viernes, 7 de abril de 2023

Teatro Sauto: un coliseo neoclásico para la Atenas de Cuba.

De cubanet.org


En abril de 1863 abrió orgullosamente sus puertas el Teatro Esteban, que luego sería rebautizado como “Sauto”, en la provincia de Matanzas. El imponente edificio, de estilo neoclásico, vino a ser la joya urbana más preciada de cuantas se habían construido en la pujante ciudad, que en menos de un siglo había pasado de ser un pueblo entre ríos a una urbe espléndida, gracias al desarrollo de la industria azucarera.

El acelerado progreso económico trajo consigo el despegue de la cultura y la sociedad. Se consolidaron notables centros educacionales e importantes instituciones artísticas y literarias. Pero no fue hasta 1858 que, al calor de la Sociedad Filarmónica, tomó cuerpo el proyecto de construir un teatro que fuera símbolo de la ciudad. Comerciantes, obreros y hacendados iniciaron colectas y se barajaron propuestas hasta que el propio Gobernador Civil anunció, públicamente, su consentimiento para construir el inmueble.

En mayo de 1860, la Junta Directiva, encabezada por el eminente ingeniero Francisco de Albear, aceptó dos proyectos de los seis presentados. Uno llevaba la firma del arquitecto italiano Daniel Dall’Aglio, quien finalmente tuvo el honor.

Para comenzar las obras hubo que destruir la plaza de toros y los depósitos de la Real Aduana, además de secar un amplio cenagal sobre el cual descansaría la parte posterior del edificio. Durante su construcción, en el sitio donde se extraía cal para las obras fueron descubiertas las Cuevas de Bellamar, una de las principales atracciones con que cuenta Matanzas.

Tres años duraron los trabajos del Sauto, el más fiel ejemplo del estilo neoclásico en la isla. Sobrio, elegante, simétrico, con amplios corredores y ventanales para facilitar la ventilación e iluminación, ha sido históricamente un sitio amado por los matanceros. El nuevo núcleo de la vida cultural satisfizo las expectativas en cuanto a porte, funcionalidad, distribución de los espacios, decoración y una acústica perfecta.

El lunetario, en forma de herradura, dispone de 775 capacidades. La sala principal está rodeada por tres palcos y posee una glorieta que, al ser erigida, se convierte en pista de baile. Por su escenario han pasado relevantes figuras de las artes escénicas como las primerísimas figuras del ballet Ana Pavlova y Alicia Alonso, el tenor Enrico Caruso, la actriz Sarah Bernhardt, el pianista Ernesto Lecuona, Antonio Gades, Libertad Lamarque y muchos otros.

En octubre de 1978, el Teatro Sauto fue declarado Monumento Nacional.


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