viernes, 10 de mayo de 2013

La doble moneda y sus consecuancias en Cuba.

Por Héctor Maseda Gutiérrez.

El desequilibrio económico monetario y la enorme inflación (aproximadamente un 200% en el año 1993) dieron origen a que se dolarizara la economía cubana al despenalizarse  la posesión de esta unidad monetaria en el país, hecho que ocurrió el 13 de agosto de ese año.

El Dr. Pável Vidal Alejandro, economista cubano muy versado en el tema, confirma esta realidad al afirmar que esa idea fue concebida: "(…) para brindar una moneda más estable y confiable que el peso cubano a las actividades económicas que iban a ser los motores de la recuperación. El turismo, la inversión (de capitales extranjeros), las remesas (familiares) y otros sectores emergentes empezaron a utilizar, como medio de pago el dólar estadounidense. De esta forma se intentaba aislar el desarrollo de tales sectores de los desequilibrios e inestabilidades imperantes en el resto de la economía" (1).  

Esta idea no tenía nada de original. Sin embargo, se obvió un detalle importante: No se tuvo en cuenta el desequilibrio monetario y la enorme inflación en el país como resultado del débil  estado que presentaba nuestra economía, que adquirió su máxima expresión al producirse la eliminación del subsidio soviético a Cuba. A partir de esa realidad, al gobierno cubano no le quedó otra alternativa –con pleno conocimiento de que no sería una solución- que abrir la economía al capital extranjero, incluyendo en sus cálculos las remesas familiares de los cubano-americanos que anualmente alcanzaban varios cientos de millones de dólares en aquella época y que ingresaban al país libre de gastos para las autoridades cubanas.

Sería una medida salvadora que, pensaron nuestros gobernantes, oxigenaría las finanzas, dándole un respiro a la economía nacional.

La gran inflación se debió al hecho de fijar el gobierno precios oficiales máximos y por un período de tiempo prolongado, lo que provocó un violento incremento de esos valores en la economía subterránea, al ser ésta última la predominante en Cuba. Fue una reacción de los mecanismos del mercado interno contraria a la que se esperaba. Si a ello le sumamos un insuficiente nivel en la producción  y los servicios (condición típica de las economías centralizadas), solamente podría tener lugar la debacle final que surgió al tenerse que enfrentar nuestra endeble economía a las leyes del mercado paralela al centralmente oficialista.

La dualidad monetaria y la incontrolable disminución del salario real respondieron a una dudosa estrategia que fue utilizada por las autoridades cubanas para enfrentar una imparable crisis económica, la cual provocó la caída abrupta del Producto Interno Bruto (PIB) nacional ¡hasta el 35%! en apenas cuatro (4) años.
"(…) la estrategia de respuesta a la crisis que se empleó –señalan varios especialistas foráneos- fue mantener en todo lo posible el gasto social estático (sin cambios, con la excepción del sector de los jubilados a quienes se les ha aumentado las pensiones en dos oportunidades, n.a.) y no efectuar un ajuste asimétrico que recayera sobre determinados grupos de la sociedad".

Si analizamos objetivamente la situación económica en Cuba nos daremos cuenta que la razón fundamental al asumir tan descabellada medida era social y no económica, con la finalidad de impedir una explosión de la población incontrolable. Las experiencias del llamado "maleconazo" o de las protestas públicas y masivas en La Habana unos meses después (1994) demostraron la inconformidad ciudadana realizada en la época en que Fidel Castro era dueño y señor de la Nación, lo que dio lugar a la tercera emigración masiva –ese mismo año- conocida popularmente como la de "Los balseros".

La creación de dos monedas (2) y (3) agudizó las divisiones de clases económicas diferentes y las hizo más críticas entre ellas en la sociedad. En el país las empresas realizan sus operaciones mercantiles diferenciadamente. Unas operan solamente en moneda nacional -la mayoría-  mientras que otras lo hacen en pesos convertibles, realidad que impide operen ambos grupos empresariales con eficiencia económica al ciento por ciento; lo que contribuye, adicionalmente, al aumento de la desigualdad salarial entre los trabajadores de unas entidades (que sólo reciben sus sueldos en pesos cubanos) y los que laboran en empresas que cobran el mismo jornal que los anteriores más un por ciento en moneda libremente convertible.

Recordemos también que los trabajadores vinculados directamente al turismo internacional reciben en calidad de "propinas" y en pesos convertibles, cuatro o cinco veces el monto total de su salario básico mensual. Estos son algunos de los ejemplos que, en esencia,  acentúan aún más las desigualdades sociales por la vía de los sueldos.

Por supuesto que debemos tener en cuenta las medidas gubernamentales aplicadas recientemente (aumento de las tasas de impuestos y el surgimiento de nuevos gravámenes que afectan al ciudadano común) con la intención del Estado de reducir sus gastos incrementando los de los trabajadores por cuenta propia y micro-empresarios de nuevo tipo; así como la eliminación de las gratuidades.

Si a lo anterior le añadimos la grave situación agropecuaria que atraviesa el país, sumado al incremento de precios a los alimentos que se comercializan a nivel mundial y que el gobierno cubano está obligado a importar al no producirlos, se fundamenta el temor que sienten éstos, ya que pueden conducir a otra situación socio-política de origen económico, fuera del control gubernamental, a pesar de la férrea y ascendente represión dirigida por la policía política del régimen para enfrentar, sofocar y someter finalmente, al pueblo.

Sin embargo, si consideramos que la eliminación de la dualidad monetaria unida a una política económica y salarial sustancialmente flexible, acompañada de reformas estructurales socio-políticas que realmente se requieren, unidas al incremento de los oficios por cuenta propia; podrían sumar beneficios al desarrollo de la economía cubana y conducirían a una lenta pero sostenible solución de algunas de las carencias básicas y dificultades que hoy nos asfixian y que el gobierno ha demostrado no poseer voluntad económica y menos política para solucionarlas.

Es importante aclarar que la dualidad monetaria NO es la causa de las desigualdades socio-económicas y el descontento generalizado en  el  país. La verdadera  causa de la destruida economía cubana consiste en que jamás el Estado totalitario ha sido capaz de satisfacer, por sí mismo, las necesidades mínimas de la población. Ni siquiera llevarlas al nivel de la Cuba pre-castrista.

Las dificultades y escasez de bienes creados y servicios prestados en Cuba nacieron con la mal llamada "revolución socialista" desde la época en que la tendencia del dólar por el ciudadano común era el octavo pecado capital, castigado con la cárcel y la segregación social de los infractores.

Lo cierto es que a partir del momento en que se respeten en Cuba los resortes que rigen el mercado y en particular la Ley del Valor (oferta y demanda, distribución, salarios equilibrados con el costo de la vida,…) se podrá pensar en eliminar las limitaciones que padecemos actualmente. No antes.

A modo de conclusión es menester precisar que la eliminación de la doble moneda: a) no puede perseguir el objetivo de elevar los salarios sin vincularlos con el incremento de la productividad, la eficiencia y la producción, pues se crearía mayor desabastecimiento; b) puede mejorar la eficiencia económica y promover el desarrollo, pero por sí misma no creará nuevas riquezas; y c) los cambios que se operen no pueden depender de una decisión puramente administrativa sino de la fortaleza,  crecimiento  y  eficiencia de la economía cubana en sí y de conjunto con los cambios estructurales que urge sean implementados.
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