lunes, 20 de junio de 2016

Los cuentapropistas de Fin de Siglo se preparan para el desalojo.

Por Ana Paula Díaz.


El Estado planea cerrar la feria instalada en Fin de Siglo, la conocida tienda de la calle Galiano, en Centro Habana. Los trabajadores por cuenta propia instalados en el lugar esperaban recibir la notificación oficial durante una reunión convocada días atrás por la Empresa Provincial de Comercio, que les arrienda el local, y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC, sindicato controlado por le Gobierno).

Sin embargo, el encuentro, programado en el Palacio de la Rumba, fue suspendido "por falta de fluido eléctrico", cuando ya un centenar de cuentapropistas se habían reunido en el Parque Trillo.

Ante la propuesta de realizar la reunión allí mismo, la representante del Sindicato Nacional de Industria se negó. "Esto no es así, hay que sentarse con calma, porque se tocarán temas escabrosos", dijo.

Hace varios meses los cuentapropistas de Fin de Siglo conocieron, a través de trabajadores de Comercio, los planes para sacarlos de la tienda.

Alarmados por la situación, plantearon su preocupación en reuniones con Conrado Jiménez, subdirector técnico de la Empresa de Comercio de La Habana, y otros funcionarios.

Según aseguran, en esos encuentros los representantes de la entidad estatal no negaron las intenciones, pero afirmaron que no había fecha para el traslado.

Por otro lado, los representantes de la CTC, entre ellos Alexis Bron, del Secretariado de Asuntos Económicos Laborales y Sociales de Centro Habana, escucharon los planteamientos de los cuentapropistas, pero no han podido dar una respuesta concreta.

En busca de más datos, DIARIO DE CUBA llegó a la Empresa de Comercio. Mirtha González, encargada de atender a los distintos sindicatos en esa institución, dijo que la situación aún estaba "en proceso" y, por tanto, no se brindaría "ningún tipo de información".

"Cuando se convoque próximamente a los miembros del sindicato de la feria se sabrá qué es lo que toca", dijo González y añadió que "tiene que ver con la Ley 60".

Dicha legislación establece un procedimiento para arrendar a cuentapropistas establecimientos comerciales estatales en desuso.

Pretextos para la expulsión

Durante una década los trabajadores por cuenta propia han renovado, año tras año, su contrato de arrendamiento del espacio que ocupan en la tienda. Temen que eso no ocurra el próximo mes de enero y los desalojen del lugar sin mayores explicaciones.

Uno de los pretextos de las autoridades para sacarlos del local sería recuperar tienda, que fue uno de los principales comercios de la capital desde antes del triunfo de la Revolución. A ello se suma el deplorable estado del inmueble.

Esta justificación genera disgusto entre los trabajadores, pues el contrato con la Empresa de Comercio establece que el 30% de la recaudación del alquiler del lugar debe ser destinado a reparaciones. El área por cuenta propia de Fin de Siglo aporta al presupuesto del Estado aproximadamente 2.700.000 pesos cubanos cada año (unos 108.000 dólares), solo por concepto de arrendamiento.

Vendedores y artesanos de Fin de Siglo —quienes pidieron que sus nombres fueran cambiados para este reporte— se preguntan qué se ha hecho con esos fondos durante la década que llevan ya en el lugar.

En noviembre de 2012, relatan, el Gobierno les informó sobre la realización de obras de restauración. Los ejecutores del proyecto serían la empresa de construcción SECONS y Diseño Ciudad Habana (DCH).

Pero "eso nunca sucedió, porque la empresa de Comercio a la cual se le arrienda el local no cumplió con los términos del contrato. Sabemos que llegaron a hacer un apuntalamiento en la planta alta, que después alguien 'de arriba' mando a quitar, a pesar de la seguridad que representaba para nosotros", recuerda Lili, una de las cuentapropistas.

"Después vino una brigada, hizo algunas reparaciones y desapareció. Nunca se nos dijo a dónde fueron a parar el dinero, los materiales. Pedimos la información y nos dijeron que no tenían por qué rendirnos cuentas", añade.

Los trabajadores del lugar aseguran que han manifestado su disposición de asumir la rehabilitación con esfuerzo propio y constituir una cooperativa no agropecuaria, fin para el cual incluso contrataron un abogado. Como cooperativa, podrían rentar el local con mayores garantías en cuanto a tiempo.

Lo que desean, dicen, es un lugar donde mantener la feria unida; no separarla en pequeños locales, sino establecerla en un punto permanente, que pudiera ser, sugieren, la tienda Flogar, también en Centro Habana.

"Si nos van a trasladar, ¿por qué no se reúnen con nosotros? ¿Por qué tanto secretismo? Necesitamos un lugar fijo, porque en cada traslado tenemos que cambiar los mecanismos de venta, adaptarlos a los clientes de la zona", se queja Jorge, cuentapropista desde hace más de 15 años.

Por su parte, Luis explica: "Siempre hemos defendido el criterio de feria, porque tres gatos en un lugar no hacemos nada. Por lo que sabemos, nos van a trasladar a las instalaciones construidas frente a la tienda, o a la Cancha, en Galiano y Virtudes, locales con un área de un metro cuadrado por trabajador, donde vamos a estar más hacinados y en peores condiciones".

La historia empezó el siglo pasado

Quienes mantienen sus mesas de venta en la tienda de Galiano recuerdan que no es la primera vez que tienen que cambiar de sitio. La historia de los cuentapropistas de Fin de Siglo es larga.

Muchos de ellos tuvieron que abandonar sus empleos como médicos, abogados o maestros durante el momento más duro del llamado "Período Especial" y sumarse a la nueva modalidad económica.

Comenzaron a trabajar como colectivo en la Quinta de los Molinos (en la Avenida Carlos III), después los trasladaron a la Avenida de los Presidentes y luego a la Feria del Malecón (en Primera y D).

"En aquellos momentos aportábamos tanto que en el Consejo Popular nos decían que éramos más rentables que algunos hoteles. Por ejemplo, yo, que soy zapatera, pagaba 172 dólares al mes por mi licencia, más todos los pagos que hacíamos", comenta Aracelys.

Cuando ya la Feria había ganado prestigio nacional y visitantes extranjeros la recomendaban, los trasladaron para el Ten Cent de Galiano.

La opinión de los trabajadores no importó, afirma Rolando. "Me dieron dos opciones: o vas para Galiano, o vas para tu casa", relata.

Los trabajadores de Fin de Siglo fueron los primeros cuentapropistas en sindicalizarse, en 1996, cuando radicaban en el Malecón. Sin embargo, se quejan de problemas administrativos, mala gestión, desvío de recursos y extorsión por parte de inspectores estatales, ante los cuales, dicen, no encuentran protección.
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