Por Jesús Fernández Úbeda.
LD entrevista al escritor jienense: "Si estamos manipulando la democracia, que es lo que estamos haciendo, hay que contar con el nacionalismo".
Juan Eslava Galán nació en una fábrica de aceite hace setenta y cinco años, en el municipio jienense de Arjona, donde, muchos siglos ha, los jóvenes Bonoso y Maximiano alcanzaron la santidad previo paso por la decapitación. Mal estudiante que sólo destacaba en Historia y Literatura, tras obtener la cátedra de Inglés, hizo "lo que Napoleón tras perder la batalla de Trafalgar": "Le dije a mi mujer: ‘Guarda esos libros, porque no pienso tocar nada más que tenga que ver con gramática inglesa’. Ahora me voy a dedicar a escribir".
Eslava escribió En busca del unicornio en 18 días, reinventó el género, fue galardonado con el Planeta y, desde entonces, no ha tenido problemas para publicar novelas como Misterioso asesinato en casa de Cervantes o La tentación del Caudillo, libros de viajes, una pila de ensayos –entre la que destaca la serie maravillosa dirigida a escépticos–, etcétera. Hasta ha traducido la poesía de T. S. Eliot. Su paisano, el también escritor Emilio Lara, me dice sobre mi entrevistado: "Tiene una inteligencia de rayos X para calar a las personas. Estableció el canon de la nueva histórica española". Nihil obstat por mi parte. LD entrevista al autor de Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie en el Café Varela, el fantástico reino culinario y literario de Melquíades Álvarez.
P: Señor Eslava, ¿nos hemos malacostumbrado los españoles a que, como dijo el bardo inglés, los locos lleven de la mano a los ciegos?
R: Desgraciadamente, sí. Como dijo Churchill, la democracia es el menos malo de los sistemas. Nosotros estamos procurando empeorarla todo lo que podemos. Y lo estamos consiguiendo.
P: La cosa parece que va para largo, ¿verdad?
R: Realmente, sí. A mi juicio, la solución sería relativamente simple, pero, claro, hace falta gente inteligente y con buena voluntad, y no la tenemos.
P: Esa solución simple sería…
R: Verás: en una democracia madura, los dos partidos principales, el de centro-izquierda y el de centro-derecha, digamos, tendrían que haber pactado. Sencillamente, deberían hablar, pactar, y dejar fuera a los que enturbian todo: los extremistas de izquierdas y de derechas. Eso sería lo inteligente en una democracia madura. Pero, claro, hace falta gente inteligente, con buena voluntad, dejar el guerracivilismo que inauguró el tonto de Zapatero… En fin, todo eso.
P: Escribe Enric Juliana, en X –antes Twitter–, el 18 de agosto: "El catalán y el valenciano son la misma lengua y se rigen por normas lingüísticas comunes (Normes de Castelló, de 1932), una auténtica proeza, teniendo en cuenta la historia de este país". Añade en otro comentario: "Esa misma inteligencia y sensibilidad que el Estado español ha tenido para mantener la unidad lingüística del castellano en América, los catalanes, valencianos y baleares la deseamos para mantener la unidad de nuestro idioma". ¿Verdadero o falso?
R: Absolutamente falso. En primer lugar, el valenciano existe como idioma, por lo menos, desde el siglo XV. En el siglo XV, tiene una obra de literatura espléndida, que es el Tirant lo Blanch, y tiene gramática y tiene diccionario. Es decir, es una lengua absolutamente fundamentada. El catalán, por su parte, sólo lo es al llegar el siglo XX. Antes del siglo XX, lo que se hablaba en Cataluña, que ahora llaman catalán, era un dialecto del provenzal. Ellos mismos lo reconocían como tal, hasta que se metió el nacionalismo y empezaron a llamarlo catalán. Sólo a principios del siglo XX es cuando hacen una especie de koiné lingüística y, basándose en cosas del mallorquín, en cosas del valenciano y en cosas del tipo de dialecto que se hablaba en Barcelona, constituyen el catalán. Esto que dice Enric Juliana está basado en que están metiendo dinero a mansalva para convencer, incluso a los valencianos, de que lo suyo es el catalán, cuando lo suyo es el valenciano, de toda la vida. Desde hace siglos. Con su literatura y todo.
P: ¿El catalán es una especie depredadora?
R: Los idiomas no tienen culpa: la culpa la tienen las personas. Me parece muy bien que hayan intentado regularizar el catalán los lingüistas, etcétera, como hicieron los israelíes con el hebreo y en otras comunidades donde se tiñe de política la lengua. Ahora, lo que me parece mal es que eso se intente imponer por decreto al llamado "imperio catalán", donde entra, incluso, parte de Córcega.
P: Un tal Jaume Pi i Bofarull, en Catalunya para marcianos (Planeta, 2018): "Una cosa es que manifestemos nuestra voluntad de desconectarnos de Espanya y que proclamemos la superioridad de la raza y cultura catalana y otra muy distinta que cortemos efectivamente todos los lazos. (…) Llevar la independencia demasiado lejos, incluso al punto de hacerla efectiva, puede perjudicarnos en lo más sagrado que tenemos, la butxaca (el bolsillo)". Algo de razón tiene el hombre.
R: Yo le doy toda la razón (risas). De hecho, los propios catalanes están notando que desde que hay esa exacerbación del catalanismo, la cuestión económica va a peor, sin duda alguna. Cataluña, históricamente, sobre todo, desde el siglo XIX, ha sido la locomotora de la economía española. Eso hay que reconocerlo. Pero también que han ganado la mayor fortuna a costa de tener un mercado protegido, que era España. Los tejidos ingleses, por ejemplo, que eran de mejor calidad y más baratos, no podían competir con los catalanes porque había una protección a todo el textil catalán. Y ahí se han fundamentado grandes fortunas de Cataluña. Estas cosas hay que reconocerlas: a España no le interesa desprenderse de una región fundamental suya que es Cataluña, y a Cataluña no le interesa desprenderse, en absoluto, del resto de España.
