños? ¿Es el Banco Central de Cuba o son empresas ocultas en paraísos fiscales, o están en manos de testaferros del régimen? Descubrir esa madeja es lo interesante que puede venir ahora en este juicio. Es una manera de desentrañar y desmontar el acto de mala fe que el régimen cubano practica diariamente con las ingenuas instituciones e inversionistas que les prestan dinero o que caen en la tonta tentación de invertir en la Isla.

¿Cuántos acreedores podrían estar en una situación similar a la de CFR I? ¿Cómo podrían defenderse los acreedores de la deuda cubana ante semejante truco para no pagarles? ¿Podrá el régimen cubano seguir actuando impunemente extorsionando a inversionistas y deudores? ¿Seguirá el régimen cubano consumando el mezquino acto de seguir desfalcando miles de millones de dólares a sus víctimas? ¿Podrá la jueza Sara Cockerill poner fin a estos actos de mala fe del régimen cubano?

Los próximos meses serán decisivos para el desenlace final de esta historia.

Share:

miércoles, 5 de abril de 2023

Fallo judicial en Londres: mal negocio para la inversión extranjera en Cuba.

De cubanet.org

Feria Internacional de La Habana (FIHAV) en 2016

El fallo emitido este martes por el Tribunal Superior de Justicia de Londres sobre la demanda presentada por el fondo CRF I Ltd. contra el Estado cubano y su Banco Nacional (BNC) podría no dejar muy buenos dividendos al régimen de La Habana, cuya propaganda ha asumido la sentencia como una victoria en toda regla.

En su blog Cubaeconomía, el economista Elías Amor aseguró que lo ocurrido en Londres no deja bien parado al régimen cubano, pues la sentencia muestra “los complejos mecanismos y la maraña burocrática con la que el régimen comunista cubano atiende sus asuntos financieros”.

“Primera conclusión: no parece que vaya a aumentar la lista de inversores en Cuba”, señaló el experto, argumentando que “además de los incumplimientos del servicio de la deuda, los algoritmos de los analistas internacionales se van a nutrir de la información procedente de esta sentencia y con ello, el régimen de La Habana, por mucho que digan sus voceros, va a descender muchas posiciones en la clasificación de receptores de inversiones y préstamos”.

Con los ojos de los acreedores puestos encima por causa de los alarmantes retrasos en el pago de las deudas, el fallo del tribunal londinense “dificultará más aún el acceso a los mercados financieros internacionales”.

“La imagen internacional de pésimos gestores, de prácticas corruptas, de cruces de titularidades de entidades crediticias para evitar demandas, que se deriva de la sentencia, debería preocupar al régimen, porque acarrea pérdida de credibilidad, confianza, y dificultará más aún el acceso a los mercados financieros internacionales”, explicó Amor.

El economista señala que, pese al carácter independiente y despolitizado de la sentencia, no ha habido un análisis a fondo del mecanismo de traspaso de esa deuda de unas entidades a otras, una opinión sostenida por el también economista Emilio Morales.

De acuerdo con ambos expertos, “ese análisis es esencial para determinar si los activos de La Habana están hoy en paraísos fiscales o en manos de entidades extranjeras que sí podrían ser demandadas”.

Share:

martes, 4 de abril de 2023

Hay que estar en la calle para sobrevivir.

Por Ernesto Pérez Chang.


Alguien grita la palabra “agua”; otros la susurran y en fracciones de segundos vendedores y mercancías desaparecen porque es la señal de que se acercan policías o inspectores. A veces es solo falsa alarma y en cuestión de minutos la calle Monte vuelve a llenarse de “merolicos”, revendedores e intermediarios de los que, en las cercanías, han transformado sus casas en almacenes secretos donde la gente puede encontrar lo que difícilmente podrá comprar sin dificultades en una tienda estatal.

Son decenas de vendedores y pregoneros en tan solo un par de calles. La mayoría ancianos y personas minusválidas que, aun a riesgo de una multa o detención, apenas solo revenden lo que logran comprar por la libreta de racionamiento o lo que algún proveedor —igualmente de modo ilegal— les facilita para que ganen una comisión que, aunque pequeña —en algunos casos abusiva— es muy superior a lo que reciben del Estado como jubilados o pensionados.

Nadie en Cuba puede sobrevivir con un salario o una pensión. “No se puede”, responden absolutamente todas las personas a las que hacemos la pregunta aun sabiendo de antemano cuál será la respuesta. Incluso quienes reciben remesas o los pocos artistas, deportistas y emprendedores que tienen altos ingresos, están obligados a recurrir al mercado informal —y a otras formas de ilegalidad que ya vemos como “normales” en nuestra cotidianidad— para satisfacer necesidades tan básicas como alimentarse, vestirse, combatir una dolencia o enfermedad, tener una vivienda.

¿Entonces por qué el régimen se empeña en eliminar los únicos recursos que tienen los cubanos y cubanas para sortear las dificultades del día a día? ¿Por qué no elimina las leyes que prohíben la venta callejera sin licencia y exime de impuestos a los pequeños comerciantes que solo intentan salir adelante ganando el sustento diario para ellos y sus familias, sin posibilidad alguna de acumular riquezas?


