martes, 21 de abril de 2015

¿Dónde están los medicamentos?

Por Víctor Manuel Domínguez.

falta medicamentosLos cubanos no exigen que se les dé una atención médica como a los turistas extranjeros, si no como a seres humanos aquejados de la salud, que a veces no pueden encontrar la medicina que necesitan en “una potencia médica mundial”

Para cientos de cubanos que padecen diversas enfermedades crónicas u otros trastornos de salud en forma ocasional, de nada sirve que miles de médicos y enfermeras de la isla combatan el Ébola en Sierra Leona, el cólera en Haití, o un brote de tifos en una favela de Brasil, cuando aquí penan por una jeringuilla desechable, una cura o un poco de alcohol.

Si bien apoyan la presencia de los trabajadores de la salud cubanos en el exterior, sueñan con que los mismos métodos, humanismo y profesionalidad, se apliquen aquí en el interior. Las precarias condiciones de las instituciones de salud en Cuba, así como la negligencia y el déficit de medicamentos a nivel nacional, levantan ronchas entre la población.

Cansados de asistir a consultorios del médico de la familia donde el galeno no está, la enfermera se encuentra de mal humor, no existen planillas o recetas para dietas o el cuño se perdió. Obstinados de visitar cuerpos de guardias atendidos por estudiantes extranjeros, sin papel para electros, boquillas para el aerosol y otras carencias, sólo les resta protestar.
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De acuerdo con Noelia Mastrapa, una señora de 61 años que padece Diabetes Mellitus, en la farmacia de 39 y 132, en Marianao, de las treinta jeringuillas desechables que le corresponden al mes, sólo ha recibido cinco en cada ocasión durante el último semestre. “Me aconsejaron que las use y deseche, pero si lo hago después con qué me voy a inyectar, señaló.

Asimismo, un señor que ha sufrido dos infartos cardiacos y usa Carvedilol y otras tabletas para estabilizar el corazón, se quejó por la inestabilidad en el suministro del medicamento, y por la demora o cancelación de cada turno de seguimiento en el hospital, pues la doctora que le atiende viaja más que una azafata entre La Habana, Quito, Caracas y El Salvador.

De igual forma, la señora Isel M. García, vecina de la capital, se quejó a la prensa el pasado 11 de abril (acuse@juventudrebelde.cu), porque hace más de dos meses no consigue los medicamentos avernon o dafllon, pese a estar regulados por el tarjetón para enfermedades crónicas. Sin embargo, a 10 CUC aparecen en cualquier lugar. “Y bueno, si no alcanzan para los pacientes que lo necesitan, de dónde salen estos que se venden de contrabando”, se preguntó.
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Por su parte, una enfermera del Hospital Julio Trigo, que no se quiso identificar, señaló que las malas condiciones laborales, la ausencia de técnicos, camilleros, trabajadores de la limpieza, junto al deterioro de las salas, los salones de operación, y las instalaciones hidrosanitarias, entre otras causas, convierten la estancia allí en otra enfermedad.

Al parecer, los pacientes cubanos no exigen que se les dé una atención como a los enfermos venezolanos en La Pradera, ni como a los turistas extranjeros en un piso especial del Amejeiras, entre otros lugares para vender imágenes solidarias y a su vez alimentar con dólares la codicia gubernamental, si no como a seres humanos aquejados de la salud, que a veces no pueden encontrar ni dónde caerse muerto en una potencia médica mundial.

Si la mochila de medicamentos que porta cada integrante del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias, Henry Reeves, se repartieran en cada municipio del país, de seguro no habría déficit ni quejas de la población, quien opina que la salud en Cuba es como dice el refrán: “Candil de la calle y oscuridad de la casa”
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