P: El pasado 21 de agosto coincidieron en un acto y posaron para la prensa los cinco magníficos: Aragonés, Montilla, Quim Torra, Jordi Pujol y Puigdemont. ¿Por qué se dice que es "progresista" pactar con esta gente?
R: Si estamos manipulando la democracia, que es lo que estamos haciendo, hay que contar con ellos. Y contar con ellos significa lo viene significando desde siempre, con la izquierda y con la derecha: hacer concesiones. Hacer concesiones y aumentar el abismo que existe, de todo tipo, entre Cataluña y el resto de España. Eso es absolutamente injusto desde el punto de vista constitucional. Los españoles somos iguales ante la ley…
P: ...pero algunos son más iguales que otros.
R: (Risas) Como en Animal Farm, claro.
P: Pasemos al cuestionario base: plagiando a Pilatos, ¿qué es la verdad?
R: La verdad es, simplemente, lo que cada individuo cree que es lo justo. Sobre todo, en este mundo, en el que nos hemos inventado la posverdad, que es una manera de maquillar la mentira. Cada uno tiene su verdad. La Verdad, con mayúscula, es un concepto delicuescente. Sin embargo, conviene acercarse a esa idea.
P: ¿Sabe de la existencia de alguna verdad absoluta?
R: Hay tremendas verdades absolutas: que estamos vivos, que la vamos a diñar… Si te fijas, son verdades inmanentes al ser humano que no admiten discusión.
P: Que la vamos a diñar es una verdad que se está intentado ocultar como nunca.
R: Observa una cosa, Jesús: yo tengo ya 75 años, en mi generación se hablaba de la muerte. Ha habido, por ejemplo, un accidente de ferrocarril y han muerto 200 personas. O en Pakistán. Sin embargo, ahora no hay muertos: hay fallecidos. Hemos apartado por completo la palabra "muerte".
P: ¿La búsqueda de la verdad humaniza?
R: Sin duda alguna. Ya lo dicen los griegos: tienes que conocerte a ti mismo y, a partir de ahí, conocer a la sociedad en la que vives. Pero cada vez hay más mentira y más confusión. Esa cantidad de información que tenemos últimamente hace que abunden las posverdades.
P: ¿Por eso cotiza peor la verdad que la mentira?
R: Sin duda: la mentira es mucho más atractiva que la verdad. La verdad, muchas veces, no nos agrada.
P: Leonard Cohen, en "Everybody Knows": "Todo el mundo sabe que el barco se está hundiendo, / todo el mundo sabe que el capitán mintió". Pongamos que ese barco es Occidente. En primer lugar, ¿el barco se está hundiendo?
R: Sí, absolutamente. Estoy absolutamente convencido. De vez en cuando, veo ridículo esto que quieren hacer los catalanes y los vascos. Pienso: "Si levantáis un poquito el objetivo, dentro de cincuenta años, Europa será islámica". Habremos dejado las instituciones que se fundaron en la Revolución Francesa, los Derechos del Hombre, y ya estaremos en otro escenario.
P: ¿Conoce Sumisión, de Houellebecq?
R: Sí. Houellebecq no me cae especialmente bien. Sobre todo, después de leer su última parida, un folleto donde explica por qué le buscan las cosquillas por el porno. Pero es la verdad del barquero: aunque lo diga Houellebecq, la verdad es la verdad. Es una cuestión de cifras.
P: Volviendo a la canción de Cohen, ¿miente el capitán?
R: Sí. Si no mintieran, no llegarían a capitanes. Concedamos que el político, en un principio, se mete en política con un deseo de servir a su sociedad y a su país. Pero luego, si aspiras a progresar dentro del partido, hablo de España, obviamente, tienes que ir dejándote la vergüenza en el camino; de lo contrario, no progresas. Al final, estás sirviendo al partido. Y un paso más allá es el de servirte a ti mismo del partido.
P: ¿La verdad libera?
R: Nos hace más desgraciados, pero sí. "La verdad os hará libres", dice el Evangelio.
P: ¿Se ha prostituido el significado del significante "libertad"?
R: Sí, completamente. "Libertad" significa que tú puedes hacer lo que quieres sin más limitación que la que te pone tu relación con el prójimo. Si estás en una sociedad, la limitación que te ponen las leyes. Si es una democracia, tú las has acatado. Claro, estamos llegando a unos extremos… Como las personas no tienen educación política ni educación de la otra, las personas creen que "libertad" es "hacer lo que te da la gana". Y no se trata de eso.
P: ¿La libertad da vértigo?
R: No tiene por qué darlo. Si eres una persona madura y tienes la cabeza en su sitio… Tu libertad te da derechos, te amplia el horizonte, pero también te limita. Bueno, estamos en una sociedad, que es eso, una sociedad, donde tú, para convivir con el prójimo, tienes que limitarte.
P: Y, para acabar, ¿usted ha escrito siempre sobre lo que ha querido?
R: No siempre. Últimamente, por fortuna, en mi vejez, escribo sobre lo que quiero. Pero, durante mucho tiempo, he escrito por encargo. A veces, era una especie de mixto: me proponían tres temas para que yo escogiera uno. O yo proponía tres temas para que la editorial escogiera uno. He seguido el cursus honorum que, supongo, seguimos todos los escritores.