Para algunos se trata solo de una cuestión de fingir que todo está bien en Cuba; para otros, es un modo de obligar a las personas a acudir a un empleo estatal en un momento en que los éxodos laboral y migratorio van en aumento, pero también están quienes,  atendiendo a la regularidad entre periodos de “tolerancia” y campañas de total intransigencia, se atreven a colocar al régimen en la cima de la pirámide del mercado informal, de modo que sus ofensivas contra las “ilegalidades” responderían a reacomodos, ajustes internos, de ese propio mercado subterráneo. Un modo de regular quiénes, cómo y cuándo pueden participar, así como quiénes están totalmente excluidos. 

Sin importar lo que sea, lo cierto es que hoy en Cuba lo que vemos en las calles habla sin ningún tipo de rodeo sobre lo que en realidad está sucediendo en la economía cubana (lo que va quedando de ella) y cuán absurdas son las prohibiciones de un sistema que parece solazarse con la miseria que genera.  
“Hay que estar en la calle para sobrevivir”, nos ha dicho alguien.  Solo hay que caminar, preguntar, y lo que buscas con suerte aparecerá. O no. Entonces tendrás que continuar intentándolo todos los días, jaba en mano, sin saber al final de la jornada lo que lograrás colar en ella. 


Ya no es como años atrás, en que a los vendedores informales se los veía por montones pero en unas calles en específico. Ahora están en todos lados, en todos los barrios de La Habana. Aceras y portales funcionan como un gigantesco y laberíntico mercadillo en que, de modo totalmente ilegal, bajo el acoso constante de la Policía, se ganan la vida centenares de cubanos y cubanas que, de no tomar ese riesgo, el de hacer algo por lo cual pudieran hasta ir a la cárcel, se enfrentarían a un peligro mayor, el de morir de hambre al no haber otra alternativa laboral donde ganar un salario que los ayude a enfrentar el alto costo de la vida.

Cada día abundan más los chatarreros o “candongueros”, que son quienes venden lo que encuentran en la basura: piezas de electrónica, zapatos viejos, ropas usadas. Hace apenas unos cuatro o cinco años solo se les veía en algunos portales de las calles Carlos III y Reina; ahora están por todos los rincones de la ciudad. Y pareciera que no venden nada pero la miseria es tan grande por estos días que no les faltan compradores ni gente que les trueque la mercancía por cigarros, azúcar, arroz.   

También hay muchos jóvenes, incluso niños y niñas que, a pesar de la corta edad, ya saben cómo escurrírseles a los policías y hasta sobornarlos porque son muy pocos los intransigentes, los incorruptibles, los que no se conmueven al recordar que alguna vez debieron hacer algo parecido para ayudar a los padres o comprar lo que jamás llegó como regalo de cumpleaños. 


En Cuba, desde 1959, siempre hemos estado de crisis en crisis, con hambre a perpetuidad. Aun así, de vez en cuando el régimen ordena una redada policial contra eso que considera una “mala imagen” y que no es otra cosa que el más genuino rostro de un país arruinado por la terquedad de sus gobernantes.

Casi siempre esas ofensivas ocurren cuando alguna personalidad extranjera visita Cuba invitada por el régimen, cuando a algún mandamás se le antoja simular que es parte del pueblo -cámaras de la televisión mediantes-, o cuando se sabe de antemano que un grupo de turistas recorrerá determinado circuito que no es el usual, como sucedió durante la visita de Beyoncé a La Habana en 2013. 

Según nos cuentan algunos testigos directos de lo acontecido, los calabozos de la ciudad durante días estuvieron repletos de vendedores callejeros, “jineteros”, “jineteras”, ilegales de todo tipo que son la verdadera y triste estampa de esta ciudad pero que, aun pasados los años, continúan sin “encajar” como decorado de fondo, a pesar de que el llamado “circuito de lujo” del turismo habanero desemboca precisamente en la calle Monte, ese otro “circuito” pero de pobreza y marginalidad. 

“Ya uno ni se podía sentar en el parque; si te detenías un minuto en la acera del hotel (Saratoga) enseguida venía un policía a pedirte el carnet. Ese pedazo dejó de ser parte del barrio. ¿Y qué decir de ponerte a vender algo en el portal? Te cargaban al instante”, recuerda un vecino del lugar.

Al final, la miseria tan próxima al Hotel Saratoga, donde se hospedaron Beyoncé y Jay-Z, terminó imponiéndose en forma de tragedia mortal sobre la contrastante ampulosidad de un edificio que tal parecía que alguien había levantado allí o para reírse en las caras de las miles de familias pobres que habitan en la cercanía o para advertirles que muy pronto tendrían que mudarse o cambiar sus rutinas de supervivencia cuando la “invasión hotelera” decidiera avanzar sobre “territorio hostil”. Cruel paradoja.

Vivir en un país como Cuba, donde el desabastecimiento se ha vuelto endémico pero donde, para empeorar la situación, el régimen realiza “experimentos económicos” -no para intentar mejorar la situación sino para beneficio de una élite que busca perpetuarse en el poder a costa del sufrimiento de las personas- nos convierte a todos en “ilegales”, ya como vendedores o compradores en un mercado de calle que, precisamente por su carácter furtivo, al margen de lo permitido, sirve al propio régimen que lo propicia y castiga al mismo tiempo, como mecanismo de control social y político.  


Share: